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Carlos Penelas

Hace 23 años moría lejos de su pueblo natal, Luis Franco, uno de los escritores más destacados del país, aunque relegado en la memoria por sus firmes convicciones que se conjugaron con una austera forma de vida.

Luego de estas más de dos décadas, este miércoles, Belén, la tierra que lo vio nacer, crecer y nutrirse de sus enseñanzas, recibirá sus restos mortales para albergarlos para siempre como a uno de sus hijos más célebres.

Al mediodía, y procedente de Buenos Aires, llegará al aeródromo de Londres, a 16 kilómetros de la cabecera departamental de Belén, el avión oficial que transportará el féretro que contiene los restos de Luis Franco, y junto a él viajará Leopoldo Luis, el único hijo del también poeta y ensayista, y su familia, además de autoridades de la Secretaría de Cultura.

Desde Londres, el féretro será trasladado en coche fúnebre hasta el ingreso a la ciudad de Belén, en la Avenida Calchaquí, donde será esperado por integrantes de la comunidad, quienes lo escoltarán por las calles del lugar hasta el cementerio municipal, donde será depositado en una tumba que fue construida especialmente. Está previsto que el cortejo pase por algunos sitios relacionados con la vida de Franco en Belén.

En la necrópolis belicha se realizará un acto con presencias de autoridades provinciales y municipales, gente además de integrantes de distintos estamentos de la comunidad de Belén. Además habrá gente relacionadas las letras argentinas y catamarqueñas, como el escritor Carlos Penelas, autor del libro Conversaciones con Luis Franco.

Desde la Secretaría de Cultura se aclaró que todas las actividades, y por pedido expreso del hijo del escritor, se realizarán tratando de ajustarlas a las convicciones que expresara Luis Franco a lo largo de su vida.

El retorno de los restos de Luis Franco a su lugar de nacimiento significará un gran acontecimiento para la historia cultural de Belén, tomando este hecho como un reconocimiento póstumo a quien escribiera Odas primaverales, en donde ensalza, desde un profundo sentimiento de pertenencia, a su tierra.

Por ello es que una vez depositado el féretro en lo que será su morada eterna, la comunidad belicha se reunirá en la plaza principal en donde se manifestarán distintas expresiones emparentadas con la cultura popular de Belén, como copleros, músicos, cocineros y artesanos, entre otras.

Para estas actividades se han sumado el municipio local, instituciones educativas y sociales, y personas comprometidas con el quehacer cultural belicho.

A la par de estas actividades, la Cámara de Diputados sesionará hoy en la ciudad de Belén, en adhesión a las actividades que se realizan por Luis Franco.

El traslado de los restos del escritor fue declarado de interés provincial y legislativo, por el Gobierno de Catamarca y la Cámara Baja local.

De esta manera, el “genial catamarqueño” –como lo definiera la escritora Silvia Glocer, al presentar un anexo de artículos que escribiera Franco para el diario La Prensa, en el libro La Pampa habla, edición de la Biblioteca Nacional- descansará en su tierra natal.

Charlas de Carlos Penelas sobre Franco en Belén y Capital
La calificada presencia del escritor y crítico literario Carlos Penelas, será de indudable importancia para las actividades que rodearán el retorno de los restos del escritor Luis Franco a su pueblo natal, Belén.

Penelas es un estudioso y admirador no tan solo de la vida del literato catamarqueño, sino de su vasta obra. El hombre de letras porteño es autor del libro Conversaciones con Luis Franco (1978) lo que lo ubicó como un gran conocedor de Franco.

Carlos Penelas participará de las actividades que se desarrollarán en Belén este miércoles, y el jueves a las 10, en esta cabecera departamental ofrecerá una charla abierta para todo público, a la que fueron invitados especialmente docentes y alumnos de los distintos niveles de Belén.

En la Capital
El escritor porteño tendrá actividad en la capital catamarqueña este viernes, con sendas charlas que brindará a la mañana y a la tarde en el salón auditorio del Colegio “Fidel Mardoqueo Castro”, por cuyas aulas pasó como estudiante Luis Franco. De ellas participarán también gente relacionadas a las letras catamarqueñas y son organizadas por la Secretaría de Estado de Cultura provincial.

Carlos Penelas nació en Buenos Aires, donde cursó estudios en Letras (Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta) y de Historia del Arte y Literatura (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires). Desde muy joven mostró inclinación por la escritura y cuando cursaba la secundaria ya obtuvo sus primeros reconocimientos cuando ganó el Primer Premio de Poesía y Primer Premio de Ensayo en la Escuela “Mariano Acosta”. Ello fue el inicio de una larga lista de premios y reconocimientos que obtuvo como poeta, ensayista, periodista y crítico, entre otras actividades.

El escritor goza de un prestigio internacional
El libro Conversaciones con Luis Franco es uno de los más claros muestrarios del pensamiento del poeta y ensayista catamarqueño. Sobre él, Penelas dijo: “después de la figura de mi padre, viene la de Franco”.

Catamarca Cultura
miércoles, agosto 31, 2011 No comments
Los restos llegarán por avión hacia el aeródromo de Londres. Desde allí serán transportados a un mausoleo especial en Belén. Viajó Carlos Penelas.

Al mediodía de hoy, procedente de Buenos Aires, llegará al aeródromo de Londres -a 16 kilómetros de la cabecera departamental de Belén- el avión oficial que transportará el féretro que contiene los restos de Luis Franco, y junto a él viajará Leopoldo Luis, el único hijo del escritor, y su familia, además de autoridades de la Secretaría de Cultura.

Desde esa localidad el féretro será trasladado en coche fúnebre hasta el ingreso a la ciudad de Belén, en la Avenida Calchaquí, donde será esperado por integrantes de la comunidad, quienes lo escoltarán por las calles del lugar hasta el Cementerio Municipal, lugar donde los restos del poeta y ensayista serán depositados en una tumba que fue construida especialmente. También está previsto que el cortejo pase por algunos sitios relacionados con la vida de Franco, quien nació allí en el lugar conocido como "El árbol".

Según se informó oficialmente, en la necrópolis belicha se realizará un acto con presencia de autoridades provinciales y municipales, además de integrantes de distintos estamentos de la comunidad de Belén e invitados especiales como el escritor Carlos Penelas, autor del libro Conversaciones con Luis Franco.

El retorno de los restos de Luis Franco a su lugar de nacimiento significará un gran acontecimiento para la cultura de Belén y de la provincia en general. En la plaza principal belicha se festejará el acontecimiento con una muestra de cultura popular, adonde estarán copleros, músicos y artesanos.

También, la Cámara de Diputados de la Provincia sesionará hoy en Belén, en adhesión a las actividades por el retorno de los restos del escritor, lo que fue declarado de interés provincial y legislativo por el Gobierno Provincial y la Cámara baja.

Nacido en Belén el 15 de noviembre de 1898 y fallecido en un asilo de Buenos Aires el 1 de junio de 1988, Franco se mantuvo siempre apartado rigurosamente de toda escuela literaria, pues en sus obras ("La flauta de caña", "Suma", "Insurrección del Poema", "La Pampa habla", "Biografías animales", "La hembra humana" y otras) dejó bien sentado que su compromiso era fundamentalmente con la verdad y la belleza, considerada ésta última como la que denuncia "la profundidad del ser”. Además, avizoró para el futuro que el ser humano viviría en armonía con lo circundante.

Penelas -quien llegó a afirmar: "Después de la figura de mi padre viene la de Franco"- aparte de participar de las actividades que se desarrollarán hoy en Belén, mañana a las 10 ofrecerá en esa ciudad una charla abierta para todo público y, en especial, para docentes y estudiantes.

El viernes, en Capital ofrecerá dos charlas, a la mañana y a la tarde, en el salón de actos del Colegio Fidel Mardoqueo Castro, por cuyas aulas pasó Franco como estudiante. De ellas participarán también personas vinculadas a las letras catamarqueñas. Todos estos actos son organizadas por la Secretaría de Estado de Cultura provincial.

