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Carlos Penelas

Saber sentir es saber decir.
Cervantes



Debo decir que todo es vigilia.

Sube el tiempo con su lámpara antigua

arrebatando mitos, laberintos, secretos.

Sólo la infancia tiene un lugar sagrado,

su escondite, su sueño, su destino.

Luego, la vida transita otro sendero.

Las preguntas agobian y no hay certeza

de cada acto, de cada gesto o palabra.

Sólo espejismo que prodiga el azar,

en lechos, en barcas impacientes.

Conocemos muelles, viajeros, nostalgias.

Conocemos bibliotecas abandonadas,

papeles, artesanos, maletas, talismanes.

También aldeas, callejuelas, hembras

añorando un futuro insomne, extraviado.

Evoco a von Weber, a Vermeer, a Cartier-Bresson.

También la nouvelle vague, Seinfeld, Chaplin.

Decimos Marcos Ana, insurrección, pureza.

Decimos anarquismo, Thoreau, Godwin.

Sentimos el candor de la rosa, la fidelidad

del silencio; cauteloso, cósmico.

Pero todo es alegórico,

sutiles treguas o tramas del pasado.

Somos sonámbulos mirando por ventanas

para seguir anhelando beatitud o apego

como Odiseo entre bosques y mares.

Sobre la perezosa arena, desentendida.



Carlos Penelas
Buenos Aires, diciembre de 2022
miércoles, diciembre 28, 2022 No comments
Es siempre una dicha, de entre las selectas y pocas, un motivo de celebración, la salida a luz de un poemario de un autor, de un pensador, de la envergadura de Carlos Penelas.


Con un mundo propio inconfundible y un escenario lírico personalísimo, capaz de abordar con igual maestría cada uno de los grandes motivos de la poesía universal–el tiempo y el devenir, el amor, la fe, la soledad existencial- , su obra gravita por su propio peso y destaca nítidamente por sí misma dentro del desangelado escenario de la poesía actual, y especialmente argentina.

Cabalmente poeta, pero también narrador y ensayista, con una obra desarrollada sin paisa ni pausa hace más de 50 años, Penelas se muestra, a través de su palabra y de su mirada, como un testigo excepcionalmente lúcido de su tiempo y circunstancias, y de la realidad, a menudo decadente y cínica –de la tragedia de Historia devenida en farsa-, que le ha tocado habitar.

Siempre lejos de los experimentalismos al uso, de los fuegos de artificio de la fama, y de los múltiples embelecos e imposturas de la industria editorial y cultural, se nos presenta en este libro - resultado de la selección de su escritura poética de los últimos cinco años-, en el momento más alto de su madurez, en el que puede sopesar, serenamente, casi sin amargura, las piedras miliares, el camino duramente recorrido.

Poeta lector en el mejor sentido de Bonnefoy, y por tanto hombre de biblioteca de la vieja guardia, Penelas logra consumar el difícil arte de ser él mismo -una voz-, sin por ello abandonar el legado de sus maestros, desde la fuente griega hasta Catulo, Horacio y los grandes vates latinos; y de Dante a la poesía gallega medieval, hasta los poetas del Siglo de Oro español y los poetas y novelistas modernos.

Plenamente consciente de haber nacido en un país que raramente ha sabido valorar en vida y menos aún suele recordar a sus grandes poetas, Carlos Penelas se aferra en defensa a las raíces invisibles; al mundo inefable de la infancia, a la sombra de los padres, a la ruta de la inmigración gallega, a la mujer que fue y es el amor de su vida.

Tal como otros grandes poetas argentinos –como Enrique Banchs, Juan L. Ortiz u Oscar Portela -, nuestro autor sabe sobrellevar con altura eso que Octavio Paz percibiera ya en estas latitudes hace un largo medio siglo -“la inclemencia de los discursos y la gritería, la opacidad general de las especies pensantes.”-

Esa relación con oficio de vivir del poeta, en ese nudo que ata inextricablemente vida y escritura, Penelas nos dice por ejemplo en el poema intitulado “Quietud predecible”:

Sucede, padre, que hubo cosas/ que pasaron a mi lado sin que las viera./ ¿Qué he de decir, entonces?/ ¿Qué alba o brújula o ventura circular/puedes responder desde la nada?/ Tu soledad ¿Está lejos de este aliento? /Late mi pulso. Y la tiniebla crece.

Donde abreva en la mejor tradición literaria sobre la muerte del padre, en silencioso diálogo con su sombra ausente.

En otro de los altos momentos del libro, en el poema “A una mujer de Cambre”, Penelas nos ofrece el prístino retablo de un tiempo inasible, irremisiblemente perdido pero salvado en la memoria, en estos versos

Sabía de los barcos, de su alcoba, de muelles./ (Hoy vago una patria sin amparo/ entre botellas rotas y voces impasibles.)/ Basta decir que ella reía como el mar /con desvanes voraces sobre el aire.

Coronando una serie de evocaciones memorables que retoman el supremo motivo romántico y de la poética celta en torno a la muerte de la Amada.

La patria de la infancia es evocada, en un escenario presidido por la eterna batalla de piezas blancas y negras sobe un tablero de ajedrez, junto con todos sus hondos simbolismos, desde Khayyam a Borges, en la singular belleza del poema “Apertura Ruy López”; tópico recurrente en la obra, que retoma al comienzo de la sección intitulada “Cinco poemas”, cuyos poemas pasan a adoptar un clima de honda melancolía, y recuerdan por momentos a Molinari, por caso en “De la desolación”.

Más adelante, el gran motivo del Viaje, insinuando en otros poemas previos, reaparece en “Flâneur”, y con él Baudelaire; y la ciudad real y las ciudades imaginarias de Calvino.

En los poemas finales y en especial en “Epitalamio”, el poeta urde delicadamente la trama entre el lejano pasado y el futuro, ente la infancia y la muerte: el inapelable dictum de aquel Memento mori.

Palabra en su pura desnudez, a su modo único, desde su irreparable tiempo, la poesía de Carlos Penelas claramente nos interpela.


Alejandro Drewes

(Buenos Aires, 1963). Académico y profesor universitario. Poeta y traductor [alemán / inglés / francés / sueco / catalán], con premios nacionales e internacionales. Colabora con revistas y publicaciones en la Argentina y el exterior.
lunes, diciembre 12, 2022 No comments
La Biblioteca Virtual Galicia Digital subió el último trabajo de Carlos Penelas, Poesía esencial.

La Biblioteca Virtual de Galicia Digital es un servicio de la plataforma http://www.galiciadigital.com para contribuir a la difusión de contenidos de interés general y galego con total gratuidad.

Recordemos los otros títulos de Carlos Penelas integran su catálogo Historia de la Federación Libertaria Argentina (2006), Poemas de Trieste (2013), El mar en un espejo de otoño (2018), Ofrenda de la luz (2019) Diario de un poeta (2020) y Conversaciones con Carlos Penelas (2021) de Gustavo Merino.
jueves, diciembre 08, 2022 No comments
Sofía Maffei fue la que me habló de Juan Luis Morabes en los años ochenta. Poco tiempo después -mi entrañable amigo y profesor- el poeta e investigador literario, Héctor Ciocchini, lo nombró con afecto. Con morosidad fui entrando en la obra poética de este fino creador entrerriano. En su mundo de nostalgias y simbologías, en su lúcida y cruel revelación. Y generamos una amistad intensa. Narciso Pousa habló de su poética. Lo hizo en El viaje (1960) y en Estrategias de las sombras (1984). Ambas publicaciones con el sello Carmina, las bellas ediciones que dirigía Madame Maffei.


Fue Pousa quien escribió: “Pocas poesías son capaces de asumir el tono, la imaginación profética, sin fatigas, como ésta de Morabes. Se trata, sin duda, de un creador envidiable. El tiempo lo ha enriquecido, y con él nos ha enriquecido a todos.” En una época de tanta precariedad intelectual, de creatividad mezquina y mediocridad crítica, es natural (y saludable) que la obra de Morabes sea casi desconocida. Además, la desobediencia que nos propone su mirada, esa clave de la intimidad y del exilio, jerarquizan aún más su sensibilidad. Mientras tanto, académicos y poetastros hacen de las suyas.

