El lunes 10 de abril se presentó en el Salón de la Editorial Dunken El huésped y el olvido.
Un público, entre los que se encontraban escritores, actores, artistas plásticos e intelectuales siguieron con atención cada secuencia del acto.
A continuación algunos fragmentos de lo expresado por el poeta.
En un ensayo que publiqué hace unos años, Fragilidad de lo visible, utilicé como acápite un verso de Horacio que pertenece a la Oda 7, del libro IV: Somos polvo y sombra. El título del libro que hoy presentamos tiene ese verso como referencia. Lo inmedible provoca pavor, se torna misterio y búsqueda. Lo cósmico es parte del cuerpo, forma un todo con el infinito al mismo tiempo que aflora, fluye el amor - recatado, sensual - de una visión que interroga el cosmos.
Siempre he pensado la idea de la literatura, del arte, como una mentira pero no falsa, no es una falsedad.
Uno tiene una biografía y una geografía imaginaria. Hay recuerdos, encuentros, revelaciones, epifanías. Es un sueño donde el fantasma está y no está.
En lo poético, en la vida cotidiana ya no existe más el vocabulario ético, el vocabulario estético. Por eso es difícil señalar lo esencial. Estamos contaminados por el engaño, por el desasosiego, por mitos y leyendas confusas, primarias.
La lectura es reunir secretas afinidades, veces circunstanciales que no se resignan al olvido.Una forma de plasmar fábula y belleza.
Marita Rodríguez-Cazaux estuvo imposibilita de concurrir. A ella el poeta dedicó el acto.
Rocío Danussi leyó tres poemas. A continuación uno de ellos.
NAVEGACIÓN DE LA ALDEA
Sobre el vacío, en la agonía del hambre,
perseguidos por el horror y el despojo,
en naves que buscaban otro universo,
dejando atrás liturgias, señoritos,
lo doliente que acuña la sombra y la tragedia.
Iban con el miedo, iban libres.
No tuvieron espejos ni calma ni balanzas.
Había palabras cálidas atravesando
la tristeza en los ojos perdidos de los hijos.
Volaba la ternura callada de las noches.
Era un viaje de herida y griterío.
Dejaron la aldea para buscar
el paraíso perdido de los mártires
la acumulada realidad del cansancio,
el viento en la alborada de la rosa.
Esta es la mitología de mi nombre,
la generosa herencia de mis padres.
Alfredo Plank se refirió brevemente al libro, a sus imágenes y al cuadro de portada que se encuentra en la región de Toscana.
Cerró el acto Javier Ares Yebra con emotivas palabras en torno a la amistad, la creación, la música y la poesía.
Abrió su presentación con una obra de su autoria que denominó El huésped y el olvido. Luego ejecutó Canarios de Gaspar Sanz y posteriormente Chove en Santiago. Finalizó con un bis: Asturias de Isaac Albéniz.
Al finalizar se sirvió un vino de honor.
Un público, entre los que se encontraban escritores, actores, artistas plásticos e intelectuales siguieron con atención cada secuencia del acto.
A continuación algunos fragmentos de lo expresado por el poeta.
En un ensayo que publiqué hace unos años, Fragilidad de lo visible, utilicé como acápite un verso de Horacio que pertenece a la Oda 7, del libro IV: Somos polvo y sombra. El título del libro que hoy presentamos tiene ese verso como referencia. Lo inmedible provoca pavor, se torna misterio y búsqueda. Lo cósmico es parte del cuerpo, forma un todo con el infinito al mismo tiempo que aflora, fluye el amor - recatado, sensual - de una visión que interroga el cosmos.
Siempre he pensado la idea de la literatura, del arte, como una mentira pero no falsa, no es una falsedad.
Uno tiene una biografía y una geografía imaginaria. Hay recuerdos, encuentros, revelaciones, epifanías. Es un sueño donde el fantasma está y no está.
En lo poético, en la vida cotidiana ya no existe más el vocabulario ético, el vocabulario estético. Por eso es difícil señalar lo esencial. Estamos contaminados por el engaño, por el desasosiego, por mitos y leyendas confusas, primarias.