Diario El Ancasti, 31 de agosto de 2011
miércoles, agosto 31, 2011 No comments
Busca venganza, poder y Dior.
Victoria Ocampo

Hemos escrito varias veces sobre el tema, desde diferentes ángulos. No es un tema menor. Es una posición ética, es una mirada ideológica. De nada vale la anécdota sino no vemos más allá de nuestras narices. Lo contrario es la falsificación, el engaño, la complicidad. Dije, escribí, confesé, que desde mi niñez existió una historia nacional y personal en mi hogar. Mi padre, gallego, se llamaba Manuel Penelas. Se formó en estas tierras con lecturas de escritores naturalistas, con pensadores contestatarios. Socialistas y anarquistas fueron sus compañeros que trasmitieron, a este ser casi analfabeto, a este adolescente llegado de una aldea lejana - empobrecida por frailes y señoritos - una visión amplia de una sociedad, de luchas sociales, pero también de conducta íntegra, de posiciones solidarias. “Soy un hombre de bien”, afirmaba. A partir de allí las lecturas de los clásicos españoles, los novelistas rusos, el rechazo a todo autoritarismo, a todo populismo. De izquierda o de derecha. Y una mirada muy crítica hacia el Estado. Y cuando digo Estado, digo Iglesia, burocracia, ley, guerra, banderías.

Por los años cincuenta los amigos le decían en broma que había escrito el libro de Eva Perón, La razón de mi vida (1951). Él, se ponía de muy mal humor, comenzaba a recitar, hasta donde sabía, la vida del verdadero autor: Manuel Penella de Silva. Este caballero, nacido en Valencia el 4 de marzo de 1910 – murió el 12 de abril de 1969 – fue Licenciado en Filosofía y Letras, corresponsal de diversos diarios españoles. Desde 1954 agregado de información de la agencia Efe para diversas embajadas hispanoamericanas. Fue el autor de El número 7, sobre el nazismo. Recordemos que se casó con una alemana y tuvo cinco hijos.

Pues bien este señor escribió La razón de mi vida, páginas que luego aprobaría la señora Eva Perón. Hay versiones que tardaron dos años en editarlo pues el que dio el visto bueno fue su esposo, el general. Recordemos, al pasar, que en 1949 se publica El segundo sexo de Simone de Beauvoir, tal vez una de las obras más relevantes del siglo XX por su posición filosófica, antropológica e histórica. Habla, entre otras cosas, del producto cultural que la sociedad fue construyendo a su alrededor. La frase que resume esta teoría, conocida pero que es interesante traer sobre el tapete, es: “no se nace mujer, se llega a serlo.”

No es malo mencionar a Rosa Luxemburgo (1871-1919) tal vez la intelectual más lúcida, combativa, íntegra, del marxismo de principio del siglo XX. Una carga simbólica enorme: todos los 15 de enero se recuerda en Berlín su asesinato junto al de Karl Liebknecht. Esta mujer sencilla, frágil, enorme, escribió muchos textos, miles de escritos. Fue perseguida, fue presa, fue vilipendiada. Recordemos uno de sus libros: Reforma o revolución (1900). Una frase de esta judía universal: “No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.”

Los tiempos cambian, los tiempos cambian. Es mejor no recordar a Belén de Sárraga ni a Virginia Bolten. Hoy nuestras hadas compran carteras de Louis Vuitton y piensan en el cabello, el maquillaje, las joyas. Susana Ortiz protege el guardarropa de la elegida. Churba, Senra, zapatos de Claude Bernard. Abrigos de cuero de Cardón, pequeñas huellas de Bulgari. Taco aguja con punta afilada de Ricky Sarkany. Conjuntos, chaquetas, abrigos, vestidos. Marcas fetiches; se cambia entre cuatro y cinco veces por día. Se dice que el placard equivale a un departamento de cuatro ambientes. Sospecho que detrás debe haber otras empresas, otros emporios, otros sueños.

Evita decía de sí misma: “la más humilde de las mujeres”. Ante Gisele Freund, ante las fotografías que le había tomado con sus vestidos, sus sombreros y sus joyas (Life, 1950) afirmó: “¡Qué el mundo vea lo que tengo!” Victoria Ocampo sostenía que “cuando la humildad se ostenta, se destruye”. Cuando hacía referencia a la mujer del Primer Trabajador la mencionaba como la Peronnelle.

Curioso, una señora de la aristocracia criolla señalaba ciertas cosas que nadie quería ver, que nadie deseaba analizar. Una señora, como Victoria Ocampo, que tuvo una posición clara desde el principio ante el franquismo. Y que colaboró en ayuda de la República Española.

Décadas después todo sigue igual. O casi igual. Pero no se haga problemas, caro lector. Este es sólo un artículo. Breve, insignificante. De anécdotas. Anécdotas como las que salen a la luz en estos días: viejas putas que se acostaban con seres siniestros. ¿Empezamos a señalar las actrices o escritores que delataban en los años 50, las listas negras, los boxeadores que colaboraban en las comisarias? Temas menores, sin duda, de gente que no comprende los procesos revolucionarios. Pero sepa: las hadas de hoy son como la madrastra de la Cenicienta. Y Cenicienta no existió, eso es terrible. Otro ejemplo, casi olvidado, para evocar otros tiempos: Alicia Moreau de Justo (1885-1986). Militante incansable, médica, feminista. En 1918 funda la Unión Femenina Nacional; en 1902 la Unión Gremial Femenina. Apoya la Segunda República Española en la Guerra Civil. En 1975 fue una de las fundadoras de APDH. Ejemplos que se pierden, que se olvidan, que se ocultan. Jamás tuvo un cargo político, jamás una cartera de marca. Y no hablamos de revoluciones ni de revolucionarias. Es para comparar con las hadas argentinas. Nada más que eso, no busque otra intención, amigo lector. No sea mal pensado, que Dios no lo permita.

Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2011
jueves, agosto 25, 2011 No comments
Buenos Aires, 2011.
Peña del Libro "Trenti Rocamora".
Plaqueta.
Prosa.


Subida noche

en la noche serena,
con llama que consume y no da pena
San Juan de la Cruz

Purificado en tiniebla, empobrecido,
encarcelado, prófugo, amador de silencio,
místico cielo, oscuridad y sed de infinito.
Así leo y te contemplo. Vacío, sin dones
para llegar al alba o a la luz del poema.
Es entonces cuando te siento terrenal,
prisionero de un patíbulo, amordazado.
Pero es amor sublime el que llama,
cántico que mana de sueño único,
reiterada vileza de esos pobres creyentes.

Carlos Penelas

Publicado en el número 173 (13 de agosto de 2011) de las Plaquetas Literarias de la Peña del Libro "Trenti Rocamora", dirigido por María de los Ángeles Marechal, dedicado a Carlos Penelas y su poema "Subida noche".
lunes, agosto 15, 2011 No comments
Es una plazoleta con un monumento de Yrurtia.
La calle Suipacha, la calle Tucumán, la calle Florida.
Y una Martona a una cuadra de la panadería De las Bellas Artes.
También una plaza cercana donde otro hombre
fusiló sin maldad y fue descuartizado en el horror y la penuria.
Ambos se equivocaron al amar a una patria imprescindible.
Estoy hablando de mis lazos, estoy hablando de mi inmortalidad.
Con los años llegó otra plaza con jacarandaes,
frente a una biblioteca y a un palacio de estilo francés.
Más íntima, con voces de Banchs y de Lugones.
Por esos días vinieron las calles de la mano del padre.
Adoquines, veredas, la heredad del estío.
Es ese riachuelo del sur que contemplo en la alquimia.
Junto a él divisé pobreza, falsía, caducidad.
Y un almacén venturoso que no existe.
Los años fueron recuperando reflexiones y olvidos.
Se incendiaban liturgias, himnos, infamias.
Vinieron trenes, barcos, puentes. Otros legados.
Para mi eran espacios de hogueras y esplendores,
Aniversarios, puños insurrectos;
una plaza de Balvanera prefiguraba la revolución.
Muchos de estos símbolos intenté decirlo en poemas.
En cada barrio anhelé descubrir malvones, la luna solitaria,
el balcón irreparable de una princesa polaca,
la historia de Alejandra, los talleres de Vasena,
un patio y una parra con abuelos transterrados,
el barrilete de agosto, un poeta soñando en el tranvía.
Un zaguán, la puerta de una niña de ojos verdes.
O la mujer del sombrero azul detrás de unos cristales.
Después, todo fue bruma, un declinar de tardes.
Confirman lo elegíaco olores y fechas.
La ausencia me interroga en estas mitologías.

