El viernes 29 de septiembre de 2023 Carlos Penelas brindó la conferencia "Presencia de René Favaloro" en COPIME (Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista). Aquí está el video.
domingo, agosto 10, 2025
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Compartimos el video con la lectura de poemas de Soliloquio del desvelo por Rocío Danussi.
Video por Emiliano Penelas
viernes, mayo 30, 2025
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Jueves 22 de mayo / 18:30 horas.
Yo, Carlos Tomás Penelas Abad, hijo de don Manuel Penelas Pérez y de doña María Manuela Abad Perdiz, hermano menor de Roberto Marón, Raquel María, Nilda Marta y Fernando Abel, nieto de Pedro, Tomás, María y Adelaida - aldeanos analfabetos - vengo a decirles que escribí un poemario: Soliloquio del desvelo.
"Esa empresa insensata de ser poeta"
Octavio Paz
"La lírica es la exteriorización de la soledad ontológica del hombre"
Ramón Piñeiro
El poeta se manifiesta entre peregrinaciones y regresos, entre la realidad y el sueño. Asume su mirada para intentar saber; el júbilo de lo vital, de lo insurrecto. En Una historia de la lectura Alberto Manguel señala que los hombres son seres que leen, leer en el sentido básico: interpretar signos. Lo hace el pescador, el astrónomo, el niño. Leemos gestos, palabras. Se lee para poder ubicarnos en el mundo. Para protegernos, para ordenarnos, para sentirnos y sentir al otro. Y también nos dice que para vivir debemos leer la realidad, interpretarla.
Chaplin tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor, dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad. Chaplin explicaba: “Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado”. En la agudeza de su mirada el mundo poético.
Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades.
Comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes, de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini, Antonioni… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós, Rosalía Castro, Valle-Inclán, Azorín o Emilia Pardo Bazán. De los clásicos, del Siglo de Oro, de grandes escritores latinoamericanos.
El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez desvelo.
En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo, estrechez intelectual, pusilanimidad o soberbia.
Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades.
Comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes, de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini, Antonioni… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós, Rosalía Castro, Valle-Inclán, Azorín o Emilia Pardo Bazán. De los clásicos, del Siglo de Oro, de grandes escritores latinoamericanos.
El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez desvelo.
En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo, estrechez intelectual, pusilanimidad o soberbia.
Una digresión para aproximarnos a la lectura de una obra de arte. Rocío me reveló el simbolismo de un cuadro de Lawrence Alma Tadema, el pintor holandés neoclásico de la época victoriana. Nos referimos a Las rosas de Heliogábalo. Vale la pena volver a él.
En mi juventud leí con intensidad el llamado nouveau roman (en francés, «nueva novela») movimiento iniciado en 1950 por Alain Robbe-Grillet, La celosía, quien se considera fundador y primer teórico del movimiento. Luego Margarite Duras, entre otros.
Sabemos, y ese fue mi interés profundo, que no tenía para ellos sentido escribir novelas al modo de Balzac, con unos personajes, una trama, un inicio, un desarrollo y un desenlace. Se sienten en cambio más cercanos a la literatura introspectiva, a la exploración de los flujos de conciencia. El soliloquio, una vez más.
«Te llaman porvenir porque no vienes nunca», nos recuerda Ángel González el gran poeta español de la generación del 50. Gabriel Celaya profundiza: “En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”. ¿Y qué me dicen de éstas líneas? “Cuando al hablar te juegas la vida, todo es silencio”. Es de nuestro amigo Manuel Rivas.
Estos poemas se originaron durante los últimos cinco años. Una vez más intenté cotejar la realidad observada con el recuerdo de esa realidad. Hubo una vigilia tolstoiana. Se gestaron en un mundo profano, en un territorio impregnado de populismo y decadencia. Entre el desvelo y el soliloquio.
Andrei Tarkovski, hijo del célebre poeta Arseny Tarkovski, escribió: “Creo que para formar un concepto de arte primero hay que enfrentar otro concepto. La pregunta ¿por qué existe el hombre? Debemos usar nuestro tiempo en la tierra para crecer espiritualmente. Significa que el arte debe servir a este propósito”. Las palabras adquieren un ritmo. Las vamos integrando con lentitud. El poeta es artesano de la palabra. Percibe el instante, la intensidad del instante. “Creador, inventor, no imitador; he ahí el carácter esencial del poeta”, nos recuerda Giacomo Leopardi. Wallace Stevens señaló: “…la maravilla y el misterio del arte, como por cierto de la religión, consisten en la revelación de algo absolutamente otro, gracias a lo cual la inexpresable soledad del pensamiento se quiebra o se enriquece. El poeta, el hombre religioso, ni siquiera sueñan con dictar las reglas del se limitan a andar por el mundo con el amor de lo real (de esa realidad otra) en sus corazones”. El imaginador vive una penumbra del sentir, el conocer y el no-saber. “La pasión del amor es amar sin medida”, escribió San Agustín en sus Confesiones. Y dijo más “La pasión del amor no puede comprenderla quien no la sienta”. Muchos asociaron la poesía a la mística y al erotismo. El poeta nombra palabras más que objetos; la experiencia poética es una tonalidad verbal, un clima interior. “Para ver hay que saber”, nos enseñó Ingres. “Para ser hay que mirar y hay que saber”, perfeccionó Luis Rosales. “El arte verdadero es una respuesta autónoma al misterio” me dijo una tarde Luis Franco. Y qué decir de Héctor Ciocchini quien introdujo en nuestro medio el pensamiento de Aby Warburg para revolucionar el modo de entender las culturas y artes. “Imprescindible tener presente a Bachelard cuando establece la distinción del estado contemplativo, al que llama “ensoñación”, de la pura racionalidad. Pero también lo diferencia de aquello que denomina “sueño nocturno”. Nos habla de la noción platónica anima mundi. La clave está en analizar el sentido afectivo del lenguaje, el modo de concebir la realidad... Y observar las fuentes literarias. Una y otra vez volver a la celebración de Thoreau. En ese bosque soliloquio y desvelo.
