Carlos Penelas
Carlos Penelas, poeta y escritor, fue amigo del recordado cardiocirujano, y jefe de prensa de su Fundación. Escribió Diario interior de René Favaloro, editado en 2003 por Sudamericana. CorrÃa el año 1978 cuando publicó Conversaciones con Luis Franco.
Con la alegrÃa de haber sido ponderado por su labor fue al ex Sanatorio Guemes, con la finalidad de hacerle llegar su libro -dedicatoria incluida- a quien lo elogiara. Fue recibido por una secretaria, quien meses después lo llamó para hacerle saber que era invitado por el médico a que tuvieran una charla. Concurrió con gusto. Fue la primea. Aún no sabÃa que serÃa su colaborador y que los unirÃa una relación personal de veintidós años. Cuatro años de sincera y profunda amistad e infinidad de horas compartidas, en las que descubrirÃan semejanzas de espÃritu y común admiración por la letra y autores, decidieron que fuera convocado a sumarse al proyecto de la Fundación. "Creo que me semblanteaba, durante nuestras charlas" -admite-.
p: ¿Cómo fue ese primer encuentro?
CP: La primera entrevista fue amigable. Hablamos de cuestiones sociales, familiares, históricas, de literatura. Luego, siempre nos llamábamos para tener un encuentro y le proponÃa presentarlo a varios escritores, Luis Franco, Juan José Sebreli, Carlos Alberto Brocato, ente otros. Asà fue conociendo a algunos de ellos.
p: ¿Por qué aceptó trabajar con él? ¿Qué lo decidió?
CP: Un dÃa quiso saber mi opinión al respecto del proyecto, de su obra, que aún funcionaba dentro del ex Guemes, pero ya tenÃa el primer edificio de 'Investigaciones básicas' sobre la calle SolÃs. Me pidió que fuera a verlo. Era un lugar casi vacÃo. Allà habÃa sólo algunos investigadores, y muy poco personal administrativo. Un médico atendÃa las 'Relaciones Públicas'. Le hice ver que serÃa un área muy necesaria, y profesional. Yo ocupaba ese cargo en una empresa alemana, muy importante en Latinoamérica, con sede en Buenos Aires. Le ofrecà ayudarlo a conformar ese departamento, junto con el de 'Prensa'. Tiempo después, fui llamado para empezar. Debà renunciar a mi ocupación. Como no habÃa una oficina para que desarrollara mi tarea, Favaloro me dio la llave de su despacho y me dijo que lo utilizara.
p: En la antesala de la oficina del doctor Favaloro habÃa una frase que decÃa: "He vivido siempre entre la agonÃa y el deber". Ya en su despacho, una placa de bronce, en medio de otras tantas, firmada por el prestigioso doctor Dwight Harken, pionero en cirugÃa cardiovascular en la que se podÃa leer: "El amor y patriotismo a su tierra hizo que Norteamérica perdiera a uno de los mejores cirujanos del mundo". ¿Quién era Favaloro? ¿Un idealista, un soñador, o un patriota sin lÃmites que no fue entendido por su tiempo?
CP: Creo que era todo eso junto. Recuerdo que cuando editamos una revista especial sobre el Instituto de CardiologÃa me dijo: "Deseo en la tapa, como ilustración, al Quijote". La idea fue de él, mucha gente la creÃa mÃa. TenÃa un perfil de soñador, de idealista, de hecho lo era. En algunos intercambios que tenÃamos yo le decÃa: "Doctor, usted parece el poeta y yo el médico". Era más pragmático que él.
p: ¿Habrá sido usted su contrapunto dialéctico?
CP: Yo sabÃa que lo conversado entre nosotros era único. No lo hablaba con nadie. AsÃ, llegábamos también a las discusiones. Nos enojábamos los dos, y a veces nos duraba una semana. Una vez, pasado un mal momento me llamó y me dijo: "Carlos, basta, debemos trabajar" -sonrÃe, evoca- TenÃa un fuerte sentido de Patria como yo no tengo, por provenir de una familia gallega, republicana. Un ejemplo: Cuando se inauguró el Instituto me pidió que reserváramos el espacio de una pared para que, como lo hacÃan en la Cleveland Clinic de EE.UU, las familias que hicieran donaciones colocaran una placa con su apellido. Jamás se hizo. Otra anécdota; Se hacÃan almuerzos en los que participábamos y yo le decÃa: "Doctor: de acá no va a salir un peso en donaciones. Vienen para conocerlo y decir que almorzaron con usted". Se enojaba.
p: ¿Cuál era el objetivo final de Favaloro? ¿Proponer un programa sanitario, dar una lección moral, o ambos?
