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Carlos Penelas

Uno cree en las cosas porque ha sido condicionado a creerlas
Aldous Huxley


Mi padre me dijo un día que yo no iba a ver un país. Tal vez tus hijos, agregó. Esto fue un proyecto de país, sentenció. No sabía, no entendía de qué hablaba. Era a mediados del siglo XX. Lo comencé a entender dos décadas después. Dato necesario: había cumplido diez años.

Con el tiempo fui advirtiendo la decadencia, la corrupción, el mal gusto, la brutalidad, la ignorancia, lo zafio, lo ceporro, el latrocinio, lo desolador en cada cosa, en cada institución, en cada individuo. Sistemático, caballeros, sistemático. Obispos, monseñores, arzobispos, generales, coroneles, sindicalistas, empresarios, intendentes, políticos, intelectuales, gente con supuesto pensamiento. Unilateralidad de la inteligencia. Una suerte de pedofilia en todos los ámbitos. Podemos decir putrefacción, deshonestidad, depravación, perversión. Y lo que usted desee agregar. ¿Escolástica, abismo doméstico, burocracia ortodoxa, estupidez humana? Sin temor, colega, sin temor. Exorcismo: articulación entre lo político y lo mágico.

Por supuesto hay islas. Pequeñas islas donde se crea, donde la imaginación y la ciencia, donde lo creativo y la ingenuidad están presentes. Y la nobleza de muchos hombres de a pie. Sin duda hay gente de la cultura, estudiantes, profesionales y paisajes bellos. Gente que lucha por una ética y un verdadero sentido de la libertad, de la dignidad. Pero son islas. Lo demás son deseos imaginarios.

Argentina es un país pobre. No importa lo potencial. Es pobre, tiene numerosas villas miserias. Droga, hambrunas, narcotraficantes, violencia, ignorancia. Barrios sin letrinas, sin cloacas, sin agua potable. Hospitales saqueados, escuelas vencidas, universidades que causan compasión, desempleo. Y dale con el bombo y dale que le doy. Frente y contra frente, compañero. Inexorable.

El lenguaje se destruyó. Niños que terminan la escuela primaria son incapaces de comprender textos, de leer de corrido, de conocer lo elemental. Jóvenes perdidos en cretinismo, en necedades. Sin vocabulario, sin mirada, sin destino. Una sociedad que vive la inmediatez sin sentido histórico o ético. Lo observamos en la calle, en las conversaciones de los trenes, en las confiterías distinguidas, en los mercados, en el almacén, en las panaderías, en los consorcios. Se roba, se endeuda, se estafa, se paga y se cobra coimas. Saqueo. Complicidad, tono de complicidad. Abrazos, aplausos, fotografías.

La confusión ideológica es inabarcable. Se cree, por ejemplo, que el peronismo es de izquierda, mientras la izquierda piensa que Cuba es una revolución. Se sigue hablando de Colón, Castro, Mao o Maduro con la simplicidad de un simio. Lo normal es esa suerte de anormalidad feroz, despiadada. Hoy, insólitamente, se oyen voces que hablan del “anarco-capitalismo”. El desvarío del delirio. Sin persignarse, caro lector, sin pisar la alfombra.

El deporte se convirtió en una enajenación y en una malversación que horroriza. Nada se salva. Se ha cristalizado la autocomplacencia y el autoengaño. Una especie de sentimentalismo, de argucia ante los sucesivos fracasos. La falacia nos embosca a cada paso como la venalidad y el pobrismo a gran escala, a escala inimaginable. Todo se ha vuelto engañoso y estéril. Y fue creciendo el glamour de lo aberrante, del reboleo de consignas y palabreríos al garete. De un lado y del otro crecen ultramontanos, seres de una exuberancia que superan a Dalí. Que el Señor esté contigo.

El populismo de derecha es igual al populismo de izquierda. Fascismo de izquierda o fascismo de derecha. No advierto diferencias de fondo. Ambos niegan lo innegable, ocultan errores garrafales, crímenes y engaños. Crean narrativas, retóricas huecas, resonantes; enunciadas con frases difíciles de digerir. De lo estético no hablemos. Se repiten parricidios, se repiten obviedades, se repiten generaciones. La desventura continuará.

Carlos Penelas

Buenos Aires, 11 de noviembre de 2025
martes, noviembre 11, 2025 No comments
Foto: Emiliano Penelas

Quizá no sea ésta la palabra precisa

para comulgar el silencio de la noche.

Tal vez sea un símbolo de la inmensidad

ante la cercanía del latido trémulo.

Unánime es la imagen que regresa

como un descanso del camino

o como la belleza de aquella mujer

al recordar su mirada en ausencia.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 3 de noviembre de 2025

lunes, noviembre 03, 2025 No comments
Compartimos una nueva presentación de Carlos Penelas en el programa de Nolo Correa.



viernes, octubre 31, 2025 No comments
Tus guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla
y el punch de tu sonrisa.
Nicolás Guillén


En estos días comprendí aquellas voces,


aquellas noches despertando un milagro;

la fatiga, el destino, los libros, lo aleatorio.

Revivo caminatas con mi padre,

la sombra imprecisa del sombrero

entrando al Luna Park entre la muchedumbre.

Nombraba a Julio Mocoroa - el bulldog platense -

la fugitiva vida en sus pies, la técnica notable.

Detallaba el estilo y la elegancia,

un boxeador distinguido, reiteraba. Como nunca había visto

repetía mirando un cuadrilátero en las nubes.

Tal vez era una manera de convocar fantasmas,

un ademán sutil de nombrar a los griegos.

Citaba a Arthur Cravan, a Magaldi, a Kid Charol.

Mencionaba a Pedro Quartucci, decía Gene Tunney.

En la plaza, en los cafés o en los tranvías

pronunciaba Orsi, Ravaschino, Seoane, Lalín…

Y de pronto aseveraba: Mocoroa,

Alvear y Tagle, las fintas, la revancha

que la fatalidad de los hados impusieron.

En la popular vibraba recalando cigarros

al descubrir el oficio del hombre en el espejo,

oteando las sogas, lo voraz, el esquive.

Solía acordarse de un directo de izquierda

y un cross de derecha.

Entonces se abrían los brazos en el clinch

con dones otoñales y su beso en mi frente.

A lo lejos la delicadísima luna

es una mitología intemporal que huye con brusquedad

evocando otras cosas comunes:

un abismo, un jab y la evidencia imponderable

del amanecer que pasa como el río.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 24 de octubre de 2025
sábado, octubre 25, 2025 No comments
Nuestros sueños son nuestra única vida real.
Federico Fellini


Cuando sostengo este nombre o digo desaliento o lecho

ella sabe que soy el sheriff Waytt Earp,

que suelo presentarme como John Wayne o Robert Mitchum.

En los momentos de desenfundar ella piensa

en Stagecoach y siente la mirada de Gary Cooper.

Ella es Lauren Bacall esperando los brazos de Humphrey Bogart

en The Big Sleep, confundida, espléndida,

con un pie desnudo y la almohada en la sombra.

Cuando susurro su nombre ella me llama Brando,

me llama Clint y me besa en el silencio de la noche

mientras el viento mueve una rosa distraída.

Entonces amo a Scarlett Johansson, vuelo sin saber

en el abandono íntimo de la ternura.

Pero al mismo tiempo amo a Ava Gardner y a Kim Novak.

Ella siente que soy Paul Newman o Clark Gable

manejando un Chevrolet Bel Air con una sola mano.

(A veces Diane Keaton lloró sobre el hombro de Kirk Douglas).

Soy el Marshall, el jinete del desierto, el del Smith & Wesson.

