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Carlos Penelas

Carlos Penelas, poeta y escritor, fue amigo del recordado cardiocirujano, y jefe de prensa de su Fundación. Escribió Diario interior de René Favaloro, editado en 2003 por Sudamericana. Corría el año 1978 cuando publicó Conversaciones con Luis Franco.


Con la alegría de haber sido ponderado por su labor fue al ex Sanatorio Guemes, con la finalidad de hacerle llegar su libro -dedicatoria incluida- a quien lo elogiara. Fue recibido por una secretaria, quien meses después lo llamó para hacerle saber que era invitado por el médico a que tuvieran una charla. Concurrió con gusto. Fue la primea. Aún no sabía que sería su colaborador y que los uniría una relación personal de veintidós años. Cuatro años de sincera y profunda amistad e infinidad de horas compartidas, en las que descubrirían semejanzas de espíritu y común admiración por la letra y autores, decidieron que fuera convocado a sumarse al proyecto de la Fundación. "Creo que me semblanteaba, durante nuestras charlas" -admite-.

p: ¿Cómo fue ese primer encuentro?
CP: La primera entrevista fue amigable. Hablamos de cuestiones sociales, familiares, históricas, de literatura. Luego, siempre nos llamábamos para tener un encuentro y le proponía presentarlo a varios escritores, Luis Franco, Juan José Sebreli, Carlos Alberto Brocato, ente otros. Así fue conociendo a algunos de ellos.

p: ¿Por qué aceptó trabajar con él? ¿Qué lo decidió?
CP: Un día quiso saber mi opinión al respecto del proyecto, de su obra, que aún funcionaba dentro del ex Guemes, pero ya tenía el primer edificio de 'Investigaciones básicas' sobre la calle Solís. Me pidió que fuera a verlo. Era un lugar casi vacío. Allí había sólo algunos investigadores, y muy poco personal administrativo. Un médico atendía las 'Relaciones Públicas'. Le hice ver que sería un área muy necesaria, y profesional. Yo ocupaba ese cargo en una empresa alemana, muy importante en Latinoamérica, con sede en Buenos Aires. Le ofrecí ayudarlo a conformar ese departamento, junto con el de 'Prensa'. Tiempo después, fui llamado para empezar. Debí renunciar a mi ocupación. Como no había una oficina para que desarrollara mi tarea, Favaloro me dio la llave de su despacho y me dijo que lo utilizara.

p: En la antesala de la oficina del doctor Favaloro había una frase que decía: "He vivido siempre entre la agonía y el deber". Ya en su despacho, una placa de bronce, en medio de otras tantas, firmada por el prestigioso doctor Dwight Harken, pionero en cirugía cardiovascular en la que se podía leer: "El amor y patriotismo a su tierra hizo que Norteamérica perdiera a uno de los mejores cirujanos del mundo". ¿Quién era Favaloro? ¿Un idealista, un soñador, o un patriota sin límites que no fue entendido por su tiempo?
CP: Creo que era todo eso junto. Recuerdo que cuando editamos una revista especial sobre el Instituto de Cardiología me dijo: "Deseo en la tapa, como ilustración, al Quijote". La idea fue de él, mucha gente la creía mía. Tenía un perfil de soñador, de idealista, de hecho lo era. En algunos intercambios que teníamos yo le decía: "Doctor, usted parece el poeta y yo el médico". Era más pragmático que él.

p: ¿Habrá sido usted su contrapunto dialéctico?
CP: Yo sabía que lo conversado entre nosotros era único. No lo hablaba con nadie. Así, llegábamos también a las discusiones. Nos enojábamos los dos, y a veces nos duraba una semana. Una vez, pasado un mal momento me llamó y me dijo: "Carlos, basta, debemos trabajar" -sonríe, evoca- Tenía un fuerte sentido de Patria como yo no tengo, por provenir de una familia gallega, republicana. Un ejemplo: Cuando se inauguró el Instituto me pidió que reserváramos el espacio de una pared para que, como lo hacían en la Cleveland Clinic de EE.UU, las familias que hicieran donaciones colocaran una placa con su apellido. Jamás se hizo. Otra anécdota; Se hacían almuerzos en los que participábamos y yo le decía: "Doctor: de acá no va a salir un peso en donaciones. Vienen para conocerlo y decir que almorzaron con usted". Se enojaba.