CP: Siempre entendà que los proyectos de la Fundación eran dos. Crear el instituto más importante de Argentina y Latinoamérica, y que otras instituciones lo tomaran como modelo de ejemplo ético. Favaloro se habÃa formado en La Plata con docentes que tenÃan una fuerte concepción de 'República', con sólido contenido social. RendÃan culto a la ética. Siempre estuvimos muy de acuerdo en cuestiones éticas.
p: ¿Ã‰l valoraba en usted, su ética?
CP: SabÃa que yo venÃa del anarquismo. Mi padre nos dijo al morir: "Les dejo una biblioteca y una conducta". Conservo ambas cosas. Tal vez valoraba el hecho de que nunca me interesó tener nada material. Nunca tuve auto. Si él me decÃa: "Tenés un buen cargo", yo le respondÃa, "SÃ, pero quizás mañana lave copas en el bar de la esquina". Yo no me confundÃa con el cargo. Y eso que tenÃa el Legajo Nª 22, de la institución.
p: ¿Qué impidió continuar el proyecto? ¿Fue la lucha con el poder establecido?
CP: Creo que fueron varias cosas. Un dÃa le dije: "Se equivocó al volver, doctor". Lo admitió al final, 20 dÃas antes del desenlace. Se arrepentÃa de no haber reunido dinero y hacer algo privado, para no tener que depender. Una idea imposible, también. Creo que él querÃa formar una 'Cleveland Clinic' en Argentina, con la diferencia de que allá reciben U$ 100 millones por año, en subsidios. Acá era algo impensable. Además, le hacÃa ver que el personal de la institución tenÃa una idiosincrasia nuestra, argentina. Un ejemplo: Me indicó que hiciera leer a todos los aspirantes los diez principios que redactó. Sólo quienes firmaran su conformidad estarÃan en lÃnea y podrÃan llenar la planilla. Y yo le respondÃa: "Doctor: no se olvide de la plusvalÃa", con lo que le indicaba que la necesidad tiene cara de hereje.
p: ¿Cómo era considerado Favaloro en el murmullo social?
CP: La gente del pueblo lo adoraba. Recuerdo varias anécdotas de cuando caminábamos juntos por la calle. Se percibÃa el fuerte fervor que despertaba. Pero en parte del ambiente médico era muy resistido. En ese ámbito en algunas oportunidades era aplaudido, pero se observaba más cortesÃa que compromiso y consentimiento.
p: El profesor Mainetti, formador de Favaloro, definió a su discÃpulo con una frase que aún hoy perdura: "Favaloro fue un hombre público envidiado por los poderosos, alabado por los humildes, que no pudo ser capitalizado por la polÃtica". ¿Comparte usted esa definición?
CP: A varios polÃticos, muchos empresarios, y algunos periodistas les costaba entender a Favaloro. La gran mayorÃa de ellos querÃan tener una foto con el doctor. Yo nunca tuve una de él en mi despacho.
p: ¿Cuál era la utopÃa más importante de Don René?
CP: La docencia y el ejemplo, la educación. Lo preocupaba la estupidez cotidiana. Cuando se decidió a escribir 'Don Pedro y la educación', juntos cotejábamos libros y programas de estudio. Se alarmaba por la decadencia. Yo le decÃa: "Cambió el mundo. La mente del joven es otra". En la Fundación sólo dos personas no tenÃan celular: él y yo. A pesar de eso, armé cuatro congresos internacionales. Otro dato: hicimos un programa con verdaderos referentes culturales. Pudimos editar dos o tres libros, nada más. Uno sobre el aspecto literario junto con la medicina. Cada uno de los convocados explicaba cómo veÃa el mundo actual a través de la literatura, el arte, la ciencia. No se vendÃan ejemplares. HabÃa que aceptarlo, el sistema es asÃ. Es obvio que debiera cambiar, pero no lo puede hacer sólo un hombre. Siempre dije que él "Pudo cambiar la cardiologÃa del mundo, pero no la sociedad de su tiempo". Es una crisis moral, en la que hay un mucho de hipocresÃa y corrupción.
p: Usted sostiene en Diario interior…, que 'La vida del doctor Favaloro no es una vida, es más, un destino'. ¿Su vida con él, también lo fue?