Era muy bello conversar con Juan Luis. Su fina ironía, su humor desgarrado, su mordacidad, se conjugaba con mi cosmovisión. Vino a casa con María Ester, su compañera protectora. Con Rocío los visitábamos a menudo en su domicilio, que por esas épocas era un hogar de beneficencia que logró conseguirles Sofía. No es lo que hoy se entiende por geriátrico, eran viviendas separadas, humildes y dignas construcciones. Antes había vivido en un departamento de un ambiente que un amigo le facilitó por años. En esa suerte de internado, cerca de Constitución, en su departamento conversábamos de literatura, de poesía, de la situación política. Era un ambiente modesto pero con obras de arte interesantes, entre los cuales un cuadro de Roberto González, que el plástico entrerriano le había obsequiado. Y una biblioteca con libros de filosofía y poesía.

Morabes sufría de agorafobia. Por eso razón por lo general era yo quien iba a su casa. Cuando se sentía mejor y podía salir nos veíamos en un café. Hacia 1983, con el regreso de la democracia, tuve programas culturales en Radio Municipal y Radio Nacional. Lo lleve a una de mis audiciones, fue una entrevista espléndida.

Si bien su poética descubre territorios silenciosos, continentes inseguros, el sabor fascinante de la palabra y una suerte de encantamiento, la conversación con él era de una fineza única. Con muy pocos poetas pude mantener este tipo de diálogo profundo, exigente, inexorable. Quizás lo pude realizar con Molinari, Ciocchini, Sofía o el profesor Cowes. En esos encuentros surgía el refinamiento, la nitidez del lenguaje, las anécdotas que hacen pervivir el alma. Y siempre la imagen mesopotámica, la presencia de Juan L. Ortiz o la poética de Heidegger, la voz del río, los recuerdos de una infancia feliz. Era la hora sagrada del recuerdo, de la mirada lúcida, de la sonrisa afable. Y el humor, en muchas ocasiones, nacía con la referencia testimonial, con lo pudorosamente disimulado. “Los pájaros / y el laurel de Corinto. / Recordamos para olvidar”.

Evoco su habitación con verdadera ternura. María Ester y Juan Luis eran seres cálidos, acogedores, hospitalarios. La sonrisa y la generosidad los asistía. Nos complementábamos. Admiraba el anarquismo, la literatura griega, la literatura latina. Admiraba la naturaleza de su tierra natal, el río y sus playas, el vuelo de los pájaros, la libertad del ser. Lo filosófico estaba en él. Ninguno de los dos creía en Dios ni en el Estado. El arte como una entidad curativa, el calor de los mitos, el saber de la tierra. Consideraba el símbolo como un instrumento del conocimiento. La intuición y la conciencia donde la unidad se metamorfosea en la imagen. Los fantasmas también tienen primacía sobre la palabra, sobre lo que intentamos soñar y crear. Era una mente abierta, disciplinada en lo poético, riguroso en la estructura de lo que debe ser un poema, la precisión de un adjetivo. La brevedad, el silencio, el movimiento. Solemne y augusto.

Un poeta que señala otro destino en nuestra literatura. Sereno, equilibrado. “Me reclino bajo el sauce. / La sombra aletea en mi pecho / y el agua a mis pies.”

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2022
domingo, diciembre 04, 2022 No comments
Con más de 400 mil usuarios registrados de España y América Latina, la red que recomienda libros editados en habla hispana publicó la salida del último trabajo de Carlos Penelas. 


El principal país de origen del tráfico de Alibrate es España, luego México y en tercer lugar Argentina. También hay lectores de Colombia, Perú, Chile, etc.

La salida de Poesía esencial está publicado en el siguiente enlace https://www.alibrate.com/libro/poesia-esencial/637fe413e7f1f20008f86252
sábado, diciembre 03, 2022 No comments
Buenos Aires, 2022.
Editorial Dunken.
Fotografía de autor de Emiliano Penelas.
Poesía.


PRÓLOGO 
Intelijencia, / dame el nombre exacto de las cosas.
Juan Ramón Jiménez

Debo confesar que al cabo de los años he revelado que descreo de los prólogos. Como en otros equívocos insisto en ellos. El poema es una manifestación de silencio, de metáfora, de ensueño. También del mito que cada poeta genera de manera involuntaria. Sospecho que estas líneas forman parte del libro, sombras o luces de un desplazamiento hacia lo simbólico. No tienen la misión de esclarecer ni forman parte de la crítica literaria. Es –quizás en esta oportunidad– la tentación de justificar que a los setenta y seis años continúo sintiendo una suerte de abstracción íntima, confesional. Si se me permite, entrañable. 

Estos poemas se originaron durante los últimos cinco años. Los escribí –un hábito de juventud– con la Parker 51, verde, en tinta negra. Corrijo, como siempre, con bolígrafo rojo. Una vez más intenté cotejar la realidad observada con el recuerdo de esa realidad. Hubo una vigilia tolstoiana. Partimos de lo ambivalente y complejo; presupone desarraigo, la construcción que hace nuestra memoria sobre el recuerdo. (No creo equivocarme si afirmo que es el espejo el que nos impone reflejar nuestra existencia). Algunos de ellos fueron publicados en plaquettes, numeradas y firmadas. La mayoría inéditos. Se gestaron en un mundo profano, en un territorio impregnado de populismo y decadencia. 

La poesía, el arte, nos lleva a protegernos pero también a pensar, a racionalizar la condición humana. Sé que es necio creer que el poema pueda cambiar lo ideológico, pero es un intento de salvaguardar cierta enajenación y delirio de la vida cotidiana. El arte acompaña al hombre desde la prehistoria, el arte como mímesis de la naturaleza, antropocentrismo individual y colectivo, la armonía de lo físico y de lo ético, la preeminencia de la forma. Debemos –imprescindible reiterarlo en estos tiempos– lidiar contra esnobismos, imbecilidades, padrinazgos, acrobacias ramplonas, mediocridad trivial, superflua, insípida de supuestos “creadores”. Ágapes, premios, comercialización, turismo cultural, son parte de un imaginario yermo, de una decadencia ociosa. El modelo de lo expuesto lo advertimos, es fácil de percibir como ejemplo, en una galería. Gran parte de la “cultura” contemporánea ha perdido la dualidad esencial: capacidad transformadora de nuestro mundo interior y de nuestra visión del mundo. 

Recordemos a William Faulkner cuando expresó: “No es necesario que la voz del poeta sea un mero registro del hombre, puede ser uno de los apoyos, de los pilares para ayudarlo a perdurar y prevalecer”. 

El poeta se manifiesta entre peregrinaciones y regresos, entre la realidad y el sueño. Asume su mirada para intentar saber; el júbilo de lo vital, de lo insurrecto. En Una historia de la lectura Alberto Manguel señala que los hombres son seres que leen, leer en el sentido básico: interpretar signos. Lo hace el pescador, el astrónomo, el niño. Leemos gestos, palabras. Se lee para poder ubicarnos en el mundo. Para protegernos, para ordenarnos, para sentirnos y sentir al otro. Y también nos dice que para vivir debemos leer la realidad, interpretarla. 

Otra vez: ¿para qué sirve la literatura? Eugène Ionesco nos aclara: “Si es absolutamente necesario que el arte o el teatro sirvan para algo, será para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya”. El arte, desde los griegos, pone un velo sobre la realidad, lo bello hace soportable la visión de la existencia. Hablamos de la delectación estética pero también del significado de la belleza. Para distinguir la verdad mentirosa de la mentira verdadera; la distinción entre ficción y superstición. Recordemos que Camus nos había advertido de una tensión permanente entre lo inevitable y lo injustificable. 

Por estas cuestiones pero sobre todo por el sentido de libertad y compromiso, dedico este libro a Rocío, compañera en la vida. 

Carlos Penelas 
Buenos Aires, septiembre de 2022



jueves, diciembre 01, 2022 No comments
"El tiempo es ese enemigo que mata huyendo"
Quevedo


Debemos recordar una crónica que ya no existe. Un mundo que atesoró significación ideológica y cultural. De adolescente y de joven he transitado librerías de viejo con fervor, con pasión desmesurada. No era el único. Librería Palumbo, Hernández, Buenos Aires, Ixtlán, Del Humanista, El Glyptodonte, Edipo, Verbum... También concurría al Ateneo, Fernández Blanco, Pardo, Pigmaleón, ABC, Alberto Casares, Jorge Álvarez, Norte, Clásica y Moderna...