La lectura es reunir secretas afinidades, veces circunstanciales que no se resignan al olvido.Una forma de plasmar fábula y belleza.
Marita Rodríguez-Cazaux estuvo imposibilita de concurrir. A ella el poeta dedicó el acto.
Rocío Danussi leyó tres poemas. A continuación uno de ellos.
NAVEGACIÓN DE LA ALDEA
Sobre el vacío, en la agonía del hambre,
perseguidos por el horror y el despojo,
en naves que buscaban otro universo,
dejando atrás liturgias, señoritos,
lo doliente que acuña la sombra y la tragedia.
Iban con el miedo, iban libres.
No tuvieron espejos ni calma ni balanzas.
Había palabras cálidas atravesando
la tristeza en los ojos perdidos de los hijos.
Volaba la ternura callada de las noches.
Era un viaje de herida y griterío.
Dejaron la aldea para buscar
el paraíso perdido de los mártires
la acumulada realidad del cansancio,
el viento en la alborada de la rosa.
Esta es la mitología de mi nombre,
la generosa herencia de mis padres.
Alfredo Plank se refirió brevemente al libro, a sus imágenes y al cuadro de portada que se encuentra en la región de Toscana.
Cerró el acto Javier Ares Yebra con emotivas palabras en torno a la amistad, la creación, la música y la poesía.
Abrió su presentación con una obra de su autoria que denominó El huésped y el olvido. Luego ejecutó Canarios de Gaspar Sanz y posteriormente Chove en Santiago. Finalizó con un bis: Asturias de Isaac Albéniz.
Al finalizar se sirvió un vino de honor.
martes, abril 11, 2017
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"La
Gazeta del Progreso", periódico mensual del Club del Progreso, acaba de
publicar en el número correspondiente a abril de 2017 un artículo de
Carlos Penelas:"Borges, poética del espacio".
Vivimos rodeados de decoraciones, de
escenografías cotidianas, de saturaciones que funcionan de manera
lateral, de mal gusto. La experiencia de la vida siempre condiciona al
poeta. Hay un mundo que se crea ante la decadencia de todo lo que
existe. Y debemos observar que la dualidad de la poesía frente al
existir es sólo aparente.
Como toda obra de trascendencia la de Borges actúa en un ámbito literario universal. Sin duda hay otras convergencias, la hispanoamericana, la europea. En Argentina, durante décadas se la ha tildado de extranjerizante. Sin duda es argentina por la avidez cultural cosmopolita, entre otras cosas. En primer lugar – son varios los enfoques que intentaremos señalar de forma sintética – la insularidad de su prosa, la novedad de la prosa borgeana es una realización privilegiada de la tradición hispanoamericana. Pero en toda su obra admiramos la mirada de un escritor dotado para la especulación intelectual. Y hay, además, una reelaboración de nuestra realidad cultural. Recuperamos en sus páginas la complejidad de su mundo pero también nuestra propia invención del hecho creador.
Creemos oportuno recordar que muchos de sus detractores no vieron, o no quisieron ver, sus textos y sólo glosaron sus opiniones periodísticas. Allí está, como ejemplo, el poema Cristo en la cruz, perteneciente al libro Los conjurados. Ni al populismo que amenaza la soledad y la ética. Escribió además: “…desconfiaríamos de la inteligencia de un Dios que mantuviera cielos e infiernos”.
La teología era para Borges lo más fascinante de la literatura fantástica.
La particularidad de su poética está en haber interpretado el arte como continuidad y superación, más que como ruptura con la tradición. El poeta aspira a un arte intemporal desde una visión metafórica de su existencia. Su lírica significa un renovado lenguaje de condensación. Sus raíces son parte de la tradición de la poesía metafísica. Y fundamenta, a su vez, una ética no dogmática.
En su temática encontramos los antepasados, la patria, la memoria y el olvido, el ejercicio de la literatura. La soledad y la muerte.
La literatura argentina cuenta, después de Sarmiento, con escritores que tuvieron fama internacional: Lugones, Sábato, Cortázar, Borges. Y otros que formaron la frondosidad de la literatura nacional como Ricardo E. Molinari, Luis Franco, Manuel Mujica Láinez, Ezequiel Martínez Estrada, Horacio Quiroga… Divergencias y convergencias, sin duda, pero estamos intentando hacer una lectura estilística. La estética de Borges es la de un creador de metáforas. Enfatiza la metáfora como núcleo del lenguaje literario.