p: ¿Cuál era el objetivo final de Favaloro? ¿Proponer un programa sanitario, dar una lección moral, o ambos?
CP: Siempre entendí que los proyectos de la Fundación eran dos. Crear el instituto más importante de Argentina y Latinoamérica, y que otras instituciones lo tomaran como modelo de ejemplo ético. Favaloro se había formado en La Plata con docentes que tenían una fuerte concepción de 'República', con sólido contenido social. Rendían culto a la ética. Siempre estuvimos muy de acuerdo en cuestiones éticas.

p: ¿Él valoraba en usted, su ética?
CP: Sabía que yo venía del anarquismo. Mi padre nos dijo al morir: "Les dejo una biblioteca y una conducta". Conservo ambas cosas. Tal vez valoraba el hecho de que nunca me interesó tener nada material. Nunca tuve auto. Si él me decía: "Tenés un buen cargo", yo le respondía, "Sí, pero quizás mañana lave copas en el bar de la esquina". Yo no me confundía con el cargo. Y eso que tenía el Legajo Nª 22, de la institución.

p: ¿Qué impidió continuar el proyecto? ¿Fue la lucha con el poder establecido?
CP: Creo que fueron varias cosas. Un día le dije: "Se equivocó al volver, doctor". Lo admitió al final, 20 días antes del desenlace. Se arrepentía de no haber reunido dinero y hacer algo privado, para no tener que depender. Una idea imposible, también. Creo que él quería formar una 'Cleveland Clinic' en Argentina, con la diferencia de que allá reciben U$ 100 millones por año, en subsidios. Acá era algo impensable. Además, le hacía ver que el personal de la institución tenía una idiosincrasia nuestra, argentina. Un ejemplo: Me indicó que hiciera leer a todos los aspirantes los diez principios que redactó. Sólo quienes firmaran su conformidad estarían en línea y podrían llenar la planilla. Y yo le respondía: "Doctor: no se olvide de la plusvalía", con lo que le indicaba que la necesidad tiene cara de hereje.

p: ¿Cómo era considerado Favaloro en el murmullo social?
CP: La gente del pueblo lo adoraba. Recuerdo varias anécdotas de cuando caminábamos juntos por la calle. Se percibía el fuerte fervor que despertaba. Pero en parte del ambiente médico era muy resistido. En ese ámbito en algunas oportunidades era aplaudido, pero se observaba más cortesía que compromiso y consentimiento.

p: El profesor Mainetti, formador de Favaloro, definió a su discípulo con una frase que aún hoy perdura: "Favaloro fue un hombre público envidiado por los poderosos, alabado por los humildes, que no pudo ser capitalizado por la política". ¿Comparte usted esa definición?
CP: A varios políticos, muchos empresarios, y algunos periodistas les costaba entender a Favaloro. La gran mayoría de ellos querían tener una foto con el doctor. Yo nunca tuve una de él en mi despacho.

p: ¿Cuál era la utopía más importante de Don René?
CP: La docencia y el ejemplo, la educación. Lo preocupaba la estupidez cotidiana. Cuando se decidió a escribir 'Don Pedro y la educación', juntos cotejábamos libros y programas de estudio. Se alarmaba por la decadencia. Yo le decía: "Cambió el mundo. La mente del joven es otra". En la Fundación sólo dos personas no tenían celular: él y yo. A pesar de eso, armé cuatro congresos internacionales. Otro dato: hicimos un programa con verdaderos referentes culturales. Pudimos editar dos o tres libros, nada más. Uno sobre el aspecto literario junto con la medicina. Cada uno de los convocados explicaba cómo veía el mundo actual a través de la literatura, el arte, la ciencia. No se vendían ejemplares. Había que aceptarlo, el sistema es así. Es obvio que debiera cambiar, pero no lo puede hacer sólo un hombre. Siempre dije que él "Pudo cambiar la cardiología del mundo, pero no la sociedad de su tiempo". Es una crisis moral, en la que hay un mucho de hipocresía y corrupción.

p: Usted sostiene en Diario interior…, que 'La vida del doctor Favaloro no es una vida, es más, un destino'. ¿Su vida con él, también lo fue?
CP: Sin duda, 'a mí me cambió la vida'. Veintidós años juntos no es poco.

