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Carlos Penelas

“Todo está dicho, pero como nadie escucha, es preciso empezar continuamente”
André Gide

Foto: André Kertész


Estimados lectores, me despido del año recordando un artículo que escribí en 2005. La cita de André Gide es la misma. Hay datos nuevos. Ejemplos: la pobreza en Argentina, este año alcanzó el 40,6% de las personas y al 31,2% de los hogares, según datos del INDEC. La indigencia llegó al 10,7% y al 8,2 %, respectivamente. La inflación es del 52,1% interanual. El más elevado de América Latina después de Venezuela. Leemos un informe: "Al no poder acceder a comprar dólares en el mercado oficial -que además de estar restringidos a US$200 por persona por mes tienen tasas que hoy alcanzan el 65%- las empresas y los ahorristas se vuelcan a los mercados paralelos, el más famoso de los cuales es el informal, llamado localmente el "blue". La educación en Argentina cayó a límites inimaginables. Hay más datos. No quiero aburrirlo, no es mi intención ser molesto. Esta es nuestra situación. si le sumamos corrupción, inseguridad, hipocresía, relatos y mitología más los problemas tremendos en sanidad, el cuadro es sencillo de entender. Pero veamos lo publicado en junio de 2005.

El primer paso hacia la cultura es la educación. La demagogia populista o el autoritarismo – tenaces siempre – denuncian con saña lo que ellas denominan el elitismo cultural. Sabemos que la gente de la cultura no merece la atención mediática ni goza de las prebendas de los políticos, los deportistas o las modelos. “Es muy difícil salvar a una civilización cuando le ha llegado la hora de caer bajo el poder de los demagogos”, escribió Ortega y Gasset.

Todo corre el albur de parecer inútil o superfluo. Ayudado por la miopía gradual la ceguera se hace carne en la sociedad. Las nuevas generaciones – embrutecidas, destrozadas, ausentes – creen en Internet, una nueva fe. Irreparablemente vamos siendo un destino, una rutinaria indiferencia. Una confidencia de cualquier autor clásico la sentimos inmediata, necesaria para nuestro existir.

En Amor líquido, la última obra del sociólogo polaco Zygmunt Bauman se reflexiona sobre el modo en que los hábitos de consumo modelan cada uno de nuestros sentimientos. Tanto hombres como mujeres – machos y hembras – analizan sus afectos en términos de costos y de duración. Es una mercancía con plazo de vencimiento. “El deseo, escribe, es el anhelo de consumir. De absorber, devorar, ingerir y digerir, de aniquilar. El deseo no necesita otro estímulo más que la presencia de la alteridad.”

Robert Crassweller definió como el misterio político más grande del siglo XX: “el fracaso de la Argentina como Nación”. Todos sabemos de la existencia de instituciones jurídico-políticas meramente formales, cáscaras vacías. Desde los años anteriores a nuestra Independencia hay hilos conductores. Y un sistema de impunidad en todo. La decadencia se adueña de la escena. La corrupción se transforma en un movimiento nacional. Por adentro y por afuera de los partidos políticos. La tarea se vuelve sin duda más difícil de lo que podemos imaginar.

El aprendizaje como lo hicieron los clásicos grecolatinos o los hombres del Renacimiento resulta desproporcionado en estos tiempos. Los maestros del pensar han quedado en el olvido. Las pocas voces que se elevan con sabiduría y ética no llegan. Lo esencial se nos va escapando. El paraíso de la globalización empieza a tener fisuras. Los ejemplos en nuestro país sobran: desnutrición, analfabetismo, asesinatos, droga, desocupados, hambre, grosería cotidiana. Lo patológico instalado en un decorado manifiesto. Lo paradójico es la inmovilidad, un mundo en que la fuerza y la necedad se hallan de un mismo lado. Siempre. El pesimismo de fondo entre la mala fe y la buena conciencia. Y hay más.

Sartre escribió hace varias décadas: “Hay algo que falta en la vida de la persona que lee, y esto es lo que busca en el libro. El sentido es evidentemente el sentido de su vida, de esa vida que para todo el mundo está mal hecha, mal vivida, explotada, alienada, engañada, mistificada, pero acerca de la cual, al mismo tiempo, quienes la viven saben bien que podría ser otra cosa.”

Estas breves líneas es un vago intento de buscar contenidos o significados en una sociedad enferma, donde los conflictos del individuo no hallan puntos de equilibrio. El intelectual nunca está de acuerdo con el mundo, y es lógico y sensato que así sea. El arte es simbólico, lo mismo que la naturaleza y el corazón de hombre. El creador se interesa por la responsabilidad de las formas. Lleva la mirada de la ética y de la estética.

El gran dramaturgo irlandés, Samuel Beckett, expresó en su prosa poética Rumbo a peor: “No hay futuro en esto. Por desgracia sí.”

Carlos Penelas
Buenos Aires, diciembre de 2021
lunes, diciembre 20, 2021 No comments
Se acaba de publicar el libro del mismo título Memorias do Café Derby (1929-2020), coeditado por el Consorcio de Santiago y Alvarellos Editora, original de Fernando Franjo. La publicación, con numeroso material inédito sobre la historia del Derby, profundiza en los contenidos documentales y gráficos presentados en la exposición.


El Derby abrió las puertas a la nueva burguesía de los años veinte de Compostela y hasta él se acercaban importantes figuras de las artes y las letras para conversar. Era un nuevo establecimiento distinto y singular en Compostela, el único de la época que ponía manteles en sus mesas, vajillas de lujo y café de importación.

En sus sillas se sentaron en su día intelectuales de la talla de Valle-Inclán, Rafael Dieste, Carlos Casares, Luís Seoane, Carlos Maside, Ricardo Carvalho Calero, Gonzalo Torrente Ballester, Manuel Colmeiro, Domingo García Sabell, Manuel María o Castelao, entre otros.


El Café Derby - Rúa das Orfas 29, Santiago de Compostela - fue uno de los cafés emblemáticos de España y de Europa. Fundado en 1929 mantuvo la ambientación de época. Desde sus inicios fue frecuentado por artistas, escritores, políticos, músicos y pintores. La foto que presentamos es de 1995.


Junto a Carlos Penelas, Luisa Villalta, Miguel Anxo Fernán Vello, Xavier Alcalá y Uxío Novoneyra.

Penelas frecuentó también ese año -entre otros- a Manuel María, Manuel Suárez Suárez, Pura Vázquez y Bernardino Graña.
miércoles, diciembre 15, 2021 8 comments
En la mesa de poesía de la Librería Hernández (Av. Corrientes 1436) se exhibe Ofrenda de la luz, último poemario de Carlos Penelas, ilustrado por Eugenia Limeses. 


El libro, y otros de Penelas, también puede adquirirse en la web de la tradicional librería porteña y en otras páginas y librerías.

miércoles, diciembre 15, 2021 2 comments
Esta tarde, amigos, he recordado a Pier Paolo Pasolini. Más concreto: aquella lejana película Uccellacci e uccellini (1966) que escandalizó a media humanidad.​ El argumento es sencillo. Totò, agricultor de profesión, y su hijo Ninetto se ponen en camino, en los alrededores de Roma, para pedir una moratoria e intentar solventar una deuda sobre su finca. Durante el camino, los dos hablan de la vida y de la muerte con un insólito personaje: un cuervo que habla. Éste dice ser intelectual y marxista de la vieja guardia. Sustenta la teoría de que la humanidad se divide en dos parcelas: la que habitan los pajarracos y la que alberga a los pajaritos.


Debemos tener presente que el film fue una “fábula narrada en prosa”, tal y como la describe su director. La película trata el ocaso de las ideologías, y reflexiona principalmente sobre el declive del marxismo, ideario que profesa Pasolini. El cineasta italiano realiza un ensayo en el cual cuestiona el destino de la humanidad. Vemos un compromiso político, que no esconde ni maquilla su airada y pesimista visión del mundo, al que condimenta con dosis de ironía.

En el territorio en el cual habito no es difícil hablar de buitres u otras aves similares. Sepa que lo cotidiano es la falsedad, la patota, actos mesiánicos, actos bochornosos, arengas, secuaces al salto del tamboril y la birra, gestos ofensivos y vergonzosos, droga de todo tipo… ¿Soy claro?

