lunes, 30 de marzo de 2020
La balsa de la Medusa
Estoy en mi biblioteca.
Por la pequeña ventana miro una pared.
Sobre mi escritorio una cita de Dante,
un conjuro de la fugacidad y de la muerte.
Sé de la desolación en las calles,
de cisnes en canales venecianos,
y zorros deambulando en Trafalgar Square.
La aflicción ensombreció los caminos del Apóstol,
divinidades de invisibles designios.
Delfines en Cerdeña, miles de ciervos en Nara.
En Nueva York un fanático delirio
abandona voces impasibles.
Se cierran fronteras, laberintos, puertos.
En las villas miserias no hay agua
ni pianos ni magnolias.
Sólo desamparo y miradas tribales.
Me dicen que patrullan barrios,
que acecha el miedo, el suicidio, la bruma,
que el dolor habita en mezquinos lechos,
huérfanos de belleza y de estrellas.
Por la pequeña ventana de mi biblioteca
miro el velamen de una barca.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 25 de marzo de 2020
La balsa de la Medusa, de Jean Louis Théodore Géricault (Museo del Louvre), 1818-19
martes, 24 de marzo de 2020
Desde la borda
El solitario retorna al solitario
Proclus Lycaeus
Sólo el umbral,
un trébol y dos alas volando.
También gaviotas y cormoranes
esplendentes sobre la melancolía.
El mar, desnudo, sosteniendo
la arena, el alma y las flotantes
voces despegadas.
(La soledad separa la inmensidad
en el leve aire del otoño).
Había un camposanto
asombrado de estrellas.
Y el aire moviendo unas hojas
junto al recuerdo de los amigos.
Detrás, asomado en el tiempo,
en la claridad del cielo
un poeta era la altura de la ausencia.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 14 de marzo de 2020
domingo, 1 de marzo de 2020
En esta orilla de la noche
Foto: Horacio Coppola
Ese leve olor de tabaco recorriendo la casa
evocando al niño que dejó su aldea,
el árbol familiar, la iglesia románica, el jardín
donde la voz del abuelo llamaba siempre igual.
Aquí, en esta soledad, están los dominios,
la humedad en los pies furtivos, la escarcha,
mudas escaleras, lápidas que yacen
amparadas entre hierbas y aves.
La niebla donde la tierra palpita un mar.
¿Por qué vuelves esta noche,
en un paisaje donde moran otros cielos,
otros cuartos en silencios obstinados?
Espera, espera padre.
Es un sueño reciente donde de pronto
entró tu voz a mi cuarto rozando agua y muro.
Una historia, una misma soledad que me visita
entre alucinaciones y olvidos.
(Es sólo eso, nada más).
Ahora miro mis manos que envejecen.
Mientras, continúo buscando tu mirada
con avidez, desde el instinto del desorden.
Extraño destino es este esplendor
cuando todo se transparenta y huye.
Carlos Penelas
Marzo de 2020
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