Y también soy Johnny Weissmüller.

Ahora ella es Charlene Holt.

Al descubrir en el cine el film Robin Hood

yo era Errol Flyn y ella la encantadora Olivia de Havilland.

Fue cuando la bese con pudor adolescente

en el Nottingham Castle, frente a los acantilados.

Curiosamente recién hoy comprendí

el reflejo de la luna en un pozo,

los latidos ligeros de la luz, la orilla del jardín,

la melancolía flotante de la brisa.

Y que hay huéspedes que copulan sin nombre.

Presurosos en el río Misuri, sin tiempo.


Carlos Penelas

Buenos Aires, 13 de octubre de 2025
martes, octubre 14, 2025 No comments

 “Todos los problemas son problemas de educación”


Una ver más debo confesar que fue Luis Franco quien me hizo conocer en profundidad la obra y el pensamiento de Sarmiento. Recogió el legado, la visión global, con suma agudeza y la mirada universal del sanjuanino. Desde adolescente me fascinó la imagen y la literatura de Sarmiento pero fue el gran poeta y ensayista catamarqueño quien me guió en su lectura, en sus ideas, en su alcance estratégico del siglo XIX. Lo había amado como intelectual y como escritor, por su prosa, por su estilo. Pero Franco, señalando eso sin duda, me enseñó que fue un hombre sin igual.

Sarmiento es un destino. Sarmiento crea la literatura en un país iletrado. Es un intelectual que escribe y piensa al mismo tiempo que construye aquello que escribe y piensa. En un país de analfabetos y de barbarie crea la modernidad, lo simbólico. Por eso combate el caudillismo, a líderes ensangrentados que explotaban miles de hectáreas con mano de obra gaucha. Hacendados burócratas y al mismo tiempo representantes del pueblo. Una afinidad con los rústicos que sigue embaucando al pueblo. Vive en un territorio embrutecido donde no existe nada: no existe nación, no existe estado, no existe patria. Tulio Halperin Donghi lo definió con precisión al escribir que Sarmiento construyó “una Nación en desierto argentino”. Algo más. Carlos Fuentes aseveró en una entrevista, al responder sobre la literatura argentina: “Ustedes tienen el Facundo y a Borges”.

Durante su presidencia, se fundaron 800 escuelas, de las cuales más del 70 por ciento eran públicas. De esta manera, el alumnado aumentó de 30.000 a 110.000. Asimismo, introdujo docentes de Estados Unidos para los profesorados de primaria. Uno de sus últimos logros fue la fundación de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) y la Biblioteca Nacional de Maestros.

Sarmiento entiende que no hay patria sin cultura. Es moderno, anti-tradicionalista. Piensa en Europa, en Estados Unidos, en lo universal, en la civilización. Es un creador obsesivo, un obsesivo de la educación pública. Tuvo integridad, tuvo valor, tuvo genio, tuvo imaginación. Como pocos. Eso molestaba y sigue molestando a demagogos, a corruptos, a obsecuentes. La integridad, el valor, el genio, la imaginación.

Sarmiento, que ya había leído a Tocqueville -cronista de la década anterior- como un obstinado precursor presintió a mediados del siglo XIX que el futuro estaba en Estados Unidos y no en Europa. La democracia del norte podía ser contradictoria pero las monarquías no le parecían ni siquiera respetables. Sus reyes le resultaban ineptos y ridículos. Junto a su mirada el ímpetu de Balzac pero el espejo de Fenimore Cooper. Estados Unidos era un país joven, robusto, americano. Muelles, andenes, locomotoras, sirenas de barcos. Entonces queda claro: Franklin y míster Mann.

Como maestro, como periodista, como escritor o como gobernante combatió de manera permanente el atraso moral y social. No podemos dejar de señalar que a diferencia de otros intelectuales, cuyo aporte se limita a lo teórico, Sarmiento era un hombre de acción. Desde cada uno de los puestos que ocupó impulsó muchos de sus proyectos. Recordemos: en sólo seis años de su mandato presidencial (1868-1874) se crearon ochocientas escuelas, de treinta mil alumnos pasaron a cien mil. La Ley de Educación 1420, que establecería la educación pública, obligatoria, gratuita y laica – votada en 1884 bajo la presidencia de Julio A. Roca – tuvo en Sarmiento su ideólogo, su impulsor.

Estimuló el progreso industrial, alentó la mecanización agrícola, extendió la red de ferrocarriles, implantó el telégrafo en todo el país, abrió caminos, postas, impulsó el sistema métrico decimal, promovió la navegación de ríos, proyectó la construcción del puerto de Buenos Aires. En lo cotidiano debemos decir que se multiplicaron los diarios. Ya no se venderán por suscripciones. Se venderán en la calle, da lugar a los primeros quioscos, y a un nuevo oficio que con el tiempo -y gracias a Florencio Sánchez- se llamará canillita. Es entonces que aparecen La Prensa, La Nación, La Capital de Rosario.

Ahora vamos a realizar una rápida mirada, comparar de un breve brochazo una visión del mundo. El 4 de marzo de 1865 Abraham Lincoln jura como presidente su segundo mandato. El 9 de abril se declara la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. Richard Wagner estrena Tristán e Isolda. Gregor Mendel finaliza Teoría de la herencia. En 1870 empieza la construcción del Puente de Brooklyn. Lucio V. Mansilla publica Una excursión a los indios ranqueles. Se proclama la infalibilidad del papa durante el Primer Concilio Vaticano. En Italia desaparecen los Estados Pontificios. José Martí es desterrado a Isla de Pinos. Francia proclama la III República. Mueren Gustavo Adolfo Bécquer, Charles Dickens, Alejandro Dumas, padre, el Conde de Lautrémont. Benito Pérez Galdós publica su primera novela La Fontana de Oro. Nacen Lenin, Guy de Maupassant, Virginia Bolten. Pasteur: las enfermedades del gusano de seda. Veamos, por último, que ocurre sobre el final del mandato de Sarmiento. En 1874 Alejandro Dumas ingresa a la Academia francesa. Alemania y Grecia firman el tratado de Olimpia. Nace Gerturde Stein, Guglielmo Marconi, Macedonio Fernández, Ernst Cassirer, Joaquín Torres García, Winston Churchill. Smetana comienza su composición Mi patria. Músosrgski estrena Cuadros de una exposición. Emile Zola publica El vientre de París. Se realiza la Primera Exposición impresionista: Monet.

En soledad estudió inglés, en soledad escribió páginas memorables. Sarmiento entre dos fuegos, como señaló con lucidez otro olvidado: Luis Franco. Una vez más: Facundo, Argirópolis, Recuerdos de Provincia, Viajes por Europa, África y América. Algo más. Bajo su presidencia se completó la redacción del Código Civil, obra de Dalmacio Vélez Sársfield. Para una anécdota: Vélez Sarsfield padre de Aurelia Vélez, el gran amor de Sarmiento.

Muchos son los libros valiosos que se escribieron sobre este hombre contradictorio, volcánico, provocador. Voy a recomendar uno: Sarmiento anecdótico de Augusto Belin Sarmiento. Como afirma Narciso Bidayán en el prólogo de la edición de 1961 “…puede ser un precioso libro de lectura escolar, un vademécum esencial para los hombres de gobierno o que aspiren a serlo, un extracto de historia, metódico y seguro, y un álbum de máximas, impresiones y agudezas de observación y estilo”.

Enseñó a leer y a escribir, formuló ideas con formas definitivas, no admitía regalos, recordó que cada uno debía cumplir con su deber, habló de una justicia justa, remarcó la decencia, luchó contra la pedagogía del odio, ensanchó las calles de Buenos Aires.

