Argentina tuvo su esplendor entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Inmigrantes europeos, construcción de escuelas, hospitales, universidades. Arquitectura francesa, museos, palacios, plazas, clubes. Por supuesto habÃa desigualdades sociales pero el paÃs estaba entre las diez economÃas mejores del mundo, entre los paÃses más progresistas. Una gran educación pública y casi sin analfabetos. Luego vino la Semana Trágica, luchas sociales donde se marcaba desigualdades. Pero era un paÃs creÃble, con dirigentes honestos y una visión de paÃs. HabÃa corrupción, por supuesto que la habÃa. Con una escala – sin rubor – de Ãndices razonables. Gobiernos corruptos y malas administraciones vienen de tiempos inmemoriales. Pero hubo épocas demenciales. Estos años, reitero, el paÃs crecÃa, se vivÃa mejor que en Europa. Hasta los años 50 llegó al paÃs fuertes inmigraciones de España, Italia, Francia, Inglaterra, Polonia y demás paÃses europeos. Luego Argentina comenzó a caer, a desdibujarse, a deslizarse silenciosamente. Y se fue conformando una sociedad cómplice, burda, mediocre.
La situación Argentina es compleja. Hace unos años estando en España, más concretamente en Betanzos de los Caballeros, en una cena – luego de dar una conferencia – unos amigos me preguntaron qué pasaba en Argentina. Con humor, uno de mis dones, les pregunté si me podÃan escuchar hablar de fútbol y su relación con el paÃs. Un tanto sorprendidos guardaron silencio. A los cinco minutos la esposa de un escritor me dice: “¡Pero asà no se puede vivir!”. A lo cual respondÃ: “¿Desean que les hable de polÃtica y de la situación social?”
El peronismo es una suerte de virus cambiante, una suerte de medusa. Hay una narrativa del engaño. Sucesivas caretas, pujas discursivas. Habló y habla de justicia social, de pobreza, de necesidad para los más humildes. Cada gobierno populista tuvo su sello. El peronismo nació con la base de Mussolini, con los dictadores latinoamericanos, con el refugio de criminales de guerra nazi, con la mirada puesta en el franquismo, en la judeo-fobia, con la persecución a socialistas, liberales, comunistas, social demócratas o simplemente a todo aquel que no se afiliaba al partido. Esa es su naturaleza, lo llevan en el ADN. Fue populista, regalaba bicicletas, pelotas de fútbol, vacaciones. Fue comprando todo. Sindicatos, escuelas, colegios. dilapidó. Vinieron golpes militares, la oposición nunca estuvo a la altura de las circunstancias. Pero el mito, la leyenda ya estaba creada. Perón era el lÃder, el padre. Evita la Santa. Sobre esta base se construyó un sistema de vida, de engaños, de corrupción. Cada uno con sus aportes, sus vicios, sus compromisos. El Estado fue creciendo de manera inimaginable. Y se conchabaron puestos en municipalidades, en gobernaciones, en intendencias. Todo en familia: padres, hijos, nueras. El Estado daba todo. El Estado era un Dios. Una sociedad fue cómplice. Pocos criticaban y no querÃan ver. Por ignorancia, por complicidad, por vergüenza. Motivos sobran. El peronismo y sus acólitos dieron vuelta la taba.
Los tiempos fueron cambiando pero en Argentina no. El mundo tomó otro sendero, otro rumbo. Aquà creció la pobreza, la indigencia, el desamparo. Y el ciudadano se fue acostumbrando. En lo cotidiano, en el vivir cotidiano. Lo anormal se lo veÃa como normal. La desvergüenza, la viveza criolla, la picardÃa hizo su trabajo. Poco a poco se degradó el hábito del vestir, se pensó que el ser pobre era digno, que la pobreza era importante. La izquierda, que supo ser brillante, con grandes hombres e intelectuales, cayó en ese juego mediocre y mezquino. Todo y cada cosa se fue convirtiendo poco a poco, como una media que termina dándose vuelta. Como un guante al revés. El lenguaje, la educación, la salud, el decoro se extravÃo en su laberinto, de manera sistemática.