p: Una frase de Goethe que usted citó: "Dos viajeros que parten de puntos alejados, se encaminan a igual destino y se encuentran a media jornada, suelen acompañarse mejor que si hubieran comenzado juntos el viaje". ¿Favaloro era uno de ellos y usted el otro?
CP: Lo interesante era ser complementarios. Teníamos en parte, mundos distintos. Yo viajaba en colectivo. Procedíamos de formaciones distintas, con otro estudio, otro tiempo, otra edad. Le trataba de transmitir lo que veía en mis hijos, como un fiel registro de las nuevas generaciones.

p: Usted sostuvo que Favaloro era un arquetipo difícil de reemplazar. ¿Qué piensa sobre el Dr. Albino?
CP: Es uno de mis grandes referentes. Le cuento: hice todas las gestiones ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que se impusiera el nombre del doctor Esteban Laureano Maradona a una plaza que está sobre la avenida Córdoba al 5000. Se hizo, pero aún falta la placa, se olvidaron de ella. El país es así. Cuando dije que era un arquetipo difícil de reemplazar es porque ¿Cuántos años, décadas cuesta que aparezca un Borges, un Lugones, un Castagnino, un Fangio, un Favaloro? En relación al doctor Albino, es un hombre ejemplar. Mi señora suele decir: "Es otro Favaloro". Es admirable. Creo que es un soñador con los pies más sobre la tierra, con más visión. Todo creador es un soñador, pero el más práctico cierra el ciclo.

p: Resulta fácil parangonar a Albino con Favaloro porque tienen un mismo enfoque: medicina social, cuidar la salud de las criaturas, y la mirada sobre Latinoamérica, ¿verdad?
CP: Ambos tienen mucho en común, como lo tenía también el doctor Maradona, en otros aspectos. Al escuchar a Albino se desprende su calidad humana.

p: Don René decía: "En el filo de la muerte no recordaremos nada material. Lo único que cuenta al final es la mujer amada, al amigo, la naturaleza…" ¿Usted era ese amigo? ¿Hablaba de usted?
CP: No sé. No podría decirlo.

p: ¿Al citar esa misma frase, usted podría decir que ese amigo era él?
CP: 'Yo lo voy a recordar toda la vida'. Yo no tengo fechas, pero lo recuerdo indefectiblemente el 29. Será así porque estuve en su casa cuando me avisaron de su suicidio, y a las 20 horas tuve que dar una conferencia e informar a todos los medios del mundo. Es un día imborrable en mi vida. Me llamaban de varios países. Dos meses después hice pública la renuncia a mi cargo en la institución. Sin él no deseaba continuar.

p: ¿Cuál fue el mejor proyecto que logró armar desde su función?
CP: Yo participé de todo el proyecto de la Fundación. Le voy a dar un ejemplo. En los países de Europa hay un Coordinador de trasplantes de pacientes. Acá éramos los únicos en la tarea. Fueron exitosos los resultados. Pero el mejor desarrollo fue una transmisión para la televisión alemana de cinco intervenciones en serie, realizadas por distintos cirujanos del Staff de la Fundación. Luego de terminada la primera, quince minutos después empezaba la siguiente y así sucesivamente. Arrojó un resultado de 3 millones de televisores encendidos en la madrugada europea. La repercusión fue increíble. Nunca hubo otra experiencia similar en todo el mundo.

p: Se percibe que René tenía al 'deber y humanismo', como rasgos salientes. ¿Usted también los tenía?
CP: Favaloro tenía un proyecto de medicina para todo el país que a mí me enloquecía. Me parecía brillante, único. Ya los últimos años no se podía pensar en eso. Después del '97 se pudieron hacer muy pocas cosas.

p: Favaloro, idealista o muy inteligente dejó una marca histórica, un mensaje, un legado, como los grandes revolucionarios de la historia. Su suicidio fue emblemático. Una denuncia. ¿Fue exitoso por lograr conformar su obra? ¿Fracasó por no poder continuar? ¿En el balance, qué parte pesa más?