El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. Heidegger nos aclaró hace tiempo: “El poeta, si es poeta, no describe el mero aparecer del cielo y de la tierra”. Y luego “…llama lo extraño como aquello a lo que se destina lo invisible para seguir siendo aquello que es: desconocido”. Y la voz de María Zambrano: “La poesía es la verdadera historia”.
El poema aspira a la condición de la música, forma y contenido son inseparables. La melodía es la estructura, allí la emoción. Hay un carácter mimético en el lenguaje, una experiencia estética. En el poema el lector siente una visión del mundo pero al mismo tiempo una visión de sí mismo, una suerte de amor que inspira y envuelve. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez soliloquio y desvelo.
Para un poeta el problema de la poesía es el de la belleza. Este camino milagroso es la creación del hombre. El propósito de un poema es enfrentarse a los grandes temas. La poesía castellana lo cristalizó en uno de los poemas que más he admirado desde mi temprana juventud. Estoy haciendo referencia a Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. La lectura de los grandes escritores medievales españoles son herederos de la tradición que fue capaz de engendrar la poesía más hermosa de su tiempo, me refiero a los romances viejos.
El símbolo es imagen, tal vez la perfección del deseo. La trémula luz que se había creado detrás de la imagen. El símbolo es la profundidad sagrada del “yo lírico”, del que dice a modo de confesión. Es el sayo del ensueño que acude de la noche profunda. Esto procura ser Soliloquio del desvelo.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 22 de mayo de 2025
Sabemos, y ese fue mi interés profundo, que no tenía para ellos sentido escribir novelas al modo de Balzac, con unos personajes, una trama, un inicio, un desarrollo y un desenlace. Se sienten en cambio más cercanos a la literatura introspectiva, a la exploración de los flujos de conciencia. El soliloquio, una vez más.
«Te llaman porvenir porque no vienes nunca», nos recuerda Ángel González el gran poeta español de la generación del 50. Gabriel Celaya profundiza: “En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”. ¿Y qué me dicen de éstas líneas? “Cuando al hablar te juegas la vida, todo es silencio”. Es de nuestro amigo Manuel Rivas.
Estos poemas se originaron durante los últimos cinco años. Una vez más intenté cotejar la realidad observada con el recuerdo de esa realidad. Hubo una vigilia tolstoiana. Se gestaron en un mundo profano, en un territorio impregnado de populismo y decadencia. Entre el desvelo y el soliloquio.
Andrei Tarkovski, hijo del célebre poeta Arseny Tarkovski, escribió: “Creo que para formar un concepto de arte primero hay que enfrentar otro concepto. La pregunta ¿por qué existe el hombre? Debemos usar nuestro tiempo en la tierra para crecer espiritualmente. Significa que el arte debe servir a este propósito”. Las palabras adquieren un ritmo. Las vamos integrando con lentitud. El poeta es artesano de la palabra. Percibe el instante, la intensidad del instante. “Creador, inventor, no imitador; he ahí el carácter esencial del poeta”, nos recuerda Giacomo Leopardi. Wallace Stevens señaló: “…la maravilla y el misterio del arte, como por cierto de la religión, consisten en la revelación de algo absolutamente otro, gracias a lo cual la inexpresable soledad del pensamiento se quiebra o se enriquece. El poeta, el hombre religioso, ni siquiera sueñan con dictar las reglas del se limitan a andar por el mundo con el amor de lo real (de esa realidad otra) en sus corazones”. El imaginador vive una penumbra del sentir, el conocer y el no-saber. “La pasión del amor es amar sin medida”, escribió San Agustín en sus Confesiones. Y dijo más “La pasión del amor no puede comprenderla quien no la sienta”. Muchos asociaron la poesía a la mística y al erotismo. El poeta nombra palabras más que objetos; la experiencia poética es una tonalidad verbal, un clima interior. “Para ver hay que saber”, nos enseñó Ingres. “Para ser hay que mirar y hay que saber”, perfeccionó Luis Rosales. “El arte verdadero es una respuesta autónoma al misterio” me dijo una tarde Luis Franco. Y qué decir de Héctor Ciocchini quien introdujo en nuestro medio el pensamiento de Aby Warburg para revolucionar el modo de entender las culturas y artes. “Imprescindible tener presente a Bachelard cuando establece la distinción del estado contemplativo, al que llama “ensoñación”, de la pura racionalidad. Pero también lo diferencia de aquello que denomina “sueño nocturno”. Nos habla de la noción platónica anima mundi. La clave está en analizar el sentido afectivo del lenguaje, el modo de concebir la realidad... Y observar las fuentes literarias. Una y otra vez volver a la celebración de Thoreau. En ese bosque soliloquio y desvelo.
El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. Heidegger nos aclaró hace tiempo: “El poeta, si es poeta, no describe el mero aparecer del cielo y de la tierra”. Y luego “…llama lo extraño como aquello a lo que se destina lo invisible para seguir siendo aquello que es: desconocido”. Y la voz de María Zambrano: “La poesía es la verdadera historia”.