Y entraron ellos, los nuevos peronistas, los K. Una variante feroz. Una estrategia del mal. Allà Néstor y Cristina. Y la corrupción y el dislate lo copó todo. Actores, luchadores sociales, intelectuales, comerciantes, polÃticos. Sin pudor opinaron como si fueran de izquierda. Como si hubieran luchado en las épocas más trágicas de nuestra dictadura militar. Muchos de sus seguidores lo habÃan hecho, pero ahora venÃan puestos en el gobierno, casas, coches, fortunas, viajes, empresas. Los Kirchner cavaron en lo más humillante, en lo peor de cada argentino. Muchos años atrás, Luis Franco, uno de los grandes poetas e intelectuales argentinos – con quién me formé – escribió que la gran visión de Perón era haber descubierto un peronista en potencia en el fondo de cada argentino. No lo olvide, amigo lector, no lo olvide.
Ahora empieza a salir a la luz: autos de lujo, yates, vacas, diamantes, rubÃes, prostitutas. Ellos mismos se mostraron en revistas o por televisión. La desvergüenza y las justificaciones eran surrealistas. Hablamos de country, de millones de dólares, de cuentas ocultas, de personal trainers, de clases de golf particulares, de peluqueras… Arrogantes avanzaron con desvergüenza. Además generaron una campaña del miedo para la oposición: desde que volvÃa la dictadura militar hasta que no les iban a pagar los sueldos de diciembre, etc. Etc. El problema no era el robo o la estaba, el problema era aquel que se lo habÃa descubierto por “boludo”. En Argentina se rompió todo. Reitero: en Argentina se rompió todo. Vemos gente durmiendo en la calle, en pleno centro. Gente comiendo de los tachos de basura. Niños por las calles siguiendo a la buena de Dios a mujeres desamparadas por el hambre, por la droga o la prostitución. Un 40 % de pobres, de indigentes, chicos que no saben leer, adolescentes que nos saben leer ni escribir. La burbuja peronista no existe más, salió a la luz. Y un pueblo tomo conciencia de ello. Por eso votaron a Milei, no es un voto ideológico, es voto contra la impunidad, el hambre, las cloacas que no se hicieron, terrenos usurpados, colegios en derrumbe, hospitales con serios problemas. Si hubiera estado el Pato Donald lo hubieran votado. Es lo que está ocurriendo en Latinoamérica. Se vota en contra…¿es la solución? De ninguna manera pero no habÃa opciones. Vivimos un desequilibrio sumamente delicado, es un paisaje por momentos irreal. Y todo adquiere una enorme densidad simbólica. El pase de facturas por la derrota ya llegará. El peronismo sufrió una derrota electoral mayúscula. Hoy tiene una fragilidad escandalosa. El silencio de sus dirigentes es atronador.
Hace dos años nadie sabÃa quién era Javier Milei. Un outsider. Apareció como una suerte de rockero, con una motosierra, con disparates de magnitud: venta de órganos, compra libre de armas de fuego, posiciones desopilantes en torno a derechos humanos o a personajes de la polÃtica. Y prendió en una sociedad enferma, en una sociedad harta de politiquerÃas, robos. Engaños y discursos humillantes. Sin partido ni estructura ni sedes fue ganando elecciones. Desafió a periodistas, al Papa, al stablishment cultural, al cÃrculo rojo. También cambió en ciertas declaraciones, comenzó a gritar menos y opinar o desdecirse. Ya estaba instalado. Es un polÃtico de derecha, sin duda. El 56 % de votos que obtuvo fueron en su gran mayorÃa en contra del dislate de una “casta” polÃtica, de una “casta sindical, eclesiástica, empresaria, universitaria…” y eso la gente lo entendió. Luego veremos, el 10 de diciembre asume como presidente. Cambian los tiempos, se saludan enemigos, la hipocresÃa la observamos con un nudo en la garganta. Un paÃs sin salida: un paÃs enfermo de pobreza, de espÃritu, de esperanza. Décadas para sobrevivir de esta decadencia. No veré otro paÃs, no sé mis hijos. Todo está bajo la lupa, alfiles de gobernadores, presos, mercado de droga, policÃa, fraudes reiterados, asesinatos por un celular, asociaciones ilÃcitas, sacerdotes tercermundistas, fallos revocados, una derecha que pone su pie…lo demás dÃgalo usted, querido lector. Lo irracional y lo racional toman sus tiempos. Y suelen confundirse.
