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Carlos Penelas


Amada, heme aquí flotando

como un fantasma al ver que fue ayer

cuando descubrí tus ojos. Te miré y dije:

pon en calma los míos con tus manos.

Ahora, en la noche, sueño tu cuerpo

entero junto al mío. Se dispersa en la brisa

las secretas bóvedas con nombres protegidos.

Veo anaqueles, letras cursivas, tus caderas.

Y en tus labios una sonrisa ultramarina

entre los apellidos arrumbados de los libros.

Entonces, una vez más siento la pasión.

Recorro galerías que velan íconos y epopeyas

evocando tu nombre de princesa fugaz.

Sucede que intento descifrar mi temblor,

esa suerte de laberinto que mide el tiempo,

mi nostalgia en tu imagen, en sosiego.

Todo eso encuentro cuando acaricias la palma

de mi mano con lo cual me aventuro a predecir lo efímero.

Me rodea la ausencia y es venturosa la ansiedad

en el alivio de escuchar tu voz cuando estoy solo.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 12 de agosto de 2025



Xilografía de El sueño de Polífilo (Venecia, 1499) joya renacentista de Francesco Colonna.
miércoles, agosto 13, 2025 No comments

Compartimos la emisión del domingo 10 de agosto de 2025.


domingo, agosto 10, 2025 No comments


I

A veces, al holgar la plaza,

llegan dioses celtas saludando desde un barco.

Vienen a protegerme de sombras imponderables.

En el maremoto de la desnudez y de la lluvia

se abisma lo intemporal. Y es otoño.



II

Hay una mitología del amor,

cierta desventura errante, ausente

sobre la ventura del insomnio y del candor.

Todo sucede en la callejuela de un barrio.

Inefable es el destino del azar.



III

Hubo veletas, velámenes, panaderías.

Ahora mi voz ha callado en el prodigio.

Era el mundo, una sirena oculta

en un bosque con ángeles guardianes.

La amada es un soliloquio del desvelo.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 6 de agosto de 2025
miércoles, agosto 06, 2025 No comments

El Dr. René G. Favaloro se suicidó el 29 de julio del año 2000 en su departamento de Barrio Parque, en Buenos Aires. Se disparó en el corazón. A la hora y media del hecho estaba en su departamento. Esa noche a las 20 horas doy la conferencia de prensa para todos los medios, argentinos y extranjeros, en la entrada de la Fundación. Al mes renuncio como Jefe de RRPP, Sub - Director de las Ediciones Científicas, miembro del Comité de Ética y Jefe de Coordinación de Pacientes. Me fui con una mano delante y otra mano detrás. En honor a su memoria y a mi dignidad. Se cumplen veinticinco años de su suicidio.

Carlos Penelas
martes, julio 29, 2025 No comments
Carlos Penelas, poeta y escritor, fue amigo del recordado cardiocirujano, y jefe de prensa de su Fundación. Escribió Diario interior de René Favaloro, editado en 2003 por Sudamericana. Corría el año 1978 cuando publicó Conversaciones con Luis Franco.


Con la alegría de haber sido ponderado por su labor fue al ex Sanatorio Guemes, con la finalidad de hacerle llegar su libro -dedicatoria incluida- a quien lo elogiara. Fue recibido por una secretaria, quien meses después lo llamó para hacerle saber que era invitado por el médico a que tuvieran una charla. Concurrió con gusto. Fue la primea. Aún no sabía que sería su colaborador y que los uniría una relación personal de veintidós años. Cuatro años de sincera y profunda amistad e infinidad de horas compartidas, en las que descubrirían semejanzas de espíritu y común admiración por la letra y autores, decidieron que fuera convocado a sumarse al proyecto de la Fundación. "Creo que me semblanteaba, durante nuestras charlas" -admite-.

p: ¿Cómo fue ese primer encuentro?
CP: La primera entrevista fue amigable. Hablamos de cuestiones sociales, familiares, históricas, de literatura. Luego, siempre nos llamábamos para tener un encuentro y le proponía presentarlo a varios escritores, Luis Franco, Juan José Sebreli, Carlos Alberto Brocato, ente otros. Así fue conociendo a algunos de ellos.

p: ¿Por qué aceptó trabajar con él? ¿Qué lo decidió?
CP: Un día quiso saber mi opinión al respecto del proyecto, de su obra, que aún funcionaba dentro del ex Guemes, pero ya tenía el primer edificio de 'Investigaciones básicas' sobre la calle Solís. Me pidió que fuera a verlo. Era un lugar casi vacío. Allí había sólo algunos investigadores, y muy poco personal administrativo. Un médico atendía las 'Relaciones Públicas'. Le hice ver que sería un área muy necesaria, y profesional. Yo ocupaba ese cargo en una empresa alemana, muy importante en Latinoamérica, con sede en Buenos Aires. Le ofrecí ayudarlo a conformar ese departamento, junto con el de 'Prensa'. Tiempo después, fui llamado para empezar. Debí renunciar a mi ocupación. Como no había una oficina para que desarrollara mi tarea, Favaloro me dio la llave de su despacho y me dijo que lo utilizara.

p: En la antesala de la oficina del doctor Favaloro había una frase que decía: "He vivido siempre entre la agonía y el deber". Ya en su despacho, una placa de bronce, en medio de otras tantas, firmada por el prestigioso doctor Dwight Harken, pionero en cirugía cardiovascular en la que se podía leer: "El amor y patriotismo a su tierra hizo que Norteamérica perdiera a uno de los mejores cirujanos del mundo". ¿Quién era Favaloro? ¿Un idealista, un soñador, o un patriota sin límites que no fue entendido por su tiempo?
CP: Creo que era todo eso junto. Recuerdo que cuando editamos una revista especial sobre el Instituto de Cardiología me dijo: "Deseo en la tapa, como ilustración, al Quijote". La idea fue de él, mucha gente la creía mía. Tenía un perfil de soñador, de idealista, de hecho lo era. En algunos intercambios que teníamos yo le decía: "Doctor, usted parece el poeta y yo el médico". Era más pragmático que él.

p: ¿Habrá sido usted su contrapunto dialéctico?
CP: Yo sabía que lo conversado entre nosotros era único. No lo hablaba con nadie. Así, llegábamos también a las discusiones. Nos enojábamos los dos, y a veces nos duraba una semana. Una vez, pasado un mal momento me llamó y me dijo: "Carlos, basta, debemos trabajar" -sonríe, evoca- Tenía un fuerte sentido de Patria como yo no tengo, por provenir de una familia gallega, republicana. Un ejemplo: Cuando se inauguró el Instituto me pidió que reserváramos el espacio de una pared para que, como lo hacían en la Cleveland Clinic de EE.UU, las familias que hicieran donaciones colocaran una placa con su apellido. Jamás se hizo. Otra anécdota; Se hacían almuerzos en los que participábamos y yo le decía: "Doctor: de acá no va a salir un peso en donaciones. Vienen para conocerlo y decir que almorzaron con usted". Se enojaba.