El poema aspira a la condición de la música, forma y contenido son inseparables. La melodía es la estructura, allí la emoción. Hay un carácter mimético en el lenguaje, una experiencia estética. En el poema el lector siente una visión del mundo pero al mismo tiempo una visión de sí mismo, una suerte de amor que inspira y envuelve. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez soliloquio y desvelo.
Para un poeta el problema de la poesía es el de la belleza. Este camino milagroso es la creación del hombre. El propósito de un poema es enfrentarse a los grandes temas. La poesía castellana lo cristalizó en uno de los poemas que más he admirado desde mi temprana juventud. Estoy haciendo referencia a Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. La lectura de los grandes escritores medievales españoles son herederos de la tradición que fue capaz de engendrar la poesía más hermosa de su tiempo, me refiero a los romances viejos.
El símbolo es imagen, tal vez la perfección del deseo. La trémula luz que se había creado detrás de la imagen. El símbolo es la profundidad sagrada del “yo lírico”, del que dice a modo de confesión. Es el sayo del ensueño que acude de la noche profunda. Esto procura ser Soliloquio del desvelo.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 22 de mayo de 2025
miércoles, mayo 28, 2025
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Carlos Penelas estuvo nuevamente en "Hablando de arte", el programa que conduce Nolo Correa, refiriéndose a Julio Verne y la literatura fantástica y de aventura, a raíz de su conferencia en la última Feria del Libro.
miércoles, mayo 28, 2025
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El jueves 22 de mayo de 2025 Carlos Penelas presentó su último libro de poemas, Soliloquio del desvelo, en el Centro Galicia de Buenos Aires.
Recitado de poemas: Rocío Danussi.
Fotografía de tapa y material audiovisual: Emiliano Penelas
viernes, mayo 23, 2025
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martes, abril 15, 2025
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El poeta habló sobre su último libro, Soliloquio del desvelo, en un acto que incluyó un homenaje a Octavio Paz en el marco del Café Literario Syria Poletti.
En el Palacio del Circulo Italiano, el jueves 20 de marzo, Carlos Penelas disertó sobre su libro Soliloquio del desvelo.
Previamente se rindió homenaje al poeta Octavio Paz, a 35 años de la obtención del Premio Nobel de Literatura, con la presencia de la Embajadora de México en Argentina, Lidia Rossbach Suárez.
El acto lo organizó el Café Literario Syria Poletti del Círculo Italiano, con la coordinación de Emiliano Pintos.
domingo, marzo 23, 2025
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El autor leyó dos poemas y se refirió a su nuevo libro, Soliloquio del desvelo, publicado recientemente por editorial Dunken. Acá el video.
miércoles, marzo 12, 2025
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Buenos Aires, 2025.
Editorial Dunken.
Texto de contratapa Marita Rodríguez-Cazaux.
Fotografía de tapa de Emiliano Penelas.
Poesía.
Quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible.
Paul Celan
Allí, donde se abisma el mar, te sueño.
Dejo la pipa sobre el escritorio y miro.
Se azula el alma, atesora la imagen de la noche.
La desnudez oculta el reclinado silencio,
la mirada perdida, la eternidad sin nombre.
Luego vinieron los océanos, el lenguaje
que cubre las ventanas y los muebles,
la posesión de los ojos sobre el lecho.
El deseo es un sabor hallado
que ilumina tu cabellera perfumando el alba.
Es cuando la intimidad y el aire
engarzan memoria en la ternura.
Sin saberlo, las manos han tocado el infinito.
******
1946
Me azora la lejanía; la voz velera,
ese hollado pulso de la sombra.
Es cuando el poema sube su silencio.
Entonces, la soledad revela otra mirada.
La mitología, por último,
acosa al mar errante que nos sueña.
******
Retrato
Acuérdate. Es tan sólo una imagen.
Flotabas por encima de la parra
en la felicidad de un tiempo.
El niño y tú eran uno en esa tarde
que flotaba por encima de los techos.
El niño tenía siete años y era feliz en ese patio
envuelto de voces castellanas y gallegas.
Rodeado de reyes, de naves, de corsarios.
Era feliz en una isla desierta, en el lejano oeste,
en una nave espacial alrededor de la luna.
Ahora hay un hombre sentado ante una mesa,
inclinado sobre libros y papeles,
con una pipa en la mano y humo holandés.
Escribe unas líneas ante un niño
que una tarde soñaba por encima de los techos.
******
Variaciones sobre Betanzos de los Caballeros
Amigos, a estas tierras se llega
desde el ensueño. Algo que la vida ha cifrado;
una suerte de hidalguía,
de gentilhombre en el exilio con la misiva
de una mujer desventurada.
Lleva su tiempo, amigos, revelar el Mandeo,
las guerras irmandiñas, las cábalas del bosque,
el castro de Untía, las callejuelas,
la farmacia Couceiro, el casco histórico,
escuchar al cronista de la Cidade dos Cabaleiros
don José Raimundo Núñez-Varela y Lendoiro.
El sarcófago con el oso y el jabalí
de Pérez de Andrade o Boo,
el señorío en la torre de Alonso de Lanzós.
Y el Globo de papel más grande del mundo.
Los siete puentes de los siete ríos.
Las siete iglesias y los siete monasterios.
Miremos. Aquí un acuerdo imponderable
con la belleza y la llovizna. Un fulgor en el hechizo
de la noche. Es así, no enfatizo. El tiempo
y el destino abismaron litografías. Otro rito,
entonces, de lo inasible y la ternura.
(San Roque con bordón, sombrero y capa
acompañado de su perro Melampo).
Aquí el reino de mis antepasados,
una memoria que entreteje simetrías.
Esa extraña eternidad que aguardan
los náufragos o los poetas.