Carlos Penelas
viernes, agosto 12, 2011 No comments
En un artículo de nuestro amado John Berger dice: “El misterio de París. ¿Cómo es posible captar una imagen de la ciudad, dibujarla? No ya la imagen oficial, acuñada en las monedas de la historia. Algo más íntimo”. He aquí, querido lector, el tema que nos debe preocupar cuando intentamos definir algo sin caer en estereotipos o populismos irracionales, sin dejarnos llevar por la industria cultural ni por un intelectualismo sin esencia. Esta misma pregunta quizás la hizo Woody Allen cuando filmó esos tres minutos iniciales de Medianoche en París. Hay otros ejemplos, pero estos son los más recientes para un lector urgido por el tiempo, el desconocimiento y la abulia. Un querido lector, un querido amigo – me refiero al escritor Edmundo Moure – sabe perfectamente qué estoy diciendo.

El Antichton o la antitierra es un lugar místico de cuya existencia Pitágoras nos dejó un testimonio. Antichton es un país al revés, definitivamente negado e imposible para los seres humanos. Allí, como en las canciones de María Elena Walsh, existe el mundo del revés. La nieve cae hacia arriba, los árboles crecen hacia abajo, el sol luce negro, los habitantes son gente de dieciséis dedos que entran en trance bailando... Se decía que ellos no podían venir hacia nosotros ni nosotros hacia ellos. Era lógico, desde el absurdo. Más tarde, todo el medioevo habló del otro lado del globo. Para los griegos -recordemos- el hemisferio sur estaba deshabitado y era inhabitable.

Ulises, en busca de la montaña del Purgatorio sabía que se encontraba en el corazón, en el centro de Antichton. De donde nadie regresaba. Dante y Virgilio, en la Divina Comedia encuentran a Ulises ardiendo en el octavo círculo del Infierno por haber intentado llegar a la montaña prohibida. ¿Fue como un alma muerta? No. Era un ser viviente sediento de conocimientos. Pero Ulises -hay que saberlo- fue afortunado, pues arrancó la Rama de Oro -que es el pasaporte para regresar al país de los vivientes- y rompe con la profecía de Tiresias, el profeta ciego, que señaló que el héroe no hallará la dicha en su palacio de Ítaca y que la Muerte le llegará del mar.

En la palabra está la sensibilidad, la vibración que ennoblece la lucha dramática con el objeto. (Esta es en parte la razón por la cual desde el gobierno se fue generando irritabilidad, ceguera, egolatría, revoluciones orales. Imbecilidad estructural, sin duda.) Hay siempre una serena desesperación. Por eso el auténtico poeta busca su propio tono, su propio clima, en un lenguaje exento de complicaciones, anhelando una mirada humanísima, pero sensible a las cosas sencillas y cotidianas.

Vivimos en una suerte de comedia humana tan colorida que por momentos nos impide una interpretación dramática. En estos años de globalización la palabra parece caer en un abismo, y el estilo del país del norte, los audiovisuales o las empresas del sol naciente generan una civilización que sobrevive a costa de un fantasma que parecía atravesar Europa.
Arquíloco satirizó a los dictadores: "Hoy es Leófilo quien manda. Leófilo es el amo absoluto. Todo repta a los pies de Leófilo. No se oye más que a Leófilo". Recordemos que este nombre, un apodo, significa "amigo del populacho".

En cada momento hay que elegir. Frente a las situaciones morales, patrióticas o familiares, hay que elegir. Elegir ya no es una posibilidad. Sartre nos advirtió: "Uno está condenado a la libertad". Es aquí donde aparece el peligro del fascismo.

Desde estas diferentes miradas cómo elegir la de nuestra ciudad sin caer en configuraciones equívocas o sin sentido verdadero. Ante ciertas ciudades, ante algunas aldeas, nos enfrentamos a lo inteligible y, a veces, a lo ininteligible. Estamos intentando aproximarnos a una lectura profunda, a una vigorosa vivencia. Podríamos arriesgar afirmando que Buenos Aires es metáfora, desplazamiento. Si esto fuera así cabría admitir que existe un horizonte de silencio en el cual nos perdemos, en el cual buscamos una identidad, una palabra. Una suerte de universalidad donde nos sumergimos en aquellas palabras de Thomas Merton cuando habla del sumergirnos en el aprendizaje de la entrega personal, “a la autoridad de un Dios invisible”.

Dejo, querido lector, que cada uno defina el aliento poético en ese espacio infinito de fracciones. No se olvide de aquello que recordaba Ionesco: “Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura”. Hasta la próxima semana, si las martingalas de los políticos lo permiten. Ahora, me voy a caminar las calles de ciudad. Intentaré ignorar el frío, la suciedad de sus calles, los harapos, las plazas ocupadas, la pobreza, la prostitución en cada cabina telefónica, en cada parada de colectivo, la demencia de pobres seres cobijados por cartones, los niños alimentados por mate cocido, porro y cerveza. Caminaré solo, por supuesto.

Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2011
lunes, agosto 01, 2011 No comments
Estoy caminando hacia Avenida de Mayo. Son esos paseos solitarios y profundos que suelo hacer. Cuando no voy a nadar camino por las calles de Buenos Aires. El circuito cambia, pero se repite. Puede ser Barracas, puede ser La Boca , puede ser Palermo. Lo cierto es que la zona, por lo general, ronda cerca de casa. Es un reconocimiento, un sentirse integrado, seguro. Me gusta la calle Alsina, cuando voy a la cancha, me gusta el viejo puente de Avellaneda en la madrugada, al regresar. Asomarme al riachuelo, ver esa suerte de desidia y destrucción con ojos infantiles.

Es mejor no recordar, caro lector. Es mejor olvidar nombres, circunstancias, principios. Se negocia todo, absolutamente todo. Se negocia la sangre, los nichos, las banderas, la tabla de lavar de la abuela. Mejor no recordar a Emma Goldman o a Belén de Sárraga. Ni a Virginia Bolten ni a Rosa Dubovsky, a quién tuve la fortuna de conocer. Mejor no compararlas con las damas actuales, con las progresistas actuales. Mejor olvidar, olvidar todo. Como hacen los poetas o los idiotas. De lo contrario se corre el riesgo que las embarren, que les hagan homenajes, que bauticen salas de la casa de gobierno con sus nombres. Lo ensucian todo, con perversidad, con ignorancia, con una malicia enquistada.

Mientras camino pienso en los textos de Berger, en los cuentos de Emilia Pardo Bazán (la mejor cuentista de España del siglo XIX), en unos escritos de Michel Houellebecq, en la pintura de Giotto, en la poesía de Enrique Banchs. Intento recordar imágenes, intento planificar ciertas clases, descubrir lo bello y lo crítico en autores que nos intranquilizan, independientemente a veces de su trascendencia.

Ahora estoy mirando un cartel en la esquina de Lima y Moreno. Pienso en la estupidez: siento que flota. Flota entre estudiantes, profesionales, docentes, políticos, intelectuales. Esta en el aire, se la respira; intoxica. Por momentos creo que la estupidez es una adicción. Se necesita de ella para mantener matrimonios, intendentes, fútbol, crucigramas, administrativos, funcionarios. Se mantienen banderas, se cantan himnos, se juegan mundiales.

Estoy releyendo Sobre lo espiritual en el arte de Vassily Kandinsky. Hay cosas que veo por primera vez, otras que sigo sin compartir. Pero qué interesante es ese mundo que propone. Días atrás una alumna me alcanzó un texto sobre Mahler, su vinculación con Freud. Pude hablarle de Mann y de Muerte en Venecia, de la Sinfonía N 1. Entonces vino el nombre de Celan. Y otra vez nuestra poética, los cambios en ese poeta enorme que es Girondo, la mirada de Juan Ramón, la prosa de Sarmiento. Y los cuentos de Lugones, naturalmente.

Recuerdo, mientras observo la vidriera de una librería, a Peter Handke, entre otras cosas guionista de Win Wenders, que refleja en su obra la angustia de la soledad y de la incomunicación. Ahora estoy parado frente a una disquería. Escucho la música de Gershwin, siempre me maravilló. Tengo en mi casa una bellísima versión de sus temas interpretados por Chick Corea. Pienso que siempre hay un cierto grado de complacencia cuando se acepta escribir de uno, una razón y un olvido para que el azar sea presentado como necesidad. Cuando se habla de los otros se habla de sí mismo. “La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago”, decía Víctor Hugo. Todo poeta es un ser desplazado sobre todo si su origen es humilde o campesino. La estupidez insiste siempre, escribió Camus. ¿Por qué me vienen estas citas a la memoria? ¿Tal vez sea la manera de pensar y de incorporar aquello que sentimos? “Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma”, señaló Cicerón. Me distrae el invierno, el sol, las mujeres hermosas. Buenos Aires tiene mujeres fascinantes. En Praga también observé hembras bellísimas. “Las mujeres demasiado bellas sorprenden menos al segundo día” me susurra al oído Stendhal. Lo miro con afecto a mi viejo amigo y le digo: “Tal vez tengas razón, pero una mujer hermosa es bella siempre, aunque al segundo día se nos presente el tedio.” No es buena la situación política y social, definitivamente es difícil. Hoy más que nunca recuerdo aquellas palabras de Simón Bolívar: “Aborrezco a las deudas más que a los españoles.” Bolívar junto con Artigas fueron tal vez los hombres más visionarios de nuestra América. No sólo eran cultos, además escribían admirablemente bien. “Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo” leí de joven en Confucio y me quedó grabado para siempre.