p: ¿Cuál era el objetivo final de Favaloro? ¿Proponer un programa sanitario, dar una lección moral, o ambos?
CP: Siempre entendí que los proyectos de la Fundación eran dos. Crear el instituto más importante de Argentina y Latinoamérica, y que otras instituciones lo tomaran como modelo de ejemplo ético. Favaloro se había formado en La Plata con docentes que tenían una fuerte concepción de 'República', con sólido contenido social. Rendían culto a la ética. Siempre estuvimos muy de acuerdo en cuestiones éticas.

p: ¿Él valoraba en usted, su ética?
CP: Sabía que yo venía del anarquismo. Mi padre nos dijo al morir: "Les dejo una biblioteca y una conducta". Conservo ambas cosas. Tal vez valoraba el hecho de que nunca me interesó tener nada material. Nunca tuve auto. Si él me decía: "Tenés un buen cargo", yo le respondía, "Sí, pero quizás mañana lave copas en el bar de la esquina". Yo no me confundía con el cargo. Y eso que tenía el Legajo Nª 22, de la institución.

p: ¿Qué impidió continuar el proyecto? ¿Fue la lucha con el poder establecido?
CP: Creo que fueron varias cosas. Un día le dije: "Se equivocó al volver, doctor". Lo admitió al final, 20 días antes del desenlace. Se arrepentía de no haber reunido dinero y hacer algo privado, para no tener que depender. Una idea imposible, también. Creo que él quería formar una 'Cleveland Clinic' en Argentina, con la diferencia de que allá reciben U$ 100 millones por año, en subsidios. Acá era algo impensable. Además, le hacía ver que el personal de la institución tenía una idiosincrasia nuestra, argentina. Un ejemplo: Me indicó que hiciera leer a todos los aspirantes los diez principios que redactó. Sólo quienes firmaran su conformidad estarían en línea y podrían llenar la planilla. Y yo le respondía: "Doctor: no se olvide de la plusvalía", con lo que le indicaba que la necesidad tiene cara de hereje.

p: ¿Cómo era considerado Favaloro en el murmullo social?
CP: La gente del pueblo lo adoraba. Recuerdo varias anécdotas de cuando caminábamos juntos por la calle. Se percibía el fuerte fervor que despertaba. Pero en parte del ambiente médico era muy resistido. En ese ámbito en algunas oportunidades era aplaudido, pero se observaba más cortesía que compromiso y consentimiento.

p: El profesor Mainetti, formador de Favaloro, definió a su discípulo con una frase que aún hoy perdura: "Favaloro fue un hombre público envidiado por los poderosos, alabado por los humildes, que no pudo ser capitalizado por la política". ¿Comparte usted esa definición?
CP: A varios políticos, muchos empresarios, y algunos periodistas les costaba entender a Favaloro. La gran mayoría de ellos querían tener una foto con el doctor. Yo nunca tuve una de él en mi despacho.

p: ¿Cuál era la utopía más importante de Don René?
CP: La docencia y el ejemplo, la educación. Lo preocupaba la estupidez cotidiana. Cuando se decidió a escribir 'Don Pedro y la educación', juntos cotejábamos libros y programas de estudio. Se alarmaba por la decadencia. Yo le decía: "Cambió el mundo. La mente del joven es otra". En la Fundación sólo dos personas no tenían celular: él y yo. A pesar de eso, armé cuatro congresos internacionales. Otro dato: hicimos un programa con verdaderos referentes culturales. Pudimos editar dos o tres libros, nada más. Uno sobre el aspecto literario junto con la medicina. Cada uno de los convocados explicaba cómo veía el mundo actual a través de la literatura, el arte, la ciencia. No se vendían ejemplares. Había que aceptarlo, el sistema es así. Es obvio que debiera cambiar, pero no lo puede hacer sólo un hombre. Siempre dije que él "Pudo cambiar la cardiología del mundo, pero no la sociedad de su tiempo". Es una crisis moral, en la que hay un mucho de hipocresía y corrupción.

p: Usted sostiene en Diario interior…, que 'La vida del doctor Favaloro no es una vida, es más, un destino'. ¿Su vida con él, también lo fue?
CP: Sin duda, 'a mí me cambió la vida'. Veintidós años juntos no es poco.

p: Una frase de Goethe que usted citó: "Dos viajeros que parten de puntos alejados, se encaminan a igual destino y se encuentran a media jornada, suelen acompañarse mejor que si hubieran comenzado juntos el viaje". ¿Favaloro era uno de ellos y usted el otro?
CP: Lo interesante era ser complementarios. Teníamos en parte, mundos distintos. Yo viajaba en colectivo. Procedíamos de formaciones distintas, con otro estudio, otro tiempo, otra edad. Le trataba de transmitir lo que veía en mis hijos, como un fiel registro de las nuevas generaciones.

p: Usted sostuvo que Favaloro era un arquetipo difícil de reemplazar. ¿Qué piensa sobre el Dr. Albino?
CP: Es uno de mis grandes referentes. Le cuento: hice todas las gestiones ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que se impusiera el nombre del doctor Esteban Laureano Maradona a una plaza que está sobre la avenida Córdoba al 5000. Se hizo, pero aún falta la placa, se olvidaron de ella. El país es así. Cuando dije que era un arquetipo difícil de reemplazar es porque ¿Cuántos años, décadas cuesta que aparezca un Borges, un Lugones, un Castagnino, un Fangio, un Favaloro? En relación al doctor Albino, es un hombre ejemplar. Mi señora suele decir: "Es otro Favaloro". Es admirable. Creo que es un soñador con los pies más sobre la tierra, con más visión. Todo creador es un soñador, pero el más práctico cierra el ciclo.

p: Resulta fácil parangonar a Albino con Favaloro porque tienen un mismo enfoque: medicina social, cuidar la salud de las criaturas, y la mirada sobre Latinoamérica, ¿verdad?
CP: Ambos tienen mucho en común, como lo tenía también el doctor Maradona, en otros aspectos. Al escuchar a Albino se desprende su calidad humana.

p: Don René decía: "En el filo de la muerte no recordaremos nada material. Lo único que cuenta al final es la mujer amada, al amigo, la naturaleza…" ¿Usted era ese amigo? ¿Hablaba de usted?
CP: No sé. No podría decirlo.

p: ¿Al citar esa misma frase, usted podría decir que ese amigo era él?
CP: 'Yo lo voy a recordar toda la vida'. Yo no tengo fechas, pero lo recuerdo indefectiblemente el 29. Será así porque estuve en su casa cuando me avisaron de su suicidio, y a las 20 horas tuve que dar una conferencia e informar a todos los medios del mundo. Es un día imborrable en mi vida. Me llamaban de varios países. Dos meses después hice pública la renuncia a mi cargo en la institución. Sin él no deseaba continuar.