Variaciones sobre Betanzos de los Caballeros
Amigos, a estas tierras se llega
desde el ensueño. Algo que la vida ha cifrado;
una suerte de hidalguía,
de gentilhombre en el exilio con la misiva
de una mujer desventurada.
Lleva su tiempo, amigos, revelar el Mandeo,
las guerras irmandiñas, las cábalas del bosque,
el castro de Untía, las callejuelas,
la farmacia Couceiro, el casco histórico,
escuchar al cronista de la Cidade dos Cabaleiros
don José Raimundo Núñez-Varela y Lendoiro.
El sarcófago con el oso y el jabalí
de Pérez de Andrade o Boo,
el señorío en la torre de Alonso de Lanzós.
Y el Globo de papel más grande del mundo.
Los siete puentes de los siete ríos.
Las siete iglesias y los siete monasterios.
Miremos. Aquí un acuerdo imponderable
con la belleza y la llovizna. Un fulgor en el hechizo
de la noche. Es así, no enfatizo. El tiempo
y el destino abismaron litografías. Otro rito,
entonces, de lo inasible y la ternura.
(San Roque con bordón, sombrero y capa
acompañado de su perro Melampo).
Aquí el reino de mis antepasados,
una memoria que entreteje simetrías.
Esa extraña eternidad que aguardan
los náufragos o los poetas.
miércoles, febrero 19, 2025
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Charla entre los columnistas Carlos Penelas y Andrés Bestard Maggio. Fragmento del programa "Hablando de Arte", con Nolo Correa, del 30/ de junio de 2024.
martes, julio 02, 2024
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Carlos Penelas se refirió a Julio Mafud en el programa "Hablando de arte", con Nolo Correa, emitido el 16 de junio de 2024.
martes, junio 18, 2024
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In Nomine Domini Nostri Jesu Christi
Los lectores cambian, se olvidan, no prestan atención. Los lectores, al menos los míos, suelen creer que todo es humor. Sé, estimado leedor, que manejo la ironía y a veces - no pocas - lo sarcástico. Pero escribí en más de una oportunidad sobre nuestro Cristóbal Colón. Odiado por peronistas, señoritos populistas de izquierda postmoderna y gente de poco saber. Es decir, ignorantes sin medida. Pues bien, debo recordarles algo de lo que estudié, analicé y escribí hace mucho tiempo. Palmas. Y a recoger el guante.
"Porque, cristianísimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, Nuestros Señores, este presente año de 1492, después de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año a dos días del mes de enero por fuerza de armas vi poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Príncipe mi Señor..."
Se sabe que Colón no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los 24 años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. También se dice que tenía modales portugueses, lo que puede significar gallegos.
La esfericidad de la Tierra ya estaba en el Corán. Hay versos sumamente elocuentes. Alfraganus, setecientos años antes de la llegada de Colón a América – siglo IX, Jalifato de Al-Mahmún – señaló en su célebre teorema que la medida correcta de la Tierra era de cincuenta millas y dos tercios por grado.
Collón, en gallego es testículo. Para ser didácticos: cada una de las dos glándulas ovoideas que segregan el semen y están contenidas en las dos cavidades del escroto. Según se dice era su verdadero apellido y está anotado en una iglesia de Pontevedra. Tiempo después, alguien tachó una “l” y quedó Colón. También se dijo que era judío converso, catalán, mallorquín, castellano, extremeño, corso…
“¿Qué le pasa, Penelas?”, preguntará el retrógrado del boticario. Pues bien, que vamos a recorrer con un poco de humor algunas voces, textos y fuentes. Recordemos, al pasar, que como dijo Woody Allen, “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas , pero no las mismas”.
El investigador y escritor Guillermo García de la Riega, bisnieto del historiador Celso García de la Riega (el primer impulsor de la tesis de que Colón era gallego), subrayó que las pruebas son tan evidentes que «la historia no permitiría tantas casualidades» y fundamenta su postura en tres pilares: la documentación de los siglos XV y XVI que muestran el acta notarial de la venta de la finca de A Puntada de Poio que supuestamente fue la casa de Colón en Pontevedra, la toponimia de los accidentes geográficos que descubrió el navegante (tales como Punta Lanzada, San Salvador o las alusiones a las cofradías pontevedresas para nombrar al Puerto de San Nicolás, el Cabo San Miguel o las islas Catalina y San Juan Bautista) y, por último, el lenguaje utilizado por Colón en el que aparecen «numerosos vocablos gallegos».
Se sabe que nuestro querido Almirante no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los veinticuatro años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. Se dice que tenía modales portugueses, lo cual puede significar gallegos. No hay que olvidar que una carabela, la Santa María, se la bautizó en principio “La Gallega”. (¿Qué dirá ante estos paupérrimos y conocidos datos mi amigo el historiador? Estará una furia. Le recordaría que “el eco siempre dice la última palabra”.)
Celso García, pontevedrés, pronunció una conferencia en la Sociedad Geográfica de Madrid en 1898, año del nacimiento de mi padre. En ella dio a conocer cierta documentación de los siglos XV y XVI. Causó un gran alboroto al afirmar la galleguidad del genovés. Poco tiempo después se afirmó que los documentos estaban manipulados. Pero en 1964, la profesora Rodríguez Solano estableció que no existió tal falsificación en los documentos de Pontevedra. Y se volvió a la carga. No es casual que Alejo Carpentier haya escrito una novela desopilante sobre la vida de este navegante misterioso. En El arpa y la sombra el mundo mágico-primitivo de universal comunión, el drama social y filosófico del hombre moderno, concebido dentro del ámbito de la mitología americana.