Entre los símbolos más conocidos en su obra se encuentran el laberinto y el espejo. Símbolo de la prisión (real o imaginaria) el primero; revelación del propio ser, el segundo. Desde luego, hay otras interpretaciones. Estas son las más afines a nuestro sentir.
Recordemos un juicio de Julio Ortega. “Como ocurre con Mallarme y con Joyce, y también con Vallejo y Neruda, la crítica sobre Borges forma parte ya de la misma obra de Borges: no porque sea su paciente tributo, sino porque desarrolla su existencia intelectual, diseña el ámbito de su aventura creadora y, en fin, da cuenta de su radical renovación del acto literario”.
La excepcionalidad, no es un dato menor, se licua entre la multitud. La omnipotencia se transforma – de más está decir en estos tiempos – en carencia. La literatura un resquicio, en algunos casos una obstinada ostentación. La literatura edificante no se ha detenido, como sostiene David Viñas, en las sacristías ni en las congregaciones beatas.
La literatura – en una época de globalización, banalidad y decadencia generalizada – tiende a polarizarse, a esfumarse. Se hipertrofia la espiritualidad, se crea una escenografía en torno a lo inmediato. La creación necesita silencio, tiempo, maduración. Y advertimos que las contraposiciones resultan cada día más homogéneas. Sin pedestales, entonces. Sin apelaciones a lo sentimental.
Quien lea sus páginas encontrará a uno de los creadores más lúcidos y de inevitable pluralidad, una voz propia que pertenece al tiempo. Conforma una emoción intelectual, una pasión por el idioma, una búsqueda emotiva del símbolo, la integración equilibrada de lo nacional con lo universal. Eso es lo que hay, eso es lo que leemos. Su vigencia continuará dentro de un mundo cultural cada vez más asediado. Pero también necesitamos preguntarnos – sin ingenuidad, sin idealizaciones – quién lee en estos tiempos a Víctor Hugo, a Benito Pérez Galdós, a Rubén Darío. Si jóvenes universitarios desconocen la Guerra Civil Española o La Comuna de París, estudiantes de teatro ignoran a Meyerhold, jóvenes escritores no leyeron a Paul Groussac o a Luis de Góngora me es muy difícil hablar de su vigencia. El legado existe, está en su poesía y en su prosa. El resto forma parte de una sociedad rodeada de astucia y grosería. Quedan islas, sin duda. Lugares donde se crea, se trabaja y se siente lo utópico del hombre.
Entre las amenazadas virtudes nacionales la lectura de Sarmiento o la de Borges comparten el cielo traslúcido de lo intemporal. Allí la poesía, el tiempo de la utopía. Volver a ellos – como a otros poetas de infinitud – nos da aliento en un territorio de ríos oscuros y soledad.
Carlos Penelas es poeta, escritor y crítico literario. Dictó conferencias en la Universidad de La Coruña y la Autónoma de Madrid, entre otras. Su obra recibió numerosos premios; entre ellos el “Arturo Marasso” (1977); Faja Nacional de Honor (1981) de la Sociedad Argentina de Escritores; Accesit mejor cobertura como cronista de Radio Nacional (1986) de la XII Exposición Feria Internacional de Buenos Aires “El libro, del autor al lector”; Primer Premio de Poesía Alfonsina Storni (1988); mención especial de poesía concurso (1992) Latinoamericano Carlos Sábat Ercasty (Montevideo, Uruguay). Su libro más reciente es “El huesped y el olvido” de Editorial Dunken.
Como toda obra de trascendencia la de Borges actúa en un ámbito literario universal. Sin duda hay otras convergencias, la hispanoamericana, la europea. En Argentina, durante décadas se la ha tildado de extranjerizante. Sin duda es argentina por la avidez cultural cosmopolita, entre otras cosas. En primer lugar – son varios los enfoques que intentaremos señalar de forma sintética – la insularidad de su prosa, la novedad de la prosa borgeana es una realización privilegiada de la tradición hispanoamericana. Pero en toda su obra admiramos la mirada de un escritor dotado para la especulación intelectual. Y hay, además, una reelaboración de nuestra realidad cultural. Recuperamos en sus páginas la complejidad de su mundo pero también nuestra propia invención del hecho creador.