p: ¿Cuál fue el mejor proyecto que logró armar desde su función?
CP: Yo participé de todo el proyecto de la Fundación. Le voy a dar un ejemplo. En los países de Europa hay un Coordinador de trasplantes de pacientes. Acá éramos los únicos en la tarea. Fueron exitosos los resultados. Pero el mejor desarrollo fue una transmisión para la televisión alemana de cinco intervenciones en serie, realizadas por distintos cirujanos del Staff de la Fundación. Luego de terminada la primera, quince minutos después empezaba la siguiente y así sucesivamente. Arrojó un resultado de 3 millones de televisores encendidos en la madrugada europea. La repercusión fue increíble. Nunca hubo otra experiencia similar en todo el mundo.

p: Se percibe que René tenía al 'deber y humanismo', como rasgos salientes. ¿Usted también los tenía?
CP: Favaloro tenía un proyecto de medicina para todo el país que a mí me enloquecía. Me parecía brillante, único. Ya los últimos años no se podía pensar en eso. Después del '97 se pudieron hacer muy pocas cosas.

p: Favaloro, idealista o muy inteligente dejó una marca histórica, un mensaje, un legado, como los grandes revolucionarios de la historia. Su suicidio fue emblemático. Una denuncia. ¿Fue exitoso por lograr conformar su obra? ¿Fracasó por no poder continuar? ¿En el balance, qué parte pesa más?

CP: Tuvo éxito en la cardiología mundial. Hubo un antes y un después de él. Si se contemplan los proyectos que quedaron en el camino, le faltaba concretar sus sueños. Un dato alcanza. Favaloro intentó volver tres veces al país y no tenía inserción. Era negado. Además creía que parte del pago de impuestos de las grandes empresas podía destinarse a la salud y a su obra, como era el régimen de EE.UU. Acá resultaba imposible. En nuestra cultura se puede financiar a un futbolista, no un proyecto de salud. Se equivocó. No reparó en la idiosincrasia.

p: En su libro hay una cita de Sigmund Freud: 'La sociedad reposa sobre un crimen cometido en común'. ¿Qué o quién mató a Favaloro? ¿La envidia de parte del mundo médico? ¿La corrupción de un sector del sistema? ¿La indiferencia de un Estado ausente? ¿Un gobierno en crisis? ¿Sus detractores? ¿Todos juntos?
CP: Todo eso junto. Y tal vez, también, un proyecto desmedido de él. No entendió el país. Él llevaba programas sanitarios a varios presidentes y siempre quedaban archivados.

p: ¿Qué es lo que más extraña de él?
CP: Me cambió la vida. Yo le llevaba los boletines de mis chicos. Tengo fotos con él y mis hijos. Libros regalados por él. Uno que retiró de su biblioteca y me dedicó. Es 'La creación del mundo moral', de Agustín García. Tanto en común. Luchábamos por las utopías.

p: Usted cuenta que Favaloro se refugiaba en la naturaleza. ¿Dónde lo hace usted, en la letra?
CP: Si, claro. Él también lo hacía en las lecturas, en nuestras charlas.

p: Resulta fácil deducir que a través de vuestras charlas, él podía reconciliar el espíritu. ¿Era así?
CP: Hablábamos de revolución, de socialismo, de lo social, de la dignidad del hombre, de la República, de nuestros mayores, de fútbol, de mujeres. Recordábamos a Carrillo, a Oñativia, a Maradona, a Mazza. Recorríamos las desventuras de varios de los vanguardistas. Sus utopías.

Ante sus respuestas, se puede inferir que esos diálogos los llevaban a intentar una existencia posible entre lo inalcanzable y lo mundano, lo sagrado de encomiable objetivos que convivían con realidades profanas, mezquinas. Capaz de una mirada profunda sobre lo incompleto de los ambientes prosaicos, Penelas observaba el mundo de intereses que se suele resistir a las grandes metas del espíritu. Era interlocutor del Quijote, su intérprete, su exégeta. Asistir a René a dializar las impurezas propias de un economicismo que se abre paso a codazos, con el que se topaba, era entender su meta: evangelizar en pos de una medicina social. Las catarsis, las charlas reconciliaban el espíritu y devolvían el sentido a luchar contra la adversidad. Su colaboración sólo se medía en compromiso, en fidelidad.

p: ¿Qué es lo más difícil de aceptar, su muerte o su paso a la inmortalidad?
CP: Ambas van de la mano. Hay un proyecto de país que soñó que no existe. Dejó obras inconclusas. En el último tiempo le decía: "El proyecto se está terminando". Prefería hablarle con crudeza y no engañarlo.

p: ¿No le resultaba difícil luchar con el Quijote?
CP: Claro que era difícil. A veces golpeaba la mesa. Se enfurecía.

p: Favaloro cerró una conferencia sobre Artigas, en Uruguay, con una letra de Zitarrosa: 'Quisiera decir que tengo alegría en lo que doy, pero con mi canto voy más triste de lo que vengo'. ¿Qué piensa de eso?
CP: Escuchábamos juntos a Zitarrosa, nos gustaba a ambos. Lo admirábamos. Extraño nuestras charlas, como las que tuve con Borges, Sábato, Luis Franco, Ricardo Molinari. Cada vez converso con menos gente.

p: Usted fue muy valiente al admitir en su libro que soñaba frecuentemente con su padre y con Favaloro. ¿Lo sigue soñando?
CP: Sí. Sobre todo, en estos días. Para estas fechas más aún.

Responde a la última pregunta lentamente, con contadas palabras y una mirada casi ausente. Quizás, atravesado por el recuerdo de una época maravillosa. El brillo de sus ojos lo revela. Llena la descripción de Machado en Cantares: 'caminante no hay camino, se hace camino al andar… golpe a golpe, verso a verso'. Un conjuro mágico permitió escuchar las confesiones del hombre, del amigo. Aquel tiempo en que el escritor eximió a la pluma,… 'el poeta era sólo un peregrino'. Recorre en silencio el laberinto de una intimidad que siempre conservará. La entrevista concede un clima de evocación que devuelve con un relato sensible, único. Refleja pasajes intimistas de un hombre de los más respetados y queridos de Argentina y del mundo, 'emblema de humanismo y honestidad'. Acaso, el Quijote. Cae la tarde. En su transcurso, permitió contar una historia de amistad entre un médico rural y un escritor. Ya próximo al descanso, acostumbrado al ambiente de hadas y druidas, sabe que es probable que lo vuelva a soñar. Tal vez, luego de una charla sobre poesía y literatura, en la que también comulguen espíritu, ideales, luchas, utopías, y compartan alegrías y desahogos, René Favaloro le repita: "Carlos, vamos, tenemos que trabajar", y Penelas no dude en aceptar. Al despertar, sonreirá por la ensoñación. Pluma en mano, volverá el poeta a sublimar, con 'las mismas letras que un día dieron refugio al gigante y fuerzas para luchar'.–

