© Carlos Penelas, 2014. Con la tecnología de Blogger.
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Carlos Penelas

Hace unos días descubrí un artículo que escribí hace tiempo. En esta tierra parece que nada cambia. Volvemos sobre hechos vividos como una pesadilla. Desde ya que el mundo se modifica vertiginosamente. Por los años 70, don Diego Abad de Santillán, a quien tuve el honor y el placer de tratar con asiduidad, me dijo: "Penelas, un siglo ya no es un siglo. Lo que ocurre en cinco años antes ocurría en un siglo". Pienso, desde mi escritorio, que ahora deben ser tres años. La IA, los cimbronazos de la ciencia, de la tecnología, han modificado todo. Todo es todo. Conducta, moda, alimentos, aspectos culturales, economías, tendencias ideológicas, formas de vida, el abandono silencioso de los desempleados, redes sociales, nuevas formas laborales, criptomonedas... y lo que usted desee agregar. En esta tierra sin embargo parecería que siempre giramos en torno al populismo, lo mágico, una esperanza imbécil, un juego de palabras que asombra por la fatuidad. Gobiernos, pueblo, intelectuales... "Hablar es escuchar", decía Heidegger. Aquí, amable lector, no necesariamente es así, Siento que en el universo actual tampoco. La fantasía argentina no tiene parangón. Puedo equivocarme. La gran mayoría de nuestros políticos son impresentables, camanduleros. Leamos a Bourdieu, a Foucault, a Chomsky... Los de otras regiones no son mucho mejor, pero son en lineas generales otra cosa. No mucho más, pero diferentes. No sabemos distinguir entre la literatura decorativa y la literatura rigurosa. Una historia falsa se sostiene en un contexto determinado. Los engaños sistemáticos parecen ser una cuestión de fe. En la Santísima Trinidad o en la pata de conejo los barra bravas. Y las historias se olvidan, se desconocen, se mutilan, se disfrazan. La ignorancia, la mala costumbre, la pobreza interior y exterior es palpable. La corrupción en esta tierra es estructural, tiene raíces históricas. Por favor, no lo olvide. Y los vaivenes políticos, jurídicos juegan al gallito ciego. Aquí va el escrito de hace años. Casi me olvido, caro lector, puede releer a Max Weber. Si le interesa el tema del poder y esas minucias.

Foto: Emiliano Penelas

"Sabemos, desde siempre, que la cultura se diferencia de la ilustración y de lo erudito. Que la sensibilidad es parte de la belleza, que el buen gusto requiere tiempo, reiteradas búsquedas, comparaciones. Y que lo ramplón nos genera estupidez, burocracia, premios. Un poeta siempre vive en el amor, en la pasión, en lo insurrecto. Es generador de aventura, es creador de fantasías. De lo contrario no es un poeta. Puede ser un oficial de justicia, un contador o un boticario. Puede ser un funcionario administrativo, pero nunca un poeta. El poeta tiene imágenes, percepciones, sueños. Y ve – lo siento caballeros, lo siento – lo que muchos no pueden ver. No es casual que en los años setenta algunos de nosotros, muchachos, sabíamos de "Cahiers du Cinéma". Y lo sabíamos, en parte, por "Tiempo de Cine". Se hablaba de técnica e ideología; nos hacía reflexionar Jean-Louis Comolli. Vengo, lo dije muchas veces, del Mayo Francés. Soy un hijo de ese movimiento, de esa historia. En esos años tomábamos facultades, participábamos activamente de dos y tres manifestaciones por semana, imprimíamos volantes y folletos, pintábamos en los muros leyendas subversivas, llevábamos en el portafolio revistas sediciosas, poemas de la Guerra Civil Española y bombas molotov. Y “la política golpeaba las puertas de los cines”. Se hablaba de la complejidad de lo cinematográfico como de la complejidad de los nuevos modelos en plástica o literatura. Hoy volvemos a pensar eso.

Hace un tiempo, nos visitó Tzvetan Todorov. Fue importante su presencia. Y fue fundamental su mirada sobre una sociedad que no quiere conocer su historia. Con la memoria no basta nos dice, la ilusión maniquea no es buena, nos dice, no hay compartimentos estancos. “Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él”, escribe.

Hablamos de hipocresías, caballeros. De montajes de espectáculos, señores. De aventureros mass mediáticos. De imágenes que se construyen porque son distintas a los políticos profesionales. De la honradez del devocionario. Que mienten, que engañan, que proponen. Y dicen y prometen. Que mienten como ladrones. Miseria del lenguaje, de bastardos. Sin remilgos. Olviden. No dicen estructuras. Estafan y son estafados. Con la moralina de “políticos decentes”, “militares patriotas”, “empresarios honestos”, “sindicatos participativos”, “intelectuales éticos”. Zonas de fraude y sacralidad. Plagios. Crean la sobreactuación como aquella Mani Pulite. Fascina el engaño, la esperanza, el novio perfecto y la señorita casta. Mecanismos ocultos que construyen el poder, las sectas. Me repliego, nos replegamos. Y crece el fetichismo organizado. Pragmático, compañeros, de rodillas. Y meta cumbia y redoblante.

Hagan juego, caballeros, hagan juego. A la genuflexión, al oportunismo. Con el sayo del tecnócrata. Seamos asépticos, burócratas, dispendiosos. Seamos populistas, oligárquicos, militaristas, nacionalistas, reformistas, cagones. Eso, por sobre todas las cosas, seamos cagones. La picaresca criolla. A engañar, a la política mezquina, realista. Seamos imbéciles, deshistorizados. Seamos beatos. A emplear la sexualidad mecanizada, a levantar las banderas de una sexualidad empobrecida, institucionalizada, castradora. Hermenéutica y promiscuidad. De la eficacia hablan los caballeros. De la eficacia de los placebos, de las armaduras góticas.

Para pensar, amigo lector, para dar vuelta a la veracidad y a la idealización. Para ser irrespetuosos. ¡Ah, el olfato del predestinado! Y el guiño sobrador de estos pillos. El sainete es nuestro género. El mejor eslogan de la confusión es ese saber político, reaccionario. Se hace evidente. Hay que descubrirlo. Nos constriñen. ¡Ah, el estilo de vida! ¡Ah, los modelos!

Viven en sus ficciones. Territorios de la abstracción. Representan las estrategias; ante la declinación de la cultura política la autoexclusión. Sórdido, señores, sórdido. Contra los exaltadores optimistas, contra los que pontifican desde lo anacrónico. Todo se manipula. Burocracia sindical, ídolos, asesores de imagen. Cosmética emocional o simbólica. Se recluye, se privatiza al sujeto social. Se lo atomiza. Crecen los discursos sin teoría. Se consume, se seduce. Y crece el chisme, el mentidero para explicar “la realidad”. El cotilleo. Una trituradora de lo efímero, el vacío teórico que esteriliza.

Comencé hablando del amor y de un proyecto cinematográfico. Sobre eso edificaremos una mirada, una forma diferente de sentir. Tal vez no nos equivoquemos al pensar que hay un mundo insurrecto, vital, que desea otra vida. Por el momento la mentira, el engaño, la demagogia, el populismo, el descaro. Recuerdo cuando mi padre decía: "Fulano de tal es un hombre serio." ¿Qué significa esta palabra, este símbolo, en estas horas de ultraje, robo y corrupción? Aquí y en el mundo. Pero seguiremos, seguiremos. Las estrellas brillan en el infinito, el mar sueña los vientos de la aurora, la luna es más bella. Seguiremos por nuestra conducta, por nuestra conciencia, por nuestra voluntad ética."

Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de julio de 2025
lunes, julio 28, 2025 No comments

Compartimos el video con la lectura de poemas de Soliloquio del desvelo por Rocío Danussi. 



Video por Emiliano Penelas
viernes, mayo 30, 2025 No comments
El jueves 22 de mayo de 2025 Carlos Penelas presentó su último libro de poemas, Soliloquio del desvelo, en el Centro Galicia de Buenos Aires.


Recitado de poemas: Rocío Danussi.



Fotografía de tapa y material audiovisual: Emiliano Penelas


Participación de las escuelas de coro y de gaitas del Centro Galicia de Buenos Aires, dirigidas por los profesores Guillermo Suar y Alberto López.










viernes, mayo 23, 2025 No comments
Atónito, perplejo, pasmado, observo como el hombre común, el ciudadano de a pie, se vuelve torpe sin matices. Soy un flâneur desde mi juventud. Un contemplador de calles, personajes, bares. Y de las pocas mujeres -atractivas, elegantes- que han quedado. Ya escribí sobre cómo se lleva el paraguas, el tiempo que se tarda en un supermercado, en el cajero automático y otras delicias. Hoy, unas breves líneas sobre la torpeza en el caminar, una muestra más de una sociedad incivil.

Foto: Emiliano Penelas

No hablo de las dificultades motoras ni de movimientos no sincronizados. Lo señalo pues algún abombado puede entender otra cosa. No hablamos de abasia. Masas que caminan sin orden, personas que no saben cómo hacerlo.(Otro día señalaremos a la gente que dialoga con sus mascotas o de los tatuajes en el cuello). La parentela viste cada día peor, y no es sólo por la crisis económica, por la extrema pobreza y la falta, en líneas generales, de formación. Viste mal pues no han leído Crítica del gusto, de Galvano Della Volpe. Una ironía, zurumbático lector, una ironía. Veo señores mayores en ojotas, bermudas rotas y camisetas sin mangas. Veo señoras con sandalias, faldas de sus hijas o calzas luminosas con traseros voluminosos. Algunas mechas largas, andar atropellado, vestir desprolijo, actitud visceral. Una amiga de siglos cuando ve a alguien ridículamente vestido dice que tiene un espejo de madera. Recordemos que en los estudios antropológicos se comprobó que el cociente entre el perímetro de la cintura y el de la cadera debería ser de 0.7. Proporción considerada bella en todas las culturas. En el vestir y el andar voy observando claves. En jóvenes, adultos y cabalgadores veteranos.

Partiendo de esta base comienzo a analizar el caminar. Es ondulante, disperso, sin organizar. Muchos caminan haciendo “eses”, sujetando el celular sin darse cuenta de sus vértebras cervicales. Otros, por momentos, son vacilantes, por momentos cambian de andarivel, por momentos aceleran y se detienen sin motivo. Olvidaron que se camina por la derecha, que el zigzagueo es incomprensible, que esa suerte de serpentear los ha consustanciado. Viborean sin la menor noción. Y van sonriendo, perdidos, cenutrios sin salida. A esto le debemos agregar que muchos usan gibas, es decir mochilas colosales. Niños, adolescentes y hombres de negocios. Felices, por supuesto. Seres sin columna vertebral ni cerebral. La forma de caminar, estimados lectores, revela el estado emocional, la personalidad. Sintetizando: andar atropellado, vestir desprolijo, actitud visceral. Y no hablamos de artritis, de enfermedades vasculares periféricas, de trastornos de conversión o de la Papisa Juana. Pues se armaría “la de Dios es Cristo”.

De niño me enseñaron a mantener una buena postura, balancear los brazos con mesura, apoyar el talón del pie – del pie, reitero, talón del pie – antes que el resto del pie. No estoy diciendo que vaya ahora a buscar un fisioterapeuta, no malinterprete lo que escribo con claridad. Ni hablar que el movimiento revitaliza la memoria. El movimiento correcto, digo. A veces intento subrayarles a ciertos caballeros normandos de la city o del arrabal: “Miren como camina James Bond”.

Transitan agachados; sumisos. ¿Miedo, inseguridad? Barbilla paralela al suelo. Empiece por allí. Ni hablar de las señoras. Han perdido el buen gusto, la distinción. Basta ver sus atuendos, sus comportamientos, la torpeza lingüística. Por amor de Dios, como diría mi abuela, antes de salir fíjese cómo se viste. (Hoy tampoco hablaremos del messy hair o del desarrapado ilustrado). Para el bolsillo del caballero y para la cartera de la dama: verifique si la ropa que se implantó para cubrirse el cuerpo es adecuada para su edad. Lo menos es más, pero no siempre.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 25 de marzo de 2025
jueves, marzo 27, 2025 No comments
Buenos Aires, 2025.
Editorial Dunken.
Texto de contratapa Marita Rodríguez-Cazaux.
Fotografía de tapa de Emiliano Penelas.
Poesía.


Soliloquio del desvelo


Quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible.
Paul Celan



Allí, donde se abisma el mar, te sueño.

Dejo la pipa sobre el escritorio y miro.

Se azula el alma, atesora la imagen de la noche.

La desnudez oculta el reclinado silencio,

la mirada perdida, la eternidad sin nombre.

Luego vinieron los océanos, el lenguaje

que cubre las ventanas y los muebles,

la posesión de los ojos sobre el lecho.

El deseo es un sabor hallado

que ilumina tu cabellera perfumando el alba.

Es cuando la intimidad y el aire

engarzan memoria en la ternura.

Sin saberlo, las manos han tocado el infinito.


******

1946


Me azora la lejanía; la voz velera,

ese hollado pulso de la sombra.

Es cuando el poema sube su silencio.

Entonces, la soledad revela otra mirada.

La mitología, por último,

acosa al mar errante que nos sueña.


******

Retrato


Acuérdate. Es tan sólo una imagen.

Flotabas por encima de la parra

en la felicidad de un tiempo.

El niño y tú eran uno en esa tarde

que flotaba por encima de los techos.

El niño tenía siete años y era feliz en ese patio

envuelto de voces castellanas y gallegas.

Rodeado de reyes, de naves, de corsarios.

Era feliz en una isla desierta, en el lejano oeste,

en una nave espacial alrededor de la luna.

Ahora hay un hombre sentado ante una mesa,

inclinado sobre libros y papeles,

con una pipa en la mano y humo holandés.

Escribe unas líneas ante un niño

que una tarde soñaba por encima de los techos.



******

Variaciones sobre Betanzos de los Caballeros


Amigos, a estas tierras se llega

desde el ensueño. Algo que la vida ha cifrado;

una suerte de hidalguía,

de gentilhombre en el exilio con la misiva

de una mujer desventurada.

Lleva su tiempo, amigos, revelar el Mandeo,

las guerras irmandiñas, las cábalas del bosque,

el castro de Untía, las callejuelas,

la farmacia Couceiro, el casco histórico,

escuchar al cronista de la Cidade dos Cabaleiros

don José Raimundo Núñez-Varela y Lendoiro.

El sarcófago con el oso y el jabalí

de Pérez de Andrade o Boo,

el señorío en la torre de Alonso de Lanzós.

Y el Globo de papel más grande del mundo.

Los siete puentes de los siete ríos.

Las siete iglesias y los siete monasterios.

