Conferencia sobre Julio Verne en la Feria del Libro de Buenos Aires

by - jueves, mayo 08, 2025

Todo lo que una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad.
Julio Verne


Debo componer una pequeña introducción, enmarcar una época de mi infancia. Un contexto indispensable. Un ejemplo. A los once o doce años pusieron en mis manos un libro que me marcó toda la vida: Aventuras del Barón de Münchausen de Gottfried August Bürger (1786). Recordemos que la primera edición tuvo las ilustraciones de Gustave Doré. Con los años supe que el autor original fue Rodolf Erich Raspe, científico y escritor irlandés. Bürger lo traducirá al alemán y agregará historias. El Barón de Münchausen existió, pero esa es otra historia. En el libro está un viaje a la luna en un barco empujado por una tormenta, en un caballito de mar llega hasta el fondo del mar, llega al centro de la tierra, el Barón es tragado por un pez gigantesco. Antecedentes. Como decíamos, mi hogar era un espacio donde se hablaba de política, de temas sociales y religiosos, de revoluciones. Un hogar en el cual la lectura ocupaba un espacio fundamental. Bibliotecas, conversaciones, tertulias. Mi padre, que aprendió a leer a los doce años trabajando en una fábrica -gracias a obreros socialistas y anarquistas- llegó a devoción por el Siglo de Oro español, la literatura rusa del siglo XIX, Balzac, Diderot y tantos otros. Mi hermano Roberto, el mayor, la opera alemana: Wagner, Recuerde; todos ellos lectores de clásicos. Mi hermana Raquel la pintura, las nuevas tendencias, las visitas a museos. Marta, mi otra hermana, giraba en torno a los novelistas franceses y el teatro norteamericano de esos años: Eugene O'Neill, Tennesse Williams, Arthur Miller. Fernando introduce el cine en otra dimensión: Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock, John Ford. El jazz y el policial negro: Dashiel Hammett. Mi madre la música española, las zarzuelas, el cuplé. Por tercera vez, todos lectores volcánicos. En esa infancia descubrí de manera apasionada a Daniel Defoe, Jonathan Swift, Emilio Salgari y Julio Verne. Un universo único e irremplazable. Desde esta breve introducción señalaremos algunos aspectos. Por supuesto también se dialogaba sobre fútbol, box o automovilismo. Ernesto Grillo, Alfredo Prada, Arturo Kruuse.



El 25 de abril de 1719, Daniel Defoe (1660-1731) publicó su primera y más famosa novela: Robinson Crusoe. En ella, el autor narra las aventuras de un marino que naufraga en una isla solitaria donde debe encontrar la forma de procurar su supervivencia mientras duda sobre su fe. Es considerada como la primera novela moderna de habla inglesa.


Ionathan Swift (1667-1745), escritor irlandés, fue uno de los más celebrados y mordaces críticos de su época. Es recordado por su obra maestra Los viajes de Gulliver (1726). Está considerado como uno de los grandes maestros de la prosa en inglés. Misántropo e irónico, su obra principal, Los viajes de Gulliver, constituye una amarga crítica contra la sociedad de su tiempo y los defectos de la condición humana.


Emilio Salgari (1862-1911) Historias de piratas, navegantes y soldados que emprende enigmáticos viajes por parajes exóticos marcaron generaciones de lectores interesados por ver más del mundo gracias a la imaginación de este talentoso italiano. El escritor italiano logró consolidarse como uno de mayores exponentes de las historias de aventuras a nivel mundial, con ochenta y cinco novelas publicadas, situadas en escenarios de interminables hazañas, entre barcos y el mundo fantasioso de su más conocido personaje, Sandokán.


Con éstos antecedentes analizaremos la figura de Verne. El 8 de febrero de 1828, nace el escritor francés Julio Verne. Oriundo de la ciudad de Nantes, fue el mayor de cinco hermanos de una familia acomodada. Recibió una educación propia de la clase adinerada y, desde joven, se interesó por la escritura, la literatura, la ciencia y los viajes. Lo que aún no sabía es que su pasión y curiosidad no sólo lo llevarían a convertirse en uno de los autores de aventuras y ciencia ficción más notables de la literatura universal, sino también en un visionario y adelantado de su época.


