I
A veces, al holgar la plaza,
llegan dioses celtas saludando desde un barco.
Vienen a protegerme de sombras imponderables.
En el maremoto de la desnudez y de la lluvia
se abisma lo intemporal. Y es otoño.
II
Hay una mitología del amor,
cierta desventura errante, ausente
sobre la ventura del insomnio y del candor.
Todo sucede en la callejuela de un barrio.
Inefable es el destino del azar.
III
Hubo veletas, velámenes, panaderías.
Ahora mi voz ha callado en el prodigio.
Era el mundo, una sirena oculta
en un bosque con ángeles guardianes.
La amada es un soliloquio del desvelo.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 6 de agosto de 2025
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