A partir de estas palabras intentaremos confundirlo. Mi intención es confundirlo a usted. Y descubrir a pajarracos y pajaritos en nuestra sociedad. Para ello le dejo el problema: analizar ciertos hechos de la naturaleza; de la humana y de la otra. Allá vamos. Empecemos por un cuentito conocido por todos. Un águila, lanzándose desde una cima, capturó con sus garras a un corderito. El acto fue visto por un cuervo que, imitando al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte de cazar que sus garras se enredaron en la lana, quedando atrapado. El pastor, al percatarse de lo sucedido, apresó al cuervo y le cortó las puntas de las alas. Luego, se lo llevó a sus hijos de regalo.

El águila es una representación habitual de las monedas y es signo de la divinidad o del imperio. Es una figura heráldica empleada desde las cruzadas. Resultante del águila romana, restituida por Carlomagno, deviene el símbolo del imperio y gana una segunda cabeza al momento de la fusión entre el Imperio de Oriente y el Imperio de Occidente.

Abramos un poco más los libros. Desde los años de Avicena y mucho antes las cosas cambiaban para que no cambien del todo. El cuervo – por estos lados abundan - aparece en la parte derecha del escudo de armas de la Isla de Man, antigua colonia vikinga. Como los cuervos son carroñeros a menudo se han asociado a la muerte y a las almas perdidas. En algunas culturas occidentales, los cuervos se consideraron como pájaros de mal agüero, en parte debido al simbolismo negativo de su plumaje negro. En Suecia, los cuervos representan a los fantasmas de las personas asesinadas, en Alemania representan las almas de los condenados.

Ahora les toca a los tordos, otro tipo de caballeros de nuestra sociedad. Se los conoce como una especie de garrapateros; no construyen nidos, de hecho depositan sus huevos en los de otras especies. Sus huevos son de dos tipos: blanquecinos y sin manchas, o azul pálido. Como son populistas destruyen los huevos de sus anfitriones de nido, lo hacen precisamente después de haber colocado los propios. Una suerte de holgazanes e ignorantes, empleados del Estado. Entonces cuando nacen los pichones de tordo, son criados por las aves que hicieron el nido creyendo que son sus crías. Un poco tontos, sin duda; o ingenuos. Los otros, no los tordos.


Siempre es interesante analizar cómo nacen las leyendas; las religiosas y las otras. (Recomiendo ver el documental Como se convirtieron en tiranos, de Peter Dinklage). Los incas creían que el cóndor era inmortal. Según el mito, cuando el animal siente que comienza a envejecer y que sus fuerzas se le acaban, se posa en el pico más alto y saliente de las montañas, repliega las alas, recoge las patas y se deja caer a pique contra el fondo de las quebradas, donde termina su reinado. Esta muerte es simbólica, ya que con este acto el cóndor vuelve al nido, a las montañas, desde donde renace hacia un nuevo ciclo, una nueva vida. El cóndor simbolizaba la fuerza, la inteligencia y el enaltecimiento o exaltación. Era el responsable de que el sol saliera cada mañana, pues con su energía era capaz de tomar el astro y elevarlo sobre las montañas iniciando el ciclo vital. Un líder tercermundista, qué duda cabe. O un nuevo político de la derecha europea, que también tiene lo suyo. Halcones, palomas, caranchos o gavilanes los dejo para otro momento. En nuestro parlamente hay de todo. Supongo que el suyo no es una excepción. Nosotros cinco pasos adelante, no se olvide.

Como creo que advierte, caro lector, la película de Pier Paolo es una fábula delirante, ácida, con claras connotaciones políticas. Y en esto estamos, sobreviviendo en un territorio donde se crean historias, leyendas y relatos enajenados, frenéticos. Grandes epopeyas manipuladas, apócrifas; acólitos, caciques, superficialidad y palabras quejumbrosas. La corrupción, la hipocresía es bella y emancipadora. También advertimos – nosotros siempre cinco o seis pasos adelante – la decadencia de diversas sociedades. Cercanas y lejanas. Usted ya sabe. (No deje de leer Memorias de un amnésico de Erik Satie),

Joseph Torrell escribió sobre el film de Pasolini: “Los rasgos cómicos son antológicos: desde la fina ironía de la canción de los títulos de crédito hasta el sacrificio del cuervo, pasando por la frase de Mao, el aspirador para el pelo, los carteles y las señalizaciones en carretera, las expresiones del cuervo, los comentarios de los halcones sobre dios, la secuencia de sora Gramigna, sora Migragna y sora Grifagna, la imitación del Cristo ante los mercaderes o el congreso de los dentistas dantescos”.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 11 de diciembre de 2021
domingo, diciembre 12, 2021 No comments
Mencioné en más de una oportunidad – artículos, conferencias – que llevo en mi corazón la galleguidad. (Debo aclarar que escribo galleguidad en el sentido de Ramón Otero Pedrayo). Mis padres, mis tíos, algunos primos, eran gallegos. En ese ambiente crecí. Mi padre, que nació en Espenuca, cuidaba cabras desde los seis años, fue autodidacto. En Argentina trabajó en fábricas y mis abuelos – analfabetos - hombrearon bolsas en el puerto de Ingeniero White. Luego don Manuel conoció a obreros socialistas y anarquistas. Allí comenzó a admirar al Príncipe Pedro Kropotkin el gran humanista ruso – geógrafo, zoólogo, naturalista, teórico y pensador – que marcó con su ética a generaciones enteras.


Con los años lectura, teatro y música fueron formando su carácter. Las obras consistían en clásicos españoles del Siglo de Oro, Shakespeare, Nietzsche, Schopenhauer y autores como Unamuno, Machado, Azorín, Pío Baroja, Blasco Ibáñez, Maeztu, Américo Castro… Entre los nuestros Sarmiento, las Memorias del General Paz, Wilde. Esa pasión se la transmitió a sus hijos. Y a mi madre, doña María Manuela, a quién le enseñó a leer con dos niños pequeños. Mi padre no se casó por iglesia y tuvo cinco hijos. El que escribe estas líneas, el menor.

En mi hogar - donde se discutían dictaduras, demagogias, caudillos, persecuciones, exilios – siempre estaba La Coruña y una ética republicana. En el mapa, en el recorrido de su índice indicándome lugares, en la música, en su acento. Debo confesar que me enseñó la historia de España y la de Galicia antes que la Argentina. Desde la niñez escuché nombrar al padre Sarmiento, padre Feijoo, Pondal, Rosalía de Castro, Castelao, Valle-Inclán, Risco, Curros Enríquez…

Uno de los autores que solía aludir con amplia sonrisa era Wenceslao Fernández Flórez. Lo citaba con alegría, con mirada límpida. Roberto, mi hermano mayor, y mi hermana Raquel eran lectores incansables de sus páginas. Roberto fue el que un día me regaló Volvoreta. Tenía diecisiete años y sin más me ordenó que lo leyera. Luego aparecieron en mi joven biblioteca De Portería a portería, El hombre que compró un automóvil, Las siete columnas. Años después lo lírico, lo mágico, lo simbólico. Hablamos de El bosque animado. Imposible no recordar la versión cinematográfica de José Luis Cuerda de 1987.

Hace años estuve invitado a Coimbra para dictar una conferencia. Un lugar hermoso como son todas las ciudades o los pueblos de mi otra patria. La secretaria del ayuntamiento, a mí pedido, me llevó a Cecebre. Quería conocer la Fraga, recorrer parte de ella. El silencio, el clima, lo poético me inmovilizó. La espesura, la luz solar que no llegaba al suelo, la humedad y la temperatura constante… un sueño inimaginable. Quise llevarme de recuerdo una hoja, de las cientos que había sobre la tierra. La joven muchacha me señaló que no se podía llevar nada de allí, que era monumento natural, estaba protegido. Le pedí entonces que me sacase una fotografía con la hoja en la mano. Accedió. De todo el rollo de fotos que obtuve de aquella visita sólo una salió velada. Esa fotografía. Nada tenía que decir: era el bosque encantado. No pude visitar su Casa-Museo. Fernández Flórez había sido falangista y tenía orden de no llevarme allí. No quise discutir – suelo hacerlo y con vehemencia – pues el bosque lo fue todo en ese momento. Mi sensibilidad era extrema.

Más allá del humor, de su literatura con marcada preocupación moral tenía cierto pesimismo en torno al ser humano y a las sociedades. Para Fernández Flórez es la pasión lo que mueven las acciones humanas. Suele, además, ironizar sobre la hipocresía social. Bajo el aparente humor ofrece una visión desencantada del ser humano y de la sociedad.