Libreros como Francisco Gil, Alejandro López Medus, Jorge Brandi, Carlos Hernández, Horacio Tarcus con quienes hice amistad. Algunos de ellos me protegieron en tiempos de la dictadura: Gil, Brandi, Hernández. En las librerías se presentaban autores, conocidos y amigos. En algunas organicé recitales de poesía con actrices y actores de renombre. Conocí e hice amistad con Lubrano Zas, Eduardo Gudiño Kieffer, José Gobello, Ricardo E. Molinari, León Benarós, José Raed, Alfredo Llanos... y tantos otros. Nombres que se unían a literatos que iba detectando en la vida -en sus casas, centros culturales o bares- como Raúl González Tuñón, David Viñas, Horacio Armani, Luis Franco, Bernardo Jobson, Héctor Ciocchini, Luis Di Filippo, Diego Abad de Santillán, Abelardo Castillo, Leónidas Barletta, Ángel Battistessa, Guillermo Furlong, Juan L. Ortiz...

Descubría nombres, libros, publicaciones. Llegaban a mis oídos Milcíades Peña, Mateo Fossi, Héctor Raurich, Carlos de la Púa, Gleizer, Alberto Ghiraldo, Ideas y Figuras, Alba Literaria, Brazo y Cerebro, Pasado y Presente, Cuadernos de Cultura, El grillo de papel, El escarabajo de oro, entre tantas revelaciones.

Terminado el secundario comienzo a estudiar la Carrera de Letras en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, fundada en 1874, uno de los establecimientos más prestigiosos del país. Allí lo clásico, la literatura con mayúscula, los grandes movimientos sociales y culturales. Desde los griegos y latinos, pasando por la Edad Media hasta el siglo XVIII. La literatura alemana, inglesa, española, italiana, francesa. La pintura, la escultura, la sabiduría, la música conformaban un universo único. Grandes profesores, escritores y humanistas estudiaron en sus claustros. Un edificio del neo-renacimiento italiano. Tuve profesores que amaban las letras y amaban enseñar. Hombres de renombre nacional y, muchos de ellos, internacional; todos de una generosidad ilimitada. Evoco a Rodolfo Modern, Julio Balderrama, Germán Orduna, Lorenzo Mascialino, Juan Sibermahart, Ángel Mazzei, Ricardo Ayabar, Lidia Siffredi, Reynaldo Carlos Ocerín. Y, por supuesto, la profesora Catalina Lago -Historia del Arte- discípula de Julio E. Payró. Nos vinculaban al universo de lo estético, de lo ético, al canon occidental. Virgilio, Ovidio, Catulo, Dante, Petrarca, Cervantes, Shakespeare, Goethe, Menéndez Pidal cobraban una dimensión inimaginable en nuestra vidas. Citar en los pasillos a Esquilo, Eurípides, Leopardi, Góngora, Gutierre de Cetina, Santa Teresa o Anacreonte era conversar con un familiar, con alguien que visitábamos con frecuencia, que nos indicaba signos y mitologías.

En mi hogar estaba presente el cine, el ballet, autores españoles del Siglo de Oro y de la Generación del 98. Sin duda la Guerra Civil Española, el nazismo, el estalinismo, la demagogia peronista. Mi familia gallega era habitué a los cafés, mi padre y mi hermano mayor sobre todo. En mi adolescencia conocí otros bares, otra bohemia, otra manera de mirar.

De niño escuchaba hablar a mis hermanos -era el menor- y a mis padres de temas inimaginables. Algunos hitos: Jimmy Durante, Condesa Pardo Bazán, Unamuno, Fred Astaire, Cole Porter, Eugene O'Neill, Ernesto Grillo, Arsenio Erico, Américo Castro, Rocky Marciano, Sarita Montiel, la crema dental Pepsodent, Osvaldo Pugliese, La Prensa, Santiago de Compostela...

Desde estas vivencias frecuenté los bares Moderno, Politeama, La Paz, Astral, Tortoni, Suárez entre otros, donde se discutía desde la Guerra de Vietnam hasta los crímenes de Stalin, de Mao o de Franco. Luego, ya mayor, junto a los poetas Rubén Derlis, Rafael Alberto Vázquez, José Antonio Cedrón, Luis Alberto Quesada, Roberto Santoro, Oscar González, Rubén Chiade, Lucas Moreno recorrí bares históricos.

Citábamos a Álvaro Yunque, Elías Castelnuevo, Roberto Mariani, César Tiempo, Aníbal Ponce, Máximo Gorki, Bakunin, Marx, Bernardo Koremblit, la Editorial Claridad y tantos nombres hoy relegados.

Corrientes, Lavalle o Florida ya no me pertenecen. Pocos lugares de la ciudad me pertenecen. Son burgos ajenos, desconocidos. Empobrecidos y degradados como toda una sociedad. Si sabemos ver, si sabemos observar lo advertimos. No todo tiempo pasado fue mejor, para volcarme a una frase vulgar. Pero sin duda el aire ha cambiado de manera feroz. La sociedad se desplazó lentamente a lo chabacano, a la ordinariez. En los últimos años particularmente. La literatura, el arte, la belleza, siempre fue para unos pocos.

El sentido de lo bello o de lo ético a lo largo de la historia fue así. Pero tanto el hombre cultivado o instruido como el iletrado o inculto admiraban arquitecturas, templos, museos, bibliotecas, escuelas. Ahora creo que el desconocimiento, la imbecilidad, la ignorancia posee rasgos ilimitados. Para las nuevas generaciones el mundo comienza cuando abren el celular, se comunican con monosílabos. Y sonríen como opas. Leemos sobre "los cretinos digitales", la generación Z, los millennials, los emojis, el cociente intelectual, la frivolidad. Ese es sólo un aspecto, hay tribus de cuarenta o setenta años que dan pavor. Hay cabezas y cabezas, querido lector. Y hay tarugos en todas las estanterías. Tener en cuenta.

Por supuesto siempre hubo islas y las seguirá habiendo. Invoco la Biblioteca de la Federación Libertaria Argentina, la Biblioteca Nacional de Maestros, la Biblioteca Carlos Sánchez Viamonte, la Biblioteca Ricardo Güiraldes, la Biblioteca del diario La Prensa, la Biblioteca Miguel Cané, la Biblioteca José Ingenieros. Pienso en Fahrenheit 451, la novela distópica de Ray Bradbury. Mi intención en estas breves líneas, caro lector, fue simplemente evocar lo perdido. Una suerte de búsqueda del tiempo abandonado. Eso, nada más. Le ruego que me excuse.

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2022
miércoles, noviembre 30, 2022 No comments
Carlos Penelas fue invitado al programa "Hablando de Arte", conducido por Nolo Correa. Aquí compartimos la entrevista que se difundió este domingo.


lunes, noviembre 21, 2022 No comments
Este viernes Editorial Dunken editó Poesía esencial, nuevo poemario de Carlos Penelas que comenzará a distribuirse en librerías en los próximos días. 






El libro, que estará presente en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2023, podrá conseguirse en Librería Hernández (Corrientes 1436), Librería Edipo (Corrientes 1686) Librería Zival's (Callao 395) y Librería de Ávila (Adolfo Alsina 500), la librería más antigua de la ciudad. Sus orígenes se remontan a fines del siglo XVIII.


En las fotos tomadas en la editorial, el poeta se encuentra acompañado por Yanina Brenta, coordinadora de la edición, y Sebastián Dávalos, responsable de Prensa de Dunken. 



lunes, noviembre 14, 2022 No comments
"Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos" 
B.P.G.

He mencionado en más de una oportunidad que mi padre fue un buen lector de los clásicos españoles. Entre ellos amaba a Benito Pérez Galdós. En su biblioteca su obra completa encuadernada, los Episodios Nacionales -cuarenta y seis tomos- y diversos textos en torno a su producción. Debemos recordar que don Manuel, a los seis años, cuidaba cabras en una aldea de Galicia, en una perdida aldea de La Coruña. A los doce años conoció obreros socialistas y anarquistas que le enseñaron a leer de verdad.

Galdós fue un escritor inmenso. El uso del lenguaje -culto o callejero- es influencia del estilo cervantino, el diálogo es inspiración de los clásicos, lo coloquial era la corriente realista de la España del siglo XIX. Fue, sin duda, el maestro indiscutible del realismo literario en España. Nadie como él.

Manifiesta en el discurso de entrada en la Real Academia Española (1897): "Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción..."

Podemos hablar de Fortunata y Jacinta, El abuelo, Misericordia... Marianela, la primera novela de su autoría que leí a los catorce años. Pero también está Tristana, Trafalgar, Memorias de un desmemoriado... Y cuentos, crónicas, artículos, teatro. Benito Pérez Galdós es considerado el mejor novelista de España después de Cervantes.