Sigo caminando mientras pienso que el poeta lleva en sí una sutil predisposición a los matices, una helénica sospecha de que los contrarios suelen estar muy cerca del espejo. El libro de poemas ya sigue su camino. Es, aunque muchos no lleguen a entenderlo, un homenaje al niño que fui, a Carloncho, el hijo de don Manuel y doña María Manuela. Estuve en el acto que se realizó al hombre más íntegro que dio este país. Si, querido lector, me refiero al Dr. Esteban Laureano Maradona. Un ser abnegado, un hombre puro. Para mi es un asombro de solidaridad, un legado humanitario único. Me emocionaron chaqueños, formoseños, paraguayos. Seres humildes, abiertos de corazón. Estoy llegando a mi casa. Hace frío, hay poco gente en la calle. Es bueno ver la ciudad sin gente.

Carlos Penelas
Buenos Aires, julio de 2011
lunes, julio 18, 2011 No comments
Reproducimos el comentario de Germán Cáceres sobre Calle de la flor alta, de Carlos Penelas, publicado en la página de la Biblioteca Carlos Sánchez Viamonte.

En el prólogo que tituló “Liminar”, Carlos Penelas da una suerte de enunciación de su poemario: “Hay, entonces, un laberinto de espejos, voces errantes, fragmentos que renacen, un vértigo secreto que predispone soledad”. O sea, apuesta por la sensibilidad, tan frágil y etérea como poderosa, ya que puede penetrar en los intersticios más insólitos de la aparentemente maciza realidad. Además, desfilan por sus poesías originales y refinadas imágenes que testimonian momentos de melancolía: en “Los altos cielos” exclama“¡Ay, si alguien pudiera detener la noche/ en esta soledad desvelada!”. Por su parte, “La biblioteca” patentiza un incondicional amor a los libros y a la literatura.

“Plaza Rodríguez Peña” es una emotiva evocación de una vida a través de los mínimos detalles que presenta una plaza de Buenos Aires (“Los fantasmas la habitan junto a los jacarandaes”).

Un entrañable soplo telúrico se encuentra en “Canon”, donde el registro poético de los sonidos, del silencio, del aroma de los frutos y de la tierra rememora a los amados ancestros, como si se operara un deslumbramiento ante las maravillas del mundo.

Penelas confiesa en “El banco” la intensa morriña que siente por la ausencia del padre muerto al sólo contemplar el modesto banco de la cocina.

Toda una contundente toma de posición política -expuesta con vigor y sentido épico- plantea “Una rosa ácrata para Anselme Bellegarrigue”: “Señalaste sarcófagos de bronce, lo abyecto de los templos, /locura de reyes, guerras, el oprobio del oro”.
Sumamente conmovedor es “Encuentro”, donde el poeta es visitado por su fallecida madre.

En “Variaciones de la hembra”, un resplandeciente poema amatorio, la enumeración de elogios a las cualidades femeninas parece ser infinito, como si el autor pudiera proseguir sin límites esta celebración. En la misma frecuencia se desarrollan “El príncipe del olvido”, “Jardín Botánico” y “Calle de la flor alta” (“Las cigüeñas recogen las sombras/ de la niebla. Del amor que en ti existe/ siento un halo. Y el mar, el mar...”).

Un aura romántica recorre su obra. En “El edén insurrecto” canta “Luchamos contra lo incomprensible,/ contra el ubicuo secreto del amor.” También afirma en.“Romance de los sueños” que éstos “tienen esas cosas, esos duendes/ que pueblan infancia y viejos relojes”.

El poeta no cesa de mencionar a personalidades por él admiradas, como Gonzalo de Berceo, León Felipe, Fray Luis de León, Cervantes, Shakespeare, Vasco Pratolini, Anselme Bellegarrigue, Mozart, Sarmiento, Lisandro de la Torre, Durruti, Pedro Salinas, Pavese, Dizzy Gillespie, Swift, Arseni Tarkovski, Harold Lloyd, Tennessee Williams, Wagner, Kandisky, y la lista de celebridades continúa.

Complementan el clima poético de Calle de la flor alta bellos dibujos del autor, que, con un gráfismo sintético, de simples líneas sin sombreado, traza sutiles rostros de mujeres, como si tributara un homenaje a Modigliani.

Germán Cáceres
lunes, julio 11, 2011 No comments
Carlos Penelas fue uno de los oradores en el descubrimiento de la placa descubierta hoy en homenaje al Doctor Esteban Laureano Maradona, en la plazoleta que lleva su nombre, ubicada en avenida Córdoba y Darwin.

La placa fue colocada por iniciativa del diputado socialista Raúl Puy, y se descubrió el día del natalicio de quien fuera conocido como “el médico de los pobres”, designado como "Día del médico rural". Penelas había trabajado en su momento en el proyecto que designó con el nombre del Dr. Maradona al espacio verde ubicado en el paso a nivel del FFCC San Martín, en el barrio de Palermo.

Maradona se recibió en la Universidad de Buenos Aires con diploma de honor. Durante veinticinco años ejerció en el pueblo de Estanislao del Campo, en la provincia de Formosa, donde además de crear una colonia para enfermos de lepra fundó la primera escuela bilingüe del país, les enseñó el castellano a los lugareños, a leer y a escribir. Además, construyó, junto a ellos, casas de ladrillos.

El médico, fallecido en 1995, a la edad de 99 años, también fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz y la Organización de las Naciones Unidas le entregó la Estrella de Medicina para la Paz.

lunes, julio 04, 2011 No comments
Sí, es preferible conversar de cosas nobles, de cosas bellas. Es preferible leer, escuchar música o hablar con amigos en un café. El resto da asco. Volví a ver - por quinta o sexta vez - El globo rojo. O si usted lo prefiere Le ballon rouge. Siempre sostuve que si en literatura existía El Principito (Le Petit Prince) en cine -su equivalente, su par, su ejemplo- era El globo rojo. El libro, escrito por Antoine de Saint-Exupéry, fue publicado el 6 de abril de 1943. El film, de Albert Lamorisse, se estrenó en 1956. Evoco la primera vez que la ví. Tenía diez años y fue, lo recuerdo perfectamente, cómo lloré. Nunca me había pasado algo así. Mi padre me explicaba que vinieron mil globos para reemplazar al globo rojo, que el niño volaba por la ciudad, que era feliz…en fin, muchas cosas. Yo le decía que el globo rojo ya no estaba más, que era irremplazable, que era único. Con los años descubrí otras cosas de la película: el rechazo al poder, a la iglesia, a la educación. La brutalidad del populacho, el rencor, el resentimiento. El egoísmo y la envidia, una forma sin duda, de lo represivo. Y muchas cosas más. Un relato poético, un emblema. Allí siguen vivos la vitalidad, lo ético, lo libertario. En Crin blanca (1953), del mismo director, conserva también intacto su sello, su atmósfera en busca de la libertad y de la infancia. Cuentos morales, cuentos donde el amor al prójimo, al sueño, a lo fugaz, a lo imaginativo, nos ennoblece. Eran los años en los cuales pensaba que el mundo era mágico y puro.


Por esos años fui con mis padres a ver la versión cinematográfica de Juana de Arco (1948), de Víctor Fleming, con la actuación de Ingrid Bergman. Estuve tres días con fiebre y tenía pesadillas en las cuales ella moría en las llamas. Vino el médico de la familia, el doctor Lucas Benitez, y le recomendó a mi padre que no me llevase a ver esas películas, que era un niño inteligente y extremadamente sensible. Esa versión jamás quise volver a ver. ¿Curioso, no?