Cierta crítica literaria contemporánea considera que hay un hilo conductor entre Cecebre y Macondo. Por lo fantástico, por lo discordante con el mundo natural. Su obra sigue la estructura de la narrativa tradicional pero fue pionero en el pensar con una mente abierta. Se comparó su estilo con el de Anatole France, reminiscencias de Stendhal y de Eça de Queiroz. Para Wenceslao el mundo cambia sólo en lo superficial, en lo anecdótico. Siempre, en su páginas, encontraremos ternura, talento, melancolía y, si se permite, cierto humor ácrata.

El periodista español Luis Prados escribió en Letras libres (2019) que “ Fernández Flórez advertía con su novela contra el idealismo libertario y él mismo bromea sobre la alegría con que los jefes socialistas celebran el fin de los pecados capitales. Pero es fácil percibir que también se mofaba del absolutismo tradicionalista y de cualquier utopía social futura como a la que podría conducir el delirio puritano de la corrección política”.

Detrás de su temple, de su comicidad basada en la distorsión de los hechos conlleva una intensión crítica; nos muestra una mirada pesimista del mundo y de la historia. Una ironía escéptica en una literatura que recomiendo leer.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 1 de diciembre de 2021
miércoles, diciembre 01, 2021 No comments
“Mueran los blancos, los ricos y los que saben leer” enarbolaba José Tomás Boves, conocido como El León de los Llanos y también como La Bestia a Caballo. Nada es novedoso en estas tierras cargadas de brutalidad, resentimiento, masas amorfas y populismo sin fin. Nada es novedoso en la demencia o el extravío. Recordemos que José Tomás Millán de Boves y de la Iglesia nació en Oviedo en 1782 y murió en Urica, Venezuela, en 1814. Valiéndose de resentimientos sociales de las clases más retrasadas, más pobres – abusos y explotación de la aristocracia criolla – desencadenó una feroz ofensiva contra los ejércitos independentistas. Ejemplos similares tenemos en América en todas las épocas. Hasta hoy, por supuesto.

Koen Wessing

Desde mi adolescencia releo a Pirandello, Thoreau, Ionesco, Swift, Montale, Quevedo, Twain, por citar unos pocos. El Antichton o la antitierra es un lugar místico de cuya existencia Pitágoras nos dejó un testimonio. Antichton es un país al revés, definitivamente negado e imposible para los seres humanos. Allí existe el mundo del revés. La nieve cae hacia arriba, los árboles crecen hacia abajo, el sol luce negro, los habitantes son gente de dieciséis dedos que entran en trance bailando... Se decía que ellos no podían venir hacia nosotros ni nosotros hacia ellos. Era lógico, desde el absurdo. Más tarde, todo el medioevo habló de “el otro lado del globo”. Para los griegos -recordemos- el hemisferio sur estaba deshabitado y era inhabitable.

Pero vamos a nuestro título. Todo se encuentra en el pasado. La felicidad, los años plenos, la revolución, los grandes líderes a quienes hay que amar, besar sus pies, admirar y, en lo posible, imitar. Se forman templos, iconografías, leyendas, mitos. Lo ideológico tiene su base en lo religioso, es un tema de fe, de creencia, de Misterio bufo. Y de conversos. En nuestra historia está el mesías – para algunos llegará más tarde – lo evangélico. No importan las hogueras, las horcas, las torturas o las pesadillas de hambrunas o decapitaciones. No importa la sangre de Moscú, China, Libia, Somalia, Uzbekistán, Qatar, Venezuela, Nicaragua o Cuba. El engaño de los populismos y las revoluciones redentoras viene de esta concepción: sobre una idea noble se establecen dictaduras, demagogias, engaños, persecuciones, exilios. Allí juega un papel fundamental el sentimiento melancólico. Por eso el mito está en el pasado, la utopía es del pasado.

“El Papa es el líder del populismo mundial”, nos explica Juan José Sebreli. Y agrega “toma la pobreza no como una carencia sino como una virtud”. Podemos hablar de incienso eclesial, de apóstatas, sotanas impolutas. Argentina tiene el populismo más viejo de América Latina. Es imprescindible señalar que cuando uno dice populismo, dice también melodrama, teatralización y una suerte de exorcizarlo todo. Aparecen catequistas, mercenarios, épicas simbólicas. Y “bellas almas”, por supuesto. Ninguna evidencia puede vencer al mito. Ninguna. Piadoso lector, debemos recordar a Cicerón. Según su saber y entender debemos cultivar la virtud para forjar una sociedad que “es el tesoro de todas las cosas que los hombres tienen por dignas de ser deseadas, como la honestidad, la gloria, la tranquilidad del ánimo y la felicidad: de suerte que cuando se poseen estas cosas es dichosa la vida, y sin ellas no lo puede ser”.

Antes de las dictaduras de Videla, Banzer, Pinochet o Bordeberry cabe recordar ciertos nombres – muchos amigos de Perón – que cubrieron parte del siglo XX: Pérez Jiménez, Fujimori, Stroessner, Somoza, Ovando Candia, Batista, Trujillo, Rojas Pinilla, Castillo Armas, Duvalier… No es casual entonces las figuras de caudillos como Castro, Chávez, Maduro u Ortega. Detrás de hombres honestos como Augusto Sandino, los hermanos Flores Magón, Martí, Maceo, Gaitán… Estos dictadores o demagogos se montan sobre verdaderos revolucionarios, aplastan los ideales de hombres que lucharon por la libertad y la dignidad; colocan la utopía en el pasado, se dicen continuadores de ellos. Y generan, como en el fascismo, el apoyo en las masas y la movilización de las mismas. Tenemos un modelo inédito que marcha de la mano: el bonapartismo y el fascismo, de izquierda o de derecha.

Podemos recurrir a Svetlana Boym, profesora de Literatura eslava y comparada de la Universidad de Harvard. Nos explica que “es un sentimiento de pérdida y desplazamiento, pero también de idilio romántico con nuestra propia fantasía personal”. También nos explica los peligros: “concretamente, en cierta nostalgia “restauradora”, que es precisamente una característica de los “renaceres nacionales y nacionalistas en todo el mundo, empeñados en fabricar mitos antimodernos de la historia a través de la vuelta a los símbolos y la mitología nacionales y, a veces también, de la reutilización de teorías de la conspiración”.

El horizonte está vacío, el pasado es una niebla. Ese pasado nos guía hacia un horizonte. Ese horizonte es el pasado mítico. En su libro Retrotopía, Zygmaunt Bauman nos afirma que “fiel al espíritu utópico, la retrotopía debe su fuerza a que transmite la esperanza de reconciliar, por fin, la seguridad con la libertad: una hazaña que ni el ideal original ni su negación primera trataron de alcanzar –ni, en caso de haberlo intentado, consiguieron…”

Carlos de la Torre señala que “el mito de la revolución crea la esperanza de que el paraíso se construya en la Tierra y que ponga fin a la opresión y a los sufrimientos del pueblo, considerado como un sujeto liberador. El pueblo ha sufrido, es puro y no ha sido corrompido por los vicios importados por la globalización, el individualismo y el mercado. La historia no termina sino que recién empieza, pues estos líderes recogen las luchas del pueblo y sus próceres y por fin llevarán al pueblo a la redención y al reinado de Dios en la Tierra”.

Algo más para comprender, en nuestro caso, el fenómeno peronista. Otra vez Sebreli: “El fascismo en Italia no movilizó solamente a las clases medias y a la pequeña burguesía. Intentó en buena forma movilizar también a la clase obrera. El pre-fascismo italiano, por ejemplo, antes de tomar el poder, intervino hasta en huelgas. Hay una similitud muy grande entre el fascismo italiano y el peronismo”.

Por último, querido lector, una cita de nuestro Jorge Luis Borges: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; y más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez”.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2021
jueves, noviembre 25, 2021 No comments
Marsella, Bernard Plossu

nadar sabe mi llama la agua fría,
Quevedo



Soy un fantasma que retorna.

Beso a la amada en la niebla del sueño,

de un sueño lejano, sin orilla.

Hace tiempo que partí hacia el abismo;

sólo regreso para amarla.

Ya no nos vemos,

ya no hay lecho ni abrazos ni llovizna.

Sólo la niebla del silencio,

sólo el ondular de una ribera

en el seno invisible de la luz.

Pero intentamos amarnos

en el delicadísimo misterio de la brisa.

Tendidos, juntos, sin suspiros,

en el olvido y la memoria de la noche.