CP: Sin duda, 'a mà me cambió la vida'. Veintidós años juntos no es poco.
p: Una frase de Goethe que usted citó: "Dos viajeros que parten de puntos alejados, se encaminan a igual destino y se encuentran a media jornada, suelen acompañarse mejor que si hubieran comenzado juntos el viaje". ¿Favaloro era uno de ellos y usted el otro?
CP: Lo interesante era ser complementarios. TenÃamos en parte, mundos distintos. Yo viajaba en colectivo. ProcedÃamos de formaciones distintas, con otro estudio, otro tiempo, otra edad. Le trataba de transmitir lo que veÃa en mis hijos, como un fiel registro de las nuevas generaciones.
p: Usted sostuvo que Favaloro era un arquetipo difÃcil de reemplazar. ¿Qué piensa sobre el Dr. Albino?
CP: Es uno de mis grandes referentes. Le cuento: hice todas las gestiones ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que se impusiera el nombre del doctor Esteban Laureano Maradona a una plaza que está sobre la avenida Córdoba al 5000. Se hizo, pero aún falta la placa, se olvidaron de ella. El paÃs es asÃ. Cuando dije que era un arquetipo difÃcil de reemplazar es porque ¿Cuántos años, décadas cuesta que aparezca un Borges, un Lugones, un Castagnino, un Fangio, un Favaloro? En relación al doctor Albino, es un hombre ejemplar. Mi señora suele decir: "Es otro Favaloro". Es admirable. Creo que es un soñador con los pies más sobre la tierra, con más visión. Todo creador es un soñador, pero el más práctico cierra el ciclo.
p: Resulta fácil parangonar a Albino con Favaloro porque tienen un mismo enfoque: medicina social, cuidar la salud de las criaturas, y la mirada sobre Latinoamérica, ¿verdad?
CP: Ambos tienen mucho en común, como lo tenÃa también el doctor Maradona, en otros aspectos. Al escuchar a Albino se desprende su calidad humana.
p: Don René decÃa: "En el filo de la muerte no recordaremos nada material. Lo único que cuenta al final es la mujer amada, al amigo, la naturaleza…" ¿Usted era ese amigo? ¿Hablaba de usted?
CP: No sé. No podrÃa decirlo.
p: ¿Al citar esa misma frase, usted podrÃa decir que ese amigo era él?
CP: 'Yo lo voy a recordar toda la vida'. Yo no tengo fechas, pero lo recuerdo indefectiblemente el 29. Será asà porque estuve en su casa cuando me avisaron de su suicidio, y a las 20 horas tuve que dar una conferencia e informar a todos los medios del mundo. Es un dÃa imborrable en mi vida. Me llamaban de varios paÃses. Dos meses después hice pública la renuncia a mi cargo en la institución. Sin él no deseaba continuar.
p: ¿Cuál fue el mejor proyecto que logró armar desde su función?
CP: Yo participé de todo el proyecto de la Fundación. Le voy a dar un ejemplo. En los paÃses de Europa hay un Coordinador de trasplantes de pacientes. Acá éramos los únicos en la tarea. Fueron exitosos los resultados. Pero el mejor desarrollo fue una transmisión para la televisión alemana de cinco intervenciones en serie, realizadas por distintos cirujanos del Staff de la Fundación. Luego de terminada la primera, quince minutos después empezaba la siguiente y asà sucesivamente. Arrojó un resultado de 3 millones de televisores encendidos en la madrugada europea. La repercusión fue increÃble. Nunca hubo otra experiencia similar en todo el mundo.
p: Se percibe que René tenÃa al 'deber y humanismo', como rasgos salientes. ¿Usted también los tenÃa?
CP: Favaloro tenÃa un proyecto de medicina para todo el paÃs que a mà me enloquecÃa. Me parecÃa brillante, único. Ya los últimos años no se podÃa pensar en eso. Después del '97 se pudieron hacer muy pocas cosas.
p: Favaloro, idealista o muy inteligente dejó una marca histórica, un mensaje, un legado, como los grandes revolucionarios de la historia. Su suicidio fue emblemático. Una denuncia. ¿Fue exitoso por lograr conformar su obra? ¿Fracasó por no poder continuar? ¿En el balance, qué parte pesa más?
