El juego de la demagogia y de la corrupción

by - martes, agosto 06, 2013

Las libertades son concretas, existenciales. La libertad es abstracta, esencial. 
Herbert Read 


Hay otro mundo, complejo, contradictorio, lo hay. El mundo está enmovimiento, siempre, con sus juegos de fuerza, sus estructurasviciadas, sus sistemas huecos y guerras económicas, como siempre. Lo sabemos. Hay otras miradas: estéticas, simbólicas, históricas, ideológicas. Discusiones profundas y crisis estructural. Miseria,hambre, injusticia social, egoísmo, realidades de poder y de codicia.Banalidad y confusión y privilegios. Sin duda. Pero aquí la demencialo cubre todo.

En verdad ya no sé cómo llamarlos. Se les puede definir como sinvergüenzas, desvergonzados, descarados. Tenemos otros nombres:caraduras, canallas, ruines. Sucede que también son arribistas,aprovechados, oportunistas. O ladrones, saqueadores, timadores. Suelenser populacheros, populistas, demagogos. Y además tienen versiones.Son indecorosos, cínicos, ubicuos, lábiles. Suelen ser incondicionales hasta que dejan de serlo. Su buscan, se repelen, se abrazan y se insultan. Dicen cháchara, dicen cipayo, dicen mercado. Se idealizan a sí mismos, discuten la fatalidad, el psicoanálisis, la lealtad, las escaleras, los palcos y las intendencias. Dicen coima y bailan el malambo. Dicen pueblo y cantan una cumbia villera. Cuando son delicados acentúan las consonantes. Se disfrazan de cultos y plagian a Augusto; escriben acta est fabula. (Del otro lado el vacío, otrasuerte de imbecilidad, otra erosión más del delirio a duo). Según laocasión son opositores u oficialistas. Sin leerlo son parte de unaobra de Ionesco. Siempre volubles, siempre enfrentados, siempre en laotra vereda. O en la misma. Están aquí y están allá. Son fascistas de derecha, a veces. Son fascistas de izquierda, casi siempre. También son híbridos, provisionales, tumultuosos, de barrio, triunfadores. Huelen el poder, la comparsa, los bombos. A veces son light, otras intentan ser elegantes: se mudan de barrio. Defienden caudillos, lo programático, los pactos. Luego mienten y no cumplen con nada. Cantan marchas, levantan banderas, dicen birra, dicen general, dicen revolución, dicen tercera posición dicen merengue. Inexorablemente odian a los ingleses. Inexorablemente hablan de patria, de escudos, de mutaciones. Lumpenes y sin formación. Resentidos, huecos, groseros. Tienen un repertorio complejo, con voces aliadas y voces cómplices. Son belicosos, antiimperialistas, furibundos herederos de la barbarie. Y luego son todo lo contrario: precisan sobrevivir. Entonces el desguace de los bienes nacionales. Y otra vez el sistema, los sindicalistas conversos, los empresarios conversos, la legión de excluidos. Deformados y con caries. Anuncian planes quinquenales, planes por décadas, proyectos al infinito. Son aliados y enemigos demonólogos, de fachadas, de consignas. Oscilan entre la perplejidad y el desaliento, entre la corruptela y la frivolidad generalizada. Entre los negociados y la sonrisa visceral. Son espasmódicos, obsecuentes, mediocres, triunfalistas. Reniegan prolijamente de lo ético, de la historia, de la razón. Viven en una circularidad repetitiva. Abundanen coreografías, en figuras retóricas, en beneméritos compatriotas.Corroboran pactos zurcidos entre gallos y medianoche, alzan los hombros y miran de soslayo. Y mezclan todo, absolutamente todo. De allí el guiso criollo, la caldeirada de la cual hablaba mi madre. Se sostienen por emblemas y traiciones, por herencias, epitafios, falsificaciones, monaguillos y miserias. Tienen destrezas circenses, olvidos institucionales, carcajadas gastronómicas. Se van haciendo cada vez más ricos gracias a los pobres. Hacen pobres para detentar el poder y hacerse ricos. Mastican entre codazos cómplices, tienen el guiño del jugador de truco, el lenguaje profiláctico del parlamento, el fervor del barrabrava. Olímpicos ganan siete a cero, treinta acero. A veces son tribales, a veces quieren ser caballeros normandos. Ellas son rubias teñidas, coloreadas. Son del conurbano, miran todo desde un supermercado chino, desde un shopping. Aplauden, siempre aplauden. Siempre aplaudieron. Y se olvidan. Entonces vuelven a serobstinados. Y la gente se olvida, y siga siga siga el baile y dalé que te dalé y dalé que te dió. Y todo es senil. Y del otro lado no hay lado. El vacío de lo mitológico, desplazamiento que pierde credibilidad, folclore autóctono, chovinismo liberal. Son anacrónicos. En todo son anacrónicos. Variantes de escaramuzas, variantes de montoneras con levitas, variantes de estatuas y crucifijos. Ya no hay terciopelo y el pavo real se pasea con varas sin plumas. Y la escena esta cerca de los dioses. Francamente deleznable. ¿Ineludible?