Fueron por esos años, hablamos de 1955 o 1956, cuando mis padres me llevaron a ver la versión cinematográfica de Don Quijote de la Mancha. Me refiero a la dirección de Rafael Gil, con Juan Calvo y Fernando Rey. Lloré sobre el final, con la muerte de ese hombre que tanto quise en mi vida. Esa versión volví a verla de adulto, y otras, naturalmente.

Para que el lector no entienda mal es fundamental contar que también me llevaban a ver zarzuelas al Teatro Avenida y ballet al Teatro Colón. Y por supuesto iba a nadar al club, a la cancha de Independiente y a ciertos actos callejeros donde había banderas rojas y señores con sombreros o gorras.

Esta es la razón por la cual cuando vemos en la televisión cómo proliferan los reality shows no debe extrañarnos los períodos de decadencia que venimos soportando, los ejemplos obscenos de programas que son una suerte de pornografía ideológica. En última instancia, es una situación que muestra lo corrupto y perverso de una sociedad en donde hubo desaparecidos, en donde hubo persecuciones, en donde la frivolidad permanece en el plano de la ficción. Los griegos solían decir que un esclavo es aquel que no puede decidir por él mismo. De pronto todo resulta ser escandalosamente divertido. Por eso el rating tiene más importancia que la ética o la solidaridad.

La educación estética entró en mí a través de los ojos más que de los oídos. Mi educación musical -debo confesarlo- es tardía y artificial. Descubrí en mi madurez que cada uno de nosotros somos muchos. Y que no podemos ser más que ese que somos. Tal vez de allí vino mi desmesura afectiva por Pirandello o esa inquietud por las máscaras de Pessoa, sus heterónimos, esos otros escritores de sí mismo.

Todo lo visual forma parte de mi historia. Quizá por ello intenté buscar un hipotético refugio en lo poético. Al poetizar, la más inocente de las ocupaciones según Hölderlin, protege el lenguaje y la ética. Después de muchas lecturas regreso a lo mismo, a dos preceptos del pensamiento griego: conócete a ti mismo y llega a ser el que eres. Ese es el ámbito de la Belleza, de la palabra, del silencio. Desde mi niñez y adolescencia viví rodeado de libros y conductas éticas. A veces pienso que El globo rojo fue la revelación, el secreto íntimo, lo esencial. Me conmueve cada vez que la veo. O cuando escucho la música de Maurice Leroux. Tanto como Le Petit Prince.

Carlos Penelas
Buenos Aires, julio de 2011
viernes, julio 01, 2011 No comments
El actor leyó poemas en la presentación de Calle de la flor alta.







Puede ver a Marcelo Bucossi en Ofensa, de John Hopkins, dirigido por Marcelo Velázquez, los sábados a las 20.30 en Andamio 90, Paraná 660.
jueves, junio 23, 2011 No comments
A continuación, el texto completo que María Adela Renard preparó para la presentación de Calle de la flor alta, de Carlos Penelas.

Ese sueño fugaz, engarzado en el misterio de la vida, el don de percibir residuos emblemáticos de instantes plenos, conforma este nuevo libro de Carlos Penelas, “Un sueño sin retorno y sin recuerdo” como era el deseo de León Felipe, citado en el umbral de la edición que presentamos.

Un tramo más de reconocimiento en la palabra, de compromiso raigal con sus orígenes -asumidos plenamente- con las familias de procedencia y pertenencia, mujer e hijos. Inmerso en el bagaje cultural heredado, tan propio como consciente en la necesidad puntual e imperiosa de participación, difusión y diálogo. Enriquecido, en efecto, con el aporte creador personal que lo sitúa como valor en el contexto actual de la poesía en nuestro medio, pasando por alto dictámenes y/o tendencias circunstanciales, grupos y cofradías.

“Acaso la memoria nos vuelva a la lucha continua”, tal conclusión sella el poema “Homenaje a Vasco Pratolini”, incluido en este nuevo libro sobre un recuerdo fiel e incesante, fecundo al prodigarse, que se constituye y continúa haciéndose en la poesía de Carlos Penelas desde los albores de su escritura. Tan personal y singular como valiente y directo en la confesión -límpida siempre- de su intimidad. Intimidad en equilibrio que encuentra el cauce lírico e intelectual exacto para expresar gozo y dolor con sobria estética. Intimidad de la propia historia en el contexto de todos los protagonistas que no sólo le dejaron huellas profundas sino que integran su persona constituyéndolo sobre su reconocimiento de valores perdurables. La responsabilidad asumida de mantenerlos vivos y vigentes fuera de la tentación del desaliento. En cambio, desde la convicción que impide la derrota de la esperanza.

Calle de la flor alta es, qué duda cabe, un libro de poesía.

No obstante, su género no impide que sea, además, un exponente narrativo de claridad meridiana por cuanto cada poema puede devenir en texto narrativo gracias a sus atributos como materia de experiencia, pensamiento, reflexión y expresión. Los contenidos fragmentarios de la discontinuidad (enumeraciones, nombres propios) invitan a generar vías asociativas que establecen vínculos con el nivel hipertextual y el fluir temporal de la conciencia expresado después como collage. Esta nueva disposición significante crea una estructura libre otra, de presupuestos sintagmáticos y lineales, provista, en cambio, de imágenes dialécticas. Interrumpe el tiempo convencional y remite a un tiempo discontinuo que, tanto el creador como el lector perciben cual tiempo-ahora, estático y extático, como espacio atópico y metatópico, En suma, adviene o bien acontece una realidad autónoma en la realidad misma. Buenos ejemplos de esta característica son los poemas “La biblioteca”, “Cielo de Betanzos”, “El banco”, “Plaza Rodríguez Peña”, entre otros.

La unidad que conforma esta obra posee varios centros temáticos o, si se prefiere, de interés. Destacan como asuntos en sí mismos y a la vez configuran su tramado cual totalidad indisoluble: el origen (celta, gallego); los padres y abuelos, hermanos; la mujer y los hijos; la biblioteca y lecturas; la cultura en general; Buenos Aires; España; la identificación autobiográfica y ácrata en la composición del sí mismo y del ser que escribe.

En efecto, Carlos Penelas, hijo de inmigrantes reconoce la gravitación de esta identidad en la herencia ancestral gallega en términos de conocimiento, respeto, admiración y búsqueda. Asimismo como recuerdo y devoción permanentes que resguardan y alientan frente a la sostenida intemperie de nuestro entorno. Cito: “Aquí en este territorio donde habito/ se mezclan odios y ebriedad constante./ Hay muerte cotidiana,/ una desatada locura que asfixia/ desde una red sombría de desvelos./ Así el color pálido de la intemperie,/ yuyales, estambres hundidos/ sobre mesadas o túneles ciegos,/ una doliente historia de alfombras, de líderes,/ de soberbia, de bombos miserables./ Y de muerte y de desaparecidos./ Nos rodea la injuria y el hambre,/ la desnutrición, los espejos, los burócratas,/ una encadenada costumbre que reitera/ el extravío y el laberinto de cúpulas y torres./ Es difícil el silencio, la soledad, el crepúsculo./ Difícil la transparencia del poema,/ el cristal invisible de la infancia/ entre tanto quebranto aciago y mentira.”

En “Responso a una Patria” -poema cuya cita antecede- Carlos Penelas reflexiona en términos concretos sobre la situación patológica y dramática que padecemos. Las metáforas “río que llega hasta el ocaso/ como agua sonámbula de musgos”, “red sombría de desvelos”, “una doliente historia de alfombras, de líderes/ de soberbia, de bombos miserables”, “el extravío y el laberinto de cúpulas y torres”, entre otras, confieren al asunto en cuestión una jerarquía semántica objetiva que pareciera desprenderse de quien escribe denunciando, de esta manera, su carácter de testimonio sufriente.

La contrapartida es el registro de la ilusión de algunos, la evocación del “cristal invisible de la infancia”, la amistad, el amor, “el idioma extranjero de mis padres,/ las voces de mis hijos,/ el idealismo necesario y rebelde de la amada.”

Según Roland Barthes, la palabra vive sólo en función de su contexto. Éste es ilimitado puesto que comprende todo el sistema temático e ideológico del escritor más nuestra propia situación de lectores en toda su extensión y vulnerabilidad. Las palabras son funciones, sufren avatares, reencarnan.

Cuando Carlos califica el idioma de sus padres como extranjero plantea el problema de la diferencia social en el uso de la lengua. Antes el Pueblo no carecía de lengua -lo cual sería inconcebible- sino que la lengua del Pueblo (Michelet lo destaca con mayúscula), no estaba bajo la influencia de los medios de comunicación de masas ni de escuelas. Estaba, en cambio, situada al margen de la presión de medios burgueses y pequeño burgueses.