Guillermo Daniel Balbi / Periodista
Diario Nueva Rioja, 9 de mayo de 2020
martes, julio 29, 2025 No comments
Hace unos días descubrí un artículo que escribí hace tiempo. En esta tierra parece que nada cambia. Volvemos sobre hechos vividos como una pesadilla. Desde ya que el mundo se modifica vertiginosamente. Por los años 70, don Diego Abad de Santillán, a quien tuve el honor y el placer de tratar con asiduidad, me dijo: "Penelas, un siglo ya no es un siglo. Lo que ocurre en cinco años antes ocurría en un siglo". Pienso, desde mi escritorio, que ahora deben ser tres años. La IA, los cimbronazos de la ciencia, de la tecnología, han modificado todo. Todo es todo. Conducta, moda, alimentos, aspectos culturales, economías, tendencias ideológicas, formas de vida, el abandono silencioso de los desempleados, redes sociales, nuevas formas laborales, criptomonedas... y lo que usted desee agregar. En esta tierra sin embargo parecería que siempre giramos en torno al populismo, lo mágico, una esperanza imbécil, un juego de palabras que asombra por la fatuidad. Gobiernos, pueblo, intelectuales... "Hablar es escuchar", decía Heidegger. Aquí, amable lector, no necesariamente es así, Siento que en el universo actual tampoco. La fantasía argentina no tiene parangón. Puedo equivocarme. La gran mayoría de nuestros políticos son impresentables, camanduleros. Leamos a Bourdieu, a Foucault, a Chomsky... Los de otras regiones no son mucho mejor, pero son en lineas generales otra cosa. No mucho más, pero diferentes. No sabemos distinguir entre la literatura decorativa y la literatura rigurosa. Una historia falsa se sostiene en un contexto determinado. Los engaños sistemáticos parecen ser una cuestión de fe. En la Santísima Trinidad o en la pata de conejo los barra bravas. Y las historias se olvidan, se desconocen, se mutilan, se disfrazan. La ignorancia, la mala costumbre, la pobreza interior y exterior es palpable. La corrupción en esta tierra es estructural, tiene raíces históricas. Por favor, no lo olvide. Y los vaivenes políticos, jurídicos juegan al gallito ciego. Aquí va el escrito de hace años. Casi me olvido, caro lector, puede releer a Max Weber. Si le interesa el tema del poder y esas minucias.

Foto: Emiliano Penelas

"Sabemos, desde siempre, que la cultura se diferencia de la ilustración y de lo erudito. Que la sensibilidad es parte de la belleza, que el buen gusto requiere tiempo, reiteradas búsquedas, comparaciones. Y que lo ramplón nos genera estupidez, burocracia, premios. Un poeta siempre vive en el amor, en la pasión, en lo insurrecto. Es generador de aventura, es creador de fantasías. De lo contrario no es un poeta. Puede ser un oficial de justicia, un contador o un boticario. Puede ser un funcionario administrativo, pero nunca un poeta. El poeta tiene imágenes, percepciones, sueños. Y ve – lo siento caballeros, lo siento – lo que muchos no pueden ver. No es casual que en los años setenta algunos de nosotros, muchachos, sabíamos de "Cahiers du Cinéma". Y lo sabíamos, en parte, por "Tiempo de Cine". Se hablaba de técnica e ideología; nos hacía reflexionar Jean-Louis Comolli. Vengo, lo dije muchas veces, del Mayo Francés. Soy un hijo de ese movimiento, de esa historia. En esos años tomábamos facultades, participábamos activamente de dos y tres manifestaciones por semana, imprimíamos volantes y folletos, pintábamos en los muros leyendas subversivas, llevábamos en el portafolio revistas sediciosas, poemas de la Guerra Civil Española y bombas molotov. Y “la política golpeaba las puertas de los cines”. Se hablaba de la complejidad de lo cinematográfico como de la complejidad de los nuevos modelos en plástica o literatura. Hoy volvemos a pensar eso.

Hace un tiempo, nos visitó Tzvetan Todorov. Fue importante su presencia. Y fue fundamental su mirada sobre una sociedad que no quiere conocer su historia. Con la memoria no basta nos dice, la ilusión maniquea no es buena, nos dice, no hay compartimentos estancos. “Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él”, escribe.

Hablamos de hipocresías, caballeros. De montajes de espectáculos, señores. De aventureros mass mediáticos. De imágenes que se construyen porque son distintas a los políticos profesionales. De la honradez del devocionario. Que mienten, que engañan, que proponen. Y dicen y prometen. Que mienten como ladrones. Miseria del lenguaje, de bastardos. Sin remilgos. Olviden. No dicen estructuras. Estafan y son estafados. Con la moralina de “políticos decentes”, “militares patriotas”, “empresarios honestos”, “sindicatos participativos”, “intelectuales éticos”. Zonas de fraude y sacralidad. Plagios. Crean la sobreactuación como aquella Mani Pulite. Fascina el engaño, la esperanza, el novio perfecto y la señorita casta. Mecanismos ocultos que construyen el poder, las sectas. Me repliego, nos replegamos. Y crece el fetichismo organizado. Pragmático, compañeros, de rodillas. Y meta cumbia y redoblante.

Hagan juego, caballeros, hagan juego. A la genuflexión, al oportunismo. Con el sayo del tecnócrata. Seamos asépticos, burócratas, dispendiosos. Seamos populistas, oligárquicos, militaristas, nacionalistas, reformistas, cagones. Eso, por sobre todas las cosas, seamos cagones. La picaresca criolla. A engañar, a la política mezquina, realista. Seamos imbéciles, deshistorizados. Seamos beatos. A emplear la sexualidad mecanizada, a levantar las banderas de una sexualidad empobrecida, institucionalizada, castradora. Hermenéutica y promiscuidad. De la eficacia hablan los caballeros. De la eficacia de los placebos, de las armaduras góticas.

Para pensar, amigo lector, para dar vuelta a la veracidad y a la idealización. Para ser irrespetuosos. ¡Ah, el olfato del predestinado! Y el guiño sobrador de estos pillos. El sainete es nuestro género. El mejor eslogan de la confusión es ese saber político, reaccionario. Se hace evidente. Hay que descubrirlo. Nos constriñen. ¡Ah, el estilo de vida! ¡Ah, los modelos!

Viven en sus ficciones. Territorios de la abstracción. Representan las estrategias; ante la declinación de la cultura política la autoexclusión. Sórdido, señores, sórdido. Contra los exaltadores optimistas, contra los que pontifican desde lo anacrónico. Todo se manipula. Burocracia sindical, ídolos, asesores de imagen. Cosmética emocional o simbólica. Se recluye, se privatiza al sujeto social. Se lo atomiza. Crecen los discursos sin teoría. Se consume, se seduce. Y crece el chisme, el mentidero para explicar “la realidad”. El cotilleo. Una trituradora de lo efímero, el vacío teórico que esteriliza.