Carlos Penelas
Buenos Aires, octubre de 2021
viernes, noviembre 19, 2021 2 comments
Lo he dicho muchas veces. Entre amigos, en artículos, en conferencias. Uno soñó otra sociedad, uno vivió otra sociedad. La decadencia, la imbecilidad, la tropelía parece no tener límite. Y la mentira, la mentira descarada. La evidencia demagógica, el populismo lleva más de setenta años. Es abrumadora la evidencia, el ensañamiento. Una izquierda atomizada, una idea fraudulenta se propone como una suerte de liberación criolla. Por supuesto, no sólo el peronismo es culpable. Vivimos una sociedad enferma donde todo vale y todo es una ficción. Triquiñuelas para niños, mascaradas que nos llenan de perplejidad. Se tardarán décadas en salir de esta encarnación. El populismo es una derecha reaccionaria, una mentalidad añeja, nefasta. ¿Qué podemos decir si se continúa creyendo - son credos laicos - en la Revolución Cubana, en la Revolución Venezolana o en la de Nicaragua? ¿Qué nos queda si pensamos en Irán o en la Rusia de Putin? Vale la pena recordar que Sartre apoyó las carnicerías de China y los gulag del stalinismo. La traición está a la vuelta de la esquina. Tal vez en estos días tenemos una breve esperanza. Pero, como decía mi padre, es tan poca que no vale nada.
Foto: Josef Koudelka

En un artículo que publicó Jorge Luis Borges sobre los poetas de Buenos Aires (1966), señala que “así como otros países, Inglaterra por ejemplo, sueñan con el mar, asi nosotros tenemos como una nostalgia de un tipo de vida infame y cuchillera”. Sabemos que toda realidad es compleja y que tal vez el juicio de Borges no se ajustaba a la realidad, o mejor dicho, lo simbólico de nuestra identidad quizá no sea precisamente esa. Pero no está del todo equivocado, no estaba del todo equivocado. Desde la época de nuestras luchas intestinas hay algo de perversión, de sangre en cada movimiento, en cada acto. Nuestro primer cuento, El matadero de Esteban Echeverría, nos muestra violación, tortura e intolerancia. En nuestros días lo vemos en las barras bravas, en el crecimiento del lumpenaje, en las villas miserias, en la barbarie, el universo de las drogas, en las escenas de la vida cotidiana, en el ocio represivo de las vacaciones, en ciertas mitologías que tienen relación con lo más bajo de nuestro ser nacional.

Los echaban. A los que no llevaban luto los echaban. Era obligatorio llevarlo. Mi padre no me lo puso. “Vas a ir a la escuela sin luto”. Yo tenía seis o siete años; sabía por las conversaciones en voz baja de mi familia, que algo no andaba bien, “que los pesquisas”, “que la demagogia”, “que la delación”, “que la cárcel”. Mi padre dijo: “No usé luto por mi madre ni por mi padre”. Don Manuel era ateo, contestario. Creo que la poesía viene de ese mundo. Mi madre configuró lo suyo con su ternura y su silencio, seguro. El resto vino con el aire y la nostalgia. Y de muchachas hermosas que ayudaron a descubrir la sensualidad y el ensueño.

Años después comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes y de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós y de Emilia Pardo Bazán.

Voces, hay voces que me llegan desde lo literario. Adulón es una de ellas. Otras. Comparsa, mascarada, petulante, ominoso, locuaz, lealtades inconfesables, obsecuente. Una más: carnestolenda. Son vocablos que no se relacionan con lo poético, que se vinculan con otros temas. Voces que me acompañan desde hace siglos, voces que escucho en sueños, en hospitales, en fábricas, en embajadas, en programas televisivos. Carl Jung escribió que “…la naturaleza aspira a expresarse, agotando sus posibilidades. El hombre, igual.”

(Hoy escuché por radio un reportaje a una profesora de literatura. Contaba que los alumnos no podían leer libros, que les era imposible en cuarto año leer una página de Don Quijote. Querían analizar textos de la cumbia villera. La profesora estaba desesperada. El periodista dijo con firmeza: “Bueno, bueno, ni una cosa ni la otra”.)

Cuando una estatua que personifica a un dios es tocada por la palabra cobra vida. Genera un mundo metafísico, una metamorfosis que opera sobre el tiempo cronológico. El individuo no es sólo el resultado de un proceso histórico. El individuo es un ser polifacético. (¿Qué miente la historia, el Poder, la familia? ¿Qué ocultan en cada acto mis palabras, mis sueños, mis miradas? ¿Qué oculta cada lector, cada uno de nosotros?) Lo romántico contamina la crónica, la historia; distorsiona los hechos. Me sigue entusiasmando el vuelo del pájaro, las olas del mar, el silencio.

En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo y soberbia.

Releo un artículo de Homero Alsina Thevenet, el erudito crítico oriental, cuando analizó Casablanca, el film de Michael Curtiz realizado en 1942.. El romance, nos dice, se parece a muchos otros, pero su encuadre es muy peculiar. Comienza con "el ascenso del nazismo en Alemania (1933), siguiendo con el exilio de judíos, comunistas y otros opositores, la invasión italiana a Etiopía (1935), la Guerra Civil Española (1936-1939), la ocupación nazi de Austria y Checoslovaquia (1938), la Segunda Guerra Mundial (desde 1939)..." Vale la pena verla, vale la pena volver a verla. Y leer nuestro presente.

Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre 2021
sábado, noviembre 13, 2021 1 comments
Buenos Aires, 2021.
Fundación Industrias Culturales Argentinas.
Con viñeta del autor.
Poesía.


a Emiliano y Lisandro

Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento

Gutierre de Cetina


I

En esta plaza de la infancia

oigo el eco de su voz. Siento su mano.

Vuela la hamaca, toco el jacarandá.

Veo una cúpula, un pájaro, un cielo.

Y de pronto regreso.

Etéreo, abisal, anónimo.



II


Hay algo que nos llama en silencio.

No es el mar ni la memoria

de la tarde; es una suerte de descuido

que invoca, que espera ligero

en secretos. Si pudiera encontrarte…

Conjuro sin moverme

un bosque desterrado, peregrino.



III


Ahora descubro una fotografía.

Me reconozco, es parte del ensueño,

la brevedad que regresa.

Deshallado, estoy muy lejos…

A veces, la noche trae su vacío.

Y quiero comprenderlo.



IV


Creo que es un signo

la beatitud de esta mujer que miro.

Somos dos cíclopes

en este tiempo mágico, vulnerable.

Desconozco la aureola de la rosa,

el presagio de su nombre.

Y el encuentro desprendido.


V


La luz del alba y el espejo

son certidumbres de esplendor

y olvido. ¿Lo sabemos?

Lejanías equívocas laten

desasidas en nostalgia.

Como si la lluvia flotara

en el misterio insomne del amor.

El destino es un instante. Íntimo.



Ya besando unas manos cristalinas,
ya anudándome a un blanco y liso cuello

Luis de Góngora

viernes, noviembre 05, 2021 6 comments
Recuerdo sentado en el banco de esta plaza - una vez más - la Escuela Normal Superior del Profesorado Mariano Acosta. Allí cursé Literatura Medieval Italiana con el profesor Bergés. El libro de cabecera, entre otros, era Parnaso Italiano de Gherardo Marone: libro que estudié con particular perseverancia. En Argentina Marone desplegó una actividad colosal. Dirigió instituciones culturales italianas, trabajó en la Universidad de Buenos Aires, comenzó un complejo programa de traducciones de los clásicos castellanos: entre ellos Don Quijote. Quizá como él mismo: un hombre «noble, generosísimo y de luminoso ingenio»; así lo evocaba Giuseppe Ungaretti, uno de sus amigos.


En aquellos años vislumbré el sentido de lo literario, de la crítica, de la literatura comparada. Profesores de nivel internacional – una época mágica, una relación entrañable y utópica - guiaban nuestros pasos. Lo analizado en literatura italiana se relacionaba con la investigación de las literaturas medievales inglesa, alemana, francesa y castellana. Con los años pude conocer otros tratados, otras miradas.

El tiempo hizo lo suyo. Lejos de aquella época académica, Borges me reveló en Nueve Ensayos Dantescos, que convirtió en un estilo lectura, escritura y oralidad, donde confluyen erudición y libertad del leedor hedónico. La intertextualidad destacada por Borges brinda la posibilidad de vincular la Divina Comedia con la Odisea de Homero y el Quijote de Cervantes. Para decirlo con palabras de Italo Calvino, “los clásicos son esos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir”.

Borges dicta dos puntos clave para leer la Divina Comedia: primero, leerla en voz alta para comprender el poderío del verso; sostiene que “el verso exige la pronunciación”. Segundo: es conveniente “el olvido de las discordias de los güelfos y los gibelinos, el olvido de la escolástica, incluso el olvido de las alusiones mitológicas y de los versos de Virgilio que Dante repite”. De otra forma: desplacemos los conflictos políticos y sociales que son mencionados en la obra; veamos el poema por cómo relata y transmite la aventura de Dante con sus personajes y círculos del infierno.