Julio Verne fue uno de los autores más prolíficos y leídos de la historia. La fórmula de su éxito se debió a la combinación de dos elementos que apasionaban a la sociedad europea de finales del siglo XIX y principios del XX: las aventuras de los exploradores que se adentraban en territorios desconocidos hasta entonces –como los polos, el África tropical o las profundidades submarinas–, y los avances científicos y tecnológicos que plasmaba en sus obras.


Esto último le otorgó un aura de escritor visionario, al ir un paso por delante de la realidad de su época (máquinas voladoras, submarinos, viajes espaciales...), aunque él siempre defendió que sus predicciones estaban basadas en la aplicación lógica de la tecnología existente en la época.

Fue así como Julio Verne llegó en 1847 a una ciudad en vísperas de la revolución liberal que derrocó al rey Luis Felipe, en cuyo lugar se proclamó una república democrática. No obstante la agitación política Verne se limitó a frecuentar a la bohemia del Barrio Latino que, en pleno romanticismo, admiraba a Balzac, Víctor Hugo y Musset.


Las historias de Verne aparecieron en un momento de optimismo colectivo, propiciado por la Revolución Industrial en Francia y la estabilidad política del régimen de Napoleón III. De ahí que los protagonistas de estos viajes sean exploradores de buen talante y las máquinas mejoren la vida de los hombres. Vale la pena señalar que Miller, en La muerte de un viajante refleja la tendencia de una civilización mecanizada y deshumanizada. Otros tiempos, otras miradas.

Los nuevos medios de comunicación de masas dieron noticias puntuales de estos progresos. Éste era el caldo de cultivo idóneo para que el escritor vaticinase avances tecnológicos del siglo XX. De este modo, junto con H. G. Wells, Verne se erigió en uno de los padres de la ciencia ficción.


La vida sedentaria de Julio Verne no le impidió recorrer los planetas con el pensamiento en De la Tierra a la Luna y entre otras. En 1894, Mary A. Belloc, una redactora de la revista The Strand Magazine, hizo una entrevista al escritor. Preguntado acerca de su proceso creativo, y por el origen de sus ideas científicas, Verne respondió: "El secreto está en que me ha apasionado siempre el estudio de la geografía. Creo que mi interés por los mapas y por los grandes exploradores del mundo me indujo a escribir mis novelas".


Estos libros, estas páginas, me guiaron para ser un buen lector. Luego vinieron otros textos, otros universos, pero estos fijaron para siempre una vocación. Pues bien, me encalabrina ver la decadencia de nuestro tiempo. A un 56% de los jóvenes no les interesa leer. La mayoría no conocen el valor que tienen las letras, la escasa conciencia fonémica, la pobreza de vocabulario, la pobreza estética e intelectual. Existe, además, lo que se denomina “lectura mimetizada” (soportes, canales, formatos, temáticas, redes sociales) mutan y se adaptan al ritmo de la realidad, a los avances de la tecnología. Sumemos televisión, videojuegos, música. El deterioro avanza día a día, la imbecilidad no tiene límite ni edad. La industria cultural se suma a lo escatológico con best-seller y otras minucias. Desconocen que el canon literario existe.

Y ahora la palabra de nuestro querido amigo Harold Bloom: “Cuando empecé mi lucha contra Harry Potter, muchos padres me decían que, con él, sus hijos al menos estaban leyendo algo. Stephen King, el autor de esos espantos de terror, vino en mi ayuda. Escribió una reseña en The New York Times donde decía, con toda seriedad, que los chicos que leían a Harry Potter a los 9 o 10, en la adolescencia iban a leer a Stephen King. ¡Está exactamente en lo cierto, no es que vayan a pasar a Cervantes o a Shakespeare!”

Carlos Penelas
Buenos Aires, 7 de mayo de 2025
Feria del Libro de Buenos Aires, Sala Alfonsina Storni

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