Comencé hablando del amor y de un proyecto cinematográfico. Sobre eso edificaremos una mirada, una forma diferente de sentir. Tal vez no nos equivoquemos al pensar que hay un mundo insurrecto, vital, que desea otra vida. Por el momento la mentira, el engaño, la demagogia, el populismo, el descaro. Recuerdo cuando mi padre decía: "Fulano de tal es un hombre serio." ¿Qué significa esta palabra, este símbolo, en estas horas de ultraje, robo y corrupción? Aquí y en el mundo. Pero seguiremos, seguiremos. Las estrellas brillan en el infinito, el mar sueña los vientos de la aurora, la luna es más bella. Seguiremos por nuestra conducta, por nuestra conciencia, por nuestra voluntad ética."

Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de julio de 2025
lunes, julio 28, 2025 No comments

El poeta estuvo en la Gran Romería Gallega 2025 que se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires. 

En la foto con la presidenta del Centro Betanzos, da. Beatriz Lagoa.

domingo, julio 27, 2025 No comments

 El viernes 18 de julio Carlos Penelas dio la conferencia "Los escritores y la creación" en el marco de los Ciclos Culturales y Actividades que organiza el COPIME (Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista).












domingo, julio 20, 2025 No comments
El viernes 18 de julio a las 18 horas Carlos Penelas dará una conferencia en COPIME - Consejo Profesional de Ingeniería Mecánica y Electricista - Pasaje del Carmen 778, Primer Piso.


En esta oportunidad el tema será "Los escritores y la creación". 

Penelas hará referencia - entre otros temas - al proceso creativo en torno al lenguaje, la percepción de lo estético, diversas técnicas literarias, la formación del autor y del lector, el medio histórico de la obra. 

Al finalizar el público podrá hace consultas.

Entrada libre y gratuita.
martes, julio 15, 2025 No comments

Foto: Emiliano Penelas


No volví a verla. Habíamos creído en la pureza,

en la inocencia, en la fragilidad del alma.

Ahora la memora de ese día en sus ojos de niebla.

Sé desde siempre que hay una perdición,

algo errante que refleja el pavor.

(En aquellos años había mucho tiempo).

Ahora el aire se retira con talismanes ásperos.

Había un fervor clemente en los hados abstractos.

(De mi risa y del infinito detallaré en el alba).

Recuerdo como siempre esta plaza ajardinada

con acacias bordeando un camino rojizo.

Ahora en el ágora se encendieron faroles.

De pronto el ocaso. Y se pierden hamacas,

niños, sueños. Todo es mítico en el declive del silencio.

(Es verdad, ¡había tanto tiempo!).

Mientras, el aire se metía en los tranvías

como en un tinglado de otra infancia.

He olvidado su nombre, sin duda inolvidable.

Otra vez intento descifrar

la niebla flotante de sus ojos de aquella tarde,

la fatiga o la equivocación en la melancolía,

lo irreal, lo alegórico del amor, lo fortuito.

Nadie sabe del absurdo cotidiano,

ni de la hoja distraída cayendo en la impaciencia.

Recordé la historia intacta de mis labios en sus labios,

un lecho desterrado, un libro, la duda.

Un almuerzo, un aliento intemporal en la penumbra.

Las campanadas de un reloj a medianoche.

Y el remordimiento.



Carlos Penelas

Buenos Aires, 11 de julio de 2025
viernes, julio 11, 2025 No comments
Foto: André Kertész


Le entregué un poema. Lo apartó sobre la repisa.

Hablaba del edén, de vientos ávidos,

del ubicuo milagro de la rosa.

Cada verso evocaba lo insurgente

y la suavidad del cuerpo en la fugacidad.

La escucho evocar a un hombre que amó.

Escucho su desazón, lo ondulante del cielo,

la impaciencia de una nostalgia desentendida,

el desánimo del atardecer en la glorieta.

Su mirada es bella y nostálgica.

Entonces convoqué a Madame Bovary.

Dice celular, finanzas, albañil, trayecto.

Y también ligustrina, empedrado, barda.

(¿Quién soy?, me pregunto).

Llamé a Octavio Paz:

un verso infinito de las tinieblas infinitas,

el ajado albedrío en levedad.

Desazón, sombra desfondada del mar,

una casa con mitos y olvidos y viajes.

Es sutil la palabra. Impávida
la mirada entreteje lo insípido.


Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2025
martes, julio 01, 2025 No comments
En más de una ocasión me he referido a mi infancia, Una educación particular. Mi padre me hablaba de don Carlos de Borbón , de la Orden de Calatraba o de la barca de piedra de Santiago Apóstol. Tenía unos seis o siete años y escuchaba historias dignas de los libros de cuentos. Con el tiempo supe que se mofaba de la historia, de los mitos, de las supersticiones. Era el menor de cinco hermanos. Roberto, el mayor, fabulaba y reía. De cuando fue bombero y salvaba de incendios a familias enteras, de cómo había nadado durante horas en un mar tormentoso, de cuando fue piloto de aviación y se tiraba en paracaídas. Pienso que en aquellos años nació en mí la pasión por lo desmesurado. Mi hermana Raquel me regaló a los doce años el libro del Barón de Münchhausen. A los quince años escribí mi primer poema. Era para conquistar a una muchacha bella y de ojos inquietantes. Mi primer amor, mis primeros besos.


Mi madre era la sensatez. Me orientaba en cosas elementales, en las compras de la feria, en la limpieza del hogar, de la higiene diaria. Y hablaba de sus padres, de las comidas, de cómo se debía sentar un niño a la mesa y saber escuchar a los mayores. Mi padre también me señalaba estas cuestiones pero siempre con un dejo de ironía, con mirada crítica. Todos, padres, hermanos, tíos o primos criticaban el desborde del populismo, las dictaduras, la hipocresía del clero, la corrupción en los gobiernos, la delación, la pobreza del campesinado en Galicia. Eran los años donde en el cuaderno de clase debía escribir: “Mi mamá me ama, Evita me ama.”

En las cenas se discutía. Siempre había una polémica. En casa de mi tío Pedro al poco de llegar don Manuel, mi padre, el tío le decía: “Manolo opina de algo”. Mi padre, cazurro, preguntaba: “¿Y para qué quieres que opine?” “Para poder opinar lo contrario”, respondía el tío Fraga.