Para nuestro poeta los versos de Dante son música que despierta emociones, merecen ser leídos en voz alta. Siempre. Borges explica que esos versos admirables nos incita a recitarlos, no solo mentalmente. Nos explica que dicha obra fue un arte oral antes que uno escrito. Para entender este cambio constante en las interpretaciones, cita a dos clásicos. Una frase de la Odisea de Homero: “Los dioses tejen desventuras para los hombres para que las generaciones venideras tengan algo que cantar”. Y la de Mallarmé: “Todo, en el mundo, existe para acabar convirtiéndose en un libro”. Las dos citas apuntan a lo mismo: somos seres hechos para el arte, la poesía, el olvido y la memoria.

Siguiendo el pensamiento de Borges llegamos a comprender a Dante. El poeta florentino estaría aterrado por el simple hecho de encontrarse en el infierno; pero no porque sea cobarde. Borges plantea que este temor es fundamental para la obra con el fin de que el lector pueda creer que verdaderamente existe un infierno, y que este último es un lugar completamente aterrador. Este miedo se connota en todas las descripciones del personaje Dante y, como explica Borges, en la forma de escribir del Dante poeta: “sabemos lo que opina no por lo que dice sino por lo poético, por la entonación, por la acentuación de su lenguaje”. El autor de la Divina Comedia lo que hace es “jugar” con su escritura para generar un efecto de verosimilitud.

Dante y Virgilio están por ingresar al infierno: “Allí suspiros, llantos y altos ayes / resonaban al aire sin estrellas / y yo me eché a llorar al escucharlo. / Diversas lenguas, hórridas blasfemias / palabras de dolor, acentos de ira / roncos gritos al son de manotazos / un tumulto formaban, el cual gira / siempre en el aire eternamente oscuro / como arena al soplar el torbellino.” (Inf., III, 22-30). Lo que este fragmento nos hace ver es cómo Dante utiliza adjetivos tales como “hórridas”, “oscuro” para mostrar su miedo, intentando traducir lo que ve y oye, nos enseña – a nosotros, sus lectores - cuán horrible es el infierno. Nos hace creer que existe. Dice el autor de El Aleph: “Él se coloca ahí y está en el centro de acción. Todas las cosas no sólo son vistas por él, sino que él toma parte”. Inferimos, entonces, que el infierno, en el relato poético, es un infierno subjetivo, es decir según cómo Dante lo va sintiendo.

Dante no solamente abogó por el uso de la lengua vernácula en De vulgari eloquentia, sino que mostró su exquisito potencial lírico en los poemas y prosas de La vida nueva. Tras ello, consagró los últimos años de su vida a la composición de su Divina Comedia, legando a la entonces balbuciente literatura italiana una de las cumbres de la literatura universal.

Mencionaremos algunos datos para sintetizar su creación. Estos tópicos, reitero, fueron estudiados en el Profesorado Mariano Acosta. No menos importante que los encuentros con Beatriz fueron los lazos intelectuales con el humanista Brunetto Latini y Guido Cavalcanti. Fue Latini quien le proporcionó los modelos para obras de juventud, en las que Dante adaptó al verso italiano el Roman de la Rose. La poesía en lengua romance contaba con sólo cincuenta años de vida en Italia cuando Guinizelli y Cavalcanti - bajo el influjo un poco más lejano del pionero Guittone d´Arezzo - fundaron la escuela de los fedeli d'amore ('fieles del amor'), inventaron la figura de la «mujer angélica» (se aunaban belleza física y pureza celestial) y plasmaron la gran poesía lírica italiana que culminaría en Dante y Petrarca. De allí surgió la imagen de Beatriz, que asumiría en la Divina Comedia dimensiones teológicas y filosóficas impensadas.

En la dedicatoria del Paraíso en la famosa carta a Cangrande della Scala (1316), Dante fijó grandiosamente los alcances de su incomparable Comedia: «El sentido de esta obra no es único, sino que puede llamársela polisémica, es decir, de muchos sentidos; en efecto, el primer sentido es el que proviene de la letra, el otro es el que se obtiene del significado a través de la letra».

En sus páginas vivimos un símbolo que nos continúa proyectando cada día. Dante trata grandes interrogantes, desde qué es lo que da sentido a nuestras vidas o cuánto control tenemos sobre nuestro propio destino. La figura de Beatriz, lo emblemático de su nombre nos predispone a la búsqueda de un amor; un humanismo pleno, el destino eterno de nuestro ser. Su representación – Bienaventurada en latín – es guía y protectora de nuestro existir, de nuestra alma. Una realidad literaria pero también una alegoría de la misericordia.

Por último. Como sabemos La Comedia (Commedia) debe su nombre a su movimiento ascensional, tal el sentido del saber medieval. El adjetivo Divina le fue agregado en la posteridad por Giovanni Boccaccio. Eligió el toscano en vez del latín, contribuyendo al nacimiento de la lengua italiana. Por su valor poético, perspectiva filosófica, belleza de imágenes y perfección de la lengua es considerada el mayor poema de la cristiandad.

Sentado en un banco de la Plaza Rodríguez Peña digo en voz alta el último verso del Infierno: "E quindi uscimmo a riveder le stelle".

Carlos Penelas 
Buenos Aires, octubre de 2021
martes, noviembre 02, 2021 1 comments
Cinco poemas es la nueva plaquette de Carlos Penelas que publicó Fundación Industrias Culturales Argentinas.


Edición de veinte ejemplares, firmados y números a mano por el autor. Lleva viñeta original del poeta.

Para su composición se utilizaron tipos de la familia Futura, impresa en papel Conqueror de 90 g., tapa en cartulina Strathmore natural de 250 g. Lleva cinta de raso verde inglés.

Se terminó de imprimir, bajo la dirección gráfica de don Walter Santoro, el 15 de octubre de 2021, fecha del aniversario del nacimiento de Publio Virgilio Marón.
lunes, noviembre 01, 2021 No comments
Con fecha confirmada en noviembre, Carlos Penelas comenzará un seminario en la Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte, Austria 2154, los martes de 18 a 19.30 horas. Los interesados deberán llamar al 4802-8211 o escriba a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar. Los cupos son limitados por protocolos vigentes, y los socios de la Biblioteca cuentan con aranceles especiales.


Seminario "Hacia una comprensión poética" 
por Carlos Penelas

Poesía y cuento. Explicación e interpretación de la lectura. Alusión del misterio, la creación como camino hacia lo espiritual. Alegoría del cuento, del poema, de la obra. El creador y su mundo. Aspiración de la obra hacia la eternidad.

El don de la Belleza. Formación para comprender la obra. Autores clásicos y contemporáneos. Lo lírico y la soledad. Humor y melancolía. Búsqueda de lo infinito y de lo cotidiano.

Sobre el docente
Carlos Penelas cuenta con más de cuarenta libros publicados. Su obra ha obtenido a lo largo de los años el reconocimiento de numerosos autores y prestigiosos críticos. En 1977 obtuvo el premio "Arturo Marasso" otorgado por el Mariano Acosta; en 1981 logra la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE); en 1986 el premio "Accésit" otorgado por la XII Exposición Feria Internacional de Buenos Aires "El libro (del autor al lector)" por la mejor cobertura como cronista de Radio Nacional; en 1988 el premio a la Mejor Cobertura como cronista de Radio Nacional otorgado por la XIV Feria Internacional del Libro; en 1988 el Primer Premio de Poesía "Alfonsina Storni" otorgado por Gente de Letras; en 1992 la Mención Especial de Poesía en el Concurso Latinoamericano "Carlos Sábat Ercasty", Montevideo, Uruguay.

Fue crítico literario desde 1983 hasta 1989 de LS1 Radio Municipal y LRA Radio Nacional, donde condujo distintos programas culturales. Colaboró durante años con el suplemento literario del diario La Prensa, y fue columnista de medios gráficos del país y el exterior.

Dictó conferencias en la Universidad de La Coruña, Cátedra de Literatura Latinoamericana y la Universidad Autónoma de Madrid. La Fundación Internacional Jorge Luis Borges lo hizo participar entre los diez poetas vivientes más importantes. En los últimos años ha realizado extensas giras de conferencias por Europa, Sudamérica y el interior del país. Coordina talleres literarios desde 1984

Más información en www.carlossviamonte.com.ar

Informes e inscripción
Personalmente, en Austria 2154, de lunes a viernes de 16 a 20 horas. Por teléfono, en los mismos horarios llamando al 4802-8211. Por correo electrónico a carlossanchezviamonte@yahoo.com.ar.