El Pueblo alcanzaba cierta espontaneidad, un estado extra-ideológico, claramente perceptible en sus modismos, refranes y canciones populares. Hoy, la lengua popular no es más que un lenguaje burgués degenerado, devastado, generalizado y vulgarizado envuelto en una especie de sentido común sui generis, del cual la prensa, la televisión, la radio, los celulares, la informática y las redes sociales son focos de imposición y difusión, que además, aglutinan a las clases sociales.

Carlos Penelas sostiene junto con Michelet la convicción del lenguaje-Pueblo cual tierra prometida. Sin olvidar, claro está, que la mediación entre el poder y el lenguaje no es de orden político sino cultural, que el discurso acrático se enuncia siempre contra la doxa.

Volviendo al comienzo, los centros temáticos que estructuran esta obra, son a nuestro entender: fervor ancestral por el origen que incluye la devoción por padres y abuelos, por España y lugares emblemáticos correspondientes, la mujer puntualmente evocada de modo galante rozando a veces el realismo, y los hijos. Mujer e hijos, referentes de una fe alentada en deseo de esperanza, bagaje cultural heredado y descubierto por sí mismo; figuras y personalidades admiradas, Buenos Aires, testimonios generacionales, conciencia de aislamiento y resistencia, espacio autobiográfico.

Estos centros remiten, en efecto, a “Liminar”, texto teórico inicial, en cuanto establecidos por la intuición de lo más íntimo del ser mediante la creación. Creación, travesía personal que el poeta comparte e invita a recrear. A partir de concentración y silencio, su apuesta es el re-nacimiento que trasciende la melancolía y el exilio. No en vano afirma en “Sombra del paraíso”, primer poema incluido en El Mirador de Espenuca (1994): “Tal vez la vida/ sea hallar esa mueca/ desde el fondo mismo de la desolación.” Mueca, contorsión o cambio en la dirección de la fuerza, hecha con la energía perdurable que describe en “Palabras” (pág.59) para atravesar y religar valores intergeneracionales, a pesar de todo inextinguibles:

“Amigos, observad estas palabras/ que caen en la noche. Apenas rozan la luz/ de una lámpara silenciosa y antigua./ Vienen de aquellos campesinos exiliados,/ llegan de agonías, de mujeres bellísimas,/ de caricias que sobreviven/ en talismanes o miradas melancólicas./ Observad un momento cómo llaman,/ cómo acarician frente y ternura,/ de qué manera nombran la insurrección.”

Sin embargo, el poeta afirma al final: “Nos cuesta sentir en nuestra piel/ tanta soledad y tanta urgencia.”

Dentro del sistema de imágenes dialécticas que ofrece esta obra, son constantes las atinentes a la evocación de los padres -particularmente al padre- apelativas por lo general, como refugio, pedido de amparo y sostén frente a la orfandad que el poeta sufre. En modo alguno podría interpretarse como duelo sin asumir. Por lo contrario, por tratarse de la pérdida irremediable de una instancia genuina en la cual imperaban valores éticos, interpersonales, culturales y estéticos heredados cuya vigencia fue desapareciendo durante el transcurso de varias décadas para sumirnos en un caos regido por códigos ajenos a su identidad, formación y convicciones. Y en este sentido, hasta los objetos son portadores emblemáticos que concentran luz.

En “La biblioteca”, por ejemplo, un candil inicial y final vela, enmarca recuerdos tangibles e intangibles diversos. “Hay fotografías, amuletos, leves recuerdos de la infancia recuperando claridad”, que Carlos ubica en un presente vivo. En “Canon”, otro ejemplo, “El cigarro del padre/ anunciaba el secreto de la honradez”, y cuando el poeta cierra los ojos “aparece la madre llevando/ una sombrilla blanca de encaje”, alusión junto con el peinado descripto, a la femineidad y delicadeza. En ambos casos, los objetos connotan cualidades, valores intangibles.

Por otra parte, “el banco de la cocina” es objeto -la redundancia vale- de ensimismamiento y extraña unión de dos tiempos. Síntesis de vida familiar en la misma casa y lugar, testigos silentes. En apretada y mínima síntesis final, la vivencia real está expresada como “abismo”, “maledicencia” y “congoja”, de los que huye.

Obligada, creemos, la referencia al poema “Evocaciones”, uno de los más extensos. Seres presentes y ausentes comparten, desde otra puesta un presente eterno, que lo vincula con el sentido expresado en “El banco”. En este caso, las enumeraciones, sin duda causales, van sucediéndose precedidas por un acápite que firma Arseni Tarkovski, y dice “Existe solamente la realidad y la luz”. La afirmación final del poeta, colocada en bastardilla es una declaración rigurosamente inapelable: “La muerte no existe en el mundo, todos son inmortales.”

Habría, por cierto, otros asuntos en los cuales detenerse y advertir sus enlaces con otros, como el diálogo intertextual de sus constantes. Las lecturas que depara este libro llevan además, puntualmente, hacia una instancia reiterada en toda la obra: el asombro o la perplejidad.
Actitud marcada a menudo e inspirada por la experiencia de vivir cuando prima la evocación en primer plano: “Sin ellos el mundo está sin límite/ Desde cada lugar solitario, los miro./ Los evoco sin fatiga, en terca plenitud./ En ellos la sombra que protegió mi infancia,/ esplendente libertad y fulgor. […] Permanezco continuo/ como una mano tangible. […] Así son los dioses terrenales;/ vuelan en entrenoches, sorpresivos. […] Vitales renacemos en sus voces./ Inseparables, desvelados, impávidos de cielo.” (“Elegía”, pág.14)

Este asombro o perplejidad, es una constante que genera una suerte de presente advertido desde el “cristal de la palabra” en el silencio que establece orden al pensamiento del poeta cuando dirige su mirada interior hacia el cielo de Betanzos, ápice del sentido -creemos- desplegado en todos y cada uno de los momentos o poemas que constituyen su obra. Imperioso en “Los altos cielos” (pág.39), atento a lo que pasa y lo que permanece en “la luz sucesiva de la ausencia”, consciente de “visiones y emblemas de una casa”. Aún en pasajes diluidos, como es el caso del poema “Tonos” (pág.42), donde “Oscila el pensamiento […] Asoma y desaparece la ausencia/ sin perfume ni voz/ entre las piedras pulidas de los cuartos.” hasta consolidarse cual presencia en una imagen ritual “La frutera es un altar en la mesa de la sala.”

Por último, la flor presente en el título de este libro, tomado del poema homónimo (pág.67), la flor alta es misterio que se eleva en la luz, el aire, el sueño,el amor y la piedad unidos en su trasfondo. Comparte también la soledad en “Una rosa ácrata para Anselme Bellagarrige” (pág.21) : “Aquí estoy, solo en la calle/ con una flor mirando en la noche las estrellas homéricas,/ avergonzado de tanta oscuridad y tanto gesto inútil.” Un tercer poema, “Rapsodia del secreto” (pág.40), en su parte II contiene a la flor bloqueando un espacio reservado a los hombres de bien, a la paz. Leemos: “Desde el aire/ un país de niebla y expedientes, de bombos, demagogia y murga,/ revuela la memoria./ Ya no quedan imágenes/ para odios y niños secuestrados./ […] Pero una flor en la alta calle,/ que no concibe la maldad de los hombres,/ vela el nombre del reino.”

María Adela Renard
Buenos Aires, 17 de junio de 2011



martes, junio 21, 2011 No comments
Con palabras de María Adela Renard y lectura de Marcelo Bucossi, se presentó el último poemario de Carlos Penelas, Calle de la flor alta. Próximamente, videos y el texto íntegro de Renard.




lunes, junio 20, 2011 No comments
Carlos Penelas será distinguido por segundo año consecutivo con una publicación en el Anuario Brigantino. La separata lleva por título Aldeas de la memoria, y cuenta con fotografías de Alfredo Erias.


El Anuario Brigantino es editado por el Concello de Betanzos, A Coruña, Galicia. Se trata de una revista de investigación histórica, artística, literaria y antropológica de ámbito gallego, en la que se incluye una sección con los acontecementos del año y las memorias de las entidades culturales de la ciudad. Su director es Alfredo Erias.