Escribió para siempre: “La ignorancia es atrevida. / Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de la mujer. / El buen salario, la comida abundante, el buen vestir y la libertad educan a un adulto como la escuela a un niño. / Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela. / Fui nombrado presidente de la República, y no de mis amigos”.

Dejó escrito un testamento político: “…sin fortuna que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, del que yo gocé sólo a hurtadillas”.

Como señaló Leopoldo Lugones, Sarmiento representa “la tentativa lograda de hacer literatura argentina, que es decir patria: puesto que la patria consiste ante todo en la formación de un espíritu nacional cuya exterioridad sensible es el idioma”.

Reitero, se lo consideró uno de los grandes prosistas argentinos y de América Latina. Así lo señalaron, entre otros, Ezequiel Martínez Estrada, Miguel de Unamuno, Pedro Henríquez Ureña, Victoria Ocampo...

Para finalizar evoquemos estas palabras de un hombre clarividente: “…para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales… para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela”.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 23 de septiembre de 2025
viernes, septiembre 26, 2025 No comments
El último libro de Carlos Penelas, Soliloquio del desvelo, formará parte de la Feria Iberoamericana del Libro Chaco 2025.


La feria se llevará a cabo del 2 al 12 de octubre en el Domo del Centenario, en Resistencia, con entrada libre y gratuita.

En esta oportunidad Editorial Dunken participará junto a la CAL y otras editoriales en un stand colectivo.
miércoles, septiembre 24, 2025 No comments
A la memoria de mis amigos Roberto Santoro y Haroldo Conti


He señalado en diversas oportunidades lo terrible del golpe militar de 1976. Muchos de mis amigos fueron secuestrados, desaparecidos o, en el mejor de los casos, sufrieron el exilio. Muchos, como en mi caso, vivimos el “exilio interior”. Años difíciles que nos marcaron para toda la vida. Cambios de domicilio, quema de libretas, cartas y libros, modificaciones de conductas. Y la sospecha de cada día, de cada llamado, de cada encuentro. Nada era seguro, nadie era confiable. Recuerdo haberles escrito a amigos de España que no me molestaran con cartas o llamados pues estaba estudiando a los poetas medievales italianos. Entendieron que les decía. Hoy vamos a recordar a un escritor que traté circunstancialmente y que, casi desde el anonimato, luchó por la libertad de un hombre, de uno de los grandes escritores argentinos.

Lo dijimos hace muchos años. Lo repetimos. Es necesario recordar que intelectuales asesinados, secuestrados, apresados o expulsados del país por la Junta Militar, fue la forma sistemática de destrucción de una cultura. Físicos, químicos, matemáticos, periodistas, ensayistas, narradores y poetas, fueron arrancados de sus casas en medio de la noche, arrastrados hasta los automóviles policiales o militares ante el silencio de una sociedad. Idéntica suerte padecieron, en el mismo lapso, obreros, huelguistas o estudiantes.

Cuando lo conocí yo no aún no fumaba en pipa. Había publicado Poemas del amor sin muros, 1970; Palabra en testimonio, 1973; La gaviota blindada y otros poemas, 1975; El libro de las imágenes, 1976. Esos libros generaron el reconocimiento y estímulo de muchos de mis mayores. El primero en llamarme al publicar el poemario inicial fue Raúl González Tuñón. Luego con el tiempo vinieron las voces de Lucas Moreno, José Murillo, Jorge Caldas Villar, Ana María Ramb, Juan L. Ortiz, Hamlet Lima Quintana, Luis Franco, Ricardo Molinari, Héctor Ciocchini, Ernesto Sábato, Ofelia Zúccoli Fidanza, Osvaldo Bayer...

Algunos de ellos mencionaron a Juan Jacobo Bajarlía. Creo que fue Aristóbulo Echegaray, en mi casa, que me dijo que lo fuera a ver, que conversara con él. El periodista Jorge Andrés Chinetti, amigo de mi familia, hombre cultivado, aludió a su personalidad una noche en un café donde nos veíamos. Horacio E. Ratti, por ese entonces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, me lo presentó en su despacho. Una tarde en la sede de la calle Uruguay. Evoco ahora la figura de Dardo Cúneo, quién me ofreció su generosa amistad, fue el que adquirió la casa en 1972. Hablo de Dardo Cúneo Penelas, cuya madre era de origen gallego.

A Jean-Jacques - como lo llamaban sus amigos - lo traté por primera vez en 1976 por intermedio de Ratti en su escritorio. Yo tenía treinta años. Salimos a conversar a uno de los pasillos y luego a una oficina contigua. Tiempos terribles, tiempos de horror por la feroz dictadura de Jorge Rafael Videla miembro de la Junta Militar. La última y la más cruenta de las dictaduras militares del siglo XX. Era un poder colegiado entre las tres armas, diferente de la dictadura ejercida por Pinochet.

A la semana le dedique mi último libro. Por aquellos años sólo conocía su obra poética. De eso hablamos, de lo poético, de lo que significaba para mí y escuché - con suma atención - su mundo, su universo en torno al poema y a su generación. También mencionamos a autores que reconocíamos: Miguel Briante, Francisco Madariaga, Edgar Bailey, Héctor Lastra entre otros. Recuerdo haberle mencionado mi profunda amistad con Roberto Santoro y Haroldo Conti. De ellos también hablamos, de sus obras, de sus conductas, del panorama político y social de esos años. Con el tiempo pude continuar los encuentros en la S.A.D.E. A veces, en una de sus aulas nos reuníamos escritores para analizar la violación de los derechos humanos, la situación de escritores desaparecidos. En uno de esos encuentros conocí a Juan José Sebreli, con quien me unió una lúcida amistad hasta su muerte.

Había algo diferente en Bajarlía con respecto a otros escritores. Su cultura, su formación, su mirada profunda. No sólo era abogado criminólogo, poeta, cuentista, dramaturgo, traductor (tradujo entre otros a Pietro Aretino, a Eugene Ionesco) sino que tenía una visión profunda en torno a la cultura, una observación abierta a diferentes manifestaciones. Eso me impresionó, sobre todo en tiempos de represión y centros clandestinos. Otro hecho destacado que me impresionó fue su integridad, su valor, su coraje. Fue abogado de Antonio Di Benedetto, secuestrado en marzo de 1976. Insisto, eran tiempos de terror. Y todos aquellos que pensábamos, que teníamos una actividad creativa corríamos riesgos. El mantuvo el “exilio interno” como tantos otros. Luchó sin descanso por la liberación de Di Benedetto hasta que lo logró. A pesar de amenazas recibidas, de la faceta paralegal en el ejercicio del accionar represivo, de valores retrógrados en la vida cotidiana.

Con el tiempo abordé sus trabajos de ciencia ficción y el género fantástico. Su poética – yo siempre manifesté otra línea – tiene un cosmos sumamente inquietante. También debo recordar que firmó la carta solicitando la liberación de Antonio junto a Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges entre otros.

Cada tanto vuelvo a su poética. Y sigo descubriendo felices indagaciones. Su severa amistad debe ser recordada. Como su obra.