Fue un hombre honesto, de conducta liberal. Su anticlericalismo lo sufrió en una época hostil, reaccionaria, de beatería sin límite. No comprendieron la dimensión literaria y humana de su vida. Por esta razón y su republicanismo no obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Tal vez por la sociedad en la que vivió dejo escrito: "La moral política es como una capa con tantos remiendos, que no se sabe ya cuál es el paño primitivo".

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2022
jueves, noviembre 10, 2022 No comments
Hoy desperté con evocaciones. El club de mi infancia, el natatorio, los partidos de fútbol, la escuela primaria frente a Plaza Lavalle. Al mismo tiempo recordé el moño con pintas blancas y el cardigan azul. Los breches. Un álbum de figuritas. Un retrato del General Paz, el busto de Julio A. Roca, el mausoleo de Sarmiento. Después del desayuno salí a caminar por Plaza Rodríguez Peña como lo hago habitualmente. Recordé una novia de ojos celestes de mi adolescencia, un cumpleaños de quince, la escuela secundaria. Y las bibliotecas de mi casa. La de mi padre, la de cada uno de mis hermanos, la mía; la menor de todas. En un café fumé mi pipa y navegué por ciudades, pueblos, aldeas. Y asombrado vi pasar la vida.

Foto: Emiliano Penelas

En un artículo que publicó Jorge Luis Borges sobre los poetas de Buenos Aires (1966), señala que “así como otros países, Inglaterra por ejemplo, sueñan con el mar, así nosotros tenemos como una nostalgia de un tipo de vida infame y cuchillera”. Sabemos que toda realidad es compleja y que tal vez el juicio de Borges no se ajustaba a la realidad, o mejor dicho, lo simbólico de nuestra identidad quizá no sea precisamente esa. Pero no está del todo equivocado, no estaba del todo equivocado. Desde la época de nuestras luchas intestinas hay algo de perversión, de sangre en cada movimiento, en cada acto. Nuestro primer cuento, El matadero de Esteban Echevrría, nos muestra violación, tortura e intolerancia. En nuestros días lo vemos en las barras bravas, en las escenas de la vida cotidiana, en el ocio represivo de las vacaciones, en ciertas mitologías que tienen relación con lo más bajo de nuestro ser nacional.

Los echaban. A los que no llevaban luto los echaban. Era obligatorio llevarlo. Mi padre no me lo puso. “Vas a ir a la escuela sin luto”. Yo tenía seis o siete años; sabía por las conversaciones en voz baja de mi familia, que algo no andaba bien, “que los pesquisas”, “que la demagogia”, “que la delación”, “que la cárcel”. Mi padre dijo: “No usé luto por mi madre ni por mi padre”. Don Manuel era ateo, contestario. Creo que la poesía viene de ese mundo. Mi madre configuró lo suyo con su ternura y su silencio, seguro. El resto vino con el aire y la nostalgia.

Años después comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes y de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós y de Emilia Pardo Bazán.

Voces, hay voces que me llegan desde lo literario. Adulón es una de ellas. Otras. Comparsa, mascarada, petulante, ominoso, locuaz, lealtades inconfesables, obsecuente. Una más: carnestolenda. Son vocablos que no se relacionan con lo poético, que se vinculan con otros temas. Voces que me acompañan desde hace siglos, voces que escucho en sueños, en hospitales, en fábricas, en embajadas, en programas televisivos. Carl Jung escribió que “…la naturaleza aspira a expresarse, agotando sus posibilidades. El hombre, igual.”

(Hoy escuché por radio un reportaje a una profesora de literatura. Contaba que los alumnos no podían leer libros, que les era imposible en cuarto año leer una página de Don Quijote. Querían analizar textos de la cumbia villera. La profesora estaba desesperada. El periodista dijo con firmeza: “Bueno, bueno, ni una cosa ni la otra”.)

Cuando una estatua que personifica a un dios es tocada por la palabra cobra vida. Genera un mundo metafísico, una metamorfosis que opera sobre el tiempo cronológico. El individuo no es sólo el resultado de un proceso histórico. El individuo es un ser polifacético. (¿Qué miente la historia, el Poder, la familia? ¿Qué ocultan en cada acto mis palabras, mis sueños, mis miradas? ¿Qué oculta cada lector, cada uno de nosotros?) Lo romántico contamina la crónica, la historia; distorsiona los hechos. Me sigue entusiasmando el vuelo del pájaro, las olas del mar, el silencio.

En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo y soberbia.

He regresado a casa. Miro los sillones, unos jacintos en el florero, diversas bibliotecas, óleos, lámparas, muebles fraileros. Miro fotografías de escritores, de médicos, de hijos, de amigos. Fotografías de Rocío, mi esposa, pequeños amuletos, bastones, dos percheros de mi familia, una bandera republicana, un bastón Watson - estilete -, un unicornio de la India, una mesa de ajedrez de mármol, boinas, retratos de actores y cineastas. La escalera de roble que lleva a mi biblioteca, manuscritos y poemas enmarcados, relojes de pared, coches de carrera de colección, un reloj de pie de péndulo alto, teléfonos antiguos, un fonógrafo alemán... En breve se editará mi libro de poemas.

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2022
viernes, noviembre 04, 2022 No comments
La libertad no necesita alas, lo que necesita es echar raíces.
Octavio Paz


Mi padre solía hacer largas caminatas por calles y parques. Me llevaba de la mano mientras señalaba monumentos, edificios, árboles. Por supuesto con explicaciones y sentencias morales. (Mi madre, doña María Manuela Abad - silenciosa, aguda, generaba un hogar familiar, cotidiano - solía decirme que procurara ser modesto, que era de bien nacido serlo. Y que observara las vidrieras de las tiendas elegantes, me educaría el gusto). En esas caminatas socráticas – debo aclarar que Carloncho era un niño de siete años – solía evocar a Manuel Seoane, Raimundo Orsi, Zoilo Canaveri, Antonio Sastre…pero también mencionaba a los carbonarios, a movimientos liberales de principio del siglo XIX, al príncipe Kropotkin, a Tolstoi, la demagogia peronista y la sociedad de masas, el fascismo, el estalinismo, el nazismo y un mar de historias que iban desde la pobreza de su aldea en Galicia, pasando por las novelas de Galdós o de Cervantes, hasta el misterio de las creencias religiosas. “En lo único que creo es en Dios, de lo demás estoy seguro”, solía repetir con ironía. Poseía carácter, era enérgico; y un sentido mordaz del humor. Buen discutidor, sabía escuchar.

Citaba a Stirner o a Spencer; también opinaba sobre la masonería. Con los años fui comprendiendo su mundo, su mirada, su esfuerzo por elevarse. Un niño que cuidaba cabras en Espenuca llegó a leer a los clásicos, amar la zarzuela y el cine de Hollywood. El tema de la masonería – recuerdo su voz grave – desde la adolescencia me generó curiosidad. Con los años he leído e intentado estudiar algo de su historia, inequívocos aspectos, evidentes conductas. Misterio, señales, ritos, contraseñas, leyendas, ambigüedades y mitologías provocaron mi interés. Con el tiempo advertí la cantidad de hombres célebres que pertenecieron a la masonería. Desde lo político hasta lo cultural.

En muchos países fueron perseguidos por leyendas negras. Reyes, militares, científicos, músicos, artistas, hombres de gobierno han pertenecido a diversas logias. En general vieron un camino de perfeccionamiento interior, algo privado que no tenían por qué comunicarlo. Durante décadas muchos callaron su condición pues estaba la cárcel, el exilio o la pena de muerte.

En éste breve artículo es mi intención – hay publicaciones considerables con bibliografía que el leedor puede investigar – sintetizar un panorama de escritores vinculados con la masonería, de artistas y hombres del pensamiento o la acción. Es necesario aclarar que muchos literatos al mismo tiempo fueron masones aunque no reflejen directamente su compromiso con la masonería en sus escritos aunque sí manifiestan en sus obras el dualismo masónico-literario. Y, por supuesto, autores no masones que aluden en sus obras a la masonería.

Tuvieron en España, por citar un país y una época, vinculación con la masonería Alejandro Lerroux, Antonio Machado o Santiago Ramón y Cajal entre otros. La característica común de este heterogéneo grupo es su vinculación al librepensamiento y todas las ideas que ese movimiento proponía: defensa de la educación laica, fe en las ciencias, apoyo a los sefarditas, anticlericalismo o liberalismo religioso, matrimonio civil y en general republicanismo.