Miremos. Aquí un acuerdo imponderable

con la belleza y la llovizna. Un fulgor en el hechizo

de la noche. Es así, no enfatizo. El tiempo

y el destino abismaron litografías. Otro rito,

entonces, de lo inasible y la ternura.

(San Roque con bordón, sombrero y capa

acompañado de su perro Melampo).

Aquí el reino de mis antepasados,

una memoria que entreteje simetrías.

Esa extraña eternidad que aguardan

los náufragos o los poetas.



miércoles, febrero 19, 2025 No comments
Foto: Emiliano Penelas


Hoy he soñado con Buffalo Bill y los siux.

Pienso en Flash Gordon

pero soy admirador de Superman.

Recorro las calles del Far West

intentando memorizar el teorema de Pitágoras.

En la escuela enseñan las consonantes y las vocales.

Camino por Plaza San Martín de la mano de mi padre.

Madre coloca en mi pecho

una bolsita celeste de alcanfor.

Mi hermano mayor me regala una pelota de cuero.

Me envían a estudiar inglés a una academia.

En Rayo Rojo leo una epopeya con navíos.

Las sábanas almidonadas y planchadas

con una leve fragancia.

Las hermanas cruzando habitaciones

sin pisar el parquet.

Creo que en esa edad misteriosa fui feliz.


Carlos Penelas
Febrero de 2025

domingo, febrero 09, 2025 No comments

Adelantando la salida del próximo poemario de Carlos Penelas, Soliloquio del desvelo, Editorial Dunken publicó nuevos señaladores con la tapa del libro, con fotografía de Emiliano Penelas, y unas palabras de Alejandro Dunken sobre la obra del escritor.  


sábado, febrero 08, 2025 No comments
Soliloquio del desvelo, de Carlos Penelas, publicado por Editorial Dunken, saldrá a la venta a finales de enero. Lleva en contratapa palabras de la profesora y crítica literaria Marita Rodríguez-Cazaux y fotografía en portada de Emiliano Penelas.


De su poética dijo Graciela Maturo: "Leer estos poemas escogidos de Carlos Penelas es compartir una aventura existencial y poética, descubrir un itinerario espiritual, y vivir el rito de la palabra en uno de los mejores poetas argentinos de la generación del 70, y de toda época. Su acordada sabiduría, su tensión hacia la totalidad, otorgan a la poesía de Penelas una cualidad metafísica que da sentido a la experiencia y la hace plena. Eso permite al lector, a nosotros, compartir una suerte de felicidad a la que llamamos belleza."

Bernardo González Arrili señaló: "Goethe sostenía la necesidad de que toda poesía fuera 'ocasionada', es decir que detrás de cada poema hubiera una experiencia, una realidad vivida. En Carlos Penelas, esta exigencia del clásico parece cumplirse. Hay un dominio apreciable de la alusión, de la sugerencia, de la palabra que a la vez dice y no dice. Una historia latente que sólo se nos aparece transfigurada en un universo de símbolos".

Por último la mirada de Luis Soler Cañas: "Despojado y preciso, expectante en este caso, es el tono lírico de Carlos Penelas. Arraiga en las formas más puras de la lírica tradicional española. En su expresión estas formas se reivindican demostrando su ubicuidad en el tiempo y en el espacio y muestran la identificación del autor con sus esencias. Penelas crea un marco arcádico e, instalado en él, recupera el ser de la naturaleza en la sencillez y recogimiento de su ámbito. Todo fluye y pasa sujeto al ritmo cósmico que el poeta habita y sabe comunicar en el ajuste de su intemporalidad intrínseca".

viernes, enero 03, 2025 No comments
Está en curso de edición, enero de 2025, el poemario Soliloquio del desvelo de Carlos Penelas. El libro lleva en contratapa palabras de la poeta y crítica literaria Marita Rodríguez-Cazaux y fotografía, en portada, de Emiliano Penelas.
 
La obra reúne poemas de los últimos cinco años publicados en medios culturales de Argentina, España y Estados Unidos. En el cauteloso empleo de la palabra los temas que ha tratado el poeta desde su primera publicación: el enigma de la vida, la fugacidad de la existencia, la dialéctica entre lo humano y lo mágico, lo ilusorio, la amada, lo social, la aldea gallega, la inmigración...

Una vez más - pero desde otra mirada - las secretas nostalgias, lo bello inmediato, la modalidad clásica, la alusión, lo sugerente de la imagen, el rigor formal, el recuerdo de padres y amigos, los hijos, la fidelidad de las raíces.
viernes, noviembre 15, 2024 No comments
el mundo no es nada más que viento y fábula

Rudaki

Foto: Emiliano Penelas

Me llamaste Will Kane. Y acaricié tu frente.

Pero no supe qué decir y callé. Más tarde,

con el destello del silencio fui palabra.

Comprendí que mi destino era evocar

aquellos ojos venturosos, intemporales.

Cualquier sueño daría por esa noche

sin casa, en ese viento del mundo

que llega hoy en brisa, invisible.

Acariciando tu pubis en el insomnio,

-recordándote medio desnuda en el balcón-

condenado a regresar donde no hay nada.

.

Luego, dos preguntas del desasosiego.

¿Hasta dónde llegarás sin mí?

¿Quién podrá decir lo retenido?



Carlos Penelas

Buenos Aires, septiembre de 2024

domingo, septiembre 01, 2024 No comments
“Pero floreced mientras, hasta que demos fruto”
F. Hölderlin

Foto: Emiliano Penelas

Nuestra imaginación, nuestro sentir provienen del pensamiento y de la sensibilidad helénica. Homero, Heráclito, Platón, Aristóteles, Sócrates, Parménides, Esquilo… forman parte de nuestra visión, de nuestra búsqueda ética y estética. La mirada de estos dioses terrenales llevó el fuego de la humanidad. Los poetas, el mundo mágico, la representación y lo utópico, la palabra refinada son ejemplos de ese universo único que nos llega y nos ayuda a la formación moral e intelectual.

La experiencia de la vida siempre condiciona al poeta. Hay un mundo que se crea ante la decadencia de todo lo que existe. Y debemos observar que la dualidad de la poesía frente al existir es sólo aparente.

Vamos a evocar tres citas de Pablo Picasso para intentar comprender la creación. A) Todo niño es un artista, el problema es seguir siendo un artista cuando creces. B) Aprende las reglas como un profesional para que puedas romperlas como un artista. C) El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto.

Haremos un viaje fundamental con algunas ideas de creadores brillantes. “El misterio es el elemento clave en toda obra de arte”. Luis Buñuel. “El tiempo no es lineal, es un círculo infinito que nos envuelve”. Andrei Tarkovsky. “La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio”, Víctor Hugo. Frédéric Chopin dijo para siempre: “La simplicidad es el logro final después que uno ha tocado una gran cantidad de notas y más notas, es la simplicidad la que surge como recompensa suprema del arte.” Azorín, con otras palabras nos enseñará lo mismo.

Umberto Eco reflexiona: "Nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración". “Cierra los ojos para ver”, dice Carlos Fuentes. “La Belleza es la representación simbólica del infinito”, Friedrich Schelling. Por último: “Para ver hay que saber”, nos enseñó Ingres. “Para ser hay que mirar y hay que saber”, perfeccionó Luis Rosales.