En 2009 se publicó, de Carlos Penelas, Poemas de un poeta hijo de gallegos. Pueden consultarse las ediciones anteriores en la página http://anuariobrigantino.betanzos.net
viernes, junio 17, 2011 No comments
martes, junio 14, 2011 No comments
Dunken invita a la presentación de Calle de la flor alta, de Carlos Penelas. El acto se realizará en el salón de la Editoria, Ayacucho 357, el viernes 17 de junio a las 19 horas.

Presentará la investigadora y profesora en Letras María Adela Renard. Leerá poemas Marcelo Bucossi.

Agradecemos la difusión de esta gacetilla.
miércoles, junio 08, 2011 1 comments

Las únicas cosas que no tengo derecho de hacer
son aquellas que no hago con un espíritu libre
.

Max Stirner

Definitivamente estoy asqueado. Harto de engaños, distorsiones y proclamas. Vamos a ser breves, y, en lo posible, claros. Sabemos, de sobra lo sabemos, qué son las derechas. En qué consiste el pensamiento de derechas, diferente –por supuesto– al pensamiento liberal. Conocemos el fascismo, el nazismo, el nacionalismo y todos los ismos totalitarios de derechas. Conocemos el imperialismo yanqui, los bombardeos, la idea de libertad que suelen proclamar. Y las distorsiones permanentes. Vamos a ver, una vez más, las ideologías supuestamente de izquierdas. Que muchas veces se diferencian, poco y nada, de la derecha. Y que, además, nos quieren convencer que son progresistas, revolucionarias y hasta utópicas. Como si un campo de concentración estalinista fuera mejor que uno hitlerista. O si no hubieran perseguido judíos (olvidándose de Marx, de Engels o de Trosky) como los de raza aria.

Bien. Hay una posición que parece ser blindada. Hombres o mujeres que en algún momento de la historia tuvieron posiciones valientes, arrojadas y por supuesto libertadoras, por siempre – hagan lo que hagan – serán considerados héroes, patriotas o líderes para la eternidad. No importa las atrocidades que luego manifiesten, no importa los horrores que cometan, no importa si matan, roben, estafen o utilizan en nombre de los derechos humanos los más bajos negociados o traicione. No importa lo que digan o cómo se definan, tienen impunidad para amordazar, injuriar o distorsionar. Y todo surge, en gran medida, por poseer en el fondo de su conciencia, agazapado, el concepto de héroe, de patria, de líder. Son demagogos, populistas o seres de mala fe, de conciencia turbia con una encendida búsqueda de poder. No les interesa el modo, la forma ni las mutilaciones.

Se vive entre la ficción y la realidad. La Revolución Cubana, que derrota a Fulgencio Batista – seria largo enumerar circunstancias, historias, confabulaciones, complicidades – es recibida con fervor pues derrota a un tirano. Sí, desde luego, sostenido como tantos otros por los yanquis. Y amigo de líderes latinoamericanos que después no quisieron acordarse. Esa revolución, decimos, meterá en campos de concentración a homosexuales y drogadictos como una peste que asoma y no coincide con el cambio social y político. Treinta años después, cuando ya no pueden seguir sosteniendo ese absurdo, esa distorsión homofóbica y tan poco progresista, hablan de libertad sexual. Igual que cuando el jefe dejó el habano o cuando se lo juzgó a Heberto Padilla. O se lo acusó a Guillermo Cabrera Infante de agente de la CIA. Junto a ellos un coro de intelectuales, hombres de la cultura, pensadores del todo el mundo con una retórica lamentable llamaban a la unidad contra el imperialismo y la oligarquía en defensa de los avances revolucionarios, en contra de los agentes del imperialismo. En fin, otra vez más, patria o muerte. El pensamiento único llevaba a una formidable exclusión simbólica y política, una construcción imaginaria con premisas donde los “compañeros” tienen en sus manos la voluntad del pueblo y del Comité Central. El resultado de los sacrificios es para la eternidad, las modulaciones mesiánicas señala el avasallamiento. El tono épico y trágico continuará hasta que caiga el último burócrata. Y así, de señuelo en señuelo, engaño tras engaño, mistificación y aplausos. Soberbia e insaciable sed de poder. Acto de Ofrecimiento. Jacularorias. Trisagio Breve.

La izquierda clásica tiene como objetivo central el poder. De allí la diferencia con movimientos contra culturales o libertarios: éstas intentan formar un modo diferente de espiritualidad, de ética, de individuos. Con solidaridad, con búsquedas sin dogmas, sin ortodoxias partidarias. No son muchas las cosas que debemos saber para tener una posición contra el sistema. Basta estar contra el autoritarismo, las formas jerárquicas, vincularse en relaciones afines. De allí se parte. Ver luego la alienación existencial, todo un mundo – en algunos aspectos fundamentales no hay variantes entre finales del siglo XIX y comienzos del XXI - que son las faltas de libertades para realizarse desde un punto de vista antropológico. La hipocresía de la burguesía o la mediocridad continúan vigentes y solapadas. Aunque por momentos estén disfrazadas de progreso o envueltas en actitudes aparentemente libertarias. En el fondo de trata de un enfrentamiento cultural. Una cultura, la que propone el socialismo libertario, donde se intenta llevar a cabo un ideal de lucha por la bondad humana, un ideal de igualdad, una libertad personal en contra de leyes, cárceles ( de las del pueblo y de las otras) Estados y gobiernos que avanzan sin piedad. No es muy complejo entender esto.

Los gobiernos y los políticos tienen solución para todo. Por eso mienten. Discursos armados y montajes maliciosos, siempre. Usan al pueblo como propiedad privada, como parte de un partido, de un movimiento. Información fragmentada, mistificaciones continuadas. La gente debe reunirse y resolver qué desea, qué necesita, qué piensa. Por supuesto, antes debe aprender a desear, a pensar y a tener la necesidad de creación. Y a no temer estar solo. Por eso las revoluciones, tal como están planteadas, van al fracaso desde el inicio. No se quiere entender que los dinosaurios un día desaparecieron, como desapareció el Imperio Romano, la Inquisición o el franquismo. O como cayó el Muro de Berlín. Son distintas secuencias de una misma mirada. Ahí esta la clave: aprender a mirar, a ver, a distinguir. Aprender a aprender. Otra vez hablamos de jerarquías, de castas, de clases, de imposiciones, de ortodoxias. Debemos esperar, siempre debemos esperar. No importa las victorias, las proclamas ni los rituales. Hemos tenido, a lo largo de la historia, miles y miles de derrotas. Hablamos de moral, intentamos vivir con una ética en un mundo que la desconoce o la oculta. De crear una cultura desde otro lado. Sin autoritarismo, sin liderazgos, sin recursos escatológicos. Como escribió George Orwell: “Si la libertad significa algo, será sobre todo, el derecho de decirle a la gente aquello que no quiere oír.”

Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2011

domingo, junio 05, 2011 No comments
Buenos Aires, 2011.
Editorial Dunken.
Con dibujos del autor.
Poesía.



 Elegía 

Sin ellos el mundo está sin límite. 
Desde cada lugar solitario, los miro. 
Los evoco sin fatiga, en terca plenitud. 
En ellos la sombra que protegió mi infancia, 
esplendente libertad y fulgor. 
Madre cruzando bandadas de pájaros, 
volando junto a nubes, deslizante. 
El hálito mágico del padre 
repartiendo dones, regresando en partidas. 
Permanezco continuo 
como una mano tangible. 
Me descubro colmando la mar 
y la certeza del pecho. 
Así son los dioses terrenales; 
vuelan en entrenoches, sorpresivos. 
En este sendero de ondas y alboradas 
aprisionan luz, aire, talones. 
Vitales renacemos en sus voces. 
Inseparables, desvelados, impávidos de cielo.

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La biblioteca 

Sobre el escritorio vela un candil. 
A mi espalda voces de héroes, 
dioses paganos, palabras proletarias, 
antiguos mármoles, música secreta. 
Hay también anfiteatros, muros, catedrales. 
Y museos, orillas sagradas con campesinos, 
proclamas insurrectas, 
la soledad del poema en las estrellas, 
una delicada imagen de un film. 
La plenitud de una escena, 
heridas de la locura o del hambre, 
una flauta implorante de bosques, 
aquella galería de estatuas derribadas en el tiempo. 
Hay fotografías, amuletos, leves recuerdos 
de la infancia recuperando claridad. 
Lenguas celtas, latinas, lagos interiores 
soñando por las noches lo errático 
del amor o la muerte. En cada página 
la belleza del cuerpo, el abismo del mar, 
el milagro del número, un misterio 
de ritos impasibles y espejos solitarios. 
En cada anaquel el fervor de los años, 
el insomnio, un destino con umbrales y puertas 
que ilumina lo invisible en caballeros medievales. 
Oigo la lluvia, suspiros de amantes, 
una transparencia de bestias fabulosas, 
la calidez de dioses vivientes. 
Sobre el escritorio vela un candil. 