En 1923, en La Habana, Enrique Zas publicó un ensayo: Galicia, patria de Colón. Pone como ejemplo algo que no lo tomará por tal Menéndez Pidal. Zas habla de las muchas palabras en gallego que el almirante escribió en su diario: pardetas, a la corda, pardeles, toniñas, etc. Recordemos a don Ramón Menéndez Pidal, coruñes, que publicó en 1942, La lengua de Colón, libro de consulta en mis años de estudiante en el Profesorado en Letras. Me acuerdo la colección: Austral, de Espasa. Aún está en mi biblioteca. Luego vendrá la polémica de Francisco Romero de Lema en La lengua de Cristóbal Colón, publicado en 1969. Como ves, mi querido e hipócrita amigo, todo es confuso. Pero la ciencia sigue su curso y sabemos a dónde vamos.
Será Alfonso Philippot, vigués, capitán de La Marina Civil quien en 1991 publica La identidad de Cristóbal Colón donde concluye que Colón y Pedro Madruga son la misma persona, hijo natural (¡cuando no!) del conde de Sotomayor. El silencio será una razón de Estado. Siempre las razones de Estado terminan en el silencio.
A la tesis de que Colón era gallego dieron su apoyo la condesa de Pardo Bazán, Suárez Picallo, Eduardo Pondal, Castelao, Ramón Cabanillas, entre otros.
«Yo , porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla." ( 11 de octubre de 1492)
Roland Barthes creía que la efusión sentimental resulta inexpresable. Tal vez la vida de nuestro descubridor sea eso. Se dice que fue avaro, megalómano, sionista. Para algunos historiadores el legendario almirante chino, Zheng He, descubrió América siete décadas antes que Colón. Éste descubrió sus mapas y lo calló. Por eso llegó a nuestras playas. Más allá de todo recomiendo leer sus diarios de navegación. Un universo.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 8 de agosto de 2024
"Porque, cristianísimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, Nuestros Señores, este presente año de 1492, después de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año a dos días del mes de enero por fuerza de armas vi poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Príncipe mi Señor..."
Se sabe que Colón no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los 24 años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. También se dice que tenía modales portugueses, lo que puede significar gallegos.
La esfericidad de la Tierra ya estaba en el Corán. Hay versos sumamente elocuentes. Alfraganus, setecientos años antes de la llegada de Colón a América – siglo IX, Jalifato de Al-Mahmún – señaló en su célebre teorema que la medida correcta de la Tierra era de cincuenta millas y dos tercios por grado.
Collón, en gallego es testículo. Para ser didácticos: cada una de las dos glándulas ovoideas que segregan el semen y están contenidas en las dos cavidades del escroto. Según se dice era su verdadero apellido y está anotado en una iglesia de Pontevedra. Tiempo después, alguien tachó una “l” y quedó Colón. También se dijo que era judío converso, catalán, mallorquín, castellano, extremeño, corso…
“¿Qué le pasa, Penelas?”, preguntará el retrógrado del boticario. Pues bien, que vamos a recorrer con un poco de humor algunas voces, textos y fuentes. Recordemos, al pasar, que como dijo Woody Allen, “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas , pero no las mismas”.
El investigador y escritor Guillermo García de la Riega, bisnieto del historiador Celso García de la Riega (el primer impulsor de la tesis de que Colón era gallego), subrayó que las pruebas son tan evidentes que «la historia no permitiría tantas casualidades» y fundamenta su postura en tres pilares: la documentación de los siglos XV y XVI que muestran el acta notarial de la venta de la finca de A Puntada de Poio que supuestamente fue la casa de Colón en Pontevedra, la toponimia de los accidentes geográficos que descubrió el navegante (tales como Punta Lanzada, San Salvador o las alusiones a las cofradías pontevedresas para nombrar al Puerto de San Nicolás, el Cabo San Miguel o las islas Catalina y San Juan Bautista) y, por último, el lenguaje utilizado por Colón en el que aparecen «numerosos vocablos gallegos».
Se sabe que nuestro querido Almirante no hablaba italiano a pesar de haber vivido en Génova hasta los veinticuatro años. De hecho las referencias sobre su origen genovés son casi inexistentes. Se dice que tenía modales portugueses, lo cual puede significar gallegos. No hay que olvidar que una carabela, la Santa María, se la bautizó en principio “La Gallega”. (¿Qué dirá ante estos paupérrimos y conocidos datos mi amigo el historiador? Estará una furia. Le recordaría que “el eco siempre dice la última palabra”.)
Celso García, pontevedrés, pronunció una conferencia en la Sociedad Geográfica de Madrid en 1898, año del nacimiento de mi padre. En ella dio a conocer cierta documentación de los siglos XV y XVI. Causó un gran alboroto al afirmar la galleguidad del genovés. Poco tiempo después se afirmó que los documentos estaban manipulados. Pero en 1964, la profesora Rodríguez Solano estableció que no existió tal falsificación en los documentos de Pontevedra. Y se volvió a la carga. No es casual que Alejo Carpentier haya escrito una novela desopilante sobre la vida de este navegante misterioso. En El arpa y la sombra el mundo mágico-primitivo de universal comunión, el drama social y filosófico del hombre moderno, concebido dentro del ámbito de la mitología americana.