Algunas referencias casi olvidadas. El Diario de Amiel. Henri-Frédéric Amiel, anónimo filósofo y moralista suizo que, sin pretenderlo, se convirtió en el primer diarista íntimo más universal y ancestral de la historia de la literatura. Escribe sobre su obra:

13 de julio de 1860 – Este diario es un exutorio; mi virilidad se evapora en sudor de tinta. 21 de diciembre de 1860 – Es este diario lo que me permite resistir al mundo hostil, sólo a él puedo contarle lo que me aflige o me pesa. 17 de abril de 1861 – He observado en mi diario que dejo que todo se pierda, y no utilizo ni mis experiencias, ni mis lecturas. 21 de mayo de 1866 – No tengo otra compañía que mi diario, ni otra familia que las golondrinas. 26 de julio de 1876 – El diario es una almohada de pereza.

Algunos juicios sobre la obra de Amiel: “Terminé el Amiel. Mediocre (...)”, dirá Rosa Chacel.

“(...) con bastante frecuencia resulta un poco ridículo y a veces conmovedor a fuerza de sinceridad”, escribirá Julien Green.

“Me siento próxima a Amiel, cuya vida es conforme a los principios que él mismo se impone”, comentará en Diario de una recién casada Anaïs Nin.

Un dato para tener en cuenta. El pintor Amberger hizo un retrato de Carlos V vestido de negro. Con la llegada de Carlos V el negro se convertiría en el color preferido de la corte de España.

Algo más. La moral caballeresca exalta el heroísmo, vale decir la valentía, la lealtad. Debemos recordar que en el período de entreguerras se cultivaban las justas, simulacros de combates. Esos combates ritualizados se convirtieron en un entretenimiento mundano. Se mostraba la bravura y la temeridad ante las damas. Otra vez: Durero plasmó una imagen alegórica de los caballeros en su obra El Caballero y la Muerte. Grabado de 1513. Vale la pena recordar la obra de Leonardo Sciascia con el mismo nombre. En esta novela su protagonista, Vice -un fumador empedernido que tiene colgado en su despacho el grabado de Durero El caballero, la muerte y el diablo, es un vicecomisario de policía cansado y escéptico, carcomido por el cáncer, que investiga el laberíntico asesinato de un poderoso abogado y político. En esta ficción policíaca advertimos un cáustico sarcasmo, una amarga reflexión sobre la desconcertante verdad de los seres humanos en un mundo donde «el diablo estaba tan cansado que prefería dejarlo todo en manos de los hombres, más eficaces que él».

Debemos entender el arte como experiencia viva. El arte como compromiso vital. Debemos entender que el ser entero está comprometido, el ser se halla entroncado en la existencia. Y el arte como actividad. Si leemos a Herbert Read en Imagen e idea descubriremos estos aspectos. Como siempre recomendamos Educación por el arte. Al respecto Herbert Read manifiesta: “La educación debe buscar como fin último no la generación de conocimientos sino de sabiduría, no la producción de mayor cantidad de obras de arte sino mejores personas y mejores sociedades”. Estamos frente a un tema complejo pero claro: si el hombre carece de imagen no puede asumir lo visible del mundo. El mundo imaginante. De eso hablamos.

El hombre frente al enigma de la realidad. La experiencia en el arte, el mundo de las formas, símbolos significativos en el poema. Es la forma de acceder a la realidad. Una forma del ser en el mundo. Una forma vital y ontológica. Sintetizando: el arte devela realidad.

El lector de una obra debe decir no al sentimentalismo razonado. Debe vivir el estado de inocencia, que es siempre revelación. No confundir con ingenuidad. El creador no es ingenuo, es inocente.

El sentimiento es mental, lúcido, cargado de sentido. Es un ser vital y creativo. No busca estereotipos. Allí nos encontramos entre lo que pensamos y lo que deducimos. Es cuando descubrimos que el arte es contemplación. Esto es Libertad. No la admiración frívola, no lo sentimental.

En Poética del espacio Gastón Bachelard nos explica como el poeta comunica a través de la imagen, va hacia otra dimensión. Una vez más: lo ontológico. Sintetizando: el artista convive en las cosas, en el mundo significativo. La imagen es creación del ser, se pone en movimiento al mundo imaginante.

El poeta se manifiesta entre peregrinaciones y regresos, entre la realidad y el sueño. Asume su mirada para intentar saber; el júbilo de lo vital, de lo insurrecto. En Una historia de la lectura Alberto Manguel señala que los hombres son seres que leen, leer en el sentido básico: interpretar signos. Lo hace el pescador, el astrónomo, el niño. Leemos gestos, palabras. Se lee para poder ubicarnos en el mundo. Para protegernos, para ordenarnos, para sentirnos y sentir al otro. Y también nos dice que para vivir debemos leer la realidad, interpretarla.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 9 de julio de 2024
martes, julio 09, 2024 No comments
Foto: Emiliano Penelas

El espacio del espíritu, donde puede abrir sus alas, es el silencio.
Antoine de Saint-Exupéry

El sol, los mares y los pájaros han brindado la vida,

no los cabalistas ni los soñolientos ojos de las bibliotecas.

En ellos no hay candelas ni epopeyas ni abismos.

Iluminado ámbito desnudo

entre hojas de recuerdo y abandono.

Con el corazón callado

siento éste transcurrir hacia la nada

en un paisaje hermoso, en la belleza de los pétalos.

En este bosque, en soledad, evoco a Simone Weil,

a Blaise Pascal, a Nicolás de Cusa.



Ahora, busco retiro en una secreta abadía,

apartado del templo, de nave en nave,

en las voces del coro con hermanos de pie

para oír incesantemente campanadas elevadas

desde el misterio y la leyenda.

Preguntan qué has hecho, qué es ese temblor

del viento sobre el instante…

(Estoy aquí para ver con los ojos que no ven).



Y el canto gregoriano oculta abstraído

el reclinado crepúsculo de las sombras.

El silencio toca la noche en las estrellas.



Carlos Penelas

Buenos Aires, marzo de 2024

jueves, marzo 07, 2024 No comments
A Emiliano y Lisandro

Foto: Emiliano Penelas


He soñado ser campanero mayor de la catedral de Toledo.

Vestí sayo rojo y calceta blanca como miguelete del rey Fernando VII.

Navegué con Jasón y los argonautas hasta la isla de Lemmos.

Odiseo me reveló un pergamino sánscrito en Etolia.

Estudié los toques de campana en Santiago de Compostela.

He sido amante de Doña Isabel II y de la Gran Duquesa Olga.

Mónica Vitti cenó conmigo en el Ristorante Fiammetta.

Fui amigo fraternal de Pérez Galdós y de Lope de Vega.

Fui desertor de una mazmorra musulmana.

Combatí al moro y al general Queipo del Llano.

Conversé con Tolstoi, Orwell y Chesterton.

He compartido la libertad y el absurdo en Camus.

Hice un estudio detallado del Libro del Conde Lucanor.

Conocí a Juancito Díaz y a René Cóspito en la Confitería La Ideal.

En el London City de Avenida de Mayo entrevisté a Kaurismäki.

En estas tierras fraternicé con Sarmiento, Alberdi y Lugones.

De adolescente visité a Borges, a Franco, a Molinari.

Fui lector de Salgari, de Dickens, de Dumas.

En la Biblioteca del Maestro hablé con Thomas De Quincey.

Sentí lo infame de nuestra historia en Rosas y en Perón.

Estudié latín, astrología, náutica.

Visité una tumba en Stratford-upon-Avon.

Caminé las tierras de Pasolini, de Pirandello, de Lampedusa.

Estuve en el cementerio de los capuchinos de Palermo.

En Mompracem amé a Mariana para toda la vida.