El grupo es reducido, ajustado a los protocolos correspondientes, y se aplican descuentos para socios de la Biblioteca y quienes se inscriban a más de un taller.
sábado, octubre 23, 2021 No comments
Las fechas suelen traer connotaciones, esa es la razón por la cual en ésta oportunidad las evito. La observación y la memoria confirman cierta melancolía, cierto destino que nos une a verdades, a secretas formas de la afinidad. Invocación; imágenes incomunicables que perduran en mí para mejorarme, para ayudarme. Una gravitación personal que corrobora lo íntimo.


Siempre he afirmado que somos por el esfuerzo, la voluntad, el talento. Pero también por una familia, por nuestros mayores, por aquellos maestros que nos formaron en lo ético, en la belleza, en la búsqueda permanente de otros mundos. El destino me deparó que conociera hombres que hablaran de solidaridad, de compromiso, de indulgencia; que señalaran una lírica hospitalaria, una demagogia no deseable, una sociedad menos infame.

He adoptado con fervor otras familias protectoras que nos ofrendaron cariño, lucidez, felicidad. Las familias que fui conociendo en mi infancia – a través de mis hermanos mayores, a través de mis amigos – fueron extranjeras. Italianos, españoles (particularmente gallegos), franceses, polacos, ucranianos, belgas o judíos belgas. Todas ellas me hicieron palpitar el fervor de sus mundos, de sus hábitos, de sus comidas. Sus comidas fueron parte de mi cultura como sus retratos y sus historias. En todas descubrí países y la lucha por la libertad. Rozaban -a veces- la épica, la protesta social, el desengaño. En sus casas palpité idiomas, guerras, persecuciones, campos de concentración, números azules en antebrazos, la íntima y cálida memoria de sus miradas.

En cada casa, en cada hogar, se registraban nombres socialistas, libertarios, sabios judíos, pensadores o líderes europeos, mártires y proverbios, lecturas bíblicas, imágenes de santos. Así evoco, no sin emoción las familias Bernardini, Crespo, Fraga, González, Kurchan, Khon, Bonilla, Rubeaux, Fenara, Caporazzo, Sielski…

Y otras familias que ya no puedo recordar. De las familias que enriquecieron mi infancia quiero evocar a los Sielski cuya amistad fue larga en el tiempo. Tal vez porque hace unos años falleció Coshu, tal vez porque al terminar mi niñez murió María Manuela y dormí tres noches en esa casa mientras velaban a mi madre en la mía. Esas tres noches mi padre me llevaba a cenar con ellos, entre la confusión y el dolor, desde la fatalidad y el desamparo. Este hecho produjo en mi una mitología privada, un símbolo que predicó lecturas interiores y permanece incólume.

La ternura, el afecto, las caricias y los besos de esos padres han quedado grabados en lo más profundo de mí. Una familia de origen polaco y ucraniano. Y dos hijos: el mayor, Coshu; el menor Ñuni. Profundamente católicos sin concurrir a la iglesia, con historias fabulosas o genuinas. Profundamente antiestalinistas, antifacistas. Tenían humor y anécdotas desopilantes, aún en momentos trágicos. Al entrar a ese departamento el afecto, la simpatía se hacía presente de inmediato.

Silvio, hijo de Coshu, está radicado en Nueva York desde hace años; casado, vive con su mujer y sus dos hijas. Me envía unas fotos y me escribe: “Mi abuelo era Nicolás Sielski, yo siempre lo llamé Lash, recuerdo que decía que era de Galitzia, Polonia. Mi abuela, Anastasia Senyk, a quien siempre llamé Ani, nació en Podhorce, Polonia. Aunque Podhorce era parte de Polonia cuando ella nació, anteriormente era Ucrania, ese era el origen de su familia. Mi papá nació en Buenos Aires, Nicolás Alberto Sielski, la familia siempre lo llamó Coshu, y su hermano Ñuñi, que nació también en Buenos Aires, se llamaba Julio Enrique Sielski”.

La cronología y la geografía ofrecieron a mi espíritu otra pluralidad de mundos. Recuerdo -en la lejanía- voces, latidos, una prodigalidad de vigilias y descubrimientos. Seres de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio. Seres nobles, de amplia sonrisa, rubios, frágiles por la bondad, de inteligencia emocional.

Los Sielski son parte de mi infancia, aquello que uno va identificando con los sueños, con la nostalgia, con el destino valeroso de los mayores. La fluidez y el encanto – de ese tibio ayer, inmóvil - surgen desde sus fotografías. Igual que la felicidad, que los sorprendentes jardines de una mitología invisible y poética. Las fechas suelen traer connotaciones, esa es la razón por la cual en esta oportunidad las evito.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 2021
jueves, octubre 14, 2021 No comments

Bernard Plossu


¿Cómo explicar, si no sabemos?

Hay visiones, palabras, sueños.

Vagan sin rumbo como cartas marinas

en la fatiga de quillas inmóviles.

¿Hasta cuándo?

No es el reposo ni el ansía errante.

Es la noche, el nadar desnudo, inajenable.

Miro tus ojos sin conocer tus labios.


Carlos Penelas

Buenos Aires, octubre de 2021
domingo, octubre 10, 2021 No comments
La Fundación Industrias Culturales Argentinas publicará en octubre una plaquette de Carlos Penelas. Cinco Poemas es el título, consta de veinte ejemplares firmados y numerados a mano por el poeta.


La editorial se caracteriza por sus ediciones de calidad, cuidado diseño y papel especial, presentando con esmero la belleza de su contenido. Es relevante el fino diseño de cada libro de poemas y plaquettes. También ha publicado libros de narrativa y ficción.

Recordamos los trabajos del sello con dibujos originales de Juan Manuel Sánchez y Luis Salvarezza. Como así también el reciente libro Conversaciones con Carlos Penelas de Gustavo Merino.
sábado, octubre 09, 2021 No comments
Luis Seoane


Hoy estuve con mis hermanos,

un sueño encontrarme con ellos.

Generosos, nobles. Soy el menor.

Hablan con cariño, sonrientes.

Una de mis hermanas y mi hermano

muestran sus ojos clarísimos, celestes.

La otra como yo los llevamos castaños.

Se los oye mencionar utopías, bosques.

Una, emocionada, nombra a Soldi.

Otra a Tennessee Williams, el gótico sureño.

El hermano mayor revive Los pazos de Ulloa.

En un momento convocan a mis padres.

Tan buenos, tan nobles, tan muertos.


Carlos Penelas
Buenos Aires, septiembre de 2021
lunes, octubre 04, 2021 No comments
Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros.
Groucho Marx



En mi infancia mis hermanos mayores y mis padres hablaban - por lo general en voz baja - de Alfredo Palacios, Nicolás Repetto, Lisandro de la Torre, Enrique Dickmann, Agustín P. Justo. Los mencionaban mirando la puerta de calle, por los pesquisas. También escuchaba nombres como los de Ricardo Balbín y Ernesto Sammartino. Por supuesto Churchill, Adenauer, de Gaulle, Eisenhower cuando se mencionaba la Segunda Guerra Mundial. Siempre Federico García Lorca, Sarmiento, Unamuno, Lope de Vega, Cervantes, Shakespeare, Sorolla, Albéniz, Manuel Azaña, Betanzos, Galicia, Largo Caballero…

Reitero, esos nombres y otros arribaban a mis seis o siete años. También pensadores del anarquismo, libertarios, humanistas. Con los años fui viendo cómo se comportaban las religiones, el dogma, lo sectario. En nombre de grandes ideales persecuciones, cárceles, hogueras. Fui descubriendo en mi adolescencia el carácter religioso, el carácter de fe, de irracionalidad en los movimientos sociales. Ceguera, complicidades; mutaciones y mutilaciones iban de la mano. Había templos, alegorías, vaselina y cultura de fachada. Conversos, pedófilos, milagreros y traidores.

Mi padre era un enemigo acérrimo de las dictaduras y de las demagogias. Entre otras, del peronismo. Por supuesto durante estos últimos setenta años, y un poco más, hubo de todo: gobiernos conservadores, dictaduras militares, dioses trashumantes, ineptos, incompetentes, degradados, infieles, reaccionarios, y “la mar en coche”. Deterioro inocultable donde cada uno puso su cariátide y su balcón. Pero el peronismo es una experiencia única, como la vida de Maradona: droga, prepotencia, abyectos, tipologías, decoraciones y bataclanas. Vale la pena recordar a Juan José Sebreli cuando escribe que "siempre fueron los otros los culpables de sus errores y males, nunca él mismo, victimización bastante frecuente en la sociedad argentina". La cita pertenece al capítulo dedicado a Maradona de su libro Comediantes y mártires.