Un día entraron.
Eran cinco aparecidos llegados del infierno
con el olvido a cuestas y la voz en los puños.
Juan Jacobo Bajarlía

Carlos Penelas
Buenos Aires, 17 de septiembre de 2025
jueves, septiembre 18, 2025 No comments
Argentina tuvo una proyección hoy inimaginable. La decadencia en el mundo es notable. Gobernantes impresentables, un declive en las sociedades y en la civilización. Y al mismo tiempo avances científicos y técnicos significativos. Pero en líneas generales lo cultural, la búsqueda del conocimiento, la fineza en el sentir, la elegancia del pensamiento se perdió para siempre. Además tampoco les interesa a las nuevas generaciones el pasado, no sólo de sus ancestros sino de la historia en general. El gusto o el mal gusto lo vemos en artes plásticas, en literatura, en el vestir o en el comer. Vamos a hablar, querido lector, de un universo que no existe. Reitero, la degradación en Argentina es feroz. Donde toquemos hay deterioro, mediocridad. Décadas de populismo, de imbecilidad, de golpes militares, de grosería, de impudicia, de corrupción generaron estos caballeros normandos que nos habitan, nos rodean y nos proyectan.


He señalado hasta el cansancio mis orígenes gallegos. Mis abuelos, paternos y maternos, nacieron en el Reino de Galicia. No supieron leer ni escribir, campesinos y trabajadores sin descanso. Mi padre de A Coruña, mi madre de Ourense. Fui el menor de cinco hermanos, todos lectores, frecuentadores del teatro, el cine, la plástica y la música. Ellos forjaron en mí una conducta. Mi padre - gracias a socialistas y anarquistas que conoció de joven en la fábrica donde trabajo pudo leer a autores fundamentales - como dije en otras oportunidades me legó una biblioteca y una conducta. Comencé a leer a los seis o siete años. A los diez me acompañaban Sandokán y lady Mariana, la perla de Labuán. A los quince escribí un primitivo poema al enamorarme de una niña de ojos claros. A los veintidós, ya en el profesorado en letras, publiqué mi libro inicial. El poeta Raúl González Tuñón fue el primero en llamarme. Otro universo.

Cursé la escuela primaria en el mejor colegio del país. Escuela Presidente Roca, fundada en 1903. La mayoría de mis compañeros eran hijos de inmigrantes. Libertad 581, frente a la Plaza Lavalle, al costado del Teatro Colón. Pórtico resuelto con pilastras y columnas de orden jónico. Grupo de cariátides que sostienen el frontis ornado con acroteras. Carlos Morra, su arquitecto, se inclinó por el estilo neo-griego. La idea era edificar un templo del saber, tal cual lo inculcó – a mi criterio - el hombre más representativo de nuestra historia: Domingo F. Sarmiento.

Al terminar la escuela primaria ingresé a la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini (1890) uno de los establecimientos prestigiosos de Argentina. Estilo neo-renacimiento italiano, con muestras de arquitectura clásica inglesa. Se destacaba la gran escalera de honor. De más está decir que tanto de la escuela primaria como de ésta egresaron y se destacaron hombres de la cultura: ingenieros, abogados, médicos, actores, intelectuales. Hice los primeros años, luego como no iba a continuar estudiando ciencias económicas, rendí equivalencias para el colegio nacional.

Cuarto y quinto año lo realicé en el Colegio Sarmiento, Libertad 1257, una escuela de enseñanza media fundada en 1892, por el entonces presidente de la Nación Dr. Carlos Pellegrini, como anexo del Colegio Nacional de Buenos Aires, y ocupa su majestuoso edificio desde 1928. Su historia comienza como un anexo para albergar a más alumnos, y con el tiempo se consolidó como una institución educativa independiente y prestigiosa dentro de un edificio de arquitectura clásica, monumental y simétrica. Reconocida en la zona del barrio de Recoleta. Bustos de próceres, escalinatas de mármol, patio central con galerías que favorecen el panóptico. Debo decir que fui un alumno medio, con placer en el estudio de Literatura, Historia, Matemáticas y Física. El resto me resultaba tedioso.

Al recibirme de bachiller rendí examen de ingreso en la Escuela Normal Superior de Profesores Mariano Acosta, fundado en 1874. Es de estilo neo renacimiento italiano. Por aquellos años la mejor institución para el estudio de Letras y de Ciencia. El nivel académico era notable. Cito sólo a tres profesores: Julio Balderrama, Lorenzo Mascialino, Germán Orduna; de nivel internacional. Por sus aulas pasaron, entre otros, Arturo Marasso, Julio Cortázar, Leopoldo Marechal, Manuel Sadosky, José Luis Romero…

Estos colegios, más la educación de mi hogar, hicieron que buscara siempre la excelencia. Amigos, conocidos, poetas y escritores fueron formando una educación que compartía con el deporte: fútbol, box, natación. Esto última lo sigo practicando dos veces por semana. Los libros, la Biblioteca del Maestro, las galerías de pinturas o el cine eran parte íntima que se combinaba con la actividad deportiva diaria o semanal; gritar en la tribuna de la cancha de Independiente junto a los primos de Avellaneda: al lado de mi hermano Roberto en el Luna Park o con mis padres en un teatro de Avenida de Mayo descubriendo la zarzuela. De allí amigos de diferentes clases sociales, de distintas formaciones, de miradas que me ayudaron a ver y aprender desde ángulos diversos. También el deporte por aquellos tiempos era otra cosa. Mens sana in corpore sano, leíamos en el frontispicio del club. Sí, caro lector, una cita del poeta romano Juvenal.

Ni hablar de los planes de estudios, el alto nivel de la mayoría de maestros y profesores, el trato cotidiano, el respeto. Un ejemplo de todo lo dicho. Hay dos presidentes decisivos de la Generación del 80: Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca. El colegio primario del cual hablé tiene un estilo neoclásico de fortísima impronta griega: parece un Partenón con su columnata jónica y su frontis triangular. Sobre la puerta de entrada principal una leyenda: Liber liberat, el libro libera. Eso leíamos niños de seis años todos los días al entrar. Un juego de palabras latino para una clara referencia a un templo del saber, que hace referencia a uno de los protagonistas del campo semántico “escuela”: el libro. Y a otro menos explorado en ese universo: el libro libera, bienvenidos a la escuela.

Luego acudieron viajes, grandes ciudades, aldeas, gastronomías, cafés, idiomas, museos, artesanías, encuentros con nuevos amigos… Pensar que todo comenzó en un cuaderno con palotes. Y una pelota de goma.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 24 de agosto de 2025
lunes, agosto 25, 2025 No comments
El viernes 29 de septiembre de 2023 Carlos Penelas brindó la conferencia "Presencia de René Favaloro" en COPIME (Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista). Aquí está el video.


domingo, agosto 24, 2025 No comments

Amada, heme aquí flotando

como un fantasma al ver que fue ayer

cuando descubrí tus ojos. Te miré y dije:

pon en calma los míos con tus manos.

Ahora, en la noche, sueño tu cuerpo

entero junto al mío. Se dispersa en la brisa

las secretas bóvedas con nombres protegidos.

Veo anaqueles, letras cursivas, tus caderas.

Y en tus labios una sonrisa ultramarina

entre los apellidos arrumbados de los libros.

Entonces, una vez más siento la pasión.

Recorro galerías que velan íconos y epopeyas

evocando tu nombre de princesa fugaz.

Sucede que intento descifrar mi temblor,

esa suerte de laberinto que mide el tiempo,

mi nostalgia en tu imagen, en sosiego.

Todo eso encuentro cuando acaricias la palma

de mi mano con lo cual me aventuro a predecir lo efímero.

Me rodea la ausencia y es venturosa la ansiedad

en el alivio de escuchar tu voz cuando estoy solo.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 12 de agosto de 2025



Xilografía de El sueño de Polífilo (Venecia, 1499) joya renacentista de Francesco Colonna.
miércoles, agosto 13, 2025 No comments

Compartimos la emisión del domingo 10 de agosto de 2025.


domingo, agosto 10, 2025 No comments


I

A veces, al holgar la plaza,

llegan dioses celtas saludando desde un barco.