En 1923, en La Habana, Enrique Zas publicó un ensayo: Galicia, patria de Colón. Pone como ejemplo algo que no lo tomará por tal Menéndez Pidal. Zas habla de las muchas palabras en gallego que el almirante escribió en su diario: pardetas, a la corda, pardeles, toniñas, etc. Recordemos a don Ramón Menéndez Pidal, coruñes, que publicó en 1942, La lengua de Colón, libro de consulta en mis años de estudiante en el Profesorado en Letras. Me acuerdo la colección: Austral, de Espasa. Aún está en mi biblioteca. Luego vendrá la polémica de Francisco Romero de Lema en La lengua de Cristóbal Colón, publicado en 1969. Como ves, mi querido e hipócrita amigo, todo es confuso. Pero la ciencia sigue su curso y sabemos a dónde vamos.
Será Alfonso Philippot, vigués, capitán de La Marina Civil quien en 1991 publica La identidad de Cristóbal Colón donde concluye que Colón y Pedro Madruga son la misma persona, hijo natural (¡cuando no!) del conde de Sotomayor. El silencio será una razón de Estado. Siempre las razones de Estado terminan en el silencio.
A la tesis de que Colón era gallego dieron su apoyo la condesa de Pardo Bazán, Suárez Picallo, Eduardo Pondal, Castelao, Ramón Cabanillas, entre otros.
«Yo , porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla." ( 11 de octubre de 1492)
Roland Barthes creía que la efusión sentimental resulta inexpresable. Tal vez la vida de nuestro descubridor sea eso. Se dice que fue avaro, megalómano, sionista. Para algunos historiadores el legendario almirante chino, Zheng He, descubrió América siete décadas antes que Colón. Éste descubrió sus mapas y lo calló. Por eso llegó a nuestras playas. Más allá de todo recomiendo leer sus diarios de navegación. Un universo.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 8 de agosto de 2024
(Enrique Barreiro, 1927, 23 minutos)
Documental de 1927 que desarrolla la tesis del origen pontevedrés de Cristóbal Colón, defendido por varios historiadores citados en la película. La pieza tuvo dos versiones, estrenadas en 1927 y 1930 respectivamente, y cada una de ellas sirvió a Enrique Barreiro, una de las figuras más importantes del cine gallego en los años veinte y treinta junto con su hermano Ramón, como campo de pruebas en sus experimentos para dotar de color a la imagen cinematográfica. Concretamente, la versión de 1927 está realizada utilizando un sistema de color experimental de creación propia llamado Cromacolor. Material restaurado por Filmoteca Española, la pieza que se podrá ver recupera los colores originales de este trabajo pionero.
martes, abril 09, 2024
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“El fútbol es un pensamiento que se juega, más con la cabeza que con los pies”
Milan Kundera
Con frecuencia recuerdo a mi padre. Su voz, su mirada, sus gestos inquietos. Su palabra siempre gravitó en mí, como su ejemplo de hombre noble. Llegó a la Argentina siendo un niño de once años. Se hizo solo. Mi padre nació en una aldea de A Coruña, finales del siglo XIX. Trabajó desde los seis años cuidando cabras en el monte. El único varón de seis hermanas. Pudo aprender las primeras letras con un maestro del lugar durante dos años. Y a los saltos. Mis abuelos eran analfabetos, los paternos y los maternos. A mi madre le enseñó a leer y escribir mi padre, de casados. Mi madre había nacido en un lugar perdido de Ourense. Mi padre, junto a mis abuelos, llegó a Argentina y comenzó a trabajar en una fábrica de vidrio. Avellaneda, Piñeiro. Obreros socialistas y anarquistas completaron su educación. En Galicia ayudaba a sus padres en la cosecha, en una aldea perdida: Espenuca. A esa edad ya sabía de las doce horas de trabajo. Aprendió a leer, a pensar, a sentir. Entre sus muchos refranes recuerdo éste: “palabra y piedra suelta no tienen vuelta”.
Mis abuelos – analfabetos - había llegado al puerto; los esperaban unos parientes. Primero mi abuelo Pedro, campesino, hombreó bolsas en Ingeniero White. De allí a Avellaneda, a Piñeyro para ser más exactos. La gran inmigración gallega crecía en esos barrios. Y eran de Independiente Foot-Ball Club. La historia es intensa; abreviaré. En mi familia todos eran de Independiente: padres, hermanos, tíos, primos, vecinos. Vivieron en la calle Mariano Acosta. Cuando niño me llevaba a la cancha, a la tribuna: los menores sólo pagaban el seguro de vida, unos centavos. Me hablaba de nombres remotos: Erico, Seoane, Ravaschino, Cherro. Luego Canaveri, Lalín, Sastre, De la Mata, Zorrilla. Para él Seoane fue el mejor, lo vio jugar en todos los puestos, incluso de arquero. Y según sus palabras esa tarde fue brillante. El otro gran jugador era, según su criterio, el guardavalla Fernando Bello. En esos años se decía match, se decía portero, se decía centre forward, shotear. Mis ojos descubrieron a Micheli, Cecconato, Bonelli, Grillo y Cruz. Recuerdo a Elías Abraham con su polera amarilla y su gorra. A los hermanos Varacka, a Barraza. Y a Rubén Marino Navarro, Hacha Brava. Era una maravilla verlo a Toriani, a Maldonado, a Mura. El Negro Rolan junto a Navarro una muralla. Uno se elevaba con Silveira, Douksas, D'Ascenzo.
(De estos temas, y de otros, suelo conversar con mi amigo Manuel Suárez Suárez. En Buenos Aires o en Compostela. Con frecuencia hablamos de literatura, política, fútbol. De nuestros “compinches” en común, de nuestras familias. Manuel quiere al Rojo porque es el equipo de los gallegos.)