CP: Tuvo éxito en la cardiología mundial. Hubo un antes y un después de él. Si se contemplan los proyectos que quedaron en el camino, le faltaba concretar sus sueños. Un dato alcanza. Favaloro intentó volver tres veces al país y no tenía inserción. Era negado. Además creía que parte del pago de impuestos de las grandes empresas podía destinarse a la salud y a su obra, como era el régimen de EE.UU. Acá resultaba imposible. En nuestra cultura se puede financiar a un futbolista, no un proyecto de salud. Se equivocó. No reparó en la idiosincrasia.

p: En su libro hay una cita de Sigmund Freud: 'La sociedad reposa sobre un crimen cometido en común'. ¿Qué o quién mató a Favaloro? ¿La envidia de parte del mundo médico? ¿La corrupción de un sector del sistema? ¿La indiferencia de un Estado ausente? ¿Un gobierno en crisis? ¿Sus detractores? ¿Todos juntos?
CP: Todo eso junto. Y tal vez, también, un proyecto desmedido de él. No entendió el país. Él llevaba programas sanitarios a varios presidentes y siempre quedaban archivados.

p: ¿Qué es lo que más extraña de él?
CP: Me cambió la vida. Yo le llevaba los boletines de mis chicos. Tengo fotos con él y mis hijos. Libros regalados por él. Uno que retiró de su biblioteca y me dedicó. Es 'La creación del mundo moral', de Agustín García. Tanto en común. Luchábamos por las utopías.

p: Usted cuenta que Favaloro se refugiaba en la naturaleza. ¿Dónde lo hace usted, en la letra?
CP: Si, claro. Él también lo hacía en las lecturas, en nuestras charlas.

p: Resulta fácil deducir que a través de vuestras charlas, él podía reconciliar el espíritu. ¿Era así?
CP: Hablábamos de revolución, de socialismo, de lo social, de la dignidad del hombre, de la República, de nuestros mayores, de fútbol, de mujeres. Recordábamos a Carrillo, a Oñativia, a Maradona, a Mazza. Recorríamos las desventuras de varios de los vanguardistas. Sus utopías.

Ante sus respuestas, se puede inferir que esos diálogos los llevaban a intentar una existencia posible entre lo inalcanzable y lo mundano, lo sagrado de encomiable objetivos que convivían con realidades profanas, mezquinas. Capaz de una mirada profunda sobre lo incompleto de los ambientes prosaicos, Penelas observaba el mundo de intereses que se suele resistir a las grandes metas del espíritu. Era interlocutor del Quijote, su intérprete, su exégeta. Asistir a René a dializar las impurezas propias de un economicismo que se abre paso a codazos, con el que se topaba, era entender su meta: evangelizar en pos de una medicina social. Las catarsis, las charlas reconciliaban el espíritu y devolvían el sentido a luchar contra la adversidad. Su colaboración sólo se medía en compromiso, en fidelidad.

p: ¿Qué es lo más difícil de aceptar, su muerte o su paso a la inmortalidad?
CP: Ambas van de la mano. Hay un proyecto de país que soñó que no existe. Dejó obras inconclusas. En el último tiempo le decía: "El proyecto se está terminando". Prefería hablarle con crudeza y no engañarlo.

p: ¿No le resultaba difícil luchar con el Quijote?
CP: Claro que era difícil. A veces golpeaba la mesa. Se enfurecía.

p: Favaloro cerró una conferencia sobre Artigas, en Uruguay, con una letra de Zitarrosa: 'Quisiera decir que tengo alegría en lo que doy, pero con mi canto voy más triste de lo que vengo'. ¿Qué piensa de eso?
CP: Escuchábamos juntos a Zitarrosa, nos gustaba a ambos. Lo admirábamos. Extraño nuestras charlas, como las que tuve con Borges, Sábato, Luis Franco, Ricardo Molinari. Cada vez converso con menos gente.

p: Usted fue muy valiente al admitir en su libro que soñaba frecuentemente con su padre y con Favaloro. ¿Lo sigue soñando?
CP: Sí. Sobre todo, en estos días. Para estas fechas más aún.

Responde a la última pregunta lentamente, con contadas palabras y una mirada casi ausente. Quizás, atravesado por el recuerdo de una época maravillosa. El brillo de sus ojos lo revela. Llena la descripción de Machado en Cantares: 'caminante no hay camino, se hace camino al andar… golpe a golpe, verso a verso'. Un conjuro mágico permitió escuchar las confesiones del hombre, del amigo. Aquel tiempo en que el escritor eximió a la pluma,… 'el poeta era sólo un peregrino'. Recorre en silencio el laberinto de una intimidad que siempre conservará. La entrevista concede un clima de evocación que devuelve con un relato sensible, único. Refleja pasajes intimistas de un hombre de los más respetados y queridos de Argentina y del mundo, 'emblema de humanismo y honestidad'. Acaso, el Quijote. Cae la tarde. En su transcurso, permitió contar una historia de amistad entre un médico rural y un escritor. Ya próximo al descanso, acostumbrado al ambiente de hadas y druidas, sabe que es probable que lo vuelva a soñar. Tal vez, luego de una charla sobre poesía y literatura, en la que también comulguen espíritu, ideales, luchas, utopías, y compartan alegrías y desahogos, René Favaloro le repita: "Carlos, vamos, tenemos que trabajar", y Penelas no dude en aceptar. Al despertar, sonreirá por la ensoñación. Pluma en mano, volverá el poeta a sublimar, con 'las mismas letras que un día dieron refugio al gigante y fuerzas para luchar'.–