Definitivamente un chascarrillo me pareció iluminador. Padre contaba que mi abuelo materno, Tomás Abad, un sábado visita al abuelo paterno, Pedro Penelas. Y sin más le dice: “Pedro, ya somos vellos, creo que deberíamos ir a la iglesia. Ter poñerse a bien con Dios”.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 22 de junio de 2025
lunes, junio 23, 2025 No comments
El arte no puede ser un monólogo, debe ser un diálogo con el mundo
Albert Camus


A los diecisiete años descubrí a Albert Camus. El extranjero fue la obra inicial. Mi hermana Raquel me lo regaló. Mi madre había fallecido cuando yo entraba en la adolescencia. Ella fue la hermana protectora, la belleza orientadora, la bondad plena. Me llevaba al teatro Colón, a las confiterías de la calle Florida, al mar. Me educaba, por ejemplo, en cómo debía darle la mano a una señora mayor al bajar del tranvía. Junto a mi padre fue formando mi identidad. Me hizo socio del club Gimnasia y Esgrima, nombraba a Edward Albee, a Sarmiento, a Jorge Newbery, a Malraux, a García Lorca, a Eugène Ionesco, a Picasso…

Dante era una pequeña cafetería de la calle Tucumán al 1600. Solía, en esa adolescencia tardía, radicarme con alguna bella muchacha los sábados, desde el atardecer hasta el cierre. Allí un pequeño grupo de actores, abogados, lectores ávidos e intelectuales solían reunirse. Era el menor de todos; los atendía en silencio. No acostumbraba opinar, conocía mis límites. Allí, como en mi hogar, aprendí a escuchar. Y la muchacha de mirada suave junto a mí. Hablaban de ajedrez, de historia, de la Revolución Cubana, del peronismo, del estalinismo, de Borges o de Balzac, de la Guerra Civil Española, de Trotsky. Uno de ellos, un ser con inspección perdida, me habló de Camus. Cacho, ese era todo lo que sabíamos de él. Y me llevó a sentir el pensamiento de este autor.

A partir de su escritura encontramos un espíritu crítico de la sociedad. No es una actitud nihilista. La muerte de Dios es un punto de partida para comprender que no existe deidad tutelar, que no existe un padre protector o un líder carismático que oriente, guie y forme al individuo. El mundo, la vida absurda, vale la pena de ser vivida.

La existencia de este escritor argelino-francés fue marcada por los estragos de dos guerras mundiales, por la independencia de Argelia, por la muerte de su padre, por la miseria y la pobreza, Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista tuvo influencias de Kafka, Schopenhauer, Dostoievski, Nietzsche y lo que representó el existencialismo alemán. Estos hombres condicionaron su pensamiento, el punto de vista existencial, la mirada ética.

Su obra denuncia permanentemente la indiferencia, la falta de valores del ser en la modernidad. En cada página late el espíritu rebelde, subversivo. Pone sobre el tapete la solidaridad, la hospitalidad, la justicia. Sus personajes encarnan esta ética contra un mundo cruel, egoísta y decadente. Poco a poco me hice admirador de sus planteos, de la preeminencia de la existencia sobre la esencia. El ser humano existe, luego piensa. Hasta hoy sigo sus pasos.

En sus novelas y ensayos obliga al lector a reflexionar sobre los valores del ser humano; valores que necesita para vivir en libertad, en la conciencia de esa libertad. Ejemplos: El extranjero (1942), El mito de Sísifo (1942) o El hombre rebelde (1951). Nos dice que debemos tomar conciencia sobre el absurdo. Debemos mirar el abismo, la inmensidad del universo, evitar el autoengaño. Debemos conocer el absurdo para encarar esa lucha contra la actitud pasiva, indiferente, Una actitud rebelde pero responsable.

Señala los vínculos sociales, elevar una rebeldía ética. Releamos: «El hombre rebelde actúa, pues, en nombre de un valor, aún confuso, pero del que, al menos, tiene la sensación de que le es común con todos los hombres. Vemos que la afirmación implicada en todo acto de rebeldía se extiende a algo que rebasa al individuo en la medida en que lo saca de su presunta soledad y le proporciona una razón de obrar».

Nos dice, nos enseña un camino: la vida sin dioses supone un desafío. No hay valores eternos. Luchamos por una vida sin razón. El sentido de rebeldía es lo único que vale la pena. Esa rebeldía, una vez más, es su propuesta ética. La ruptura con el statu quo de una sociedad para Camus no es algo negativo, es todo lo contrario. Hacerle frente al absurdo sin negarlo. Y eso se enfrenta a través de la acción. Un ejemplo de lo escrito lo advertimos en La peste (1947). Vemos la soledad, la naturaleza humana.

«Dr. Rieux: Tiene usted razón, Rambert, tiene usted enteramente razón y yo no quería por nada del mundo desviarlo de lo que piensa hacer. Sin embargo, es preciso que le haga comprender que aquí no se trata de heroísmo. Se trata solamente de honestidad. Es una idea que puede que le haga reír, pero el único medio de luchar contra la peste es la honestidad”.

Si la mirada del hombre está perdida en la inmensidad del universo, dominado por una mentalidad nihilista, será imposible que tome conciencia. Desde el nacimiento hasta el fin de sus días, son las personas y sus relaciones aquello que constituye lo definitorio de la vida. Es dentro de un colectivo donde el individuo debe fijar su conducta, donde debe marcar su compromiso definitivo. Hay una ética vitalista. En un mundo sin base trascendente el vitalismo, la ética vitalista, promueve la creación de valores propios. Otra vez: experiencia y voluntad.

(“El mundo se está volviendo un lugar más violento que si lo comparamos con el principio de este siglo y se espera que llegue a final de 2023 con al menos ocho grandes guerras, además de decenas de conflictos armados de menor intensidad, según advierten los investigadores”. Es de la BBC, 1923.)

Siempre me interesó más la postura de Camus que la de Sartre. Sartre afirmó que “el hombre está condenado a ser libre”. Camus no aboga por una libertad radical sin restricciones morales. Hay una ética de rebelión, pero una rebelión solidaria. Hay una actitud de resistencia y conciencia a partir de la dignidad. La vida se puede vivir con lucidez y entusiasmo. Hay un acto fundamental (lo vemos en El hombre rebelde) que significa el rechazo a la injustica, el compromiso con el otro. No es un acto de destrucción arbitraria, no luchamos para que el oprimido se convierta en opresor. Por tercera o cuarta vez: es una ética humanista. Una resistencia moral y solidaria con el otro.

Un dato que no siempre se tiene en cuenta. Igual que Pier Paolo Pasolini, Camus amaba el fútbol. En un artículo escrito a pedido de la revista France Football, 1957, cuando ya había recibió del Premio Nobel, dice: “Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.

En las piezas teatrales nos señala un mismo camino. El absurdo, la rebeldía, el amor. Ejemplo: Calígula (1944), El estado de sitio (1948) y Los justos (1949). Una breve cita: En Calígula, el autor señala el despotismo y la tiranía del emperador. De pronto toma conciencia de la desdicha, de la locura. La alienación de lo político termina siempre en inmoralidad, en violencia.

«Calígula: Ahora lo sé. (Siempre con naturalidad.) El mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo».

Camus presenta a Quereas como alternativa de rebeldía y ética para luchar contra el emperador. Camus subraya con éste personaje la importancia de actuar con valentía:

«Quereas: No es la primera vez que un hombre dispone en Roma de un poder sin límites, hasta el punto de negar al hombre y al mundo. Eso es lo que me aterra de él y lo que quiero combatir. Perder la vida es cosa nimia y, llegado el momento, no me faltará valor para afrontarlo».