Recordaremos una breve cita. Nos calza. Para abordar los problemas y los alcances de la corrupción en los siglos XIX y XX , Gemma Rubà Casals y Luis Ferrán Toledano brindan una sÃntesis valiosa para nuestra mirada. “¿Por qué historiar la corrupción polÃtica? Pensamos que sirve para entender las variaciones producidas en las visiones del mundo sobre la buena vida, los intereses públicos, la función y el lugar del gobierno, asà como el papel de la integridad o del vicio en las cambiantes esferas públicas y privadas. Es mucho más, por tanto, que malversar, prevaricar, cohechar, defraudar, falsificar o traficar influencias. El significado de la desviación ha mutado en el tiempo y entre las distintas sociedades. Las percepciones del abuso, del bien común o de los beneficios privados son construcciones sociales concretas, proceden de evaluaciones morales cuyo tenor depende de procesos de impugnación y de conflictos acaecidos en espacios y momentos precisos”.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 23 de noviembre de 2023
El peronismo es una suerte de virus cambiante, una suerte de medusa. Hay una narrativa del engaño. Sucesivas caretas, pujas discursivas. Habló y habla de justicia social, de pobreza, de necesidad para los más humildes. Cada gobierno populista tuvo su sello. El peronismo nació con la base de Mussolini, con los dictadores latinoamericanos, con el refugio de criminales de guerra nazi, con la mirada puesta en el franquismo, en la judeo-fobia, con la persecución a socialistas, liberales, comunistas, social demócratas o simplemente a todo aquel que no se afiliaba al partido. Esa es su naturaleza, lo llevan en el ADN. Fue populista, regalaba bicicletas, pelotas de fútbol, vacaciones. Fue comprando todo. Sindicatos, escuelas, colegios. dilapidó. Vinieron golpes militares, la oposición nunca estuvo a la altura de las circunstancias. Pero el mito, la leyenda ya estaba creada. Perón era el lÃder, el padre. Evita la Santa. Sobre esta base se construyó un sistema de vida, de engaños, de corrupción. Cada uno con sus aportes, sus vicios, sus compromisos. El Estado fue creciendo de manera inimaginable. Y se conchabaron puestos en municipalidades, en gobernaciones, en intendencias. Todo en familia: padres, hijos, nueras. El Estado daba todo. El Estado era un Dios. Una sociedad fue cómplice. Pocos criticaban y no querÃan ver. Por ignorancia, por complicidad, por vergüenza. Motivos sobran. El peronismo y sus acólitos dieron vuelta la taba.
Los tiempos fueron cambiando pero en Argentina no. El mundo tomó otro sendero, otro rumbo. Aquà creció la pobreza, la indigencia, el desamparo. Y el ciudadano se fue acostumbrando. En lo cotidiano, en el vivir cotidiano. Lo anormal se lo veÃa como normal. La desvergüenza, la viveza criolla, la picardÃa hizo su trabajo. Poco a poco se degradó el hábito del vestir, se pensó que el ser pobre era digno, que la pobreza era importante. La izquierda, que supo ser brillante, con grandes hombres e intelectuales, cayó en ese juego mediocre y mezquino. Todo y cada cosa se fue convirtiendo poco a poco, como una media que termina dándose vuelta. Como un guante al revés. El lenguaje, la educación, la salud, el decoro se extravÃo en su laberinto, de manera sistemática.
Y entraron ellos, los nuevos peronistas, los K. Una variante feroz. Una estrategia del mal. Allà Néstor y Cristina. Y la corrupción y el dislate lo copó todo. Actores, luchadores sociales, intelectuales, comerciantes, polÃticos. Sin pudor opinaron como si fueran de izquierda. Como si hubieran luchado en las épocas más trágicas de nuestra dictadura militar. Muchos de sus seguidores lo habÃan hecho, pero ahora venÃan puestos en el gobierno, casas, coches, fortunas, viajes, empresas. Los Kirchner cavaron en lo más humillante, en lo peor de cada argentino. Muchos años atrás, Luis Franco, uno de los grandes poetas e intelectuales argentinos – con quién me formé – escribió que la gran visión de Perón era haber descubierto un peronista en potencia en el fondo de cada argentino. No lo olvide, amigo lector, no lo olvide.