Me oculté tres días en el Museo Pushkin de Bellas Artes.

Recorrí el mar Báltico; Finlandia, Estonia, Letonia.

Lloré en una aldea de Galicia. Lloré con Cervantes.

Admiró a Chaplin, a Felllini, a Visconti, a Ford.

También a Wells, Hitchock, Bergman…

Viajé con Sebastián Elcano en la nao Victoria.

Debo confesar que nací en la calle Mariano Acosta.

Jugué al fútbol en potreros arcanos y esparcidos.

Con primos y hermanos el fervor en la Visera.

Soy de raigambre gallega: A Coruña y Ourense.

Evoco las casas de Piñeyro, en Barracas al Sud,

la Biblioteca Popular Veladas de Estudio Después del Trabajo

soñada por socialistas y anarquistas.

Memorables la voz de padre, la mirada de madre.

Ahora cavilo en un niño que leía a Daniel Defoe

en un patio con malvones desde una luz dispersa.

Ondulante, con aliento perezoso, distraído.


Carlos Penelas

Buenos Aires, 22 de diciembre de 2023
sábado, diciembre 23, 2023 No comments
Argentina tuvo su esplendor entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Inmigrantes europeos, construcción de escuelas, hospitales, universidades. Arquitectura francesa, museos, palacios, plazas, clubes. Por supuesto había desigualdades sociales pero el país estaba entre las diez economías mejores del mundo, entre los países más progresistas. Una gran educación pública y casi sin analfabetos. Luego vino la Semana Trágica, luchas sociales donde se marcaba desigualdades. Pero era un país creíble, con dirigentes honestos y una visión de país. Había corrupción, por supuesto que la había. Con una escala – sin rubor – de índices razonables. Gobiernos corruptos y malas administraciones vienen de tiempos inmemoriales. Pero hubo épocas demenciales. Estos años, reitero, el país crecía, se vivía mejor que en Europa. Hasta los años 50 llegó al país fuertes inmigraciones de España, Italia, Francia, Inglaterra, Polonia y demás países europeos. Luego Argentina comenzó a caer, a desdibujarse, a deslizarse silenciosamente. Y se fue conformando una sociedad cómplice, burda, mediocre.

Foto: Emiliano Penelas

La situación Argentina es compleja. Hace unos años estando en España, más concretamente en Betanzos de los Caballeros, en una cena – luego de dar una conferencia – unos amigos me preguntaron qué pasaba en Argentina. Con humor, uno de mis dones, les pregunté si me podían escuchar hablar de fútbol y su relación con el país. Un tanto sorprendidos guardaron silencio. A los cinco minutos la esposa de un escritor me dice: “¡Pero así no se puede vivir!”. A lo cual respondí: “¿Desean que les hable de política y de la situación social?”

El peronismo es una suerte de virus cambiante, una suerte de medusa. Hay una narrativa del engaño. Sucesivas caretas, pujas discursivas. Habló y habla de justicia social, de pobreza, de necesidad para los más humildes. Cada gobierno populista tuvo su sello. El peronismo nació con la base de Mussolini, con los dictadores latinoamericanos, con el refugio de criminales de guerra nazi, con la mirada puesta en el franquismo, en la judeo-fobia, con la persecución a socialistas, liberales, comunistas, social demócratas o simplemente a todo aquel que no se afiliaba al partido. Esa es su naturaleza, lo llevan en el ADN. Fue populista, regalaba bicicletas, pelotas de fútbol, vacaciones. Fue comprando todo. Sindicatos, escuelas, colegios. dilapidó. Vinieron golpes militares, la oposición nunca estuvo a la altura de las circunstancias. Pero el mito, la leyenda ya estaba creada. Perón era el líder, el padre. Evita la Santa. Sobre esta base se construyó un sistema de vida, de engaños, de corrupción. Cada uno con sus aportes, sus vicios, sus compromisos. El Estado fue creciendo de manera inimaginable. Y se conchabaron puestos en municipalidades, en gobernaciones, en intendencias. Todo en familia: padres, hijos, nueras. El Estado daba todo. El Estado era un Dios. Una sociedad fue cómplice. Pocos criticaban y no querían ver. Por ignorancia, por complicidad, por vergüenza. Motivos sobran. El peronismo y sus acólitos dieron vuelta la taba.

Los tiempos fueron cambiando pero en Argentina no. El mundo tomó otro sendero, otro rumbo. Aquí creció la pobreza, la indigencia, el desamparo. Y el ciudadano se fue acostumbrando. En lo cotidiano, en el vivir cotidiano. Lo anormal se lo veía como normal. La desvergüenza, la viveza criolla, la picardía hizo su trabajo. Poco a poco se degradó el hábito del vestir, se pensó que el ser pobre era digno, que la pobreza era importante. La izquierda, que supo ser brillante, con grandes hombres e intelectuales, cayó en ese juego mediocre y mezquino. Todo y cada cosa se fue convirtiendo poco a poco, como una media que termina dándose vuelta. Como un guante al revés. El lenguaje, la educación, la salud, el decoro se extravío en su laberinto, de manera sistemática.

Y entraron ellos, los nuevos peronistas, los K. Una variante feroz. Una estrategia del mal. Allí Néstor y Cristina. Y la corrupción y el dislate lo copó todo. Actores, luchadores sociales, intelectuales, comerciantes, políticos. Sin pudor opinaron como si fueran de izquierda. Como si hubieran luchado en las épocas más trágicas de nuestra dictadura militar. Muchos de sus seguidores lo habían hecho, pero ahora venían puestos en el gobierno, casas, coches, fortunas, viajes, empresas. Los Kirchner cavaron en lo más humillante, en lo peor de cada argentino. Muchos años atrás, Luis Franco, uno de los grandes poetas e intelectuales argentinos – con quién me formé – escribió que la gran visión de Perón era haber descubierto un peronista en potencia en el fondo de cada argentino. No lo olvide, amigo lector, no lo olvide.

Ahora empieza a salir a la luz: autos de lujo, yates, vacas, diamantes, rubíes, prostitutas. Ellos mismos se mostraron en revistas o por televisión. La desvergüenza y las justificaciones eran surrealistas. Hablamos de country, de millones de dólares, de cuentas ocultas, de personal trainers, de clases de golf particulares, de peluqueras… Arrogantes avanzaron con desvergüenza. Además generaron una campaña del miedo para la oposición: desde que volvía la dictadura militar hasta que no les iban a pagar los sueldos de diciembre, etc. Etc. El problema no era el robo o la estaba, el problema era aquel que se lo había descubierto por “boludo”. En Argentina se rompió todo. Reitero: en Argentina se rompió todo. Vemos gente durmiendo en la calle, en pleno centro. Gente comiendo de los tachos de basura. Niños por las calles siguiendo a la buena de Dios a mujeres desamparadas por el hambre, por la droga o la prostitución. Un 40 % de pobres, de indigentes, chicos que no saben leer, adolescentes que nos saben leer ni escribir. La burbuja peronista no existe más, salió a la luz. Y un pueblo tomo conciencia de ello. Por eso votaron a Milei, no es un voto ideológico, es voto contra la impunidad, el hambre, las cloacas que no se hicieron, terrenos usurpados, colegios en derrumbe, hospitales con serios problemas. Si hubiera estado el Pato Donald lo hubieran votado. Es lo que está ocurriendo en Latinoamérica. Se vota en contra…¿es la solución? De ninguna manera pero no había opciones. Vivimos un desequilibrio sumamente delicado, es un paisaje por momentos irreal. Y todo adquiere una enorme densidad simbólica. El pase de facturas por la derrota ya llegará. El peronismo sufrió una derrota electoral mayúscula. Hoy tiene una fragilidad escandalosa. El silencio de sus dirigentes es atronador.