En Estado de sitio critica los estados totalitarios y fascistas. Es, recordemos, una obra de teatro alegórica; la libertad y los derechos de los ciudadanos son subordinados a una dictadura. La sociedad se muestra con miedo, con falta de voluntad. Y se abre un agotamiento de los procesos burocráticos, la manipulación a la que somete la peste. En síntesis; muestra cómo comportarse ante cualquier totalitarismo absurdo que regímenes opresivos como el franquismo hizo padecer a la sociedad española.

Debo confesar que desde aquellos años me siento camusiano. Gozo su literatura, su conducta, su mirada del mundo. Los valores defendidos por Camus se pueden aplicar hoy a nuestra sociedad, a esta crisis global que por supuesto nos incluye. Vivimos rodeados de manipulaciones, mentiras, falacias, fake news, la pos-verdad… Hay conflictos armados, políticos y sociales, Consecuencias devastadoras para millones de hombres. Leemos: "El uso de la IA está intensificando los ataques cibernéticos, físicos y biológicos, haciéndolos más selectivos y, al mismo tiempo, más anónimos. La IA también facilita los ataques disminuyendo o incluso eliminando la necesidad de intervención física humana, especialización, viajes o maquinaria costosa, y los pone al alcance de todos, incluso de los llamados “lobos solitarios” o de grupos pequeños”. Fin de la lectura. Desplazamientos masivos, violaciones de derechos humanos. Populismos de izquierda o de derecha, una decadencia en el individuo, la falta de responsabilidad colectiva, guerras silenciosas y otras no tanto, la seducción de un capitalismo más salvaje y revoluciones cesáreas, la inacción de las sociedades. “Las pruebas arqueológicas, antropológicas y todas las pruebas documentales que sobrevivieron, indican que la guerra, el conflicto armado entre grupos políticos organizados, ha sido la norma universal de la historia humana”, escribió en 1988 el historiador Michael Howard en La invención de la paz y el retorno de la guerra.

El empobrecimiento moral nos acosa. Ceguera y desprecio por el dolor del otro en las nuevas corrientes de derecha, en esta suerte de paladines petulantes, de vulgaridad engreída. Hay que volver a Camus. Ni víctimas ni verdugos.

¿Qué es un rebelde? Un hombre que dice no
Albert Camus

Carlos Penelas
Buenos Aires, 7 de junio de 2025
domingo, junio 08, 2025 No comments

Compartimos el video con la lectura de poemas de Soliloquio del desvelo por Rocío Danussi. 



Video por Emiliano Penelas
viernes, mayo 30, 2025 No comments
Jueves 22 de mayo / 18:30 horas.

Yo, Carlos Tomás Penelas Abad, hijo de don Manuel Penelas Pérez y de doña María Manuela Abad Perdiz, hermano menor de Roberto Marón, Raquel María, Nilda Marta y Fernando Abel, nieto de Pedro, Tomás, María y Adelaida - aldeanos analfabetos - vengo a decirles que escribí un poemario: Soliloquio del desvelo.


"Esa empresa insensata de ser poeta"
Octavio Paz

"La lírica es la exteriorización de la soledad ontológica del hombre"
Ramón Piñeiro

La poesía, la creatividad, surge de la experiencia del autor. Pero surge, fundamentalmente a mi criterio, de sus raíces. Por supuesto hay una formación intelectual, cultural, mundos alternativos, simbolismos, lenguaje. Pero la herencia tiene una presencia, una huella en el imaginario creativo. No siempre reconocida de manera explícita en la obra. En mi caso, de más está decirlo, es la galleguidad.

El poeta se manifiesta entre peregrinaciones y regresos, entre la realidad y el sueño. Asume su mirada para intentar saber; el júbilo de lo vital, de lo insurrecto. En Una historia de la lectura Alberto Manguel señala que los hombres son seres que leen, leer en el sentido básico: interpretar signos. Lo hace el pescador, el astrónomo, el niño. Leemos gestos, palabras. Se lee para poder ubicarnos en el mundo. Para protegernos, para ordenarnos, para sentirnos y sentir al otro. Y también nos dice que para vivir debemos leer la realidad, interpretarla.



Chaplin tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor, dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad. Chaplin explicaba: “Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado”. En la agudeza de su mirada el mundo poético.

Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades.

Comprendí mi infancia gracias a los autores italianos de postguerra. Moravia, Pratolini, Pasolini, Pavese, me llenaron los ojos de imágenes, de ideología. Luego vendría Visconti, De Sica, Rossellini, Antonioni… ellos me llenaron el corazón de pasión y de poesía. El cine y la literatura fueron conformando mi espíritu. Eran seres cercanos a mis sentimientos, a mi entorno. Hombres y mujeres que solía ver por las calles de mi ciudad, en los viejos mercados, en las plazas del barrio, en el café del tío Pedro. Por supuesto que ya sabía de Pérez Galdós, Rosalía Castro, Valle-Inclán, Azorín o Emilia Pardo Bazán. De los clásicos, del Siglo de Oro, de grandes escritores latinoamericanos.

El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez desvelo.

En todo soliloquio hay facetas múltiples, a veces contradictorias. Uno se muestra, mostrándose, compartiéndose. Eligiendo el riesgo permanente de buscarse a sí mismo, trascenderse sin diluirse en la abstracción. Hay un ámbito donde la inmediatez del hablar y la reflexión necesaria para hacer genuino ese hablar llegan a un acorde sostenido. “Escribo sobre el mar y el desierto”, señalo Albert Camus. Son varias las lecturas de ese testimonio. El resto son síntomas de infantilismo, estrechez intelectual, pusilanimidad o soberbia.



Una digresión para aproximarnos a la lectura de una obra de arte. Rocío me reveló el simbolismo de un cuadro de Lawrence Alma Tadema, el pintor holandés neoclásico de la época victoriana. Nos referimos a Las rosas de Heliogábalo. Vale la pena volver a él.

En mi juventud leí con intensidad el llamado nouveau roman (en francés, «nueva novela») movimiento iniciado en 1950 por Alain Robbe-Grillet, La celosía, quien se considera fundador y primer teórico del movimiento. Luego Margarite Duras, entre otros.

Sabemos, y ese fue mi interés profundo, que no tenía para ellos sentido escribir novelas al modo de Balzac, con unos personajes, una trama, un inicio, un desarrollo y un desenlace. Se sienten en cambio más cercanos a la literatura introspectiva, a la exploración de los flujos de conciencia. El soliloquio, una vez más.

«Te llaman porvenir porque no vienes nunca», nos recuerda Ángel González el gran poeta español de la generación del 50. Gabriel Celaya profundiza: “En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”. ¿Y qué me dicen de éstas líneas? “Cuando al hablar te juegas la vida, todo es silencio”. Es de nuestro amigo Manuel Rivas.