Vienen a protegerme de sombras imponderables.

En el maremoto de la desnudez y de la lluvia

se abisma lo intemporal. Y es otoño.



II

Hay una mitología del amor,

cierta desventura errante, ausente

sobre la ventura del insomnio y del candor.

Todo sucede en la callejuela de un barrio.

Inefable es el destino del azar.



III

Hubo veletas, velámenes, panaderías.

Ahora mi voz ha callado en el prodigio.

Era el mundo, una sirena oculta

en un bosque con ángeles guardianes.

La amada es un soliloquio del desvelo.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 6 de agosto de 2025
miércoles, agosto 06, 2025 No comments

El Dr. René G. Favaloro se suicidó el 29 de julio del año 2000 en su departamento de Barrio Parque, en Buenos Aires. Se disparó en el corazón. A la hora y media del hecho estaba en su departamento. Esa noche a las 20 horas doy la conferencia de prensa para todos los medios, argentinos y extranjeros, en la entrada de la Fundación. Al mes renuncio como Jefe de RRPP, Sub - Director de las Ediciones Científicas, miembro del Comité de Ética y Jefe de Coordinación de Pacientes. Me fui con una mano delante y otra mano detrás. En honor a su memoria y a mi dignidad. Se cumplen veinticinco años de su suicidio.

Carlos Penelas
martes, julio 29, 2025 No comments
Carlos Penelas, poeta y escritor, fue amigo del recordado cardiocirujano, y jefe de prensa de su Fundación. Escribió Diario interior de René Favaloro, editado en 2003 por Sudamericana. Corría el año 1978 cuando publicó Conversaciones con Luis Franco.


Con la alegría de haber sido ponderado por su labor fue al ex Sanatorio Guemes, con la finalidad de hacerle llegar su libro -dedicatoria incluida- a quien lo elogiara. Fue recibido por una secretaria, quien meses después lo llamó para hacerle saber que era invitado por el médico a que tuvieran una charla. Concurrió con gusto. Fue la primea. Aún no sabía que sería su colaborador y que los uniría una relación personal de veintidós años. Cuatro años de sincera y profunda amistad e infinidad de horas compartidas, en las que descubrirían semejanzas de espíritu y común admiración por la letra y autores, decidieron que fuera convocado a sumarse al proyecto de la Fundación. "Creo que me semblanteaba, durante nuestras charlas" -admite-.

p: ¿Cómo fue ese primer encuentro?
CP: La primera entrevista fue amigable. Hablamos de cuestiones sociales, familiares, históricas, de literatura. Luego, siempre nos llamábamos para tener un encuentro y le proponía presentarlo a varios escritores, Luis Franco, Juan José Sebreli, Carlos Alberto Brocato, ente otros. Así fue conociendo a algunos de ellos.

p: ¿Por qué aceptó trabajar con él? ¿Qué lo decidió?
CP: Un día quiso saber mi opinión al respecto del proyecto, de su obra, que aún funcionaba dentro del ex Guemes, pero ya tenía el primer edificio de 'Investigaciones básicas' sobre la calle Solís. Me pidió que fuera a verlo. Era un lugar casi vacío. Allí había sólo algunos investigadores, y muy poco personal administrativo. Un médico atendía las 'Relaciones Públicas'. Le hice ver que sería un área muy necesaria, y profesional. Yo ocupaba ese cargo en una empresa alemana, muy importante en Latinoamérica, con sede en Buenos Aires. Le ofrecí ayudarlo a conformar ese departamento, junto con el de 'Prensa'. Tiempo después, fui llamado para empezar. Debí renunciar a mi ocupación. Como no había una oficina para que desarrollara mi tarea, Favaloro me dio la llave de su despacho y me dijo que lo utilizara.

p: En la antesala de la oficina del doctor Favaloro había una frase que decía: "He vivido siempre entre la agonía y el deber". Ya en su despacho, una placa de bronce, en medio de otras tantas, firmada por el prestigioso doctor Dwight Harken, pionero en cirugía cardiovascular en la que se podía leer: "El amor y patriotismo a su tierra hizo que Norteamérica perdiera a uno de los mejores cirujanos del mundo". ¿Quién era Favaloro? ¿Un idealista, un soñador, o un patriota sin límites que no fue entendido por su tiempo?
CP: Creo que era todo eso junto. Recuerdo que cuando editamos una revista especial sobre el Instituto de Cardiología me dijo: "Deseo en la tapa, como ilustración, al Quijote". La idea fue de él, mucha gente la creía mía. Tenía un perfil de soñador, de idealista, de hecho lo era. En algunos intercambios que teníamos yo le decía: "Doctor, usted parece el poeta y yo el médico". Era más pragmático que él.

p: ¿Habrá sido usted su contrapunto dialéctico?
CP: Yo sabía que lo conversado entre nosotros era único. No lo hablaba con nadie. Así, llegábamos también a las discusiones. Nos enojábamos los dos, y a veces nos duraba una semana. Una vez, pasado un mal momento me llamó y me dijo: "Carlos, basta, debemos trabajar" -sonríe, evoca- Tenía un fuerte sentido de Patria como yo no tengo, por provenir de una familia gallega, republicana. Un ejemplo: Cuando se inauguró el Instituto me pidió que reserváramos el espacio de una pared para que, como lo hacían en la Cleveland Clinic de EE.UU, las familias que hicieran donaciones colocaran una placa con su apellido. Jamás se hizo. Otra anécdota; Se hacían almuerzos en los que participábamos y yo le decía: "Doctor: de acá no va a salir un peso en donaciones. Vienen para conocerlo y decir que almorzaron con usted". Se enojaba.

p: ¿Cuál era el objetivo final de Favaloro? ¿Proponer un programa sanitario, dar una lección moral, o ambos?
CP: Siempre entendí que los proyectos de la Fundación eran dos. Crear el instituto más importante de Argentina y Latinoamérica, y que otras instituciones lo tomaran como modelo de ejemplo ético. Favaloro se había formado en La Plata con docentes que tenían una fuerte concepción de 'República', con sólido contenido social. Rendían culto a la ética. Siempre estuvimos muy de acuerdo en cuestiones éticas.

p: ¿Él valoraba en usted, su ética?
CP: Sabía que yo venía del anarquismo. Mi padre nos dijo al morir: "Les dejo una biblioteca y una conducta". Conservo ambas cosas. Tal vez valoraba el hecho de que nunca me interesó tener nada material. Nunca tuve auto. Si él me decía: "Tenés un buen cargo", yo le respondía, "Sí, pero quizás mañana lave copas en el bar de la esquina". Yo no me confundía con el cargo. Y eso que tenía el Legajo Nª 22, de la institución.

p: ¿Qué impidió continuar el proyecto? ¿Fue la lucha con el poder establecido?
CP: Creo que fueron varias cosas. Un día le dije: "Se equivocó al volver, doctor". Lo admitió al final, 20 días antes del desenlace. Se arrepentía de no haber reunido dinero y hacer algo privado, para no tener que depender. Una idea imposible, también. Creo que él quería formar una 'Cleveland Clinic' en Argentina, con la diferencia de que allá reciben U$ 100 millones por año, en subsidios. Acá era algo impensable. Además, le hacía ver que el personal de la institución tenía una idiosincrasia nuestra, argentina. Un ejemplo: Me indicó que hiciera leer a todos los aspirantes los diez principios que redactó. Sólo quienes firmaran su conformidad estarían en línea y podrían llenar la planilla. Y yo le respondía: "Doctor: no se olvide de la plusvalía", con lo que le indicaba que la necesidad tiene cara de hereje.