CP: Tuvo éxito en la cardiologÃa mundial. Hubo un antes y un después de él. Si se contemplan los proyectos que quedaron en el camino, le faltaba concretar sus sueños. Un dato alcanza. Favaloro intentó volver tres veces al paÃs y no tenÃa inserción. Era negado. Además creÃa que parte del pago de impuestos de las grandes empresas podÃa destinarse a la salud y a su obra, como era el régimen de EE.UU. Acá resultaba imposible. En nuestra cultura se puede financiar a un futbolista, no un proyecto de salud. Se equivocó. No reparó en la idiosincrasia.
p: En su libro hay una cita de Sigmund Freud: 'La sociedad reposa sobre un crimen cometido en común'. ¿Qué o quién mató a Favaloro? ¿La envidia de parte del mundo médico? ¿La corrupción de un sector del sistema? ¿La indiferencia de un Estado ausente? ¿Un gobierno en crisis? ¿Sus detractores? ¿Todos juntos?
CP: Todo eso junto. Y tal vez, también, un proyecto desmedido de él. No entendió el paÃs. Él llevaba programas sanitarios a varios presidentes y siempre quedaban archivados.
p: ¿Qué es lo que más extraña de él?
CP: Me cambió la vida. Yo le llevaba los boletines de mis chicos. Tengo fotos con él y mis hijos. Libros regalados por él. Uno que retiró de su biblioteca y me dedicó. Es 'La creación del mundo moral', de AgustÃn GarcÃa. Tanto en común. Luchábamos por las utopÃas.
p: Usted cuenta que Favaloro se refugiaba en la naturaleza. ¿Dónde lo hace usted, en la letra?
CP: Si, claro. Él también lo hacÃa en las lecturas, en nuestras charlas.
p: Resulta fácil deducir que a través de vuestras charlas, él podÃa reconciliar el espÃritu. ¿Era asÃ?
CP: Hablábamos de revolución, de socialismo, de lo social, de la dignidad del hombre, de la República, de nuestros mayores, de fútbol, de mujeres. Recordábamos a Carrillo, a Oñativia, a Maradona, a Mazza. RecorrÃamos las desventuras de varios de los vanguardistas. Sus utopÃas.
Ante sus respuestas, se puede inferir que esos diálogos los llevaban a intentar una existencia posible entre lo inalcanzable y lo mundano, lo sagrado de encomiable objetivos que convivÃan con realidades profanas, mezquinas. Capaz de una mirada profunda sobre lo incompleto de los ambientes prosaicos, Penelas observaba el mundo de intereses que se suele resistir a las grandes metas del espÃritu. Era interlocutor del Quijote, su intérprete, su exégeta. Asistir a René a dializar las impurezas propias de un economicismo que se abre paso a codazos, con el que se topaba, era entender su meta: evangelizar en pos de una medicina social. Las catarsis, las charlas reconciliaban el espÃritu y devolvÃan el sentido a luchar contra la adversidad. Su colaboración sólo se medÃa en compromiso, en fidelidad.
p: ¿Qué es lo más difÃcil de aceptar, su muerte o su paso a la inmortalidad?
CP: Ambas van de la mano. Hay un proyecto de paÃs que soñó que no existe. Dejó obras inconclusas. En el último tiempo le decÃa: "El proyecto se está terminando". PreferÃa hablarle con crudeza y no engañarlo.
p: ¿No le resultaba difÃcil luchar con el Quijote?
CP: Claro que era difÃcil. A veces golpeaba la mesa. Se enfurecÃa.
p: Favaloro cerró una conferencia sobre Artigas, en Uruguay, con una letra de Zitarrosa: 'Quisiera decir que tengo alegrÃa en lo que doy, pero con mi canto voy más triste de lo que vengo'. ¿Qué piensa de eso?
CP: Escuchábamos juntos a Zitarrosa, nos gustaba a ambos. Lo admirábamos. Extraño nuestras charlas, como las que tuve con Borges, Sábato, Luis Franco, Ricardo Molinari. Cada vez converso con menos gente.
p: Usted fue muy valiente al admitir en su libro que soñaba frecuentemente con su padre y con Favaloro. ¿Lo sigue soñando?