En esa tribuna de cemento, la cancha de la Visera, los ojos se llenaban de lágrimas. Por la emoción, por el juego armonioso, por la gracia y la felicidad de ver buen fútbol. Mi padre era otra persona. Participa de una manera inusual. Olvidaba las lecturas de Cervantes, de Tolstoi o de Milton. El simpatizante de Independiente es de paladar negro. Le gusta que gane su equipo, pero que juegue bien, que sea diferente, que la belleza de la cual hablaban los griegos en sus olimpíadas se viera en la cancha. La felicidad nos ocupaba la semana. Mundo Deportivo y El Gráfico completaban la historia. Luego, con mis hijos otros nombres: Alzamendi, Bertoni, Burruchaga, Bochini. Únicos. La felicidad se daban en todos pero Bochini era diferente. Uno de los mejores jugadores que vi en mi vida. Daba felicidad como trataba el balón, sentir su vuelo, su intuición. Un arquetipo de la 10. Toda la era dorada aplaudiendo su nombre. Rapidez mental, pases milimétricos, Un estilo único e irrepetible.
En la fonda de mi tío Pedro, La Mosca, iban a cenar Sastre, Canaveri entre otros jugadores. Allí los vió mi padre, allí conversó con ellos. Seres comunes, seres trabajadores. Comían y bebían en abundancia. Y al día siguiente hacían estallar un estadio. Cuando se retiraban el lujo era un almacén o un puesto de diarios sobre Avenida Mitre. Otro mundo, otro sistema. No hablo desde la nostalgia, hablo de un país que no existe. Un país que se extraña y regresa de la mano – de otra forma, de otra emoción – de Emiliano y de Lisandro. Sobre todo de Emiliano, creador y director de La Caldera del Diablo.
La radio cumplía un papel fenomenal. Fioravanti, Bernardino Veiga, Ortega Moreno, Caffarelli, Borocotó… son algunos de los nombres que evoco en este momento. Hay otros por supuesto, hay otros. Sus voces llenaban las casas, el espíritu futbolero de todo un país. Era cuando los partidos sólo se jugaban los domingos. En casa se admiraba a Dante Panzeri. El único, junto a Borges, que se opusieron al Mundial de 1978. Supo ver, como ninguno, que “el fútbol era política, sociología, economía” utilizado por la demagogia, la incultura y el autoritarismo. El único que habló de los sicarios del micrófono. Polémico, sin duda. Al final de su vida escribió: “al fútbol argentino le faltan tres cosas: dirigentes, decencia y wines”. No escribió nunca más.
De aquella infancia y de aquella adolescencia evoco las casacas, el foso, el pañuelo blanco anudado - de mi padre - en mi cabeza. La fuerza de mis primos mayores, los Fraga: Pedro, Manolo, Luis. La euforia de mis otros primos, los González: Osvaldo y Ricardo. Caminar desde Villegas y Pavón y luego cruzar los Siete Puentes. Y el sanguche de salame y queso que mi tía Silvia me preparaba. En pan francés, con manteca. Y miga. Hoy mis hijos y mis nietos llevan la camiseta con la misma alegría. Les repito lo que decía don Manuel: “El resultado es una anécdota. Lo importante es jugar bien, ver buen fútbol”. Entonces es cuando evoco la elegancia de jugadores inolvidables. Y sonrío. Independiente es modelo de fútbol. Eso lo hizo diferente, Es un arquetipo. Otra vez: Erico. Maldonado, Bertoni, Burruchaga, Bochini.
Para finalizar vale la pena recordar a Albert Camus y a Pier Paolo Pasolini. Camus, fue arquero, un arquero rebelde. Descubre que la desigualdad existe en todos lados, menos en el patio del colegio, donde jugaba al fútbol. Juega durante el recreo, de arquero, pues sólo tiene un par de alpargatas. Allí encuentra camaradería y libertad. “Todo lo que sé de moral se lo debo al fútbol y al teatro”. Pasolini escribió: “el fútbol como lenguaje”, “el gambeteo como poesía”, “el catenaccio y la triangulación como fútbol de prosa”. Dijo:” el fútbol es un sistema de signos, o sea un lenguaje”. Antes que un deporte el fútbol fue para Pasolini un lenguaje humano capaz de hablar a las masas. “Quien no conoce el código del fútbol no entiende el “significado” de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases)”.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 3 de abril de 2024
En la fonda de mi tío Pedro, La Mosca, iban a cenar Sastre, Canaveri entre otros jugadores. Allí los vió mi padre, allí conversó con ellos. Seres comunes, seres trabajadores. Comían y bebían en abundancia. Y al día siguiente hacían estallar un estadio. Cuando se retiraban el lujo era un almacén o un puesto de diarios sobre Avenida Mitre. Otro mundo, otro sistema. No hablo desde la nostalgia, hablo de un país que no existe. Un país que se extraña y regresa de la mano – de otra forma, de otra emoción – de Emiliano y de Lisandro. Sobre todo de Emiliano, creador y director de La Caldera del Diablo.
La radio cumplía un papel fenomenal. Fioravanti, Bernardino Veiga, Ortega Moreno, Caffarelli, Borocotó… son algunos de los nombres que evoco en este momento. Hay otros por supuesto, hay otros. Sus voces llenaban las casas, el espíritu futbolero de todo un país. Era cuando los partidos sólo se jugaban los domingos. En casa se admiraba a Dante Panzeri. El único, junto a Borges, que se opusieron al Mundial de 1978. Supo ver, como ninguno, que “el fútbol era política, sociología, economía” utilizado por la demagogia, la incultura y el autoritarismo. El único que habló de los sicarios del micrófono. Polémico, sin duda. Al final de su vida escribió: “al fútbol argentino le faltan tres cosas: dirigentes, decencia y wines”. No escribió nunca más.