Ahora empieza a salir a la luz: autos de lujo, yates, vacas, diamantes, rubÃes, prostitutas. Ellos mismos se mostraron en revistas o por televisión. La desvergüenza y las justificaciones eran surrealistas. Hablamos de country, de millones de dólares, de cuentas ocultas, de personal trainers, de clases de golf particulares, de peluqueras… Arrogantes avanzaron con desvergüenza. Además generaron una campaña del miedo para la oposición: desde que volvÃa la dictadura militar hasta que no les iban a pagar los sueldos de diciembre, etc. Etc. El problema no era el robo o la estaba, el problema era aquel que se lo habÃa descubierto por “boludo”. En Argentina se rompió todo. Reitero: en Argentina se rompió todo. Vemos gente durmiendo en la calle, en pleno centro. Gente comiendo de los tachos de basura. Niños por las calles siguiendo a la buena de Dios a mujeres desamparadas por el hambre, por la droga o la prostitución. Un 40 % de pobres, de indigentes, chicos que no saben leer, adolescentes que nos saben leer ni escribir. La burbuja peronista no existe más, salió a la luz. Y un pueblo tomo conciencia de ello. Por eso votaron a Milei, no es un voto ideológico, es voto contra la impunidad, el hambre, las cloacas que no se hicieron, terrenos usurpados, colegios en derrumbe, hospitales con serios problemas. Si hubiera estado el Pato Donald lo hubieran votado. Es lo que está ocurriendo en Latinoamérica. Se vota en contra…¿es la solución? De ninguna manera pero no habÃa opciones. Vivimos un desequilibrio sumamente delicado, es un paisaje por momentos irreal. Y todo adquiere una enorme densidad simbólica. El pase de facturas por la derrota ya llegará. El peronismo sufrió una derrota electoral mayúscula. Hoy tiene una fragilidad escandalosa. El silencio de sus dirigentes es atronador.
Hace dos años nadie sabÃa quién era Javier Milei. Un outsider. Apareció como una suerte de rockero, con una motosierra, con disparates de magnitud: venta de órganos, compra libre de armas de fuego, posiciones desopilantes en torno a derechos humanos o a personajes de la polÃtica. Y prendió en una sociedad enferma, en una sociedad harta de politiquerÃas, robos. Engaños y discursos humillantes. Sin partido ni estructura ni sedes fue ganando elecciones. Desafió a periodistas, al Papa, al stablishment cultural, al cÃrculo rojo. También cambió en ciertas declaraciones, comenzó a gritar menos y opinar o desdecirse. Ya estaba instalado. Es un polÃtico de derecha, sin duda. El 56 % de votos que obtuvo fueron en su gran mayorÃa en contra del dislate de una “casta” polÃtica, de una “casta sindical, eclesiástica, empresaria, universitaria…” y eso la gente lo entendió. Luego veremos, el 10 de diciembre asume como presidente. Cambian los tiempos, se saludan enemigos, la hipocresÃa la observamos con un nudo en la garganta. Un paÃs sin salida: un paÃs enfermo de pobreza, de espÃritu, de esperanza. Décadas para sobrevivir de esta decadencia. No veré otro paÃs, no sé mis hijos. Todo está bajo la lupa, alfiles de gobernadores, presos, mercado de droga, policÃa, fraudes reiterados, asesinatos por un celular, asociaciones ilÃcitas, sacerdotes tercermundistas, fallos revocados, una derecha que pone su pie…lo demás dÃgalo usted, querido lector. Lo irracional y lo racional toman sus tiempos. Y suelen confundirse.
Recordaremos una breve cita. Nos calza. Para abordar los problemas y los alcances de la corrupción en los siglos XIX y XX , Gemma Rubà Casals y Luis Ferrán Toledano brindan una sÃntesis valiosa para nuestra mirada. “¿Por qué historiar la corrupción polÃtica? Pensamos que sirve para entender las variaciones producidas en las visiones del mundo sobre la buena vida, los intereses públicos, la función y el lugar del gobierno, asà como el papel de la integridad o del vicio en las cambiantes esferas públicas y privadas. Es mucho más, por tanto, que malversar, prevaricar, cohechar, defraudar, falsificar o traficar influencias. El significado de la desviación ha mutado en el tiempo y entre las distintas sociedades. Las percepciones del abuso, del bien común o de los beneficios privados son construcciones sociales concretas, proceden de evaluaciones morales cuyo tenor depende de procesos de impugnación y de conflictos acaecidos en espacios y momentos precisos”.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 23 de noviembre de 2023