Estos poemas se originaron durante los últimos cinco años. Una vez más intenté cotejar la realidad observada con el recuerdo de esa realidad. Hubo una vigilia tolstoiana. Se gestaron en un mundo profano, en un territorio impregnado de populismo y decadencia. Entre el desvelo y el soliloquio.

Andrei Tarkovski, hijo del célebre poeta Arseny Tarkovski, escribió: “Creo que para formar un concepto de arte primero hay que enfrentar otro concepto. La pregunta ¿por qué existe el hombre? Debemos usar nuestro tiempo en la tierra para crecer espiritualmente. Significa que el arte debe servir a este propósito”. Las palabras adquieren un ritmo. Las vamos integrando con lentitud. El poeta es artesano de la palabra. Percibe el instante, la intensidad del instante. “Creador, inventor, no imitador; he ahí el carácter esencial del poeta”, nos recuerda Giacomo Leopardi. Wallace Stevens señaló: “…la maravilla y el misterio del arte, como por cierto de la religión, consisten en la revelación de algo absolutamente otro, gracias a lo cual la inexpresable soledad del pensamiento se quiebra o se enriquece. El poeta, el hombre religioso, ni siquiera sueñan con dictar las reglas del se limitan a andar por el mundo con el amor de lo real (de esa realidad otra) en sus corazones”. El imaginador vive una penumbra del sentir, el conocer y el no-saber. “La pasión del amor es amar sin medida”, escribió San Agustín en sus Confesiones. Y dijo más “La pasión del amor no puede comprenderla quien no la sienta”. Muchos asociaron la poesía a la mística y al erotismo. El poeta nombra palabras más que objetos; la experiencia poética es una tonalidad verbal, un clima interior. “Para ver hay que saber”, nos enseñó Ingres. “Para ser hay que mirar y hay que saber”, perfeccionó Luis Rosales. “El arte verdadero es una respuesta autónoma al misterio” me dijo una tarde Luis Franco. Y qué decir de Héctor Ciocchini quien introdujo en nuestro medio el pensamiento de Aby Warburg para revolucionar el modo de entender las culturas y artes. “Imprescindible tener presente a Bachelard cuando establece la distinción del estado contemplativo, al que llama “ensoñación”, de la pura racionalidad. Pero también lo diferencia de aquello que denomina “sueño nocturno”. Nos habla de la noción platónica anima mundi. La clave está en analizar el sentido afectivo del lenguaje, el modo de concebir la realidad... Y observar las fuentes literarias. Una y otra vez volver a la celebración de Thoreau. En ese bosque soliloquio y desvelo.

El poema no argumenta, es la esencia de lo simbólico. Hay un tiempo interior y no todo lector está capacitado para vibrar en él. La experiencia poética es inefable. Heidegger nos aclaró hace tiempo: “El poeta, si es poeta, no describe el mero aparecer del cielo y de la tierra”. Y luego “…llama lo extraño como aquello a lo que se destina lo invisible para seguir siendo aquello que es: desconocido”. Y la voz de María Zambrano: “La poesía es la verdadera historia”.

El poema aspira a la condición de la música, forma y contenido son inseparables. La melodía es la estructura, allí la emoción. Hay un carácter mimético en el lenguaje, una experiencia estética. En el poema el lector siente una visión del mundo pero al mismo tiempo una visión de sí mismo, una suerte de amor que inspira y envuelve. El poema es entonces un itinerario; conciencia e imagen. Asedia la trascendencia, la revelación, lo hondamente personal. Otra vez: plenitud. Otra vez soliloquio y desvelo.

Para un poeta el problema de la poesía es el de la belleza. Este camino milagroso es la creación del hombre. El propósito de un poema es enfrentarse a los grandes temas. La poesía castellana lo cristalizó en uno de los poemas que más he admirado desde mi temprana juventud. Estoy haciendo referencia a Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. La lectura de los grandes escritores medievales españoles son herederos de la tradición que fue capaz de engendrar la poesía más hermosa de su tiempo, me refiero a los romances viejos.

El símbolo es imagen, tal vez la perfección del deseo. La trémula luz que se había creado detrás de la imagen. El símbolo es la profundidad sagrada del “yo lírico”, del que dice a modo de confesión. Es el sayo del ensueño que acude de la noche profunda. Esto procura ser Soliloquio del desvelo.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 22 de mayo de 2025
miércoles, mayo 28, 2025 No comments

Carlos Penelas estuvo nuevamente en "Hablando de arte", el programa que conduce Nolo Correa, refiriéndose a Julio Verne y la literatura fantástica y de aventura, a raíz de su conferencia en la última Feria del Libro.



miércoles, mayo 28, 2025 No comments
El jueves 22 de mayo de 2025 Carlos Penelas presentó su último libro de poemas, Soliloquio del desvelo, en el Centro Galicia de Buenos Aires.


Recitado de poemas: Rocío Danussi.



Fotografía de tapa y material audiovisual: Emiliano Penelas


Participación de las escuelas de coro y de gaitas del Centro Galicia de Buenos Aires, dirigidas por los profesores Guillermo Suar y Alberto López.










viernes, mayo 23, 2025 No comments

El próximo jueves 22 de mayo, el Centro Galicia de Buenos Aires será escenario de una destacada velada literaria con la presentación de Soliloquio del Desvelo, el más reciente libro de poemas del reconocido escritor y poeta argentino Carlos Penelas. La presentación, organizada por la Comisión de Cultura del Centro, se llevará a cabo en el Salón de Hostelería de la institución (Bartolomé Mitre 2552, PB – CABA) con entrada libre y gratuita.

Publicado por la Editorial Dunken en 2025, durante la presentación, se contará con la participación especial de Rocío Danussi, quien recitará algunos de los poemas, y de la escuela de gaitas del Centro Galicia, dirigida por el profesor Alberto López, que aportará una dimensión musical al encuentro.

Carlos Penelas, nacido en Avellaneda en 1946, es uno de los grandes autores de la poesía contemporánea argentina, con una obra vasta y profundamente vinculada a sus raíces gallegas. Hijo de emigrantes, ha sido distinguido a lo largo de su trayectoria con importantes premios como la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y el Premio "Alfonsina Storni", entre muchos otros. Su carrera incluye también una amplia labor como conferencista, crítico literario, periodista cultural y tallerista, con presentaciones tanto en Argentina como en España, Uruguay, Chile e Italia.

Diario La Región Internacional

viernes, mayo 16, 2025 No comments
Hoy nos visitó Carlos Penelas en la Biblioteca Rosalía de Castro del Centro Galicia de Buenos Aires.

Acércate a leer sus libros y no te olvides que el próximo jueves 22 a las 18.30 h presenta en nuestro Centro su poemario: Soliloquio del Desvelo. Te esperamos! 


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jueves, mayo 15, 2025 No comments
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