Hay algo debemos tener claro: todos son peronistas. Grotesco pero es así: de Perón, de Evita, de Isabelita, de López Rega, de Ubaldini, de Lorenzo Miguel, de Moyano, de Cafiero, peronistas montoneros y peronistas de las Tres A, conservadores y “revolucionarios”. De todo como en botica, cada evangelista con su versículo. Tenemos descamisados, burócratas, guevaristas, frejulistas, menemistas, duhaldistas, lopezregistas, kircheneristas, cristinistas, villeros, obispos y vicarios, esquemáticos y ladrones. Mesiánicos todos, peronistas todos. Una dinastía, un devenir, un apotegma. Salve.

Creo que esto empieza a tener su fecha de caducidad. Ha cambiado la historia, los movimientos sociales, las ideologías. Ha cambiado la tecnología y una manera de vivir. Los jóvenes son otros, las expectativas de vida, las necesidades. Absolutamente el mundo es otro. Más aún luego de la pandemia. En los países y en estas orillas. Es difícil que ahora se hable de “idiotas útiles”, “infiltrados”, “penetración ideológica encubierta”, “sembradores del caos” “personeros de una ideología que jamás va a cuajar en nuestro pueblo”. Estas, y otras delicias, las enarbolaban los peronistas de derecha contra los “peronistas de izquierda”. Una gran borrachera en la parroquia. Extravagancias, humillaciones, marginales del hospicio. El mal, el enemigo, la antipatria está enfrente.

Hoy, caro lector, se dicen cosas similares en otro tono. Desmemoriados siempre. Pero la corrupción escandalosa, las componendas, las moralinas son las mismas, es el sello, una suerte de trinidad canónica, un jadeo de la perplejidad. Otra vez pactos, amagues, reclamos aterciopelados y de los otros. Ira, despropósitos, demencia, ineptitud a la vista. Es una corriente transhistórica; ronronea, pedagogías inexcusables, paternalismo de manual. Esto, entiendo, se terminó. Se terminó por el desenfado, la corrupción, la pobreza feroz, el hambre, las vacunaciones, el encierro, la desnutrición infantil, las villas miserias, los nuncios impresentables, el castrismo, el chavismo, los podemitas. Lo más corrupto de la historia convive entre nosotros. Como señalamos una y mil veces en diversas columnas, tiene su leyenda, sus relatos, sus matices, sus operaciones cesáreas. Tráfico obsceno, caballeros. Epitafios intimidatorios, chantajes.

Nuestra historia es parte de la sumisión, de la falsedad, de los titeos, las procesiones, de políticos sonrientes, de bombos, vinchas y banderas, de lo reverente, de lo acomodaticio. Tal vez sea una apelación pero siento que es el fin de una degradación sin límite. Bingo, shopping y juego clandestino. Punguistas, bancos y plazos fijos. Corralitos y financieras. Dólar blue o dólar paralelo. Narco y genuflexiones, ortopedia y rabo entre las piernas. Hasta aquí un coqueteo sórdido, coreografías inquietantes, beneméritos compatriotas. Se terminó la plata, no hay más dinero. Imposible gobernar en el esquema populista, el oratorio ha quedado desnudo. Antecedentes y santificaciones se caen en el púlpito. Hasta aquí adulteraciones, corso, barras, gestos socarrones. Matorrales del conurbano y pensamientos afónicos. Patota y sainete, fisuras sin dignidad. Espero que cambie. No lo veré.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 2 de octubre de 2021
domingo, octubre 03, 2021 2 comments
Agradecemos a Daniel Galoto y su espacio "Nacido en Avellaneda" dentro de sus programas radiales, por la difusión del Seminario que brindará Carlos Penelas en la Biblioteca Carlos Sánchez Viamonte.


Les recordamos que las inscripciones al Seminario "Hacia una comprensión poética" se encuentran abiertas. Más información, en este enlace.

martes, septiembre 21, 2021 No comments

Me enseñó a leer, a pensar, a redactar.

Escribió y pensó al mismo tiempo

que construyó aquello que escribió y pensó.

Vivió en un territorio embrutecido.

Leyó a griegos y a latinos.

Supo navegar, maldecir, soñar.

No codició fortuna, no codició poder.

Escribió: “la ignorancia es atrevida”.

Nos legó páginas inmortales.

También el ejemplo, la honestidad.

Sufrió soledad, infamia, agravio.

Los vándalos de ayer, los bárbaros de hoy,

continúan escatimando su nombre.

Supo hablarme y continúa haciéndolo.

No es un eco ni la veneración del eco;

es un símbolo, una ética verbal, un testigo.

Una sombra desvelada que no calla.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 11 de septiembre de 2021
sábado, septiembre 11, 2021 No comments
En la nueva radio de la Biblioteca Carlos Sánchez Viamonte, Carlos Penelas se cruzó con el gaitero Andrés Da Pedra, entrevistado por Ezequiel Guerrero en su programa "Tertulia los hacedores", miércoles a las 18 horas por CSV Radio.


sábado, septiembre 04, 2021 No comments
Estimado lector, espero que estas líneas no sean abusivas. No me tome por vanidoso ni petulante. Sucede que este territorio, que esta sociedad cada día se hunde en suburbios. No es nuevo. Prolongaciones simbólicas de décadas. Año a año fue decayendo. Luego, mes a mes. Más tarde, día a día. Rústicos: hora a hora. Una sociedad con delegados itinerantes, fachadas, moralejas y pamplinas. Hartos de parodias, de populismo, de intelectuales bienpensantes, ebrios de mutaciones, de enajenación comunitaria y otras yerbas. Estos surcos fueron escritos hacia finales de 1998. La sordidez cotidiana nos ampara: fanfarronadas y desolación. Desaliento, gente caminando por barriadas de barro. Analfabetos, mugre y flatulencias; muerte, despojo, humillaciones. Aparecen guiños, reuniones clandestinas, susurros, interpretaciones, discursos misionales. Tangas, prostíbulos y púlpitos. Pusilánimes, moderados al compás del tamboril. Aplausos y estratagemas. Hartazgo, entonces. Truhanes sin antifaces, ujieres. Ladrones de gallinas, ineficaces, orondos.


Estoy solo. Recorro las habitaciones de mi departamento. Hace un instante permanecí pensativo en mi escritorio, en el cuarto de arriba. Libros en el piso, sobre una silla, sobre la vieja máquina de escribir Olivetti. La biblioteca ocupa tres paredes, ya no hay lugar para nada. La casa revive la Sinfonía N° 8 de Antonín Dvorak.

En una pequeña biblioteca del estar, en la planta baja, busco un ejemplar para guardar entre sus páginas unos recortes de diarios. Abro un libro de Elvio Romero, uno de los poetas sociales latinoamericanos más importante. Leo: “A Carlos Penelas, poeta, esta reincidencia en el delirio. 1984”.

Un ejemplar, un ensayo de otra biblioteca. “Para Carlos Penelas, cordial amigo, lúcido lector, estas consideraciones. Fraternalmente David Viñas”.

Tomo un libro de Ricardo Molinari, el mejor poeta lírico argentino. “Para Carlos Penelas, esta “benvida” tan llena de arena y cielos. Muy cordialmente esta amistad que le ofrezco. 1975”. A su lado un libro de un finísimo poeta, investigador y crítico literario, profesor en Oxford. “A Carlos Penelas, con los mejores deseos en su carrera poética y en su trayectoria humana. Héctor Ciocchini. 1980”. Ahora tengo en mis manos una primera edición. Antología poética. “Para Carlos Penelas, su amigo. Rafael Alberti. 1992”.

(Pienso: no comenzaste ayer. En este mundo de oportunistas uno está solo. Es mejor así. Nadie ve nada. Ni conceptos ni estilos. Se pierde el norte, no se lee. Se improvisa, se confunde fama, prestigio, talento. Se desdeña una tradición cultural y poética. Se amontonan palabras en forma de libro, onanismos insoportables. Se publican cosas horribles. Grandes disparates que mediocres, editoriales y diarios veneran. En los últimos cincuenta años casi nada se produjo en serio. No hay percepción creativa. Surgen entonces los grandes impostores, las políticas literarias, los premios. Aquí y allá).