p: ¿Cómo era considerado Favaloro en el murmullo social?
CP: La gente del pueblo lo adoraba. Recuerdo varias anécdotas de cuando caminábamos juntos por la calle. Se percibía el fuerte fervor que despertaba. Pero en parte del ambiente médico era muy resistido. En ese ámbito en algunas oportunidades era aplaudido, pero se observaba más cortesía que compromiso y consentimiento.

p: El profesor Mainetti, formador de Favaloro, definió a su discípulo con una frase que aún hoy perdura: "Favaloro fue un hombre público envidiado por los poderosos, alabado por los humildes, que no pudo ser capitalizado por la política". ¿Comparte usted esa definición?
CP: A varios políticos, muchos empresarios, y algunos periodistas les costaba entender a Favaloro. La gran mayoría de ellos querían tener una foto con el doctor. Yo nunca tuve una de él en mi despacho.

p: ¿Cuál era la utopía más importante de Don René?
CP: La docencia y el ejemplo, la educación. Lo preocupaba la estupidez cotidiana. Cuando se decidió a escribir 'Don Pedro y la educación', juntos cotejábamos libros y programas de estudio. Se alarmaba por la decadencia. Yo le decía: "Cambió el mundo. La mente del joven es otra". En la Fundación sólo dos personas no tenían celular: él y yo. A pesar de eso, armé cuatro congresos internacionales. Otro dato: hicimos un programa con verdaderos referentes culturales. Pudimos editar dos o tres libros, nada más. Uno sobre el aspecto literario junto con la medicina. Cada uno de los convocados explicaba cómo veía el mundo actual a través de la literatura, el arte, la ciencia. No se vendían ejemplares. Había que aceptarlo, el sistema es así. Es obvio que debiera cambiar, pero no lo puede hacer sólo un hombre. Siempre dije que él "Pudo cambiar la cardiología del mundo, pero no la sociedad de su tiempo". Es una crisis moral, en la que hay un mucho de hipocresía y corrupción.

p: Usted sostiene en Diario interior…, que 'La vida del doctor Favaloro no es una vida, es más, un destino'. ¿Su vida con él, también lo fue?
CP: Sin duda, 'a mí me cambió la vida'. Veintidós años juntos no es poco.

p: Una frase de Goethe que usted citó: "Dos viajeros que parten de puntos alejados, se encaminan a igual destino y se encuentran a media jornada, suelen acompañarse mejor que si hubieran comenzado juntos el viaje". ¿Favaloro era uno de ellos y usted el otro?
CP: Lo interesante era ser complementarios. Teníamos en parte, mundos distintos. Yo viajaba en colectivo. Procedíamos de formaciones distintas, con otro estudio, otro tiempo, otra edad. Le trataba de transmitir lo que veía en mis hijos, como un fiel registro de las nuevas generaciones.

p: Usted sostuvo que Favaloro era un arquetipo difícil de reemplazar. ¿Qué piensa sobre el Dr. Albino?
CP: Es uno de mis grandes referentes. Le cuento: hice todas las gestiones ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que se impusiera el nombre del doctor Esteban Laureano Maradona a una plaza que está sobre la avenida Córdoba al 5000. Se hizo, pero aún falta la placa, se olvidaron de ella. El país es así. Cuando dije que era un arquetipo difícil de reemplazar es porque ¿Cuántos años, décadas cuesta que aparezca un Borges, un Lugones, un Castagnino, un Fangio, un Favaloro? En relación al doctor Albino, es un hombre ejemplar. Mi señora suele decir: "Es otro Favaloro". Es admirable. Creo que es un soñador con los pies más sobre la tierra, con más visión. Todo creador es un soñador, pero el más práctico cierra el ciclo.

p: Resulta fácil parangonar a Albino con Favaloro porque tienen un mismo enfoque: medicina social, cuidar la salud de las criaturas, y la mirada sobre Latinoamérica, ¿verdad?
CP: Ambos tienen mucho en común, como lo tenía también el doctor Maradona, en otros aspectos. Al escuchar a Albino se desprende su calidad humana.

p: Don René decía: "En el filo de la muerte no recordaremos nada material. Lo único que cuenta al final es la mujer amada, al amigo, la naturaleza…" ¿Usted era ese amigo? ¿Hablaba de usted?
CP: No sé. No podría decirlo.

p: ¿Al citar esa misma frase, usted podría decir que ese amigo era él?
CP: 'Yo lo voy a recordar toda la vida'. Yo no tengo fechas, pero lo recuerdo indefectiblemente el 29. Será así porque estuve en su casa cuando me avisaron de su suicidio, y a las 20 horas tuve que dar una conferencia e informar a todos los medios del mundo. Es un día imborrable en mi vida. Me llamaban de varios países. Dos meses después hice pública la renuncia a mi cargo en la institución. Sin él no deseaba continuar.

p: ¿Cuál fue el mejor proyecto que logró armar desde su función?
CP: Yo participé de todo el proyecto de la Fundación. Le voy a dar un ejemplo. En los países de Europa hay un Coordinador de trasplantes de pacientes. Acá éramos los únicos en la tarea. Fueron exitosos los resultados. Pero el mejor desarrollo fue una transmisión para la televisión alemana de cinco intervenciones en serie, realizadas por distintos cirujanos del Staff de la Fundación. Luego de terminada la primera, quince minutos después empezaba la siguiente y así sucesivamente. Arrojó un resultado de 3 millones de televisores encendidos en la madrugada europea. La repercusión fue increíble. Nunca hubo otra experiencia similar en todo el mundo.

p: Se percibe que René tenía al 'deber y humanismo', como rasgos salientes. ¿Usted también los tenía?
CP: Favaloro tenía un proyecto de medicina para todo el país que a mí me enloquecía. Me parecía brillante, único. Ya los últimos años no se podía pensar en eso. Después del '97 se pudieron hacer muy pocas cosas.

p: Favaloro, idealista o muy inteligente dejó una marca histórica, un mensaje, un legado, como los grandes revolucionarios de la historia. Su suicidio fue emblemático. Una denuncia. ¿Fue exitoso por lograr conformar su obra? ¿Fracasó por no poder continuar? ¿En el balance, qué parte pesa más?

CP: Tuvo éxito en la cardiología mundial. Hubo un antes y un después de él. Si se contemplan los proyectos que quedaron en el camino, le faltaba concretar sus sueños. Un dato alcanza. Favaloro intentó volver tres veces al país y no tenía inserción. Era negado. Además creía que parte del pago de impuestos de las grandes empresas podía destinarse a la salud y a su obra, como era el régimen de EE.UU. Acá resultaba imposible. En nuestra cultura se puede financiar a un futbolista, no un proyecto de salud. Se equivocó. No reparó en la idiosincrasia.

p: En su libro hay una cita de Sigmund Freud: 'La sociedad reposa sobre un crimen cometido en común'. ¿Qué o quién mató a Favaloro? ¿La envidia de parte del mundo médico? ¿La corrupción de un sector del sistema? ¿La indiferencia de un Estado ausente? ¿Un gobierno en crisis? ¿Sus detractores? ¿Todos juntos?
CP: Todo eso junto. Y tal vez, también, un proyecto desmedido de él. No entendió el país. Él llevaba programas sanitarios a varios presidentes y siempre quedaban archivados.

p: ¿Qué es lo que más extraña de él?
CP: Me cambió la vida. Yo le llevaba los boletines de mis chicos. Tengo fotos con él y mis hijos. Libros regalados por él. Uno que retiró de su biblioteca y me dedicó. Es 'La creación del mundo moral', de Agustín García. Tanto en común. Luchábamos por las utopías.

p: Usted cuenta que Favaloro se refugiaba en la naturaleza. ¿Dónde lo hace usted, en la letra?
CP: Si, claro. Él también lo hacía en las lecturas, en nuestras charlas.

p: Resulta fácil deducir que a través de vuestras charlas, él podía reconciliar el espíritu. ¿Era así?
CP: Hablábamos de revolución, de socialismo, de lo social, de la dignidad del hombre, de la República, de nuestros mayores, de fútbol, de mujeres. Recordábamos a Carrillo, a Oñativia, a Maradona, a Mazza. Recorríamos las desventuras de varios de los vanguardistas. Sus utopías.