No es mi propósito abrumarlo con nombres. Sólo unos pocos ejemplos en diversos países y momentos históricos. Puskin, Pessoa, Chagall, Churchill, Garibaldi, Washington, Curros Enriquez, Lugris, Neil Armstrong, San Martín, Lugones, Sarmiento, Belgrano, Disney, Mozart, John Wayne, Bakunin, Fleming, Salgari, Conan Doyle, Pascoli, Carducci, Allende, Quasimodo, Hugo Pratt, Italo Calvino, Mallarmé, Chateaubriand, Swift, Twain, Goethe…

En algunos escritores observamos en sus obras algún tipo de espíritu o inspiración masónica. Ejemplos de ello son la fraternidad, la igualdad, la paz, la filantropía, la libertad de conciencia… estos valores mencionados, como usted puede observar, se presentan en lo universal, en el sentir del humanismo. No existe, que quede claro, una literatura masónica, como no existe una música, pintura o escultura masónica. Por las dudas, tampoco una política masónica. En su tesis doctoral, Ricardo Serna Galindo, argumenta: “No hay una literatura masónica a pesar de los muchos literatos de prestigio que han dado sus nombres a la institución, ni de las singulares obras literarias en las que se refleje de algún modo el imaginario masónico”. Más adelante acota: “Es preciso insistir en que sólo hay una literatura. Literatura sin más epítetos, lo que no impide anotar que el argumento masónico, o el ideario de la Masonería, o incluso el mundo simbólico que embebe la sociedad y sus aledaños, son elementos importantes a la hora de analizar el fondo y la forma de muchos autores y obras”.

Desde su nacimiento estuvo ligada a la arquitectura y a la idea de la construcción. Su paso a una actividad especulativa, a comienzos del siglo XVIII, podría parecer una renuncia a estos fines. Creemos que el ideal de la construcción sigue presente en la masonería del siglo XXI, teniendo hoy tanta vigencia como en sus albores. Estamos aludiendo al pasar el aporte de una visión heterodoxa del concepto del arte dentro del mundo masónico.

En la actualidad podemos constatar que se sacralizan actitudes e ideas, carentes de justificación, por materiales, efímeras o interesadas. Sin embargo, lo tradicional y trascendente se desacraliza. Es imposible soslayar que en la Edad Media se llamaba Arte Real a la ciencia que conocían los constructores de complicados edificios, ciencia que sólo ellos dominaban. Arte Real era también uno de los nombres del trabajo de los alquimistas.

Tal vez, entre los principales objetivos de la masonería, sea intentar conciliar los opuestos y lograr unir todo aquello que está disperso. Para ello los francmasones se reúnen en logias. No separan tradición de modernidad.

El filósofo rumano Mircea Eliade, en su libro Tratado de Historia de las religiones, describió como "hierofanía " o acto de manifestación de lo sagrado. Entendiendo aquí lo sagrado o numinoso en su sentido más amplio, laico y simbólico.

Incrédulo y fariseo lector: me siento camusiano o, si le apetece, un poeta librepensador del siglo XIX. Y no pertenezco a la masonería. Sin vueltas: uno es carencia, silencio, búsqueda. Así es el fervor del poema.

Carlos Penelas
Buenos Aires, octubre de 2022
martes, octubre 25, 2022 No comments
El Premio de Poesía Afundación cumplió 20 años y realizarán una antología comentada con sus ganadores, entre los que se encuentra Carlos Penelas.


La escritora Ledicia Costas ganó, con el poemario Ultraluz, la XX edición del Premio de Poesía Afundación, que se dio a conocer este jueves 6 de octubre en la Sede Afundación Santiago de Compostela. 

El galardón comenzó su recorrido en el año 2002 a instancias del PEN Club de Galicia y de Afundación, Obra Social de ABANCA. El objetivo es el de reforzar la imprescindible producción poética en gallego y continuar el enriquecimiento de la creación cultural gallega actual.

En su elenco de ganadores figuran poetas gallegos como Xavier Seoane, María do Cebreiro, Román Raña, Arcadio López Casanova, Marilar Aleixandre, Carlos Penelas, Luís Valle Regueiro, Emma Pedreira, Xavier Rodríguez Baixeras, X. Daniel Costas, Yolanda Castaño, Elías Portela, Miguel Anxo Fernán Vello, Olalla Cociña, Estíbaliz Espinosa, Gonzalo Hermo, Miguel Sande, Oriana Méndez o Medos Romero, ganadora de la anterior convocatoria.

El premio cuenta con el apoyo y la participación de la Xunta de Galicia, cuya implicación en el proyecto garantiza la estabilidad del galardón y contribuye a preservar esta cita de referencia en la agenda cultural gallega, al tiempo que estimula la creación literaria. Afundación y el Centro PEN de Galicia, tras casi dos décadas de implicación y compromiso con la poesía y con la literatura gallega, continúan trabajando por un género indispensable que, aunque minoritario, sirve de cimiento para la consolidación de la renovación estética y para la normalización de la lengua gallega.

Además, destaca la participación de la Consellería de Cultura, Educación e Universidade, a través de la Dirección Xeral de Políticas Culturais, que viene colaborando desde hace años con esta cita de referencia en la agenda cultural gallega, al tiempo que estimula la creación literaria. Afundación y el Centro Pen de Galicia, tras veinte años de implicación y compromiso con la poesía y con la literatura gallegas, continúan trabajando por un género indispensable en la renovación estética y para la normalización de la lengua gallega.

Desde el Departamento de Cultura de Afundación se encuentran preparando una Antología comentada para celebrar el XX Aniversario del Premio de Poesía Afundación, y en la publicación en la que participará el poemario con el que ganó Carlos Penelas.
sábado, octubre 08, 2022 No comments
a Manuel Gayol Mecías


He confesado en más de una oportunidad que leo a Borges desde los quince años. Su obra poética, su obra narrativa, sus breves ensayos siempre me apasionaron. Nuestro poeta ha transitado una íntima unión entre lo simbólico y el laberinto, búsqueda de un significado en sueños, laberintos; un mundo interior, un entorno lingüístico. Un tránsito siempre de una voz humanista, dones que atesoran silencio y belleza.

La experiencia de la vida siempre condiciona al poeta. Hay un mundo que se crea ante la decadencia de todo lo que existe. Y debemos observar que la dualidad de la poesía frente al existir es sólo aparente.

Como toda obra de trascendencia la de Borges actúa en un ámbito literario universal. Sin duda hay otras convergencias, la hispanoamericana, la europea. En Argentina, durante décadas se la ha tildado de extranjerizante. Sin duda es argentina por la avidez cultural cosmopolita, ente otras cosas. En primer lugar – son varios los enfoques que intentaremos señalar de forma sintética – la insularidad de su prosa, la novedad de la prosa borgeana es una realización privilegiada de la tradición hispanoamericana. Pero en toda su obra admiramos la mirada de un escritor dotado para la especulación intelectual. Y hay, además, una reelaboración de nuestra realidad cultural. Recuperamos en sus páginas la complejidad de su mundo pero también nuestra propia invención del hecho creador.

Creemos oportuno recordar que muchos de sus detractores no vieron, o no quisieron ver, sus textos y sólo glosaron sus opiniones periodísticas. Allí está, como ejemplo, el poema Cristo en la cruz, perteneciente al libro Los conjurados. Este poema no puede ajustarse a un régimen fascista, se llame Pinochet o Videla. Ni al populismo que amenaza la soledad y la ética. Escribió además: “…desconfiaríamos de la inteligencia de un Dios que mantuviera cielos e infiernos”.

La teología era para Borges lo más fascinante de la literatura fantástica.

La particularidad de su poética está en haber interpretado el arte como continuidad y superación, más que como ruptura con la tradición. El poeta aspira a un arte intemporal desde una visión metafórica de su existencia. Su lírica significa un renovado lenguaje de condensación. Sus raíces son parte de la tradición de la poesía metafísica. Y fundamenta, a su vez, una ética no dogmática.

En su temática encontramos los antepasados, la patria, la memoria y el olvido, el ejercicio de la literatura. La soledad y la muerte.