Guillermo Daniel Balbi / Periodista
Diario Nueva Rioja, 9 de mayo de 2020
martes, julio 29, 2025 No comments

En el aniversario del nacimiento del Dr. René Favaloro, Carlos Penelas, colaborador personal del prestigioso cirujano argentino por más de veinte años, dialogó con Susana Spano.


Entrevista en Radio Fénix de Mercedes, provincia de Buenos Aires, Argentina, 12 de julio de 2024.


martes, julio 16, 2024 No comments
Entrevista al gran poeta argentino, colaborador de PROPRONews, en su reciente viaje a nuestro país.


El gran poeta y periodista argentino Carlos Penelas, colaborador de este periódico, ha visitado España en un largo periplo durante las últimas semanas. Descendiente de gallegos, su retorno a la tierra natal de sus ancestros, después de recorrer otras regiones españolas, ha permitido que otro intelectual y también colaborador de PROPRONews, Manuel Suárez Suárez -también emigrante en su día en tierras sudamericanas- le realice en Santiago de Compostela la breve entrevista que publicamos a continuación.

“Con un mundo propio inconfundible y un escenario lírico personalísimo, capaz de abordar con igual maestría cada uno de los grandes motivos de la poesía universal -el tiempo y el devenir, el amor, la fe, la soledad existencial-, la obra de Carlos Penelas gravita por su propio peso y destaca nítidamente por sí misma dentro del desangelado escenario de la poesía actual, y especialmente argentina”. Alejandro Drewes

El muy reconocido poeta Carlos Tomás Penelas Abad (colaborador de Diariocrítico de Argentina) siempre supo donde tenía sus raíces. Nació en Piñeiro-Avellaneda, que era el lugar de mayor concentración de emigración gallega en la República Argentina. Fue el benjamín en una familia en la que su madre era de la comarca de Ourense (Santo André de Rante) y su padre de la comarca de Betanzos (A Espenuca de Coirós). En su hogar estaba muy presente Galicia ya que sus padres hablaban en gallego.

PREGUNTA.- Estimado Carlos, nuestra amistad viene de lejos. Hemos compartido alegrías, cenas, conferencias y viajes. Creo haber leído casi todos tus libros, tanto de poesía como ensayos, artículos y la magnífica biografía sobre tu admirado doctor Favaloro. ¿Cuál es tu idea de lo poético, tu sentir y tu mundo?
RESPUESTA.- Caro amigo Manuel. Una de las personas -es mi obligación reiterarlo- que mucho hizo por mi trayectoria fuiste vos, uno de los amigos que me abrieron puertas en Galicia, con escritores, gente de la cultura o centros para dar conferencias, nacieron desinteresadamente de tu honestidad, de tu fraternal compañerismo. Y también el cariño con mis hijos. Dicho esto, debo confesar que la poesía tiene su espacio, su movimiento. Observa la memoria, la emoción de la memoria. De allí el espejo, la otredad. A veces enfrentamos la desmemoria, matices o susurros del sueño. Es cuando vemos sin mirar; tal vez una travesía de imágenes, quizás un umbral errante. Las imágenes custodian nuestra vigilia, una suerte de duende emana de nuestras raíces, de nuestra infancia. Entonces, la intimidad anhela la palabra; la palabra tiene ritmo. Silencio y contemplación. Hay una penumbra del sentir, una ensoñación de la tonalidad verbal. Brega contra lo fosilizado, promueve desorden; purifica la vida. Un símbolo donde late la ensoñación de lo profano. Descubre una estética, lo deshabitado, la pasión; y también el gozo de aquella infancia que alguna vez extraviamos. Percibimos la tensión de lo absoluto y lo efímero. Es cuando el verso nos confiesa, nos sueña. Y comprendemos su misterio: la muerte es el destino. La metáfora considera voces, la condición humana del poema. De allí la gravedad de la palabra. Con el espíritu de Leonardo: “La poesía es lo bello que viste lo verdadero”.