O xogo da demagogia e da corrupción

As liberdades son concretas, existenciais. A liberdade é abstracta, esencial.
Herbert Read

Hai outro mundo, complexo, contraditorio, haino. O mundo está en movemento, sempre, cos seus xogos de forza, as súas estruturas viciadas, os seus sistemas ocos e guerras económicas, coma sempre. Sabémolo. Hai outras miradas: estéticas, simbólicas, históricas, ideolóxicas. Discusións profundas e crise estrutural. Miseria, fame, inxustiza social, egoísmo, realidades de poder e de cobiza. Banalidade e confusión e privilexios. Sen dúbida. Pero aquí a demencia cóbreo todo.

En verdade xa non sei como chamalos. Pódeselles definir como lerchos, desvergonzados, descarados. Temos outros nomes: caraduras, canallas, ruíns. Sucede que tamén son arribistas, aproveitados, oportunistas. Ou ladróns, saqueadores, estafadores. Adoitan ser populistas, demagogos. E ademais teñen versións. Son indecorosos, cínicos, ubicuos, lábiles. Adoitan ser incondicionais ata que deixan de selo. Búscanse, repélense, abrázanse e insúltanse. Din cháchara, din sipaio, din mercado. Idealízanse a si mesmos, discuten a fatalidade, a psicanálise, a lealdade, as escaleiras, os palcos e as intendencias. Din coima e bailan o malambo. Din pobo e cantan unha cumbia villera. Cando son delicados acentúan as consonantes. Disfrázanse de cultos e plaxian a Augusto; escriben acta est fabula. (Do outro lado o baleiro, outra sorte de imbecilidade, outra erosión máis do delirio a dúo). Segundo a ocasión son opositores ou oficialistas. Sen lelo son parte dunha obra de Ionesco. Sempre volubles, sempre enfrontados, sempre na outra verea. Ou na mesma. Están aquí e están alá. Son fascistas de dereita, ás veces. Son fascistas de esquerda, case sempre. Tamén son híbridos, provisionais, tumultuosos, de barrio, triunfadores. Cheiran o poder, a comparsa, os bombos. Ás veces son lixeiros, outras tentan ser elegantes: múdanse de barrio. Defenden caudillos, o programático, os pactos. Logo menten e non cumpren con nada. Cantan marchas, levantan bandeiras, din birra, din xeneral, din revolución, din terceira posición, din merengue. Inexorablemente odian aos ingleses. Inexorablemente falan de patria, de escudos, de mutacións. Lumpenes e sen formación. Resentidos, ocos, brutáns. Teñen un repertorio complexo, con voces aliadas e voces cómplices. Son belicosos, antiimperialistas, furibundos herdeiros da barbarie. E logo son todo o contrario: precisan sobrevivir. Entón o despezamento dos bens nacionais. E outra vez o sistema, os sindicalistas conversos, os empresarios conversos, a lexión de excluídos. Deformados e con carie. Anuncian plans quinquenais, plans por décadas, proxectos ao infinito. Son aliados e inimigos de monólogos, de fachadas, de consignas. Oscilan entre a perplexidade e o desalento, entre a corruptela e a frivolidade xeneralizada. Entre os negociados e o sorriso visceral. Son espasmódicos, obsecuentes, mediocres, triunfalistas. Renegan prolixamente do ético, da historia, da razón. Viven nunha circularidade repetitiva. Abundan en coreografías, en figuras retóricas, en beneméritos compatriotas. Corroboran pactos zurcidos entre galos e medianoite, alzan os ombreiros e miran de esguello. E mesturan todo, absolutamente todo. De alí o guiso crioulo, a caldeirada da cal falaba a miña nai. Sostéñense por emblemas e traizóns, por herdanzas, epitafios, falsificacións, monaguillos e miserias. Teñen destrezas circenses, esquecementos institucionais, gargalladas gastronómicas. Vanse facendo cada vez máis ricos grazas aos pobres. Fan pobres para detentar o poder e facerse ricos. Mastican entre cotenadas cómplices, teñen a chiscádela do xogador de truco, a linguaxe profiláctica do parlamento, o fervor do barrabrava. Olímpicos gañan sete a cero, trinta a cero. Ás veces son tribais, ás veces queren ser cabaleiros normandos. Elas son louras tinguidas, coloreadas. Son das aforas, miran todo desde un supermercado chinés, desde un shopping. Aplauden, sempre aplauden. Sempre aplaudiron. E esquécense. Entón volven ser obstinados. E a xente esquécese, e segue o baile e dálle que dálle e dálle que che deu. E todo é senil. E do outro lado non hai lado. O baleiro do mitolóxico, desprazamento que perde credibilidade, folclore autóctono, chauvinismo liberal. Son anacrónicos. En todo son anacrónicos. Variantes de escaramuzas, variantes de montoneras con levitas, variantes de estatuas e crucifixos. Xa non hai terciopelo e o pavo real paséase con varas sen plumas. E a escena esta preto dos deuses. Francamente deleznable. Ineludible?

Carlos Penelas
Publicado en Cadernos, agosto de 2013

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