La literatura argentina cuenta, después de Sarmiento, con escritores que tuvieron fama internacional: Lugones. Sábato, Cortázar y Borges. Y otros que formaron la frondosidad de la literatura nacional como Molinari, Franco, Mujica Láinez, Marechal, Martínez Estrada, Denevi o Quiroga. Divergencias y convergencias, sin duda, pero estamos intentando hacer una lectura estilística. La estética de Borges es la de un creador de metáforas. Enfatiza la metáfora como núcleo del lenguaje literario.

Entre los símbolos más conocidos en su obra se encuentran el laberinto y el espejo. Símbolo de la prisión (real o imaginaria) el primero; revelación del propio ser, el segundo. Desde luego, hay otras interpretaciones. Estas son las más afines a nuestro sentir.

Para finalizar recordemos un juicio de Julio Ortega. “Como ocurre con Mallarmé y con Joyce, y también con Vallejo y Neruda, la crítica sobre Borges forma parte ya de la misma obra de Borges: no porque sea su paciente tributo, sino porque desarrolla su existencia intelectual, diseña el ámbito de su aventura creadora y, en fin, da cuenta de su radical renovación del acto literario”.

La excepcionalidad, no es un dato menor, se licua entre la multitud. La omnipotencia se transforma – de más está decir en estos tiempos – en carencia. La literatura un resquicio, en algunos casos una obstinada ostentación. La literatura edificante no se ha detenido, como sostiene David Viñas, en las sacristías ni en las congregaciones beatas.

La literatura -en una época de globalización, banalidad y decadencia generalizada - tiende a polarizarse, a esfumarse. Se hipertrofia la espiritualidad, se crea una escenografía en torno a lo inmediato. La creación necesita silencio, tiempo, maduración. Y advertimos que las contraposiciones resultan cada día más homogéneas. Sin pedestales, entonces. Sin apelaciones a lo sentimental.

Quien lea sus páginas encontrará a uno de los creadores más lúcidos y de inevitable pluralidad, una voz propia que pertenece al tiempo. Conforma una emoción intelectual, una pasión por el idioma, una búsqueda emotiva del símbolo, la integración equilibrada de lo nacional con lo universal. Eso es lo que hay, eso es lo que leemos. Su vigencia continuará dentro de un mundo cultural cada vez más asediado. Pero también necesitamos preguntarnos – sin ingenuidad, sin idealizaciones – quién lee en estos tiempos a Victor Hugo, a Pérez Galdós, a Rubén Darío. Si jóvenes universitarios desconocen la Guerra Civil Española o La Comuna de París, estudiantes de teatro ignoran a Meyerhold, jóvenes escritores no leyeron a Molinari o Góngora me es muy difícil hablar de su vigencia. El legado existe, está en su poesía y en su prosa. El resto forma parte de una sociedad hipócrita, rodeada de astucia, picaresca y grosería. Para sintetizar: decadencia, populismo. No olvidemos su anarquismo spenceriano. Quedan islas, sin duda. Lugares donde se crea, se trabaja y se siente lo utópico del hombre.
Entre las amenazadas virtudes nacionales la lectura de Sarmiento o la de Borges comparten el cielo traslúcido de lo intemporal. Allí la poesía, el tiempo de la utopía. Volver a ellos -como a otros poetas de infinitud- nos da aliento en un territorio de ríos oscuros y soledad durísima.

Hay siempre un proceso alquímico que nos eleva, que nos hace recurrir a los grandes autores. No sólo es el estilo, las cadencias, el misterio de un cosmos, la belleza que eleva, un cierto monólogo mágico. Como señaló en el prólogo de Los conjurados: "Escribir un poema es ensayar una magia menor. El instrumento de esa magia, el lenguaje, es asaz misterioso. Nada sabemos de su origen".

Carlos Penelas
Buenos Aires, septiembre de 2022
sábado, septiembre 24, 2022 1 comments

Ya se encuentra disponible la edición agosto/septiembre de la revista Amanecer on line, que incluye el artículo de Carlos Penelas "De la poesía, de la virtud". 


La revista puede leerse en este enlace https://amaneceronline.com/202208/





martes, septiembre 13, 2022 No comments
Días atrás Rocío vuelve a hablarme de su padre, Luis Danussi, un militante del anarco-sindicalismo argentino, de larga trayectoria, de honestidad, integridad y generosa vocación. Un hombre - amante de la literatura, el cine y la pintura -que llegó a tener correspondencia con Albert Camus. Perseguido y encarcelado sistemáticamente por el peronismo supo combatir el fascismo de izquierda y de derecha. Continúo escribiendo y dando conferencias hasta el final de sus días en favor de la libertad. Combatió siempre el autoritarismo, la demagogia, la corrupción y la falta de escrúpulos de la mayoría de los gobiernos. Y de los pueblos.


Hizo mención también a Agustín Souchy cuando vivió en su casa de Villa Domínico. Rocío era adolescente cuando Souchy visitó Argentina en los años 60. Luis Danussi había estado en Cuba al poco tiempo de estallar la revolución cubana y de inmediato tuvo una impresión negativa del accionar de sus líderes. Vale la pena recordar un libro: Cuba: país de poca memoria, 1951, escrito por el lúcido periodista italiano Aldo Baroni quien vivió en Cuba durante la dictadura de Machado. Pensamos que es un buen punto de partida para analizar el estatuto de la desmemoria y sus efectos en la sociedad cubana. Y en toda sociedad.

Éste breve artículo sólo quiere reflejar aquello que no se quiere ver. Y explicar por qué muchas cosas se reiteran en la historia. La masa - ortodoxa siempre - dogmática y ciega. Recopilamos datos entonces de nuestro personaje.

Mario Castillo Santana dice: “En esta figura hoy olvidada es interesante constatar que a diferencia de otros que vinieron a Cuba en esa época, como Hans Magnus Enzerberger, Regis Debrais, René Dumont, Max Aub, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Allan Ginsberg, Oscar Lewis, Wright Mills, Adolfo Gilly, Waldo Frank; Agustin Souchy no tuvo que esperar a que se produjera en Cuba el giro político que desembocó en los años 70 para superar la mirada idílica sobre la revolución cubana, la cual afectó la visión de la mayoría de aquellos viajeros. Así, ya para fines de 1960 Souchy tenía listo su folleto Testimonio sobre la revolución cubana, un texto que en Cuba sólo fue publicado parcialmente y después retirado de la circulación pública por las nuevas autoridades cubanas, para salir íntegro en la editorial «Reconstruir» de la Federación Libertaria Argentina”.

Souchy se hizo anarquista leyendo a Gustav Landauer. En 1914 se declaró insumiso y se refugió en Suecia, donde fue detenido por difusión de panfletos antimilitaristas. En la cárcel escribió un libro sobre Landauer, quien había sido asesinado el 2 de mayo de 1919. En 1920 participó en Rusia del Congreso de la Tercera Internacional. Allí se contactó con el Kropotkin, viviendo en su casa. A su regreso escribió un libro sumamente crítico del régimen soviético. En Berlín, 1922-1923, formó parte del secretariado de AIT junto a Rudolf Rocker y Alejandro Schapiro. Su vida es de una actividad inmensa, de un peregrinar en busca de libertad y ética social. Rocío me contó que tenía muy buen humor, que era muy simpático. Recordemos que estuvo en la casa de su padre durante quince días. Gustaba del strudel de manzana que hacía su madre, doña Elsa, esposa de Danussi. “Mejor que el de Alemania” solía repetir.

En julio de 1936 marchó a Barcelona, donde fue nombrado responsable de relaciones exteriores de la FAI y consejero político del CR de Cataluña y del CN de la CNT. Consumado políglota, dotado de cualidades diplomáticas, un enorme prestigio y fama internacionales, así como de una gran experiencia militante, se convirtió en extremadamente valioso para los comités superiores cenetistas.

Veamos el testimonio del español Ángel Samblancat: “He leído bastantes escritos de Agustín Souchy y le he oído hablar en no pocas asambleas. Por fortuna para él, Souchy no es un orador al modo y a la moda clásicos (…) En Souchy sorprende el caudal de sus ideas (…) esa universalidad de su atención lo erigen para nosotros a la condición de guía de gentes, que es lo propio del internacionalista perfecto y lo sitúan entre los pensadores más considerables de nuestra época. El intelecto de Souchy es penetrante, cortante y agudo, porque es amoroso. Si no lo fuera (…) no confraternizaría con los vagabundos afines y no sembraría semillas de porvenir en uno y otro lado del hemisferio, que a él le parecen dos salones de una misma vivienda”.