FORMACIÓN Y CRECIMIENTO

P.- Quisiera que cuentes algo sobre tu formación, crecimiento y autores que admiraste.
R.- Recuerdo que al comienzo de mi actividad literaria fui receptor de cartas y frases auspiciosas de poetas a quienes admiraba desde adolescente. Pero, bueno, las palabras de don Ricardo Molinari, en su momento, fueron un estímulo enorme, impensable. Me sorprendió al escribir sobre mí que “este poeta viene de Boscán”, ya que era muy parco en elogios y en general huraño en el trato. Me llenó de alegría y respiré. Don Ricardo ponderaba mucho mi poemario “Cantigas”, que tenía en su mesita de luz. Poseía una formación muy sólida; desde la poesía primitiva galaico-portuguesa, la poesía del romancero español, hasta la lírica inglesa e italiana. Al nombrar a Boscán evocaba el clasicismo, el humanismo, la influencia italiana en la poética española, pero también el hilo que va uniendo una trayectoria trascendente en la poética universal. Su ojo era muy sensible y descubrió esa fuente en mi poesía. Me unía a él -entre otras cosas- esa mirada de lo poético, esa búsqueda de lo clásico, esa pincelada evanescente. Son también fundamentales en mi formación, Luis Franco y Héctor Ciocchini. Estudié y leí, leí y estudié con pasión a los poetas medievales españoles, renacentistas y, por supuesto, la generación del 98 y la del 27. Ellos fueron fuente de estilos, de análisis, de estructuras formales. También la poesía italiana de principios del siglo XX: Salvatore Quasimodo, Giuseppe Ungaretti, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Cesare Pavese, Mario Luzi, Umberto Saba…, uno viene de esos poetas, sin duda. Pero sería injusto si dejara de nombrar a Giuseppe Bellini, Thorpe Running, José Filgueira Valverde, Julieta Gómez Paz, Hugo Cowes, Luis Alberto Quesada, Enrique Molina, Eduardo Blanco Amor, Ernesto Sábato, María Elena Walsh, Frank Dauster, Raúl González Tuñón, Lily Litvak, Jorge Luis Borges, Xesús Alonso Montero, Manuel J. Castilla y tantos otros que con sus lecturas o con sus consejos nos fueron formando el espíritu, la fineza interior, esa respiración sutil del poema. Y por supuesto, un hogar gallego en el cual don Manuel, mi padre, nos inculcó hasta el tuétano la historia de Galicia. Ahí entraban mitos, leyendas, hábitos; el destierro por hambruna o por persecución ideológica. Mis padres hablaban en casa en gallego, como mis tíos o primos mayores. Esa fuente fue vital.

Carlos Penelas es uno de los poetas más importantes de la lírica en castellano

RODEADOS DE DECORACIONES

P.- ¿Cómo ves el panorama actual en lo literario y en lo social?
R.- Vivimos rodeados de decoraciones, de escenografías cotidianas, de saturaciones que funcionan de manera lateral, de mal gusto. La experiencia de la vida siempre condiciona al poeta. Hay un mundo que se crea ante la decadencia de todo lo que existe y debemos observar que la dualidad de la poesía frente al existir es sólo aparente. La literatura -en una época de globalización, banalidad y decadencia generalizada- tiende a polarizarse, a esfumarse. Se hipertrofia la espiritualidad, se crea una escenografía en torno a lo inmediato. La creación necesita silencio, tiempo, maduración. Y advertimos que las contraposiciones resultan cada día más homogéneas. Sin pedestales, entonces. Sin apelaciones a lo sentimental. Otra vez las vivencias: mi padre de A Espenuca y mi madre -María Manuela- de una aldea perdida de Ourense. Los abuelos eran analfabetos, jornaleros que hombrearon puertos en Ingeniero White. De allí vengo. Ellos fueron los dioses de mi infancia. Los recuerdo como “seres angelicales”, todos tenían una candidez especial, aunque eran capaces de dar la vida por una idea. Como mi tío Pedro Fraga, quien creía que los alcohólicos dejarían el vicio después de leer El Quijote. Los rescataba de la calle y les leía fragmentos del libro de Cervantes, mientras tomaban un plato de sopa en la cocina de su humilde casa de Avellaneda, pero les advertía: “si regresan borrachos, disparo”. Y era hombre de una sola palabra.