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Responso a una patria 

Aún hay hombres que forjan ilusiones 
en este río que llega hasta el ocaso 
como agua sonámbula de musgos. 
Aquí, en este territorio donde habito 
se mezclan odios y ebriedad constante. 
Hay muerte cotidiana, 
una desatada locura que asfixia 
desde una red sombría de desvelos. 
Así, el color pálido de la intemperie, 
yuyales, estambres hundidos 
sobre mesadas o túneles ciegos, 
una doliente historia de alfombras, de líderes, 
de soberbia, de bombos miserables. 
Y de muerte y de desaparecidos. 
Nos rodea la injuria y el hambre, 
la desnutrición, los espejos, los burócratas, 
una encadenada costumbre que reitera 
el extravío y el laberinto de cúpulas y torres. 
Es difícil el silencio, la soledad, el crepúsculo. 
Difícil la transparencia del poema, 
el cristal invisible de la infancia 
entre tanto quebranto aciago y mentira. 
Entonces, los sueños llaman candelabros, 
otoños, risas libertarias, el desorden de las aves. 
Llegan en la soledad restituida 
a horcaduras de la lluvia, 
en ceremonias íntimas, amigos, 
en ceremonias íntimas con la certeza del amor. 
Tal vez el corazón 
sea una súbita mirada de arboledas y brumas, 
tal vez la verdad arrasada, el rencor sacrílego, 
la piedad del humilde 
sean la noche clara del indefenso. 
No lo sé, de verdad, no lo sé. 
Pero aquí estoy, perdido entre hombres heridos, 
entre ciegos y deformes 
que perecen en la calle y no lo saben. 
Estoy entre miles de ojos indecisos 
para evocar el idioma extranjero de mis padres, 
las voces de mis hijos, 
el idealismo necesario y rebelde de la amada. 

 Quizá todo sea una equivocada pasión de mi esperanza. 

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Cartas 

I 
Llevo la fidelidad de aquellas almas 
ilusorias, sensibles, 
sueños prodigiosos, palabras recónditas. 
Sin amparo, el hastío invade 
con humillación y maldad. 
Asciende a celebrar la muerte y la victoria. 
Lleva el poder de lo inhumano. 
Nos transformamos en estos seres ausentes, 
solitarios, sin caridad ni perdón 
perdidos en un amargo combate 
de azar y redes prefijadas. 

Una deidad extraña ama y destruye. 

II 
La vida es este sueño, anubado, 
que fatiga los ojos de los muertos. 
Una vivencia oculta de la infancia 
sobre la profecía de los padres. 

El eco de la piedra y de la sombra 
ciega la brevedad del día. 

III 
Recién ahora son visibles los relojes, 
las flores azures de la fatalidad, 
el claro cristal que atesora penumbra, 
la ficción que acuña tu destino. 
Pero también la ferocidad del odio, 
el abismo. Tarde descubrimos 
lo absurdo del ensueño, 
los hexámetros de amor, el abandono 
de una alcoba alucinada. 
Siento ahora el alivio que precede 
la lluvia en el verano. 
Y la furtiva presencia del mar 
en las estrellas.



viernes, junio 03, 2011 No comments
El hombre camina por las calles del centro con su amigo gallego. El hombre conversa y escucha. Manuel Suárez Suárez, su amigo gallego, le habla de Compostela, de nombres, de apellidos. Habla también de Montevideo, de las calles de Buenos Aires, de los centros gallegos, de la diáspora. El hombre lo escucha y también hace referencias a la situación política y económica, a los vaivenes. El amigo gallego, Manuel, vino por poco tiempo. Dio varias conferencias y dará otras. Conversan de monos y de fantasmas, de lo siniestro y patético de algunas cosas. Se ríen. Fueron a cenar, fueron a varios cafés tradicionales. Hablan de literatura, de la familia, de los temas afines. De proyectos. Vienen lugares sagrados: Piñeiro, Espenuca, Boneco. Boneco era el perro de Independiente, el perro inolvidable de los diablos rojos. Boneco, dice el amigo Manolo al hombre, en galego significa muñeco. Otro gallego, aclara. Le recuerdo que era un perro amado, una cábala, un perro que viajó con Independiente a todos los torneos, por los años setenta. De él hablaron Pavoni, Bochini. Cuando murió Lolo, su dueño, estuvo en el velatorio debajo del féretro. Lo acompañó hasta el cementerio. Y se dejó morir allí, al lado de su tumba. Lolo era brasileño. Entonces hablamos del galaico-portugués, del lusitano, de las raíces. De la fidelidad canina, del amor a los animales. Luego vino el Cine-Teatro Amado Nervo (¿el nombre se lo puso un gallego anarquista?) de Gerli. Alberto Valdés era su dueño. Allí se representaba, en Semana Santa, “La Pasión de Cristo”. Finalmente evocaciones de Eladia Blázquez, Amadeo Carrizo, Curros Enríquez, Valle-Inclán…

El hombre camina solo por la ciudad. Fue a nadar por la mañana y por la tarde, esa tarde la tiene libre, fue a hojear libros en viejas librerías. Está feliz pues cree que llamó por teléfono un antiguo novio de su esposa, un novio que se fue a vivir a Italia. Atendió el teléfono pero luego de dar el nombre de su mujer, con claro acento italiano, y al contestarle que en ese momento no estaba, cortó. Una lástima, se dijo el hombre. Pensó que hubiera sido hermoso que se volvieran a ver, que conversaran de sus vidas, de su pasado. El hombre lo había visto hacía más de veinte años, una vez que pasó a saludarla por la casa de sus suegros y de casualidad estaba allí. Lo dejó conversando en el living y jamás preguntó nada. Así debe ser, piensa, así debe ser. Su mujer seguramente reviviría cosas buenas. El hombre lo piensa y lo siente con naturalidad. Siempre le pareció odioso, enfermizo e irracional el tema de los celos, las envidias y todas esas cosas. El hombre cree en la libertad de verdad. El hombre odia el matrimonio, las estructuras, las modas y los hábitos carcelarios. El hombre no necesita ni le importa volver a encontrarse con un amor del pasado, pero entiende que hay gente que lo necesita, que le hace bien. En fin, tal vez vuelva a llamar. Se siente bien, se lo comentó a su mujer. Lo miró extrañada, pero la inquietó. Ella cree que finge, que teatraliza, que el fondo es celoso.

Hemos hablado con Manuel, mi amigo gallego, del idioma, del tango, de los orientales, de los señores que cambian de parecer del día a la noche. Hemos hablado de bellas hembras que descubren el otoño porteño. De los distraídos, de los que se hacen los distraídos, de los que aparentan y de los que son. Hay que ver de dónde vienen las balas, dice. Estoy por llegar a la puerta de mi casa. Vengo caminando desde el Jardín Botánico, pasé por plaza Güemes, por una confitería llena de recuerdos y de nostalgias. En fin, debemos escribir algo cómodo y tranquilizador para finalizar el artículo. Los argentinos somos siempre inocentes, Y autoindulgentes. “No sabía nada”, dijimos. “Yo lo no lo voté”, afirmamos. “Es el destino”, escuchamos. “Nunca imaginé que la guerra no fuera patriótica”, comentamos. ¿Y ahora, qué? En fin, en poco tiempo más otro despertar amargo. Y asombroso, por cierto. Como esa mujer que al verme entrar en la exposición de pintura me dio un beso en la mejilla como si nada hubiese pasado, como si nos hubiéramos despedido la tarde anterior. Llegué a mi casa. Mañana iré a ver Le quatto volte de Michelangelo Frammartino. Y el domingo La flauta mágica en el Teatro Colón. Usted sabe, el cine italiano me atrae. Casi tanto como Papagena. Entre paréntesis, soñé que le regalaba un lilium. Y que ella sonreía. Estoy siguiendo muy de cerca todo lo relacionado a los indignados. Y cómo se irradia por el mundo. Buenas noches, que descanse.

Carlos Penelas
Buenos Aires, mayo de 2011
miércoles, mayo 25, 2011 No comments
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