Vale la pena recordar que cuando triunfa la revolución cubana en enero de 1959, Souchy es una figura de relieve internacional en los medios sindicales conocedor en profundidad de los proyectos cooperativistas que se están desarrollando en Israel, Madagascar, Etiopía, Bolivia, Yugoslavia, Costa Rica, Honduras y el propio México.

El historiador Juan Manuel Ferrario escribe: “Los anarquistas, experimentados en materia de ser perseguidos por gobiernos de todo tipo, habían tomado la precaución de mandar previamente un ejemplar del libro a la Argentina, donde los anarquistas de la Federación Libertaria Argentina lo editaron, gracias a ellos podemos conocer lo que vio Souchy en Cuba, donde vaticinaba cosas que luego poco a poco y lamentablemente, fueron sucediendo. Y no sólo los anarquistas fueron perseguidos, sino también los homosexuales, a quienes se encerraba en campos de concentración. La revolución cubana nació de un abanico mucho más grande que de las ideas comunistas que luego se le metieron. La influencia anarquista en Cuba fue mucha, no solo desde tiempos inmemoriales cuando llegaban a Cuba las ideas anarquistas de la mano de Enrique Roig San Martín, sino también por haber sido uno de los países donde muchos anarquistas se exiliaron tras la caída de la República en España, entre esos exiliados anarquistas estaban los padres de Camilo Cienfuegos. Los colores rojo y negro de la bandera del 26 de julio es otra muestra más de la influencia anarquista en Cuba. Otro anarquista miliciano en España, luego exiliado de Cuba fue Abelardo Iglesias, quien en su libro «Dictadura y revolución en Cuba» relata cosas similares a las que contaba Souchy. Los anarquistas cubanos participaron de la revolución pero tras la llegada de Castro al poder fueron apresados, torturados y exiliados. Ni hablar de cuando vieron cómo los comunistas cubanos iban llevando la revolución hacia intereses que no eran por los que el pueblo había luchado. Algo similar a lo que ya habían visto en España en los años 30. La dictadura de Batista, anterior a la de Castro, había contado con el apoyo de los comunistas, siempre pioneros en traicionar buenas causas. Otros anarquistas cubanos fueron los hermanos Moscú, uno de ellos torturado por la policía política castrista hasta mas no poder, algunas fuentes señalan que al enterarse de ello, Cienfuegos, que no era anarquista, tuvo una gran pelea con Raúl Castro y a los pocos días desaparecía en «un avión caído al mar», nunca lo sabremos a ciencia cierta, por una cuestión de Estado”.

Estimado lector, le he entregado estas líneas para que conozca el pensamiento de un hombre olvidado. En su vida, en sus escritos, palpita el mundo libertario, el universo que Camus soñaba. Si recurrimos a sus libros, a sus testimonios no nos engañaremos con falsas revoluciones, con míticos engaños, con líderes verborrágicos, con relatos que nos llevan a la imbecilidad y a la anamnesis histórica. Y también al exilio, la cárcel o la muerte.

Agustin Souchy Bauer nació el 28 de agosto de 1892 en Racibórz, en la Alta Silesia (Polonia) y murió el 1 de enero de 1984, en Munich (Alemania).

Carlos Penelas
Buenos Aires, 3 de septiembre de 2022
lunes, septiembre 05, 2022 No comments
Foto: Emiliano Penelas

Como un destino he callejeado la ciudad.
Cada acera fue en su tiempo una revelación.
Puedo enumerar bares, pasajes, librerías,
rostros de mujeres amadas, insomnes.
Puedo hablar de la noche, del alba,
de plazas, de monumentos, de portales.
De las tramas del crepúsculo que sin dudar
van prediciendo olvidos y lecturas.
Solitario entre la multitud descubro
hasta donde llega el destierro,
el aliento perezoso o la impaciencia.
(También los barrios como el puerto
 tejen mi vaguedad en imágenes).
A veces siento el mar, la rosa desolada,
la sombra de un capitel inmóvil
al evocar una lluvia marina
distraído entre árboles y flores.
(Descubrí una calle extrema con escaleras;
y su melancolía flotante,  íntima).
Litografías sobre una vigilia amatista.
Deambulo la ciudad nutrido por el gozo.


Carlos Penelas
Buenos Aires,  julio de 2022
viernes, septiembre 02, 2022 No comments

Se encuentra en proceso de edición Poesía esencial, nuevo libro de Carlos Penelas. Publicará Editorial Dunken.  Llevará en tapa una fotografía del poeta realizada por Emiliano Penelas. El autor seleccionó  poemas escritos durante los últimos cinco años. Algunos de ellos fueron editados en plaquettes – tiradas de veinte ejemplares-  numeradas y firmadas. La mayoría de los poemas son inéditos.

El poeta agradece a la editorial el denuedo y el patrocinio que le viene otorgando.

La clave está en analizar el sentido afectivo del lenguaje, el modo de concebir la realidad. Y observar las fuentes literarias. Las fuentes levantan el edificio estético del poema. Es cuando podemos pensar en “el temple sentimental”, en el espíritu cósmico, en la tradición literaria que incorpora y asimila el imaginador. Recordemos a Schelling cuando afirmó que la Belleza “es la representación simbólica del Infinito”. Carlos Penelas.

Agradecemos la difusión de esta gacetilla.

lunes, agosto 29, 2022 No comments
Estos últimos días estuve pensando en el fracaso de mi vida. Me equivoqué en todo. Es evidente que las palabras y los consejos de mis padres no fueron escuchados correctamente. O al menos aprendidos. Es evidente que las voces de mis hermanos mayores se perdieron en el averno. Las lecturas de la niñez, el amor por los parques, los juegos infantiles, los mares o las noches estrelladas no sirvieron de nada. Tampoco grandes maestros o profesores pudieron hacerme comprender los secretos de la existencia. Páginas y estudios sobre las literaturas medievales españolas, italianas, alemanas o inglesas fueron en vano. Las palabras de Esquilo, de Virgilio o de Shakespeare hicieron más complejo todo. De igual manera la música de Mahler, Brahms o Beethoven. Los pensamientos del Príncipe Kropotkin o de Proudhon no hicieron mella. De nada sirvió recorrer museos del mundo, ciudades europeas, dictar conferencias. De nada admirar las grandes obras cinematográficas. Ni el neorrealismo italiano pudo con mi inconciencia. El afecto y la amistad de hombres y mujeres pasaron sin pena ni gloria. Una vida al garete.

Foto: Arthur Tress

Esto, y otros devaneos, pensé mientras esperaba en un cajero automático para retirar dinero. Los observé. Minuciosamente, con todo el tiempo del universo. Ancianos, jóvenes y no tan jóvenes parecían estar frente a un confesionario. Eso reflexioné. Deben reconocer sus desgracias o sus pecados. Deben comunicarse con el más allá, de manera virtual, sin sacerdote como intermediario. ¿Un sacramento de la penitencia? Horas frente al cajero, con celulares o sin ellos, con plaquetas y ordenadores, con auriculares inalámbricos, con antejos pegados a las pantallas o retirándose unos metros para analizar, para pulsar el teclado, para buscar papeles, para hacer gestos contrariados, memorizando números crípticos o claves. Hace mucho que vengo estudiando los casos. En todos los cajeros lo mismo. Créame, querido lector, no estoy divagando. ¿Qué hacen, qué buscan, qué trámites ocultos realizan? (Miro: portafolios en el suelo, carteras entre las piernas, zapatos torcidos. Miro: diarios viejos en un rincón, dos latas de cerveza vacías, unos trapos cerca de la puerta. Los visitantes de la noche, los que duermen en las calles y buscan dormitorios pasajeros). En más de una ocasión quise preguntarles, sin ser agresivo, cuál es el motivo, el deseo de la libido, lo incontrolable de sus actos. No me animé. Me sacaban de quicio pero me fue imposible. Comprendía a la señora mayor en silla de ruedas o al señor con anteojos gruesos. Pero en todos parecía que algo - subrepticio, reservado, profundo - los guiaba. ¿Estaba ante una película de Hitchcock o de Polanski? Luego imaginé sus vidas. Fui cavilando en la niñez de cada uno, en sus pasiones - ¿las tenían, las tuvieron? – en estudios, en parejas, en trabajos. Pensé en el origen de sus familias, en sus fantasías sexuales, en el populismo, en la astrología, en ciertos momentos de iluminación. También sospeché de enfermedades, desasosiegos, congojas, pesadillas. Alteraciones sensoriales, elementos semiológicos, éxtasis y revelación. Aversiones, sublimaciones de traumas... No, no era posible interpretarlo desde el mundo real. Como observador nunca logré identificarme con ellos, de sus vivencias. Diferentes en sus clases sociales, unidos en la patología. Concebí, una tarde, que desafían las leyes naturales. Tiempos eternos ante los cajeros: sin sed, sin necesidades fisiológicas, sin respiro. Hasta sospeché de sus clubes de fútbol, de pequeñas manías, de enfermedades neurológicas, de la incapacidad mental para comprender – o al menos intentar – el cosmos. Y otros temas que no me atrevo a confesar.