Hace dos años nadie sabía quién era Javier Milei. Un outsider. Apareció como una suerte de rockero, con una motosierra, con disparates de magnitud: venta de órganos, compra libre de armas de fuego, posiciones desopilantes en torno a derechos humanos o a personajes de la política. Y prendió en una sociedad enferma, en una sociedad harta de politiquerías, robos. Engaños y discursos humillantes. Sin partido ni estructura ni sedes fue ganando elecciones. Desafió a periodistas, al Papa, al stablishment cultural, al círculo rojo. También cambió en ciertas declaraciones, comenzó a gritar menos y opinar o desdecirse. Ya estaba instalado. Es un político de derecha, sin duda. El 56 % de votos que obtuvo fueron en su gran mayoría en contra del dislate de una “casta” política, de una “casta sindical, eclesiástica, empresaria, universitaria…” y eso la gente lo entendió. Luego veremos, el 10 de diciembre asume como presidente. Cambian los tiempos, se saludan enemigos, la hipocresía la observamos con un nudo en la garganta. Un país sin salida: un país enfermo de pobreza, de espíritu, de esperanza. Décadas para sobrevivir de esta decadencia. No veré otro país, no sé mis hijos. Todo está bajo la lupa, alfiles de gobernadores, presos, mercado de droga, policía, fraudes reiterados, asesinatos por un celular, asociaciones ilícitas, sacerdotes tercermundistas, fallos revocados, una derecha que pone su pie…lo demás dígalo usted, querido lector. Lo irracional y lo racional toman sus tiempos. Y suelen confundirse.

Recordaremos una breve cita. Nos calza. Para abordar los problemas y los alcances de la corrupción en los siglos XIX y XX , Gemma Rubí Casals y Luis Ferrán Toledano brindan una síntesis valiosa para nuestra mirada. “¿Por qué historiar la corrupción política? Pensamos que sirve para entender las variaciones producidas en las visiones del mundo sobre la buena vida, los intereses públicos, la función y el lugar del gobierno, así como el papel de la integridad o del vicio en las cambiantes esferas públicas y privadas. Es mucho más, por tanto, que malversar, prevaricar, cohechar, defraudar, falsificar o traficar influencias. El significado de la desviación ha mutado en el tiempo y entre las distintas sociedades. Las percepciones del abuso, del bien común o de los beneficios privados son construcciones sociales concretas, proceden de evaluaciones morales cuyo tenor depende de procesos de impugnación y de conflictos acaecidos en espacios y momentos precisos”.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 23 de noviembre de 2023
jueves, noviembre 23, 2023 1 comments
Y un lienzo azul bajo la luna
Maurice Maeterlinck

Foto: Emiliano Penelas

Acuérdate. Es tan solo

un recuerdo impreciso.

Flotaba por encima de la parra

en la felicidad de un tiempo lejano.

El niño y yo éramos uno

en esa luna que ondulaba

por encima de las casas.

Ese niño tenía cinco años

y era feliz en un patio ceñido

por voces castellanas y gallegas

que llegaban hasta él

como la belleza de las aves.

Ahora hay un hombre

sentado ante una mesa,

inclinado sobre unos libros

con una pipa en su mano.

Y escribe estas líneas ante un niño

que soñaba una tarde azul

por encima de las casas.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 1 de agosto de 2023

martes, agosto 01, 2023 No comments
Como una mujer joven dormida en la tormenta,
como una anestesiada sobre la tierra esférica
Juan Rodolfo Wilcock

Foto: Emiliano Penelas

De joven leí que Luciano de Samósata

cuenta que Arquímides incendió en Siracusa

los bajeles romanos. También descubrí

que Proclo, en Constantinopla,

incendió la flota de Vitaliano.

De adulto descifré en estas tierras

otros ultrajes, otra tiniebla del puñal.

Caudillos, montoneras, indiadas.

Incendios de la turba,

inciviles desafiantes y bárbaros.

Después, seres primitivos olvidaron la palabra.

Balbuceaban consignas, libraban estandartes,

machacaban el eco de un tirano.

Hoy comprendo que tahúres y hordas

conflagraron Buenos Aires.

Ladinos han despojado el sueño,

el prodigio del candor o la memoria.

Son parte de nuestra mitología,

una ironía o burla del cotidiano horror.

El fuego ardió en Londres, en Roma,

en la Biblioteca de Alejandría.

Y en el Templo de Artemis.

Aquí el fuego es menos noble, menos alegórico.

Sólo agonía, penumbra, ocaso.


Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2023
viernes, junio 16, 2023 No comments
Lo moderno se contenta con poco.
Paul Válery

Foto: Emiliano Penelas

Soy un hombre que camina. Un flâuner. Tal vez sea una forma de regreso a los paseos de la mano de mi padre, a los cafés que frecuentaba mi hermano Roberto, el mayor. Sitios icónicos y temporalidades personales. Inicio el deambular – hábito o manía - desde la Plaza Rodríguez Peña. Es parte de mi infancia, de mi vida. Juegos, lecturas, muchachas. La Biblioteca del Maestro, Lugones, poemas. El divagar me ayuda a sentir. Miro a mi madre sentada en un banco con su tejido. Es difícil en estos días la inocencia. Veo familias durmiendo en las calles a la intemperie; pobreza, hambre. Veo el saqueo, la indigencia, el desamparo. A veces recuerdo Plaza San Martín, la Torre de los Ingleses, el Edificio Kavanagh, el Palacio Paz. O la plazoleta Suipacha, conocida en mi niñez como plazoleta Dorrego. Antes Plaza General Viamonte, luego Del Temple. Y el monumento de Rogelio Yrurtia tan bello. Hoy todos los monumentos tienen rejas; se roban las placas de bronce, en plazas, edificios – públicos o no -, en cementerios. Evoco tiendas, museos, casonas señoriales, tranvías. Y el silencio de pasajes que no están. Bajo una escalinata. (Mutismo: Lola Mora). Prendo mi pipa y miro los frentes, las ventanas. Aún quedan islas en Buenos Aires. Pero se perdió elegancia, se perdió fineza. Me formé en un hogar donde lo estético y lo ético iban de la mano. Recuerdo a Élisée Reclus. Vivo otro mundo, otro universo. Si se me permite, si no lo ofendo: decadente, tosco, extraviado. Grosero. 

 “La gran ciudad es la que tiene el hombre o la mujer más grande: 
si se trata de unas pocas cabañas irregulares, sigue siendo la ciudad más grande del mundo”. 
Walt Whitman.