De aquella infancia y de aquella adolescencia evoco las casacas, el foso, el pañuelo blanco anudado - de mi padre - en mi cabeza. La fuerza de mis primos mayores, los Fraga: Pedro, Manolo, Luis. La euforia de mis otros primos, los González: Osvaldo y Ricardo. Caminar desde Villegas y Pavón y luego cruzar los Siete Puentes. Y el sanguche de salame y queso que mi tía Silvia me preparaba. En pan francés, con manteca. Y miga. Hoy mis hijos y mis nietos llevan la camiseta con la misma alegría. Les repito lo que decía don Manuel: “El resultado es una anécdota. Lo importante es jugar bien, ver buen fútbol”. Entonces es cuando evoco la elegancia de jugadores inolvidables. Y sonrío. Independiente es modelo de fútbol. Eso lo hizo diferente, Es un arquetipo. Otra vez: Erico. Maldonado, Bertoni, Burruchaga, Bochini.
Para finalizar vale la pena recordar a Albert Camus y a Pier Paolo Pasolini. Camus, fue arquero, un arquero rebelde. Descubre que la desigualdad existe en todos lados, menos en el patio del colegio, donde jugaba al fútbol. Juega durante el recreo, de arquero, pues sólo tiene un par de alpargatas. Allí encuentra camaradería y libertad. “Todo lo que sé de moral se lo debo al fútbol y al teatro”. Pasolini escribió: “el fútbol como lenguaje”, “el gambeteo como poesía”, “el catenaccio y la triangulación como fútbol de prosa”. Dijo:” el fútbol es un sistema de signos, o sea un lenguaje”. Antes que un deporte el fútbol fue para Pasolini un lenguaje humano capaz de hablar a las masas. “Quien no conoce el código del fútbol no entiende el “significado” de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases)”.
"¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes
y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales".
Eduardo Galeano
Carlos Penelas
Buenos Aires, 3 de abril de 2024
miércoles, abril 03, 2024
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Foto: Ferdinando Scianna |
Apareció hace años mirando el mar.
Más tarde, escuchando el antiguo reloj de pie
con carrillones de mi casa. Al caminar
por la Plaza Rodríguez Peña, al descubrir
un tobogán vacío. Al inquirir mi rostro
en un espejo, en el hastío de una cena,
al ver una mujer solitaria en la ventana de un café,
cuando desplegaba el diario y veía titulares.
En una pesadilla, en la voz de un vecino,
desde la puerta de una panadería,
en un viejo poema, entre la muchedumbre.
En el tren, al escuchar La belle Javotte de Couperin,
en la Real Villa de Baiona
anonadado por la réplica de la nao Victoria.
Luego fueron los párpados, un hombro,
el lado derecho del estómago.
Recordé mitos, utopías, la voz de Orfeo,
la Biblioteca del Palacio Sarmiento,
ciertos hábitos; una ventura y una desventura.
Recordé una cita superior
de Lucius Septimius Severus que enfaticé
en el libro de Fernando Pessoa.
Finalmente rememoré artificios, una dudosa
sonrisa, un tiempo disperso en las fotografías.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 30 de noviembre de 2023
jueves, noviembre 30, 2023
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Carlos Penelas estuvo nuevamente en el programa "Hablando de arte", conducido por Nolo Correa, para referirse a grandes escritores argentinos. Emisión del 22 de octubre de 2023.
martes, octubre 24, 2023
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El domingo 17 de septiembre Carlos Penelas estuvo nuevamente en el programa "Hablando de arte", conducido por Nolo Correa, para referirse a "La Creación". Acá el fragmento de su participación.
viernes, septiembre 29, 2023
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Foto: Elliott Erwitt |
Invoco su sonrisa.
Su sonrisa era la felicidad,
el regazo señero,
un fulgor que socava el alma.
Era caminar por el parque,
subir callejuelas, soñar lo inmóvil
de las barcas, la terneza del alba
en miradas, dibujos y latidos.
Dialogaba con la lluvia,
con trenes y panaderías.
Le hablaba de Camus, de Alberti, de Mahler.
Ella de Boris. Guiaba a Boris
como un destino de lo mágico
en sus pupilas avezadas.
Encendía el lecho, la palabra, el espejo,
el ceñido fluir del sigilo, lo desmedido,
la voz en la eternidad de la noche.
A veces emergía la inconciencia,
los dones furtivos ante una luz tan alta,
lo impalpable que acosa el hechizo.
La evoco de maestra, de blazer
azul, de itálico apellido.
Pregunté: ¿Cuándo empecé a amarte?
Y ella disponía jazmines sobre su falda.
Frente a mis ojos reinaba su cabellera,
su pubis, los labios entreabiertos.
Era el misterio. Pero era más.
Era la libertad, los frutos, el deseo.
Hoy todo me lleva a ti. Hasta el olvido.
Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2023
miércoles, agosto 16, 2023
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En la emisión del lunes 7 de agosto, "Generación abierta en radio", por AM 1110 Radio Onda Latina, dedicó su espacio de letras "Poetas y Movimientos en Poesía" a Carlos Penelas.
El programa está conducido por Luis Raúl Calvo y Nora Patricia Nardo, y esta fue la emisión número 817.
viernes, agosto 11, 2023
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Carlos Penelas estuvo nuevamente en el programa "Hablando de arte", conducido por Nolo Correa, hablando sobre la obra de Luis Franco. Fue en la emisión del 9 de julio de 2023, cumpleaños del poeta.
jueves, julio 13, 2023
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