Creemos oportuno recordar que muchos de sus detractores no vieron, o no quisieron ver, sus textos y sólo glosaron sus opiniones periodísticas. Allí está, como ejemplo, el poema Cristo en la cruz, perteneciente al libro Los conjurados. Ni al populismo que amenaza la soledad y la ética. Escribió además: “…desconfiaríamos de la inteligencia de un Dios que mantuviera cielos e infiernos”.
La teología era para Borges lo más fascinante de la literatura fantástica.
La particularidad de su poética está en haber interpretado el arte como continuidad y superación, más que como ruptura con la tradición. El poeta aspira a un arte intemporal desde una visión metafórica de su existencia. Su lírica significa un renovado lenguaje de condensación. Sus raíces son parte de la tradición de la poesía metafísica. Y fundamenta, a su vez, una ética no dogmática.
En su temática encontramos los antepasados, la patria, la memoria y el olvido, el ejercicio de la literatura. La soledad y la muerte.
La literatura argentina cuenta, después de Sarmiento, con escritores que tuvieron fama internacional: Lugones, Sábato, Cortázar, Borges. Y otros que formaron la frondosidad de la literatura nacional como Ricardo E. Molinari, Luis Franco, Manuel Mujica Láinez, Ezequiel Martínez Estrada, Horacio Quiroga… Divergencias y convergencias, sin duda, pero estamos intentando hacer una lectura estilística. La estética de Borges es la de un creador de metáforas. Enfatiza la metáfora como núcleo del lenguaje literario.
Entre los símbolos más conocidos en su obra se encuentran el laberinto y el espejo. Símbolo de la prisión (real o imaginaria) el primero; revelación del propio ser, el segundo. Desde luego, hay otras interpretaciones. Estas son las más afines a nuestro sentir.
Recordemos un juicio de Julio Ortega. “Como ocurre con Mallarme y con Joyce, y también con Vallejo y Neruda, la crítica sobre Borges forma parte ya de la misma obra de Borges: no porque sea su paciente tributo, sino porque desarrolla su existencia intelectual, diseña el ámbito de su aventura creadora y, en fin, da cuenta de su radical renovación del acto literario”.
La excepcionalidad, no es un dato menor, se licua entre la multitud. La omnipotencia se transforma – de más está decir en estos tiempos – en carencia. La literatura un resquicio, en algunos casos una obstinada ostentación. La literatura edificante no se ha detenido, como sostiene David Viñas, en las sacristías ni en las congregaciones beatas.
La literatura – en una época de globalización, banalidad y decadencia generalizada – tiende a polarizarse, a esfumarse. Se hipertrofia la espiritualidad, se crea una escenografía en torno a lo inmediato. La creación necesita silencio, tiempo, maduración. Y advertimos que las contraposiciones resultan cada día más homogéneas. Sin pedestales, entonces. Sin apelaciones a lo sentimental.
Quien lea sus páginas encontrará a uno de los creadores más lúcidos y de inevitable pluralidad, una voz propia que pertenece al tiempo. Conforma una emoción intelectual, una pasión por el idioma, una búsqueda emotiva del símbolo, la integración equilibrada de lo nacional con lo universal. Eso es lo que hay, eso es lo que leemos. Su vigencia continuará dentro de un mundo cultural cada vez más asediado. Pero también necesitamos preguntarnos – sin ingenuidad, sin idealizaciones – quién lee en estos tiempos a Víctor Hugo, a Benito Pérez Galdós, a Rubén Darío. Si jóvenes universitarios desconocen la Guerra Civil Española o La Comuna de París, estudiantes de teatro ignoran a Meyerhold, jóvenes escritores no leyeron a Paul Groussac o a Luis de Góngora me es muy difícil hablar de su vigencia. El legado existe, está en su poesía y en su prosa. El resto forma parte de una sociedad rodeada de astucia y grosería. Quedan islas, sin duda. Lugares donde se crea, se trabaja y se siente lo utópico del hombre.