CP: SÃ. Sobre todo, en estos dÃas. Para estas fechas más aún.
Responde a la última pregunta lentamente, con contadas palabras y una mirada casi ausente. Quizás, atravesado por el recuerdo de una época maravillosa. El brillo de sus ojos lo revela. Llena la descripción de Machado en Cantares: 'caminante no hay camino, se hace camino al andar… golpe a golpe, verso a verso'. Un conjuro mágico permitió escuchar las confesiones del hombre, del amigo. Aquel tiempo en que el escritor eximió a la pluma,… 'el poeta era sólo un peregrino'. Recorre en silencio el laberinto de una intimidad que siempre conservará. La entrevista concede un clima de evocación que devuelve con un relato sensible, único. Refleja pasajes intimistas de un hombre de los más respetados y queridos de Argentina y del mundo, 'emblema de humanismo y honestidad'. Acaso, el Quijote. Cae la tarde. En su transcurso, permitió contar una historia de amistad entre un médico rural y un escritor. Ya próximo al descanso, acostumbrado al ambiente de hadas y druidas, sabe que es probable que lo vuelva a soñar. Tal vez, luego de una charla sobre poesÃa y literatura, en la que también comulguen espÃritu, ideales, luchas, utopÃas, y compartan alegrÃas y desahogos, René Favaloro le repita: "Carlos, vamos, tenemos que trabajar", y Penelas no dude en aceptar. Al despertar, sonreirá por la ensoñación. Pluma en mano, volverá el poeta a sublimar, con 'las mismas letras que un dÃa dieron refugio al gigante y fuerzas para luchar'.–
Guillermo Daniel Balbi / Periodista
Diario Nueva Rioja, 9 de mayo de 2020
martes, julio 29, 2025
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Hace unos dÃas descubrà un artÃculo que escribà hace tiempo. En esta tierra parece que nada cambia. Volvemos sobre hechos vividos como una pesadilla. Desde ya que el mundo se modifica vertiginosamente. Por los años 70, don Diego Abad de Santillán, a quien tuve el honor y el placer de tratar con asiduidad, me dijo: "Penelas, un siglo ya no es un siglo. Lo que ocurre en cinco años antes ocurrÃa en un siglo". Pienso, desde mi escritorio, que ahora deben ser tres años. La IA, los cimbronazos de la ciencia, de la tecnologÃa, han modificado todo. Todo es todo. Conducta, moda, alimentos, aspectos culturales, economÃas, tendencias ideológicas, formas de vida, el abandono silencioso de los desempleados, redes sociales, nuevas formas laborales, criptomonedas... y lo que usted desee agregar. En esta tierra sin embargo parecerÃa que siempre giramos en torno al populismo, lo mágico, una esperanza imbécil, un juego de palabras que asombra por la fatuidad. Gobiernos, pueblo, intelectuales... "Hablar es escuchar", decÃa Heidegger. AquÃ, amable lector, no necesariamente es asÃ, Siento que en el universo actual tampoco. La fantasÃa argentina no tiene parangón. Puedo equivocarme. La gran mayorÃa de nuestros polÃticos son impresentables, camanduleros. Leamos a Bourdieu, a Foucault, a Chomsky... Los de otras regiones no son mucho mejor, pero son en lineas generales otra cosa. No mucho más, pero diferentes. No sabemos distinguir entre la literatura decorativa y la literatura rigurosa. Una historia falsa se sostiene en un contexto determinado. Los engaños sistemáticos parecen ser una cuestión de fe. En la SantÃsima Trinidad o en la pata de conejo los barra bravas. Y las historias se olvidan, se desconocen, se mutilan, se disfrazan. La ignorancia, la mala costumbre, la pobreza interior y exterior es palpable. La corrupción en esta tierra es estructural, tiene raÃces históricas. Por favor, no lo olvide. Y los vaivenes polÃticos, jurÃdicos juegan al gallito ciego. Aquà va el escrito de hace años. Casi me olvido, caro lector, puede releer a Max Weber. Si le interesa el tema del poder y esas minucias.