Manuel Suárez Suárez
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de Montevideo (Uruguay), y articulista y escritor, ilustre galleguista y escritor, nuevo colaborador de PROPRONews.

PROPRONews, 14 de mayo de 2023
martes, mayo 16, 2023 No comments
O moi recoñecido poeta Carlos Tomás Penelas Abad sempre soubo onde tiña as raíces. Naceu en Piñeiro-Avellaneda que era o lugar de maior concentración de emigrantes galegos da República Arxentina. Foi o benxamín nunha familia de nai da comarca de Ourense (Santo André de Rante) e pai da comarca de Betanzos (A Espenuca de Coirós) na que Galicia estaba moi presente xa que no fogar os pais falaban en galego.


- Meu prezado Carlos, a nosa amizade vén de lonxe xa que temos partillado viaxes, ceas e conferencias. Coido lín case todos os teus libros, sexan de poesía ou ensaios ou a magnífica biografía sobre o doutor Favaloro. Quixera que me falases da túa idea do poético e do que sintes cando escribes.

- Caro amigo, Manuel. Unha das persoas ---é a miña obriga reiteralo--- que moito fixopola miña traxectoria fuches ti, un dos amigos que me abrironn portas en Galicia, con escritores, xente da cultura ou centros paraimpartir conferencias, naceron desinteresadamente da túa honestidade, do teu fraterno compañeirismo.E tamén o teu agarimo inalterable cos meus fillos. Dito esto, debo confesar que a poesía ten o seu espazo e o seu movimento. Observa a memoria e á emoción da memoria. De alí, o espello e a outredade. Hai veces nas que enfrontamos a desmemoria, e matices e susurros do soño. É cando vemos sen mirar, tal vez unha travesía de imaxes ou quizais un limiar errante. As imaxes gardan a nosa vixilia, unha especie de trasno emana das nosas raíces, da nosa infancia. Entón, a intimidade anhela a palabra; a palabra ten ritmo. Silencio e contemplación...hai unha penumbra do sentir, unha ensoñación da tonalidade verbal. Hai unha loita contra do fosilizado que promove a desorde e purifica a vida. Un símbolo onde latexa a ensoñación do profano. Descobre unha estética, o deshabitado, a paixón e tamén o gozo daquela infancia que algunha vez extraviamos. Percibimos a tensión do absoluto e do efémero. É cando o verso se confesa e sóñanos. E comprendemos o seu misterio: a morte é o destino. A metáfora considera voces, a condición humana do poema. De alí a gravidade da palabra. Co espírito de Leonardo: “A poesía é o belo que viste o verdadeiro”.

- Comenta un pouco sobre a túa formación, crecemento e os autores que admiras.

- Recibira cando comecei varias cartas con comentarios eloxiosos de escritores e poetas que admiraba desde a miña adolescencia. Pero, sen dúbida, as palabras de don Ricardo Molinari foron no seu momento, un estímulo enorme e impensable cando escribe que “este poeta viene de Boscán”. Era moi parco nos eloxios e en xeral túzaro no trato. Sentín que me enchía de alegría e puiden respirar xa que don Ricardo ponderaba moito o meu poemario “Cantigas” que tiña na súa mesiña de noite. Posuía unha formación moi sólida, desde a poesía primitiva galaico-portuguesa e a poesía do romanceiro español ata a lírica inglesa e italiana. Cando nomeaba a Boscán evocaba o clasicismo, o humanismo, a influencia italiana na poética hispana pero tamén o fío que vai unindo unha traxectoria trascendente na poética universal. O seu ollo era moi sensible e descubriu esa fonte na miña poesía. Estaba unido a el ---entre outras cousas--- por esa mirada do poético, esa busca do clásico, esa pincelada evanescente. Outros dous autores fundamentais na miña formación son Luis Franco e Héctor Ciocchini e tamén estudei e lín con paixón aos poetas medievais españois, renacentistas e por suposto aos da xeración do 98 e do 27. Eles foron a miña fonte de estilo, de análise e de estructuras formais e engadindo aos poetas italianos dos principios do século XX: Salvatore Quasimodo, Giuseppe Unagaretti, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Cesare Pavese, Mario Luzi, Umberto Saba. Eu veño deses poetas, sen dúbida. Pero sería inxusto se esquecese a Giuseppe Bellini, Thorpe Running, José Filgueira Valverde, Julieta Gómez Paz, Hugo Cowes, Luis Alberto Quesada, Enrique Molina, Eduardo Blanco Amor, Ernesto Sábato, María Elena Walsh, Frank Dauster, Raúl González Tuñón, Lily Litvak, Jorge Luis Borges, Xesús Alonso Montero, Manuel J. Castilla e moitos outros que coas súas lecturas e cos seus consellos foron formando o meu espírito, a miña finaza interior, esa respiración sutil do poema. E por suposto un fogar galego no que don Manuel, o meu pai, inculcou ata a cerna a historia de Galicia na que entraban os mitos e as lendas e os costumes e o desterro por fame ou a persecución ideolóxica. Os meus pais falaban galego na casa e así tamén os meus tíos e primos maiores. Esa foi a miña fonte vital.