Entre las amenazadas virtudes nacionales la lectura de Sarmiento o la de Borges comparten el cielo traslúcido de lo intemporal. Allí la poesía, el tiempo de la utopía. Volver a ellos – como a otros poetas de infinitud – nos da aliento en un territorio de ríos oscuros y soledad.
Carlos Penelas es poeta, escritor y crítico literario. Dictó conferencias en la Universidad de La Coruña y la Autónoma de Madrid, entre otras. Su obra recibió numerosos premios; entre ellos el “Arturo Marasso” (1977); Faja Nacional de Honor (1981) de la Sociedad Argentina de Escritores; Accesit mejor cobertura como cronista de Radio Nacional (1986) de la XII Exposición Feria Internacional de Buenos Aires “El libro, del autor al lector”; Primer Premio de Poesía Alfonsina Storni (1988); mención especial de poesía concurso (1992) Latinoamericano Carlos Sábat Ercasty (Montevideo, Uruguay). Su libro más reciente es “El huesped y el olvido” de Editorial Dunken.
lunes, abril 10, 2017
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Editorial Dunken tiene el agrado de invitar a usted a la presentación del libro El huésped y el olvido, de Carlos Penelas, a realizarse el lunes 10 de abril de 2017 a las 18 horas en el salón de actos de la editorial, situada en Ayacucho 357, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se referirá al poemario Marita Rodríguez-Cazaux.
Leerá Rocío Danussi.
Hablará Alfredo Plank, autor de la obra de portada.
En guitarra Javier Ares Yebra.
Esperamos contar con su presencia
............................................................................ Al finalizar se servirá un vino de honor
Se referirá al poemario Marita Rodríguez-Cazaux.
Leerá Rocío Danussi.
Hablará Alfredo Plank, autor de la obra de portada.
En guitarra Javier Ares Yebra.
Esperamos contar con su presencia
............................................................................ Al finalizar se servirá un vino de honor
miércoles, abril 05, 2017
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La basílica está ubicada en el
barrio de Recoleta, formó parte del convento de franciscanos recoletos.
Su construcción, finalizada en 1732, se debe al mecenas aragonés Juan de Narbona, comerciante negrero y contrabandista. Es el segundo templo más antiguo de la ciudad. Dijo Sarmiento: "Narbona hizo la Recoleta y la Recoleta hizo a Narbona".
Su construcción, finalizada en 1732, se debe al mecenas aragonés Juan de Narbona, comerciante negrero y contrabandista. Es el segundo templo más antiguo de la ciudad. Dijo Sarmiento: "Narbona hizo la Recoleta y la Recoleta hizo a Narbona".
lunes, abril 03, 2017
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El Taller Literario dictado por Carlos Penelas en la Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte comenzará el jueves 20 de abril a las 20 horas.
Ante el paro nacional decretado para el jueves 6 de abril, durante el cual la Biblioteca permanecerá cerrada, y el jueves siguiente ser feriado por el comienzo de Semana Santa, el Taller Literario ha modificado su fecha de inicio para el jueves 20 de abril.
Dictado por Carlos Penelas, el taller se propone indagar en poesía y narrativa, haciendo una referencia a géneros, autores (nacionales y extranjeros), las raíces, relaciones que se establecen en una literatura comparada y su vinculación con las demás artes.
Podrá cursarse todos los jueves, de 20 a 21:30 horas, en Austria 2154. Para inscribirse, llame al 4802-8211 o escriba a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar. Los cupos son limitados, y los socios de la Biblioteca cuentan con aranceles especiales. Más información acá.
Dictado por Carlos Penelas, el taller se propone indagar en poesía y narrativa, haciendo una referencia a géneros, autores (nacionales y extranjeros), las raíces, relaciones que se establecen en una literatura comparada y su vinculación con las demás artes.
Podrá cursarse todos los jueves, de 20 a 21:30 horas, en Austria 2154. Para inscribirse, llame al 4802-8211 o escriba a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar. Los cupos son limitados, y los socios de la Biblioteca cuentan con aranceles especiales. Más información acá.
sábado, abril 01, 2017
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