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Foto: Emiliano Penelas |
"Sabemos, desde siempre, que la cultura se diferencia de la ilustración y de lo erudito. Que la sensibilidad es parte de la belleza, que el buen gusto requiere tiempo, reiteradas búsquedas, comparaciones. Y que lo ramplón nos genera estupidez, burocracia, premios. Un poeta siempre vive en el amor, en la pasión, en lo insurrecto. Es generador de aventura, es creador de fantasÃas. De lo contrario no es un poeta. Puede ser un oficial de justicia, un contador o un boticario. Puede ser un funcionario administrativo, pero nunca un poeta. El poeta tiene imágenes, percepciones, sueños. Y ve – lo siento caballeros, lo siento – lo que muchos no pueden ver. No es casual que en los años setenta algunos de nosotros, muchachos, sabÃamos de "Cahiers du Cinéma". Y lo sabÃamos, en parte, por "Tiempo de Cine". Se hablaba de técnica e ideologÃa; nos hacÃa reflexionar Jean-Louis Comolli. Vengo, lo dije muchas veces, del Mayo Francés. Soy un hijo de ese movimiento, de esa historia. En esos años tomábamos facultades, participábamos activamente de dos y tres manifestaciones por semana, imprimÃamos volantes y folletos, pintábamos en los muros leyendas subversivas, llevábamos en el portafolio revistas sediciosas, poemas de la Guerra Civil Española y bombas molotov. Y “la polÃtica golpeaba las puertas de los cines”. Se hablaba de la complejidad de lo cinematográfico como de la complejidad de los nuevos modelos en plástica o literatura. Hoy volvemos a pensar eso.
Hace un tiempo, nos visitó Tzvetan Todorov. Fue importante su presencia. Y fue fundamental su mirada sobre una sociedad que no quiere conocer su historia. Con la memoria no basta nos dice, la ilusión maniquea no es buena, nos dice, no hay compartimentos estancos. “Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él”, escribe.
Hablamos de hipocresÃas, caballeros. De montajes de espectáculos, señores. De aventureros mass mediáticos. De imágenes que se construyen porque son distintas a los polÃticos profesionales. De la honradez del devocionario. Que mienten, que engañan, que proponen. Y dicen y prometen. Que mienten como ladrones. Miseria del lenguaje, de bastardos. Sin remilgos. Olviden. No dicen estructuras. Estafan y son estafados. Con la moralina de “polÃticos decentes”, “militares patriotas”, “empresarios honestos”, “sindicatos participativos”, “intelectuales éticos”. Zonas de fraude y sacralidad. Plagios. Crean la sobreactuación como aquella Mani Pulite. Fascina el engaño, la esperanza, el novio perfecto y la señorita casta. Mecanismos ocultos que construyen el poder, las sectas. Me repliego, nos replegamos. Y crece el fetichismo organizado. Pragmático, compañeros, de rodillas. Y meta cumbia y redoblante.
Hagan juego, caballeros, hagan juego. A la genuflexión, al oportunismo. Con el sayo del tecnócrata. Seamos asépticos, burócratas, dispendiosos. Seamos populistas, oligárquicos, militaristas, nacionalistas, reformistas, cagones. Eso, por sobre todas las cosas, seamos cagones. La picaresca criolla. A engañar, a la polÃtica mezquina, realista. Seamos imbéciles, deshistorizados. Seamos beatos. A emplear la sexualidad mecanizada, a levantar las banderas de una sexualidad empobrecida, institucionalizada, castradora. Hermenéutica y promiscuidad. De la eficacia hablan los caballeros. De la eficacia de los placebos, de las armaduras góticas.
Para pensar, amigo lector, para dar vuelta a la veracidad y a la idealización. Para ser irrespetuosos. ¡Ah, el olfato del predestinado! Y el guiño sobrador de estos pillos. El sainete es nuestro género. El mejor eslogan de la confusión es ese saber polÃtico, reaccionario. Se hace evidente. Hay que descubrirlo. Nos constriñen. ¡Ah, el estilo de vida! ¡Ah, los modelos!
Viven en sus ficciones. Territorios de la abstracción. Representan las estrategias; ante la declinación de la cultura polÃtica la autoexclusión. Sórdido, señores, sórdido. Contra los exaltadores optimistas, contra los que pontifican desde lo anacrónico. Todo se manipula. Burocracia sindical, Ãdolos, asesores de imagen. Cosmética emocional o simbólica. Se recluye, se privatiza al sujeto social. Se lo atomiza. Crecen los discursos sin teorÃa. Se consume, se seduce. Y crece el chisme, el mentidero para explicar “la realidad”. El cotilleo. Una trituradora de lo efÃmero, el vacÃo teórico que esteriliza.