Ante sus respuestas, se puede inferir que esos diálogos los llevaban a intentar una existencia posible entre lo inalcanzable y lo mundano, lo sagrado de encomiable objetivos que convivían con realidades profanas, mezquinas. Capaz de una mirada profunda sobre lo incompleto de los ambientes prosaicos, Penelas observaba el mundo de intereses que se suele resistir a las grandes metas del espíritu. Era interlocutor del Quijote, su intérprete, su exégeta. Asistir a René a dializar las impurezas propias de un economicismo que se abre paso a codazos, con el que se topaba, era entender su meta: evangelizar en pos de una medicina social. Las catarsis, las charlas reconciliaban el espíritu y devolvían el sentido a luchar contra la adversidad. Su colaboración sólo se medía en compromiso, en fidelidad.

p: ¿Qué es lo más difícil de aceptar, su muerte o su paso a la inmortalidad?
CP: Ambas van de la mano. Hay un proyecto de país que soñó que no existe. Dejó obras inconclusas. En el último tiempo le decía: "El proyecto se está terminando". Prefería hablarle con crudeza y no engañarlo.

p: ¿No le resultaba difícil luchar con el Quijote?
CP: Claro que era difícil. A veces golpeaba la mesa. Se enfurecía.

p: Favaloro cerró una conferencia sobre Artigas, en Uruguay, con una letra de Zitarrosa: 'Quisiera decir que tengo alegría en lo que doy, pero con mi canto voy más triste de lo que vengo'. ¿Qué piensa de eso?
CP: Escuchábamos juntos a Zitarrosa, nos gustaba a ambos. Lo admirábamos. Extraño nuestras charlas, como las que tuve con Borges, Sábato, Luis Franco, Ricardo Molinari. Cada vez converso con menos gente.

p: Usted fue muy valiente al admitir en su libro que soñaba frecuentemente con su padre y con Favaloro. ¿Lo sigue soñando?
CP: Sí. Sobre todo, en estos días. Para estas fechas más aún.

Responde a la última pregunta lentamente, con contadas palabras y una mirada casi ausente. Quizás, atravesado por el recuerdo de una época maravillosa. El brillo de sus ojos lo revela. Llena la descripción de Machado en Cantares: 'caminante no hay camino, se hace camino al andar… golpe a golpe, verso a verso'. Un conjuro mágico permitió escuchar las confesiones del hombre, del amigo. Aquel tiempo en que el escritor eximió a la pluma,… 'el poeta era sólo un peregrino'. Recorre en silencio el laberinto de una intimidad que siempre conservará. La entrevista concede un clima de evocación que devuelve con un relato sensible, único. Refleja pasajes intimistas de un hombre de los más respetados y queridos de Argentina y del mundo, 'emblema de humanismo y honestidad'. Acaso, el Quijote. Cae la tarde. En su transcurso, permitió contar una historia de amistad entre un médico rural y un escritor. Ya próximo al descanso, acostumbrado al ambiente de hadas y druidas, sabe que es probable que lo vuelva a soñar. Tal vez, luego de una charla sobre poesía y literatura, en la que también comulguen espíritu, ideales, luchas, utopías, y compartan alegrías y desahogos, René Favaloro le repita: "Carlos, vamos, tenemos que trabajar", y Penelas no dude en aceptar. Al despertar, sonreirá por la ensoñación. Pluma en mano, volverá el poeta a sublimar, con 'las mismas letras que un día dieron refugio al gigante y fuerzas para luchar'.–

Guillermo Daniel Balbi / Periodista
Diario Nueva Rioja, 9 de mayo de 2020
martes, julio 29, 2025 No comments
Hace unos días descubrí un artículo que escribí hace tiempo. En esta tierra parece que nada cambia. Volvemos sobre hechos vividos como una pesadilla. Desde ya que el mundo se modifica vertiginosamente. Por los años 70, don Diego Abad de Santillán, a quien tuve el honor y el placer de tratar con asiduidad, me dijo: "Penelas, un siglo ya no es un siglo. Lo que ocurre en cinco años antes ocurría en un siglo". Pienso, desde mi escritorio, que ahora deben ser tres años. La IA, los cimbronazos de la ciencia, de la tecnología, han modificado todo. Todo es todo. Conducta, moda, alimentos, aspectos culturales, economías, tendencias ideológicas, formas de vida, el abandono silencioso de los desempleados, redes sociales, nuevas formas laborales, criptomonedas... y lo que usted desee agregar. En esta tierra sin embargo parecería que siempre giramos en torno al populismo, lo mágico, una esperanza imbécil, un juego de palabras que asombra por la fatuidad. Gobiernos, pueblo, intelectuales... "Hablar es escuchar", decía Heidegger. Aquí, amable lector, no necesariamente es así, Siento que en el universo actual tampoco. La fantasía argentina no tiene parangón. Puedo equivocarme. La gran mayoría de nuestros políticos son impresentables, camanduleros. Leamos a Bourdieu, a Foucault, a Chomsky... Los de otras regiones no son mucho mejor, pero son en lineas generales otra cosa. No mucho más, pero diferentes. No sabemos distinguir entre la literatura decorativa y la literatura rigurosa. Una historia falsa se sostiene en un contexto determinado. Los engaños sistemáticos parecen ser una cuestión de fe. En la Santísima Trinidad o en la pata de conejo los barra bravas. Y las historias se olvidan, se desconocen, se mutilan, se disfrazan. La ignorancia, la mala costumbre, la pobreza interior y exterior es palpable. La corrupción en esta tierra es estructural, tiene raíces históricas. Por favor, no lo olvide. Y los vaivenes políticos, jurídicos juegan al gallito ciego. Aquí va el escrito de hace años. Casi me olvido, caro lector, puede releer a Max Weber. Si le interesa el tema del poder y esas minucias.

Foto: Emiliano Penelas

"Sabemos, desde siempre, que la cultura se diferencia de la ilustración y de lo erudito. Que la sensibilidad es parte de la belleza, que el buen gusto requiere tiempo, reiteradas búsquedas, comparaciones. Y que lo ramplón nos genera estupidez, burocracia, premios. Un poeta siempre vive en el amor, en la pasión, en lo insurrecto. Es generador de aventura, es creador de fantasías. De lo contrario no es un poeta. Puede ser un oficial de justicia, un contador o un boticario. Puede ser un funcionario administrativo, pero nunca un poeta. El poeta tiene imágenes, percepciones, sueños. Y ve – lo siento caballeros, lo siento – lo que muchos no pueden ver. No es casual que en los años setenta algunos de nosotros, muchachos, sabíamos de "Cahiers du Cinéma". Y lo sabíamos, en parte, por "Tiempo de Cine". Se hablaba de técnica e ideología; nos hacía reflexionar Jean-Louis Comolli. Vengo, lo dije muchas veces, del Mayo Francés. Soy un hijo de ese movimiento, de esa historia. En esos años tomábamos facultades, participábamos activamente de dos y tres manifestaciones por semana, imprimíamos volantes y folletos, pintábamos en los muros leyendas subversivas, llevábamos en el portafolio revistas sediciosas, poemas de la Guerra Civil Española y bombas molotov. Y “la política golpeaba las puertas de los cines”. Se hablaba de la complejidad de lo cinematográfico como de la complejidad de los nuevos modelos en plástica o literatura. Hoy volvemos a pensar eso.