Es absurdo afirmar que todo tiempo pasado fue mejor; que existe un mundo ideal o una ciudad ideal. O una mujer, un pueblo, un vecino. Las entidades tienen sus movimientos, sus contradicciones, sus cambios. Y, desde ya, sus lecturas. (En voz baja: de Mozart a la cumbia villera). Las injusticias sociales, la corrupción o el narco configuran historias. Sucede que a veces se ven o están a la vista. La masa parece que no se entera. De todas maneras lo cotidiano de los argentinos es de una decadencia significativa. Se me señalará otros países. De acuerdo. Pero convengamos que desde hace por lo menos setenta años las simbologías se deslizan con riesgos feroces, sobre todo en estos últimos treinta, producto tal vez de los cuarenta anteriores. Que el mundo es caótico y que además los valores han cambiado significativamente qué duda cabe. Pero lo cierto es que estamos rodeados de miseria, droga por doquier, pornografía infantil, violencia, suicidios. La hipocresía como la negligencia parece no tener límites. Por arriba y por abajo. La ignorancia sin piedad. Sí, usted tiene razón, hay ejemplos peores. Desde los cartoneros o la prostitución infantil hasta personas que empiezan a vender sus bienes domésticos para sobrevivir. Desde la crisis de la educación y la salud hasta el derrumbe emocional de cientos de miles de seres que habitan este territorio. Para la mayoría sin esperanza, sin salida, sin futuro. Como pobres diablos se imaginan que algo cambiará. Se conforman entre la resignación y la mendicidad, entre la limosna y la humillación. En la mirada la tristeza de los condenados. El populismo, esa religión fascista, cautivó.

Albert Camus escribió en La peste, que "el modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja, cómo se ama y cómo se muere.". La clave está al alcance de todos, falta voluntad y valor para ver. Observemos ahora un Buenos Aires del pasado, no idílico pero sí con tendencias significativas. Diferente a ciertos proyectos que en estos tiempos nos impone la publicidad, los grandes centros comerciales o ciertos barrios privados. Evoco: Torcuato de Alvear, Antonio Buschiazzo. Otros: Francesco Tamburini, Alejandro Bustillo, Mario Palanti, Alejandro Christophersen, Norbert Maillart, Le Corbusier…

Eugène Courtois y Carlos Thays materializaron en nuestra ciudad la imagen del espacio público verde de París. Los continuaron Benito Carrasco y Carlos León Thays (hijo). Carlos Thays, el más grande paisajista argentino nos legó lo mejor de la imagen urbana que hoy tenemos. Fue el creador del Jardín Botánico. Del Parque 3 de Febrero, del Barrio Palermo Chico, de la avenida Figueroa Alcorta, las Barrancas de Belgrano, los parques Ameghino, Centenario, Chacabuco, entre otros. Ahora una vez más por Plaza Francia, Congreso, Britannia, Vicente López… Y las remodelaciones del parque Lezama, el parque Avellaneda y todas las plazas de la ciudad. Benito Carrasco introdujo el concepto de la misión social. Canchas de tenis, de fútbol, piletas de natación. Organizó junto a Clemente Onelli, director del Zoológico, la producción de los paseos públicos (se cosechaban aceitunas y se hacía aceite, se producía leche en las cabrerías y vaquerías municipales; todos estos productos se distribuían en los hospitales públicos). Se creó el Museo, la Biblioteca, el Gabinete Fotográfico del Jardín Botánico, la Escuela de Jardinería. Y más.

En 1912, Eduardo Schiaffino, primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, viajó a Trieste y pudo adquirir unas ruinas bizantinas (siglo VI de la era cristiana) y fueron instaladas en el Zoológico de Buenos Aires. Allí están, al lado del lago Darwin. La historia es larguísima y ya se escribió. Es pasado y nadie lo advierte. No se mira, no se sabe.

Me incomoda, me molesta, me fatiga – en líneas generales – los lugares turísticos. En Roma, Madrid, Londres, Montevideo o Buenos Aires. Puerto Madero o la Reserva Ecológica son sitios que no se me ocurre pisar. San Telmo, Caminito o el Teatro Colón eran parte de mi primera infancia antes de ponerse de moda. Mis rincones tienen su cosmogonía, la ciudad debe estar a la medida del hombre. Una vez más la intimidad. Por eso amo las pequeñas ciudades europeas, los pequeños pueblos, los emblemas olvidados por el progreso. Para escribir en nuestra libreta: 

“Una ciudad que supera a los poderes de caminar del hombre es una trampa para el hombre”. 
Arnold Joseph Toynbee.

Tenemos todavía relojes admirables en toda la ciudad. En parques, en edificios con bellísimas cariátides, en escuelas anónimas. Hay uno, construido en Italia teniendo como modelo el que preside la plaza de San Marcos, de Venecia. Está en Plaza del Congreso, corona el edificio que fue el Instituto Biológico y luego de la Lotería Nacional, en la avenida Rivadavia al 1700. Es la pieza más valiosa de la ciudad.

A esta síntesis podemos agregarle el nacimiento de editoriales, la nueva literatura, los cine club, las publicaciones de revistas tipo magazine o revistas ilustradas, el teatro, el arte del filete (tiene su origen en el italiano "filetto") en carros, chatas y todo vehículo con tracción a sangre, la inmigración española con personalidades creativas y llenas de encanto. Un país con inmigrantes italianos, judíos, polacos, árabes, armenios, ingleses, alemanes, checos...

Lo escrito es apenas un brevísimo bosquejo. Un bello ejemplo de estos tiempos. Se les mostró, hace unos días, a estudiantes secundarios una fotografía del Che. Algunos dijeron Perón, otros Belgrano, uno Rambo. Hicieron lo mismo con una de Perón. Respuestas: Gardel, un ganador de Gran Hermano, no sé. Todo se desvanece. Estoy abriendo la puerta de mi casa. La tabaquera y la pipa en el bolsillo de la gabardina. "Hay que cuidarse de decirles a los viajeros que a veces las ciudades diversas se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre nacen, mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí". Esto lo escribió Ítalo Calvino.

Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2023
martes, junio 06, 2023 No comments
Foto: Emiliano Penelas


Ahora, suspendidos en la aurora,

en la incertidumbre del susurro,

desnudos en un templo de dones

y palabras, en silencio,

la memoria lleva su ofrenda

sin premura, inevitable.



Hoy, amiga, es cuando descubro

la noche, el aliento en el desorden

de la ofrenda o de la soledad.

(Escucho a Eric Clapton, Jacques Brel,

Phil Collins, Amancio Prada).

El azar protege sombras trémulas

sobre la orilla de la nostalgia.



El destino es inasequible sin hechizo.



Carlos Penelas

sábado, mayo 20, 2023 No comments
Buenos Aires, 2022.
Editorial Dunken.
Fotografía de autor de Emiliano Penelas.
Poesía.


PRÓLOGO 
Intelijencia, / dame el nombre exacto de las cosas.
Juan Ramón Jiménez

Debo confesar que al cabo de los años he revelado que descreo de los prólogos. Como en otros equívocos insisto en ellos. El poema es una manifestación de silencio, de metáfora, de ensueño. También del mito que cada poeta genera de manera involuntaria. Sospecho que estas líneas forman parte del libro, sombras o luces de un desplazamiento hacia lo simbólico. No tienen la misión de esclarecer ni forman parte de la crítica literaria. Es –quizás en esta oportunidad– la tentación de justificar que a los setenta y seis años continúo sintiendo una suerte de abstracción íntima, confesional. Si se me permite, entrañable. 

Estos poemas se originaron durante los últimos cinco años. Los escribí –un hábito de juventud– con la Parker 51, verde, en tinta negra. Corrijo, como siempre, con bolígrafo rojo. Una vez más intenté cotejar la realidad observada con el recuerdo de esa realidad. Hubo una vigilia tolstoiana. Partimos de lo ambivalente y complejo; presupone desarraigo, la construcción que hace nuestra memoria sobre el recuerdo. (No creo equivocarme si afirmo que es el espejo el que nos impone reflejar nuestra existencia). Algunos de ellos fueron publicados en plaquettes, numeradas y firmadas. La mayoría inéditos. Se gestaron en un mundo profano, en un territorio impregnado de populismo y decadencia. 