Comencé hablando del amor y de un proyecto cinematográfico. Sobre eso edificaremos una mirada, una forma diferente de sentir. Tal vez no nos equivoquemos al pensar que hay un mundo insurrecto, vital, que desea otra vida. Por el momento la mentira, el engaño, la demagogia, el populismo, el descaro. Recuerdo cuando mi padre decÃa: "Fulano de tal es un hombre serio." ¿Qué significa esta palabra, este sÃmbolo, en estas horas de ultraje, robo y corrupción? Aquà y en el mundo. Pero seguiremos, seguiremos. Las estrellas brillan en el infinito, el mar sueña los vientos de la aurora, la luna es más bella. Seguiremos por nuestra conducta, por nuestra conciencia, por nuestra voluntad ética."
Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de julio de 2025
Hace un tiempo, nos visitó Tzvetan Todorov. Fue importante su presencia. Y fue fundamental su mirada sobre una sociedad que no quiere conocer su historia. Con la memoria no basta nos dice, la ilusión maniquea no es buena, nos dice, no hay compartimentos estancos. “Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él”, escribe.
Hablamos de hipocresÃas, caballeros. De montajes de espectáculos, señores. De aventureros mass mediáticos. De imágenes que se construyen porque son distintas a los polÃticos profesionales. De la honradez del devocionario. Que mienten, que engañan, que proponen. Y dicen y prometen. Que mienten como ladrones. Miseria del lenguaje, de bastardos. Sin remilgos. Olviden. No dicen estructuras. Estafan y son estafados. Con la moralina de “polÃticos decentes”, “militares patriotas”, “empresarios honestos”, “sindicatos participativos”, “intelectuales éticos”. Zonas de fraude y sacralidad. Plagios. Crean la sobreactuación como aquella Mani Pulite. Fascina el engaño, la esperanza, el novio perfecto y la señorita casta. Mecanismos ocultos que construyen el poder, las sectas. Me repliego, nos replegamos. Y crece el fetichismo organizado. Pragmático, compañeros, de rodillas. Y meta cumbia y redoblante.
Hagan juego, caballeros, hagan juego. A la genuflexión, al oportunismo. Con el sayo del tecnócrata. Seamos asépticos, burócratas, dispendiosos. Seamos populistas, oligárquicos, militaristas, nacionalistas, reformistas, cagones. Eso, por sobre todas las cosas, seamos cagones. La picaresca criolla. A engañar, a la polÃtica mezquina, realista. Seamos imbéciles, deshistorizados. Seamos beatos. A emplear la sexualidad mecanizada, a levantar las banderas de una sexualidad empobrecida, institucionalizada, castradora. Hermenéutica y promiscuidad. De la eficacia hablan los caballeros. De la eficacia de los placebos, de las armaduras góticas.
Para pensar, amigo lector, para dar vuelta a la veracidad y a la idealización. Para ser irrespetuosos. ¡Ah, el olfato del predestinado! Y el guiño sobrador de estos pillos. El sainete es nuestro género. El mejor eslogan de la confusión es ese saber polÃtico, reaccionario. Se hace evidente. Hay que descubrirlo. Nos constriñen. ¡Ah, el estilo de vida! ¡Ah, los modelos!
Viven en sus ficciones. Territorios de la abstracción. Representan las estrategias; ante la declinación de la cultura polÃtica la autoexclusión. Sórdido, señores, sórdido. Contra los exaltadores optimistas, contra los que pontifican desde lo anacrónico. Todo se manipula. Burocracia sindical, Ãdolos, asesores de imagen. Cosmética emocional o simbólica. Se recluye, se privatiza al sujeto social. Se lo atomiza. Crecen los discursos sin teorÃa. Se consume, se seduce. Y crece el chisme, el mentidero para explicar “la realidad”. El cotilleo. Una trituradora de lo efÃmero, el vacÃo teórico que esteriliza.
