A continuación un fragmento del comienzo de su exposición.
Para ver hay que saber.
Ingres
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La palabra es percepción, visión del mundo que construye su idioma. Lo fortuito y lo insondable. Me atrevería a afirmar que la poesía me ayudó a divagar, a olvidar la ignominia de lo cotidiano. Lo real y lo simbólico forman un todo unitario. Hay, por ejemplo en mis poemas, viajes y sitios lejanos, el mito celta, la intensidad del instante, la búsqueda de lo Bello y la mirada insurrecta del rebelde.
El poeta escribe en sus ratos de soledad y ensimismamiento. El poeta, me atrevería a afirmar nuevamente, es un cartógrafo. Dibuja ciudades, geografías, talismanes, objetos. Recuerda, predica, fabula. El poema es un objeto prismático y siente como los prestidigitadores.
La poesía con secreto. El arte verdadero no está en la obscuridad sino en el claroscuro. La inspiración, fundamental. Hay que distinguirla de la facilidad y a no confundirla con el procedimiento. Los poemas deben leerse con otros ojos.
Las palabras pueden inspirar al diálogo del silencio. Hay un registro en la expresión de una obra que depara otro mundo, otras circunstancias. Es cuando llegan las voces fraternales, las voces que ignoran distancias. De ese pasado nos nutrimos, nos vamos guiando a la habitualidad de nuestros mayores. La ensoñación es entonces parte de la contemplación, hablamos de la ensoñación poética y de la voz del universo.
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