La poesía, el arte, nos lleva a protegernos pero también a pensar, a racionalizar la condición humana. Sé que es necio creer que el poema pueda cambiar lo ideológico, pero es un intento de salvaguardar cierta enajenación y delirio de la vida cotidiana. El arte acompaña al hombre desde la prehistoria, el arte como mímesis de la naturaleza, antropocentrismo individual y colectivo, la armonía de lo físico y de lo ético, la preeminencia de la forma. Debemos –imprescindible reiterarlo en estos tiempos– lidiar contra esnobismos, imbecilidades, padrinazgos, acrobacias ramplonas, mediocridad trivial, superflua, insípida de supuestos “creadores”. Ágapes, premios, comercialización, turismo cultural, son parte de un imaginario yermo, de una decadencia ociosa. El modelo de lo expuesto lo advertimos, es fácil de percibir como ejemplo, en una galería. Gran parte de la “cultura” contemporánea ha perdido la dualidad esencial: capacidad transformadora de nuestro mundo interior y de nuestra visión del mundo. 

Recordemos a William Faulkner cuando expresó: “No es necesario que la voz del poeta sea un mero registro del hombre, puede ser uno de los apoyos, de los pilares para ayudarlo a perdurar y prevalecer”. 

El poeta se manifiesta entre peregrinaciones y regresos, entre la realidad y el sueño. Asume su mirada para intentar saber; el júbilo de lo vital, de lo insurrecto. En Una historia de la lectura Alberto Manguel señala que los hombres son seres que leen, leer en el sentido básico: interpretar signos. Lo hace el pescador, el astrónomo, el niño. Leemos gestos, palabras. Se lee para poder ubicarnos en el mundo. Para protegernos, para ordenarnos, para sentirnos y sentir al otro. Y también nos dice que para vivir debemos leer la realidad, interpretarla. 

Otra vez: ¿para qué sirve la literatura? Eugène Ionesco nos aclara: “Si es absolutamente necesario que el arte o el teatro sirvan para algo, será para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya”. El arte, desde los griegos, pone un velo sobre la realidad, lo bello hace soportable la visión de la existencia. Hablamos de la delectación estética pero también del significado de la belleza. Para distinguir la verdad mentirosa de la mentira verdadera; la distinción entre ficción y superstición. Recordemos que Camus nos había advertido de una tensión permanente entre lo inevitable y lo injustificable. 

Por estas cuestiones pero sobre todo por el sentido de libertad y compromiso, dedico este libro a Rocío, compañera en la vida. 

Carlos Penelas 
Buenos Aires, septiembre de 2022



jueves, diciembre 01, 2022 No comments
Hoy desperté con evocaciones. El club de mi infancia, el natatorio, los partidos de fútbol, la escuela primaria frente a Plaza Lavalle. Al mismo tiempo recordé el moño con pintas blancas y el cardigan azul. Los breches. Un álbum de figuritas. Un retrato del General Paz, el busto de Julio A. Roca, el mausoleo de Sarmiento. Después del desayuno salí a caminar por Plaza Rodríguez Peña como lo hago habitualmente. Recordé una novia de ojos celestes de mi adolescencia, un cumpleaños de quince, la escuela secundaria. Y las bibliotecas de mi casa. La de mi padre, la de cada uno de mis hermanos, la mía; la menor de todas. En un café fumé mi pipa y navegué por ciudades, pueblos, aldeas. Y asombrado vi pasar la vida.

Foto: Emiliano Penelas

En un artículo que publicó Jorge Luis Borges sobre los poetas de Buenos Aires (1966), señala que “así como otros países, Inglaterra por ejemplo, sueñan con el mar, así nosotros tenemos como una nostalgia de un tipo de vida infame y cuchillera”. Sabemos que toda realidad es compleja y que tal vez el juicio de Borges no se ajustaba a la realidad, o mejor dicho, lo simbólico de nuestra identidad quizá no sea precisamente esa. Pero no está del todo equivocado, no estaba del todo equivocado. Desde la época de nuestras luchas intestinas hay algo de perversión, de sangre en cada movimiento, en cada acto. Nuestro primer cuento, El matadero de Esteban Echevrría, nos muestra violación, tortura e intolerancia. En nuestros días lo vemos en las barras bravas, en las escenas de la vida cotidiana, en el ocio represivo de las vacaciones, en ciertas mitologías que tienen relación con lo más bajo de nuestro ser nacional.

Los echaban. A los que no llevaban luto los echaban. Era obligatorio llevarlo. Mi padre no me lo puso. “Vas a ir a la escuela sin luto”. Yo tenía seis o siete años; sabía por las conversaciones en voz baja de mi familia, que algo no andaba bien, “que los pesquisas”, “que la demagogia”, “que la delación”, “que la cárcel”. Mi padre dijo: “No usé luto por mi madre ni por mi padre”. Don Manuel era ateo, contestario. Creo que la poesía viene de ese mundo. Mi madre configuró lo suyo con su ternura y su silencio, seguro. El resto vino con el aire y la nostalgia.

Años después comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes y de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós y de Emilia Pardo Bazán.

Voces, hay voces que me llegan desde lo literario. Adulón es una de ellas. Otras. Comparsa, mascarada, petulante, ominoso, locuaz, lealtades inconfesables, obsecuente. Una más: carnestolenda. Son vocablos que no se relacionan con lo poético, que se vinculan con otros temas. Voces que me acompañan desde hace siglos, voces que escucho en sueños, en hospitales, en fábricas, en embajadas, en programas televisivos. Carl Jung escribió que “…la naturaleza aspira a expresarse, agotando sus posibilidades. El hombre, igual.”

(Hoy escuché por radio un reportaje a una profesora de literatura. Contaba que los alumnos no podían leer libros, que les era imposible en cuarto año leer una página de Don Quijote. Querían analizar textos de la cumbia villera. La profesora estaba desesperada. El periodista dijo con firmeza: “Bueno, bueno, ni una cosa ni la otra”.)

Cuando una estatua que personifica a un dios es tocada por la palabra cobra vida. Genera un mundo metafísico, una metamorfosis que opera sobre el tiempo cronológico. El individuo no es sólo el resultado de un proceso histórico. El individuo es un ser polifacético. (¿Qué miente la historia, el Poder, la familia? ¿Qué ocultan en cada acto mis palabras, mis sueños, mis miradas? ¿Qué oculta cada lector, cada uno de nosotros?) Lo romántico contamina la crónica, la historia; distorsiona los hechos. Me sigue entusiasmando el vuelo del pájaro, las olas del mar, el silencio.

En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo y soberbia.

He regresado a casa. Miro los sillones, unos jacintos en el florero, diversas bibliotecas, óleos, lámparas, muebles fraileros. Miro fotografías de escritores, de médicos, de hijos, de amigos. Fotografías de Rocío, mi esposa, pequeños amuletos, bastones, dos percheros de mi familia, una bandera republicana, un bastón Watson - estilete -, un unicornio de la India, una mesa de ajedrez de mármol, boinas, retratos de actores y cineastas. La escalera de roble que lleva a mi biblioteca, manuscritos y poemas enmarcados, relojes de pared, coches de carrera de colección, un reloj de pie de péndulo alto, teléfonos antiguos, un fonógrafo alemán... En breve se editará mi libro de poemas.

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2022
viernes, noviembre 04, 2022 No comments
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