Perdón: usted ¿cuánto tarda en el cajero automático?

Carlos Penelas
Buenos Aires, 8 de agosto de 2022
jueves, agosto 11, 2022 No comments
En una palabra: para parecer un hombre honrado, lo que haced falta es serlo.
Boileau


Tengo sobre el escritorio varios libros para leer. A veces se acumulan. En estos días la situación del país y del mundo me hace leer bastante los diarios. Noticias nacionales – algo así como distintos sainetes mezclados, plagiados y reiterados – y las del mundo. En verdad prefiero la lectura de poesía, el cuento, los ensayos, la crítica literaria. Por supuesto voy al teatro, escucho a Mahler o a Grieg, veo cine. Cine clásico en lo posible. Pero los tiempos son los tiempos. Y en Argentina advertimos, día a día, hora a hora, la descomposición sin límites. Pero sigamos o empecemos con el artículo.

Uno siempre recuerda su infancia, sus juegos, la actitud de una familia. El amor de los padres, la voz de los hermanos, las formas de mirar, la cultura que nos ayuda a comprender el mundo y la vida. A preguntarnos de dónde venimos, adónde vamos, por qué soy como soy, cómo se puede conocer la realidad, descubrir que la historia social y política se halla entremezclada con la historia de la religión...Es allí, en el hogar, en nuestra familia -siempre lo sostengo- donde nacen las emociones, las simpatías, la elegancia, el gusto por la belleza. Las preocupaciones profundas contra las banalidades cotidianas Y el rechazo por lo soez, la chabacanería, lo grosero. La ética que lucha contra el dogmatismo, la demagogia, las tendencias populistas.

Roberto, mi hermano mayor, me decía cuando yo tenía siete u ocho años, que no comprendía de qué se reía la gente ante el cine de Chaplin. La discusión en casa, es necesario comentarlo, giraba entre la genialidad de Charles Chaplin o la de Buster Keaton. Luego se hablaba de Harold Lloyd, de Groucho Marx, de la vanidad de Oliver Hardy o la necedad de Stan Laurel. De allí, recuerdo, el salto a Jacques Tati. A mí, debo confesarlo, me maravillaba Danny Kaye. Y el dúo Dean Martin - Jerry Lewis.

Chaplin tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor, dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad.

Chaplin explicaba: “Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado…”

Mi padre, mientras tanto, me hablaba de la Guerra Civil Española, de Manuel Murguía de carbonarios, de la masonería, de la música barroca, de la novelística rusa del siglo XIX, de Miguel Ángel, del fascismo y del peronismo...y mis otros hermanos de pintura, de teatro, de jazz, de box, de esgrima, de fútbol, del infinito y lo absoluto. Como Carloncho era el menor, los escuchaba con devoción. Y así la síntesis totalizadora: mens sana in corpore sano.

Valéry cuenta que el pintor Degas "en ocasiones hacía versos y ha dejado algunos deliciosos". Según narró a Valéry el mismo Degas, un día le dijo Mallarmé: "Su oficio es Infernal. No consigo hacer lo que quiero y sin embargo estoy lleno de ideas". Y Mallarmé respondió: "No es con las ideas, mi querido Degas, con lo que se hacen los versos. Es con las palabras".

Mario Benedetti señaló en una conferencia: “Es sabido que los poetas, al menos cuando escriben, no son tímidos. Como bien señaló Aleixandre: "No hay un solo poeta que no modifique el mundo". Y eso no se perdona fácilmente, ya que la ampliación verosímil es: "No hay un solo poeta que esté conforme con el mundo". Y claro, eso suele provocar bien entendidos y malentendidos”.

Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que “en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades, sino que más bien están equivocados quienes buscan eliminarlas de nuestros tiempos…”

Mucho después, nuestro amado Spinoza escribió en su Tratado teológico político: “Es cierto que el secreto más grande y el máximo interés del régimen monárquico consisten en mantener a los hombres en el engaño y en esconder bajo el especioso nombre de religión el miedo con el que deben tenerse sometidos, para que combatan por su esclavitud como si fuese su salvación. Por otro lado se verá que en una comunidad libre, no se podría ni pensar ni intentar nada más funesto”.

Es curioso cómo se va cristalizando en el ser humano la dualidad que marcará el proceso ideológico y fáctico durante décadas e incluso siglos. Demagogos o dictadores llevan esas actitudes dúplices. Con el agravante que lo hacen ante las mismas audiencias, plazas o seguidores. La gran masa le es fiel y no se detiene jamás en el análisis de sus frases o sus proyectos. Además, el poder tiende a la impostura, todo es más eficiente si se practica a oscuras, entre biombos, en alcobas o parques, en cotos lejanos. No es de extrañar que Mickey y Donald sean en estas horas idolatrados en China. O que las espadas toledanas se fabriquen en la tierra de Mao para que los turistas de todo el mundo se lleven un recuerdo ibérico, un aire del Cid, una bacía de Quijote. El obispo español Bernardo Álvarez, Tenerife, declaró que el abuso pedófilo se debe “a que hay menores que lo consienten”; acotando sin respirar “e incluso, si te descuidas, te provocan”. Por otro lado, en Corea del Sur, el noventa por ciento de la población tiene acceso a banda ancha. Eso significa que hay millones de usuarios obsesionados hasta casos de muerte frente a la pantalla. Crearon un complejo especializado (mitad campamento, mitad clínica terapéutica) para intentar recuperar a casi dos millones. Un dato, sin duda. Mientras tanto bosnios y serbios, judíos y palestinos, indios y pakistaníes, rumanos y polacos, alemanes y africanos, Putin y su Partido hacen lo suyo. Por estas razones el Times eligió a Putin “hombre del año 2007”. Y ahora se viene la Copa Mundial Qatar 2022. Y desaparecen los genocidios y la mano pegada a la cartuchera, a lo Wayne. Sí, eso ocurrió hace tiempo. Pero todo vuelve, como Francisco con sus glosas evangélicas, la historia de la Universidad Católica de Tegucigalpa, los fondos de inversión en Londres, el Banco del Espíritu Santo o la pedofilia eclesiástica. Política y moral. Así sea.

Tanto en Quintiliano como en Cicerón la oratoria tenía un ideal, era alguien que enseña la virtud y trabaja por el bien del país. Había un interés humanista en sus teorías estilísticas. Erasmo, lo mismo que otros de su tiempo preocupados por la educación, utiliza la obra de Quintiliano como modelo de formar al hombre en la sabiduría y la virtud. La expresión que utiliza Quintiliano es la que el orador ha de ser “un hombre bueno diestro con la palabra”.

Mi hermano mayor, obsesivo como todos nosotros, me llevaba al cine y me hablaba de Chaplin. Eternamente perseguido por la policía, era todo un símbolo de lo que representaba el orden. Chaplin supo contradecir el sueño americano y describir lo miserable y la miseria de los buscadores de oro. En la agudeza de su mirada el mundo poético. “En este mundo hay lugar para todos”, suelta el barbero judío como un mensaje de fraternidad en El gran dictador. La comedia burlesca me sigue apasionando. Como el recuerdo de aquellas tardes en el cine de barrio. En este agosto mi hijo Emiliano - el cineasta no Lisandro, el actor - dará un ciclo sobre Panahi, Panahi Libre.

Ahora, son mis nietos los que me guían con sus fantasías, sus ensueños, sus juegos. Lo lúdico nos acompaña, nos persigue, nos guía. Y otra vez escuchamos la voz de los mayores, digo, de lo clásico, de lo eterno. Nos siguen hablando de lo estético, de la virtud, del destino.

Estimado lector, una vez más mi amado Boileau: “Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados, sólo se diferencias en que unos están más locos que otros”. Nos estamos viendo.

Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2022
viernes, agosto 05, 2022 No comments
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