- Cal é o teu pensamento sobre o actual panorama literario e social?

- Vivimos rodeados de decoracións, de escenografías cotiás, de saturacións que funcionan de maneira lateral, de mal gusto. A experiencia da vida sempre condiciona ao poeta. Hai un mundo que se crea diante da decadencia de todo o que existe. E debemos considerar que a dualidade da poesía fronte ao existir é soamente aparente. Estou a lembrar o que sinalou Diego Abad de Santillán nos anos 70 cando dixo: “Penelas, un século agora son cinco anos”. Pois, hoxe, eu creo que un século son tres anos xa que cambiou todo de forma vertixinosa sexa o eido cultural, laboral ou na alimentación e na medicina e nas relacións humanas. Temos a robótica desde a intelixencia artificial ata o xastre dixital. É a nosa obriga o “aggiornarnos” xa que a técnoloxía crea novos traballos. Por suposto que temos un pe no presente e outro no futuro. Todo esto cambia a forma de ver, de sentir e de intentar comprender o universo. Unha viaxa a lúa de Verne semella ser algo do século XV e por suposto é unha marabilla voltar as súas páxinas. Un ollo no presente e otro no futuro. Non é doado. A literatura ---nunha época de globalización, banalidade e decadencia xeralizada--- ten unha tendencia a polarización e por tanto, a esvaecerse. Temos unha hipertrofia de espiritualidade que crea unha escenografía arredor do inmediato. A creación necesita silencia, tempo, maduración e advertimos que as contraposicións acaban sendo cada día máis homoxéneas. Sen pedestais e sen chamados ao sentimental.Outra vez as vivencias: o meu pai da Espenuca e a miña nai, María Manuela, dunha aldea perdida de Ourense. Os meus avós eran analfabetos que suaron erguendo portos en Ingeniero White. Eu veño de alí e eles foron os deuses da miña infancia. Nos meus recordos son “seres anxelicais” pois tiñan unha candidez especial aínda que eran capaces de dar a súa vida por unha idea. Lembro a meu tío Pedro Fraga quen cría que os alcohólicos deixarían o seu vicio despois de ler O Quixote. Ía polas rúas do barrio no resgate deles e líalles fragmentos do libro de Cervantes mentres tomaban un prato de sopa na cociña da súa humilde casa en Avellaneda pero sempre lles facía a advertencia de que “se volvedes borrachos, disparo”. E por certo, era home dunha soa palabra.

Manuel Suárez Suárez
Dende Lonxe de Montevideo
Que pasa na costa, 9 de maio de 2023
miércoles, mayo 10, 2023 No comments
Entrevista en el Estadio Libertadores de América Ricardo Enrique Bochini por Daniel Galoto para "Independiente, el Gran Campeón" y "La Caldera del Diablo".


Emisión del domingo 30 de abril de 2023 por AM 1490, Radio Gama y www.lacalderadeldiablo.net.

martes, mayo 09, 2023 No comments

Este sábado 11 de marzo se publicó en el periódico triestino "Il Piccolo Libri" el artículo y la entrevista a Carlos Penelas de Francesca Schillaci, que trabaja en la traducción al italiano de Poemas de Trieste.


Puede leer en este enlace la crítica del libro junto a algunos poemas traducidos por Schillaci.

En este enlace, un comentario sobre el autor y aquí otros poemas traducidos para el sitio Centroparole.

El poema "En la noche despierta del otoño", traducido al triestino por Roberto Srelz, puede leerse acá.

Penelas con Schillaci en Trieste.

sábado, marzo 11, 2023 No comments
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