Ahora un ejemplar de Roa Bastos: “A Carlos Penelas con mi sincera amistad”. Encuentro finalmente el libro buscado. Me emociono. Las sombras recobradas. Con tristeza leo su dedicatoria: “A Rocío y Carlos Penelas recuerdo de mi visita inolvidable a Buenos Aires. Gonzalo Torrente Ballester. 1985”.

Durante años participé de programas en Radio Nacional. Fui representante de LRA en la Feria del Libro para entrevistar a los escritores extranjeros. En 1984 me convoca el director de la emisora y me da una lista de ellos. Advierto el nombre de Torrente Ballester. Había leído Los Gozos y las Sombras, algunos artículos sobre crítica literaria. Me fijé como objetivo a partir de ese momento entrevistarlo. Supuse que iba a ser casi imposible. Medios de más poder seguramente lo entrevistarían con más facilidad. Aún no había ganado el Premio Cervantes (1985) ni el Planeta (1988), pero su famosa trilogía se trasmitía en esos meses por televisión y constituía un éxito increíble. A las pocas horas de inaugurarse la Feria del Libro de Buenos Aires los parlantes alertaban: “En el stand de la editorial... está firmando sus ejemplares el autor de Los Gozos y Las Sombras, gran éxito de la televisión que protagoniza la actriz Charo López”. No podía creer lo que escuchaba. Mucha gente se daba codazos para ver a un señor mayor de anteojos gruesos y bastón. En realidad curioseaban un rato y se marchaban. Al segundo día había menos gente. Eran casi todos paisanos. Le hablaban de sus aldeas, de sus recuerdos, de sus parientes, del vino, del pan de borona. Al tercer día pude conversar con él con toda tranquilidad. El furor había pasado. Le hice la entrevista y después hablamos con soltura sobre algunos aspectos de la crítica literaria, de Farruco, el desventurado y de Farruquiño. Se notó sorprendido y al mismo tiempo le pareció estupendo que abarcáramos otros aspectos de su narrativa. A partir de ese día conversábamos casi todas las tardes de sus clases en Estados Unidos, de Galicia, de Cela, de Álvaro Cunqueiro, de Delibes, de Rulfo, de Guillén, de Borges... En otros stands numerosos lectores intentaban obtener autógrafos de escritores de moda. Compartimos horas enteras con serenidad, con afecto, con ironía sin que nos interrumpieran. Fue una experiencia inolvidable.

Algún día, don Gonzalo, iré por Ferrol a dejar una rosa roja. En nombre de doña Mariana y en el de este poeta que quiere volver a conversar con usted.

Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto 27 de 2021
lunes, agosto 30, 2021 1 comments
mutataque servat amorem
Ovidio


Hubiera deseado recorrer tu cintura

mirando monumentos toscanos.

Contemplar juntos, por ejemplo,

la Fonte Gaia o el Baptisterio de Pisa

cuando tus ojos iluminaban la tarde.

Hubiera deseado ser tu amador

en el Castillo de San Olaf,

desnudándonos con los ojos cerrados.

Besarte en esa callejuela de Old Town

en una mañana donde las gaitas y el viento

- cómplices de mutaciones y maletas -

me hacían decir de tu marido

palabras impacientes o absurdas.

Pulsar tu muslo bajo el mantel en el Café Schiller,

o amarte en la orilla del río Mandeo.

Hoy recuerdo cuando leíamos a Lugones

en la Biblioteca Pública de Nueva York

tomados de la mano, en el silencio del mundo.

Ya ves, amada, como el hechizo

hace que nos extraviemos

en un amanecer de azar y sin destino.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 15 de agosto de 2021
jueves, agosto 26, 2021 1 comments
"El mundo, para el europeo, es un cosmos en el que cada cual íntimamente corresponde a la función que ejerce; para el argentino es un caos." Eso escribió Borges en Otras Inquisiciones. También sentenció que "las ilusiones del patriotismo no tienen término". Vivimos una sociedad enferma, una sociedad con una irracionalidad sin limite. La decadencia, la inmoralidad, la corrupción, la banalidad, son algunos de sus síntomas. Hay más: mafias, pactos y patotas. Cuando uno dice sociedad habla del vecino, del profesional, del sindicalista, del empresario, del cholulo, del deportista, del político, del carnicero. Declinaciones y matices, entonces. Pamplinas, chantajes, fotografías y bizcochitos de grasa. Y putas, putas baratas. Apoyaturas de lo popular y nacional. Por supuesto, hay islas, gente talentosa, honesta. Pero la sociedad - en su mayoría - es cómplice, distraída, egoísta. Santuarios y decoraciones. Hablamos de conductas, de comportamientos. Y del "ser argentino". Una sociedad aislada. Una sociedad con una pobreza inimaginable, con hospitales y escuelas destrozadas. Y suburbios: punteros, intendentes, intelectuales conversos, piqueteros, niños hambrientos, gente durmiendo en las calles, droga, motochorros. Excluidos, una legión de excluidos merodeando avenidas, plazas y mercados. Un territorio devastado, un territorio pleno de tristeza y soledad, una cultura de fachada con mutaciones y mutilaciones. Llevará décadas organizar este desastre cotidiano, esta alienación de trincheras y tribunas. Propongo, caro lector, que juntos realicemos una lectura, una forma de ver y de sentir para superar una tragedia de moralinas y choripanes, esta suerte de suicidio colectivo. Carnaval y favela, condenaría con lucidez David Viñas.

André Kertész, 1959

El lector podrá descubrir cuando lee a Berger, entre otros temas, la ilusión, cierto pintoresquismo, la crudeza, pero sobre ella el ensueño. Siempre recordaré cuando de joven reparé en aquel aforismo, cínico, de Gide: “Con buenos sentimientos no se hace buena literatura”. Esto es lo que podemos encontrar en las páginas del autor de Puerca tierra; buena literatura. Hay entonces ciertas categoría de lo emocional, dosificación del gusto, climas cordiales que hacen amena la lectura.

Mientras camino pienso en los textos de Berger, en los cuentos de Emilia Pardo Bazán (la mejor cuentista de España del siglo XIX), en unos escritos de Michel Houellebecq, en la pintura de Giotto, en la poesía de Enrique Banchs. Intento recordar imágenes, intento planificar ciertas clases, descubrir lo bello y lo crítico en autores que nos intranquilizan, independientemente a veces de su trascendencia.

Días atrás una alumna me alcanzó un texto sobre Mahler, su vinculación con Freud. Pude hablarle de Mann y de Muerte en Venecia, de la Sinfonía N 1. Entonces vino el nombre de Celan.

Recuerdo, mientras observo la vidriera de una librería, a Peter Handke, entre otras cosas guionista de Win Wenders, que refleja en su obra la angustia de la soledad y de la incomunicación. Ahora estoy parado frente a una disquería. Escucho la música de Gershwin. Tengo en mi casa una bellísima versión de sus temas interpretados por Chick Corea. Cuando se habla de los otros se habla de sí mismo. “La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago”, decía Víctor Hugo. ¿Por qué me vienen estas citas a la memoria? ¿Tal vez sea la manera de pensar y de incorporar aquello que sentimos? “Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma”, señaló Cicerón. “Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo” leí de joven en Confucio.

Otra ver la mirada de Berger: “Como las palabras, las apariencias pueden leerse también y, de entre las apariencias, el rostro humano constituye uno de los textos más largos”. Como en todos los textos trascendentes la lectura nos lleva a otras fuentes, a otros mundos. Su lenguaje, además, está justificado por la pasión, por las metáforas, por la tragedia del hombre moderno.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 19 de agosto 2021
jueves, agosto 19, 2021 No comments
Foto: Emiliano Penelas, 2021

Sucede, amigos, que carezco de nombre.

Lo he perdido, ¿pero dónde?

Antes hubo hechizos, universos,

ofrendas votivas, mujeres nómadas,

un viento dentro de mí;

el instante y la alegría del instante.

También la inocencia, el olor de la lluvia,

pájaros azules y magnolias salvajes.

La despoblada dicha del mar o de la arena.

Ahora siento un horizonte inédito

en este sillón que habito, desentendido,

entre voces que no entiendo o no quiero entender.

Sé que regreso en una angustia vaga,

anocheciendo. Sin memoria, sin enigma.

Es cuando llegan las preguntas,

el temor de la noche, el silencio del parque,

mutaciones flotando entre adioses,

el vaticinio de todo lo que existe.

Entonces la intemperie, lo oceánico.

Y miro, despaciosamente.




Carlos Penelas

Buenos Aires, agosto de 2021
lunes, agosto 16, 2021 No comments
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