Hace un tiempo, nos visitó Tzvetan Todorov. Fue importante su presencia. Y fue fundamental su mirada sobre una sociedad que no quiere conocer su historia. Con la memoria no basta nos dice, la ilusión maniquea no es buena, nos dice, no hay compartimentos estancos. “Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él”, escribe.

Hablamos de hipocresías, caballeros. De montajes de espectáculos, señores. De aventureros mass mediáticos. De imágenes que se construyen porque son distintas a los políticos profesionales. De la honradez del devocionario. Que mienten, que engañan, que proponen. Y dicen y prometen. Que mienten como ladrones. Miseria del lenguaje, de bastardos. Sin remilgos. Olviden. No dicen estructuras. Estafan y son estafados. Con la moralina de “políticos decentes”, “militares patriotas”, “empresarios honestos”, “sindicatos participativos”, “intelectuales éticos”. Zonas de fraude y sacralidad. Plagios. Crean la sobreactuación como aquella Mani Pulite. Fascina el engaño, la esperanza, el novio perfecto y la señorita casta. Mecanismos ocultos que construyen el poder, las sectas. Me repliego, nos replegamos. Y crece el fetichismo organizado. Pragmático, compañeros, de rodillas. Y meta cumbia y redoblante.

Hagan juego, caballeros, hagan juego. A la genuflexión, al oportunismo. Con el sayo del tecnócrata. Seamos asépticos, burócratas, dispendiosos. Seamos populistas, oligárquicos, militaristas, nacionalistas, reformistas, cagones. Eso, por sobre todas las cosas, seamos cagones. La picaresca criolla. A engañar, a la política mezquina, realista. Seamos imbéciles, deshistorizados. Seamos beatos. A emplear la sexualidad mecanizada, a levantar las banderas de una sexualidad empobrecida, institucionalizada, castradora. Hermenéutica y promiscuidad. De la eficacia hablan los caballeros. De la eficacia de los placebos, de las armaduras góticas.

Para pensar, amigo lector, para dar vuelta a la veracidad y a la idealización. Para ser irrespetuosos. ¡Ah, el olfato del predestinado! Y el guiño sobrador de estos pillos. El sainete es nuestro género. El mejor eslogan de la confusión es ese saber político, reaccionario. Se hace evidente. Hay que descubrirlo. Nos constriñen. ¡Ah, el estilo de vida! ¡Ah, los modelos!

Viven en sus ficciones. Territorios de la abstracción. Representan las estrategias; ante la declinación de la cultura política la autoexclusión. Sórdido, señores, sórdido. Contra los exaltadores optimistas, contra los que pontifican desde lo anacrónico. Todo se manipula. Burocracia sindical, ídolos, asesores de imagen. Cosmética emocional o simbólica. Se recluye, se privatiza al sujeto social. Se lo atomiza. Crecen los discursos sin teoría. Se consume, se seduce. Y crece el chisme, el mentidero para explicar “la realidad”. El cotilleo. Una trituradora de lo efímero, el vacío teórico que esteriliza.

Comencé hablando del amor y de un proyecto cinematográfico. Sobre eso edificaremos una mirada, una forma diferente de sentir. Tal vez no nos equivoquemos al pensar que hay un mundo insurrecto, vital, que desea otra vida. Por el momento la mentira, el engaño, la demagogia, el populismo, el descaro. Recuerdo cuando mi padre decía: "Fulano de tal es un hombre serio." ¿Qué significa esta palabra, este símbolo, en estas horas de ultraje, robo y corrupción? Aquí y en el mundo. Pero seguiremos, seguiremos. Las estrellas brillan en el infinito, el mar sueña los vientos de la aurora, la luna es más bella. Seguiremos por nuestra conducta, por nuestra conciencia, por nuestra voluntad ética."

Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de julio de 2025
lunes, julio 28, 2025 No comments

El poeta estuvo en la Gran Romería Gallega 2025 que se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires. 

En la foto con la presidenta del Centro Betanzos, da. Beatriz Lagoa.

domingo, julio 27, 2025 No comments

 El viernes 18 de julio Carlos Penelas dio la conferencia "Los escritores y la creación" en el marco de los Ciclos Culturales y Actividades que organiza el COPIME (Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista).












domingo, julio 20, 2025 No comments
El viernes 18 de julio a las 18 horas Carlos Penelas dará una conferencia en COPIME - Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista - Pasaje del Carmen 778, Primer Piso.


En esta oportunidad el tema será "Los escritores y la creación". 

Penelas hará referencia - entre otros temas - al proceso creativo en torno al lenguaje, la percepción de lo estético, diversas técnicas literarias, la formación del autor y del lector, el medio histórico de la obra. 

Al finalizar el público podrá hace consultas.

Entrada libre y gratuita.
martes, julio 15, 2025 No comments

Foto: Emiliano Penelas


No volví a verla. Habíamos creído en la pureza,

en la inocencia, en la fragilidad del alma.

Ahora la memora de ese día en sus ojos de niebla.

Sé desde siempre que hay una perdición,

algo errante que refleja el pavor.

(En aquellos años había mucho tiempo).

Ahora el aire se retira con talismanes ásperos.

Había un fervor clemente en los hados abstractos.

(De mi risa y del infinito detallaré en el alba).

Recuerdo como siempre esta plaza ajardinada

con acacias bordeando un camino rojizo.

Ahora en el ágora se encendieron faroles.

De pronto el ocaso. Y se pierden hamacas,

niños, sueños. Todo es mítico en el declive del silencio.

(Es verdad, ¡había tanto tiempo!).

Mientras, el aire se metía en los tranvías

como en un tinglado de otra infancia.

He olvidado su nombre, sin duda inolvidable.

Otra vez intento descifrar

la niebla flotante de sus ojos de aquella tarde,

la fatiga o la equivocación en la melancolía,

lo irreal, lo alegórico del amor, lo fortuito.

Nadie sabe del absurdo cotidiano,

ni de la hoja distraída cayendo en la impaciencia.

Recordé la historia intacta de mis labios en sus labios,

un lecho desterrado, un libro, la duda.

Un almuerzo, un aliento intemporal en la penumbra.

Las campanadas de un reloj a medianoche.

Y el remordimiento.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 11 de julio de 2025
viernes, julio 11, 2025 No comments
Foto: André Kertész


Le entregué un poema. Lo apartó sobre la repisa.

Hablaba del edén, de vientos ávidos,

del ubicuo milagro de la rosa.

Cada verso evocaba lo insurgente

y la suavidad del cuerpo en la fugacidad.

La escucho evocar a un hombre que amó.

Escucho su desazón, lo ondulante del cielo,

la impaciencia de una nostalgia desentendida,

el desánimo del atardecer en la glorieta.

Su mirada es bella y nostálgica.

Entonces convoqué a Madame Bovary.

Dice celular, finanzas, albañil, trayecto.

Y también ligustrina, empedrado, barda.

(¿Quién soy?, me pregunto).

Llamé a Octavio Paz:

un verso infinito de las tinieblas infinitas,

el ajado albedrío en levedad.

Desazón, sombra desfondada del mar,

una casa con mitos y olvidos y viajes.

Es sutil la palabra. Impávida
la mirada entreteje lo insípido.


Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2025
martes, julio 01, 2025 No comments
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