Digresiones

by - martes, julio 01, 2025

Foto: André Kertész


Le entregué un poema. Lo apartó sobre la repisa.

Hablaba del edén, de vientos ávidos,

del ubicuo milagro de la rosa.

Cada verso evocaba lo insurgente

y la suavidad del cuerpo en la fugacidad.

La escucho evocar a un hombre que amó.

Escucho su desazón, lo ondulante del cielo,

la impaciencia de una nostalgia desentendida,

el desánimo del atardecer en la glorieta.

Su mirada es bella y nostálgica.

Entonces convoqué a Madame Bovary.

Dice celular, finanzas, albañil, trayecto.

Y también ligustrina, empedrado, barda.

(¿Quién soy?, me pregunto).

Llamé a Octavio Paz:

un verso infinito de las tinieblas infinitas,

el ajado albedrío en levedad.

Desazón, sombra desfondada del mar,

una casa con mitos y olvidos y viajes.

Es sutil la palabra. Impávida
la mirada entreteje lo insípido.


Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2025

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