Comencé hablando del amor y de un proyecto cinematográfico. Sobre eso edificaremos una mirada, una forma diferente de sentir. Tal vez no nos equivoquemos al pensar que hay un mundo insurrecto, vital, que desea otra vida. Por el momento la mentira, el engaño, la demagogia, el populismo, el descaro. Recuerdo cuando mi padre decÃa: "Fulano de tal es un hombre serio." ¿Qué significa esta palabra, este sÃmbolo, en estas horas de ultraje, robo y corrupción? Aquà y en el mundo. Pero seguiremos, seguiremos. Las estrellas brillan en el infinito, el mar sueña los vientos de la aurora, la luna es más bella. Seguiremos por nuestra conducta, por nuestra conciencia, por nuestra voluntad ética."
Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de julio de 2025
lunes, julio 28, 2025
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El poeta estuvo en la Gran RomerÃa Gallega 2025 que se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires.
En la foto con la presidenta del Centro Betanzos, da. Beatriz Lagoa.
domingo, julio 27, 2025
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El viernes 18 de julio Carlos Penelas dio la conferencia "Los escritores y la creación" en el marco de los Ciclos Culturales y Actividades que organiza el COPIME (Consejo Profesional de IngenierÃa Mecánica y Electricista).
domingo, julio 20, 2025
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El viernes 18 de julio a las 18 horas Carlos Penelas dará una conferencia en COPIME - Consejo Profesional de IngenierÃa Mecánica y Electricista - Pasaje del Carmen 778, Primer Piso.
Penelas hará referencia - entre otros temas - al proceso creativo en torno al lenguaje, la percepción de lo estético, diversas técnicas literarias, la formación del autor y del lector, el medio histórico de la obra.
Al finalizar el público podrá hace consultas.
Entrada libre y gratuita.
Entrada libre y gratuita.
martes, julio 15, 2025
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Foto: Emiliano Penelas |
No volvà a verla. HabÃamos creÃdo en la pureza,
en la inocencia, en la fragilidad del alma.
Ahora la memora de ese dÃa en sus ojos de niebla.
Sé desde siempre que hay una perdición,
algo errante que refleja el pavor.
(En aquellos años habÃa mucho tiempo).
Ahora el aire se retira con talismanes ásperos.
HabÃa un fervor clemente en los hados abstractos.
(De mi risa y del infinito detallaré en el alba).
Recuerdo como siempre esta plaza ajardinada
con acacias bordeando un camino rojizo.
Ahora en el ágora se encendieron faroles.
De pronto el ocaso. Y se pierden hamacas,
niños, sueños. Todo es mÃtico en el declive del silencio.
(Es verdad, ¡habÃa tanto tiempo!).
Mientras, el aire se metÃa en los tranvÃas
como en un tinglado de otra infancia.
He olvidado su nombre, sin duda inolvidable.
Otra vez intento descifrar
la niebla flotante de sus ojos de aquella tarde,
la fatiga o la equivocación en la melancolÃa,
lo irreal, lo alegórico del amor, lo fortuito.
Nadie sabe del absurdo cotidiano,
ni de la hoja distraÃda cayendo en la impaciencia.
Recordé la historia intacta de mis labios en sus labios,
un lecho desterrado, un libro, la duda.
Un almuerzo, un aliento intemporal en la penumbra.
Las campanadas de un reloj a medianoche.
Y el remordimiento.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 11 de julio de 2025
viernes, julio 11, 2025
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Foto: André Kertész |
Le entregué un poema. Lo apartó sobre la repisa.
Hablaba del edén, de vientos ávidos,
del ubicuo milagro de la rosa.
Cada verso evocaba lo insurgente
y la suavidad del cuerpo en la fugacidad.
La escucho evocar a un hombre que amó.
Escucho su desazón, lo ondulante del cielo,
la impaciencia de una nostalgia desentendida,
el desánimo del atardecer en la glorieta.
Su mirada es bella y nostálgica.
Entonces convoqué a Madame Bovary.
Dice celular, finanzas, albañil, trayecto.
Y también ligustrina, empedrado, barda.
(¿Quién soy?, me pregunto).
Llamé a Octavio Paz:
un verso infinito de las tinieblas infinitas,
el ajado albedrÃo en levedad.
Desazón, sombra desfondada del mar,
una casa con mitos y olvidos y viajes.
Es sutil la palabra. Impávida
la mirada entreteje lo insÃpido.
Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2025
martes, julio 01, 2025
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